lunes, mayo 29, 2006

Living on the edge

El nuevo terremoto en Indonesia no es primera plana. Pasaron sólo 24 hs. y, aunque aún hay más de mil personas atrapadas bajo los escombros, para los medios, al menos los locales, no parece ser noticia de interés.
Indonesia sufrió en apenas un año y medio un tsunami, dos terremotos y tres erupciones volcánicas. En total más de 200 mil víctimas, y más afectados que la mitad de la población argentina, toda la chilena o seis veces la uruguaya.
Qué significa vivir entre la destrucción, la supervivencia, el dolor y el miedo es algo que me supera. Imagino que yo simplemente no me quedaría a vivir en esa zona volcánica y geológicamente tan inestable, pero nada más fácil de decir desde la comodidad de mi casa en la cual no puedo siquiera acercarme a comprender las razones socioculturales, económicas y afectivas de cada uno de los indonesios.
El sultanato de Yogyacarta, un centro cultural y universitario del que poco se habla en occidente, con una enorme densidad de población (más de mil habitantes por km2), es una de las zonas más afectadas. Su gobierno pidió diez millones de dólares para enfrentar la atención y recuperación de las víctimas. La ayuda llegó casi de inmediato desde diferentes puntos de Asia y Europa. Hasta ese peligro mundial que es hoy Irán envió su apoyo.
EEUU, nuestro guardián y salvador, el que debe controlar qué armas pueden tener los demás y dónde deben invadir para que estemos todos más seguros, hasta este momento no acusó recibo de la tragedia indonesa. Sabemos que hay que darle tiempo, si tardó tres días en darse cuenta que las víctimas de Katrina eran de su propia tierra, qué esperar de unos seres extraños que viven allá lejos.
En 2001 la administración Bush incrementó el presupuesto para seguridad en casi un 40% (sólo una parte blanqueada, el resto en caja chica). El presupuesto 2007, que cierra en octubre de 2006, vuelve a aumentarlo en un 6,9% (todos sabemos lo que cuesta pinchar teléfonos), llevándolo a 439.300 millones de dólares. Un anticuado misil Tomahawk cuesta dos millones de dólares, un mes de ocupación yanqui en Irak entre dos y cuatro millones. Yogyacarta pidió diez, de los cuales cuatro ya fueron enviados por sus vecinos árabes y un par más por la CE. Miles de personas tendrían un poco de alivio y una vida con un mínimo de dignidad que le permita superar lo insuperable por el costo de un par de viejos misiles.
No es una comparación políticamente válida, pero a veces la lectura política me resulta complicada, sobre todo cuando sé que miles están en este momento sufriendo lo indecible y rogando en silencio que no se largue a llover.

lunes, mayo 22, 2006

Who wants to live forever

El pasado 4 de mayo en Valladolid murió Jorge León Escudero, pentapléjico desde hacía años, por desconexión del respirador artificial sin el cual, lógicamente, le resultaba imposible vivir. Podría no tener más trascendencia que la que tenga para sus seres cercanos, aún cuando se haya abierto una investigación policial para averiguar quién lo desconectó, pero este hombre joven (53 años) con plena conciencia y sus facultades mentales intactas pedía desde su blog ayuda para morir.
No conocía su blog, Destilados pentapléjicos, y entré por curiosidad (en él niega ser JL por comprensibles razones). Leí sus palabras del 2 de mayo, sólo 48 hs antes de su muerte, y me sumergí en una mezcla de sensaciones, algo de angustia, algo de tristeza, pero sobre todo un enorme respeto por la dignidad que tenía frente a mis ojos.
No pude evitar relacionarlo con otra noticia escuchada en CNN pocos días antes, padres chilenos de un chiquito de 6 años cuya vida se sostiene artificialmente desde hace más de 4, y sin esperanzas de recuperación, que pidieron legalmente que se desconecten sus máquinas de supervivencia, pedido que les fue negado. CNN, por supuesto, emitió la nota junto a las opiniones de los detractores de la eutanasia por razones "morales y cristianas".
Dejando de lado los valores cristianos, que en todo caso sólo son de competencia de los cristianos y no tienen derecho a ser considerados valores universales, el juicio moral es un tanto controversial.
Legalmente se reconocen tres tipos de "muerte buena", (de "eu", bien y "tanatos", muerte) la eutanasia activa, la pasiva y el suicidio asistido. En todos los casos refieren a enfermos terminales o con discapacidades que impiden una vida sin sufrimiento y son irreversibles. Eutanasia activa es provocar la muerte de esa persona a pedido de ésta, pasiva cuando se quitan o no se permite acceso a los medios artificiales que la mantendrían viva, y suicidio asistido cuando se facilitan los medios por los cuales alguien puede quitarse por sí mismo la vida. Aquí, en Argentina, el suicidio y la eutanasia son ilegales, sin embargo la Ley Nacional 17132/67 de Ejercicio de la Medicina dice en su art.19 que todos los profesionales médicos deberán "respetar la voluntad del paciente en cuanto a la negativa de tratarse o internarse", y eso se parece demasiado a una eutanasia pasiva si esa negativa termina con la muerte del paciente.
Entre sus detractores encontré argumentos tan válidos como el estado de desesperación del paciente, el cual se supone que lo invalidaría para tomar decisiones, la posible evolución de la medicina encontrando curas para lo que hoy no lo tiene y la eutanasia sin pedido ni autorización de quien la recibe. Todos ellos discutibles, el estado de desesperación como consecuencia de no poder librarse de una vida de sufrimiento no puede descartarse como base fundamental para querer salir de ella, la posible evolución de la medicina cuando supone años de dolor que se viven día a día no parece ser un buen calmante y la autorización de quien tiene muerte cerebral no es esperable. Pero uno de los argumentos más difundidos (y organizados) es el de la "muerte digna". Según parece la dignidad supone resignación hasta que el cuerpo, la medicina o algún dios decida, y la función de los demás es tratar de asegurarle al sufriente el mayor bienestar posible, incluyendo enfrentar la idea de su cercana muerte del modo que a esos demás les parece que debe enfrentarla. Decidir encararla por propia voluntad no entra en el concepto de dignidad. Mucho más indigno me parece que Escudero se haya visto obligado a recurrir a un blog para pedir que alguien lo ayude a llevar a cabo la elección de vida (y no vida) que quería. Como él mismo dijo: "Quede en la conciencia de quienes impiden la legalización de la eutanasia la carga de los sufrimientos innecesarios."
Paradójicamente los que más sostienen esta posición son quienes creen en vida después de la muerte, pero unida a cielos e infiernos, y un dios con decisión unilateral sobre nuestras vidas y muertes. Según parece ese libre albedrío que explicaría todo se limita a la decisión de ser o no un buen creyente. ¿No suena un tanto perverso que un accidente que nos deje pentapléjicos sea decisión de dios y buscar la muerte que nos liberaría del sufrimiento sea una ofensa a ese dios? (sí, ya sé, no debemos cuestionar razones que están por encima de nuestro entendimiento...¿para qué nos habrá dado el poder de razonar entonces? sigue sonando perverso pero es otro tema).
Según otros no se puede permitir que alguien tome sobre sí mismo una decisión tan irreversible, aunque sabemos que no podemos meternos ni permitimos que se metan en miles de otras decisiones irreversibles con las que vamos construyendo la vida.
El último post de Escudero tiene cien comentarios (comentarios póstumos), en su mayoría sólo un reverente saludo, pero algunos no pudieron evitar, sin correrse demasiado de la onda general, hacer una crítica basada en el "se rindió". ¿Se rindió ante qué?, ¿ante lo inevitable? No comprendo qué es lo que debería "pelear", ¿la continuidad de una vida que no toleraba? Sin ninguna esperanza de cambio, siendo él el único capaz de saber lo que sentía y tratándose de su vida, no comprendo la soberbia de quienes exigen una continuidad en nombre de una vida que no significa algo deseable. Lo temporalmente cuantitativo en detrimento de lo cualitativo no parece un buen parámetro de vida.
No tengo idea de lo que es vivir en ese límite, tampoco si yo tendría los ovarios necesarios para tomar esa decisión, y mucho menos para ser quien ayude a otro a llevarla a cabo, sólo sé que ambos tienen que tener absoluta certeza de estar haciendo lo correcto porque de otro modo no podrían enfrentarlo.
Y que quienes se consideran con más derecho a decidir sobre vida y muerte de los demás son los mismos que están por hacer llover.

jueves, mayo 18, 2006

Anormalidades normales, anormales y otras

El otro día Duro de domar, programa televisivo que se nutre explícitamente de otros, reprodujo una charla grupal de no sé qué envío en el cual un ignoto médico afirmaba que la homosexualidad no es normal. Osvaldo Bazán, periodista, le retrucó que desde hace años la OMS (Organización Mundial de la Salud) no la considera enfermedad y el médico dijo que sabe que ya no está en el DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders- Fourth Edition, American Psychiatric Association) pero quizás vuelva a estarlo. En el tono liviano y jocoso que caracteriza la enunciación de Duro de domar, el médico fue caratulado como troglodita. Esto último es altamente probable pero no es el punto. El punto es que en las tres posiciones (el retruque, la réplica, la crítica) sanidad queda asimilada a normalidad y enfermedad a anormalidad.
Lo normal no es más que lo que se ajusta a una norma y, no sólo en medicina, la norma suele consistir en un estadístico basado en la observación de casos. Para una variable cualitativa de nivel de medición nominal como es la orientación sexual de un sujeto, la norma estaría dada por la clase modal, es decir, la más numerosa en una población dada. Dicen (no me consta ni me importa) que tal categoría es la heterosexualidad y, por lo tanto, cualquier otra orientación resultaría anormal. Claro que de Sigmund Freud a esta parte aprendimos a no simplificar la complejidad de la sexualidad humana y que tampoco queda claro cómo médicos, psicólogos, técnicos, burócratas o cualesquiera otros hacen para medir la orientación sexual de la gente ni con qué aceptable nivel de fiabilidad.
Voces militantes por los legítimos derechos de cada cuál a hacer su propia vida ponen el grito en el cielo cuando se etiqueta la homosexualidad como anormal porque, dicen, no es una enfermedad. En defensa de la libre opción sexual (que es un oxímoron) invocan entonces algunas de las citas de autoridad más reaccionarias respecto ya no de la sexualidad sino de la salud y la enfermedad: la OMS y el DSM-IV.
Digamos que uno va al médico (no yo, que no voy para evitar lo que sigue) y el médico le pide estudios clínicos. Luego los examina con ojo experto y donde dice que los valores normales son de 100 a 120 halla un 150, 180 ó 200, por lo que dictamina: sus valores son anormales (¡bravo, doctor!). A continuación comienza a prescribir más estudios y, por las dudas, a recetar medicación múltiple, dietas rigurosas, cambios de hábitos, suspensiones varias y a colgar en la historia clínica carteles con nombres de síntomas que él toma por enfermedades o, al menos, riesgos inminentes de enfermedad fatal.
Yo lo sé porque a lo largo de mi vida he sido un anormal de diversas y cambiantes y sinérgicas categorías: algunas basadas en simples valores o síntomas fuera de rango, otras en inferencias trágicas del galeno de turno.
¿Debería, tal vez, exaltarme y vociferar que se me discrimina y margina de la sociedad? ¿Por qué el médico que me pregunta si fumo y coloca en mi historial un rotundo "tabaquismo" (enfermedad adictiva crónica según el DSM-IV, enfermedad pandémica mundial según la OMS) es un profesional serio y responsable y no un mero troglodita?
En todo caso, el médico sólo puede ver pacientes. Es decir, por un lado, quienes tienen paciencia para soportarlo de por vida; por el otro, quienes afecta el pathos, la pasión. Paciente es otro nombre del sujeto humano que la medicina utiliza para erigir su Olimpo de semidioses que bajan a repartir remedios y terapias a quienes se desvían de sus (suyos de ellos como dicen en español los aymaras) valores normales.
Decir paciente es entonces decir sufriente y ¿quién no? Usted, doctor, ¿sufre? (¿sufre Ud.?, si prefiere el juego con el apellido del vienés), y eso ¿es normal, anormal o aún por establecerse en el Statistical Manual of Medical Disorders?
Entonces, quizás, no haya que repetir que la homosexualidad no es una enfermedad, manuales en mano de las autoridades dominantes de la inquisición médica. Quizás haya que preguntarse por esas nominaciones y esas instituciones, es decir, por el criterio mismo de salud y enfermedad estadísticamente asociado a clases e intervalos de clase que hacen de casi todo hijo de vecino un paciente, un enfermo y un anormal en algún nivel o aspecto.
Y defender, claro, el derecho inalienable de cada cual a tener sexo con uno, otro o ninguno, a comer embutidos, cereales o tofu, a beber ginebra, leche de soja o agua, a fumar tabaco, marihuana o nada y a hacer de su siempre corta vida lo que quiera y pueda antes de que se ponga a llover.

domingo, mayo 14, 2006

Ojos de video tape

Mi estimado Vitore invitó a un meme (algún día averiguaré de dónde surge la palabra “meme”). La consigna: mencionar diez películas que me hayan hecho reír. Según las reglas mémicas debo pasarle la posta a cinco personas, lo cual es complicado, por principio diría que lo reciba quien quiera, pero, respetando la forma y para quien tenga ganas, se la paso a 1+, Maun, el Mono Sapiens, Gaby y Emilio.
Busqué esas diez películas en mi memoria y las encontré, cada una con la risa de aquel momento de mi vida, algunas en franca carcajada, otras con apenas una sombra de sonrisa. Todas me hicieron llorar. Como dice Vitore, hay una fina línea entre la risa y el llanto, estas películas me llevaron a ese lugar donde las emociones cruzan esa línea.

Mash. Una joyita de presupuesto mínimo, entre la ironía y el sarcasmo, el humor negro y la ternura.
Zelig. El summum de la adaptabilidad social en la que Allen introduce en su "documental" al camaleón humano en los hechos más relevantes desde la década del 30 al 50 (lo que luego se vería en Forrest Gump) con esa ácida ironía que sólo él es capaz de lograr.
Edipo reprimido (Oedipus wrecks, en Historias de Nueva York - New York Stories). Otra joyita de Allen, una comedia edípica que logra la risa por el absurdo al mismo tiempo que la angustia por la impotencia.
Desde el jardín (Being there). La oposición inocencia-corrupción, las múltiples lecturas, ese hombre que sin poder comprender lo que es una metáfora se convierte en una por las que los demás ven en él y la capacidad de modificar hechos trascendentes vinculados al poder sin tener ni la voluntad ni la conciencia de hacerlo (lo que, también, se vería luego en Forrest Gump) son apenas los rasgos generales de una película bellísima.
Shrek. Una maravilla en animación que subvierte todos los rasgos de los cuentos de hadas, alejándose de las típicas películas con edulcorante de Disney, con efectos visuales únicos, donde La Bella es La Bestia.
La era del hielo (Ice Age). Otra joyita de animación, plagada de guiños, desde Darwin a la Teoría del Caos, desde los valores morales a la parodia social, con la historia paralela de Scrat y su bellota modificando el mundo (como Desde el jardín o Forrest Gump) que me hizo recuperar la fe en los dibujos animados.
Amarcord. Una obra de arte de Federico Fellini, en la cual recuerda su adolescencia en Rímini en la época de pleno fervor del Duce. Entre lo grotesco y lo sutil, lo decadente y lo sublime, lo profano y lo divino, parodia del fascismo y la Iglesia, me hizo llorar, reír, sentirme incómoda, asombrarme, pasar de una emoción a otra desde que comienza hasta un final que cierra todo sin cerrar nada.
Belleza Americana (American Beauty) Impecable, desde el guión hasta las actuaciones, desde la imagen hasta la música. Las rosas sintetizando todo, hermosas, visuales, pero sin aroma. La belleza americana de la forma, el hartazgo, los prejuicios, cada personaje y cada escena ironizando, con humor sutil, para llegar a un drama final que se desvanece por la sonrisa.
El día de la marmota (Groundhog Day). Bill Murray atrapado en el tiempo, en una paradoja temporal que no transcurre pero transcurre, una genialidad, una utopía (¿a quién no le gustaría crecer y aprender sin avejentarse?) y una maldición (¿quién se bancaría vivir cada día sabiendo que lo que hace no existe?).
Tarde de perros (Dog Day Afternoon). Algunos dicen que es un drama, otros una comedia, una comedia dramática que despierta sonrisas y angustias. Para mí simplemente es la película con la cual aprendí a amar al cine y a Al Pacino cuando aún no sabía que llovería.

lunes, mayo 08, 2006

Mundial de marcas

Cuando era chico había dos grandes torneos mundiales de automovilismo deportivo: el de pilotos y el de marcas. Después el primero absorbió la atención exclusiva de los medios y el segundo cayó en un progresivo olvido. El Campeonato Mundial de Marcas contaba con míticos encuentros como las 24 horas de Le Mans y los 1000 kms. de Nürburgring, tuvo su apogeo a inicios de los '70 y decayó cuando se reglamentó la categoría y se redujo la cilindrada de 5 a 3 litros a fin de impedir que los Porsche 917 y las Ferrari 512 acabaran por alzar vuelo.
Pero no quería referirme a esto sino a la abierta y nada hipócrita denominación del torneo: la competencia era entre marcas comerciales de poderosas industrias a las cuales, claro, se le asociaban las de sus sponsors eventuales.
Hace varios meses hablé de marcas registradas que nos interpelan como si fueran actrices, músicos, personas sensibles y no nombres comerciales. Me parece oportuno volver sobre el tema cuando Boca Juniors acaba de consagrarse nuevo Campeón de Marcas Argentinas aunque, claro, se le llama Campeón del Torneo Clausura. Tras el 2-0 contra Independiente en Avellaneda, encendí el televisor y alterné entre los dos canales de cable especializados que cubren el cierre del domingo futbolero.
En La última palabra por la señal Fox Sports se entrevista a diestra y siniestra a los jugadores campeones. La pantalla es, por así decirlo, bi-institucional: arriba y a la izquierda gira el escudito oficial de Boca bajo el cual dice "exclusivo" y arriba a la derecha brilla el logotipo del canal. Tri-institucional, si se me permite, porque es agotadora la presencia de Flecha Bus -la empresa exclusiva para los traslados terrestres del plantel- desde la gorrita de Guillermo Barros Schelotto hasta el propio ómnibus ornado para la ocasión con un "Flecha Bus - Bicampeón 2005/06 - CABJ", la última sigla en el centro del emblema oficial boquense.
Cambio a 48 horas por el canal Torneos y Competencias Sports (TyC) donde Diego Fucks y Gastón Recondo están molestos porque, pago mediante de cientos de miles de pesos -o dólares, no se sabe- los flamantes campeones garantizan la exclusividad de las entrevistas a otra señal. Mientras TyC va del estudio televisivo a imágenes anodinas de las tribunas, pasillos o exteriores del estadio, Recondo argumenta que la institución (Boca), sus colores y su escudo, son de todos, son del pueblo y sobre ellos no hay exclusividad posible. Recondo parece olvidar por un instante que TyC tiene como slogan perpetuo "una idea de Carlos Ávila" y que la "idea" de Ávila consistió en comprar hace más de una década a la mafia futbolera institucional que encabeza Julio Grondona el derecho exclusivo sobre toda imagen móvil del fútbol local.
TyC muerde el polvo y prueba su propio veneno. Hace un par de años logró definir que las imágenes móviles del fútbol local abarcan a los directores técnicos y al banco de suplentes durante el desarrollo de los partidos e impidió que Fox las incluya en vivo y deba restringirse a los rostros atribulados o exultantes de los hinchas en las gradas. Ahora acaba de perder las declaraciones de los protagonistas al término del encuentro. Mientras los abogados de Ávila han de estar revisando los contratos, Recondo apela a argumentos espurios e inverosímiles.
Vuelvo a Fox y sigue la pantalla tri-institucional. Fernando Niembro dice doscientas veces que éste es un éxito de la solidez y seriedad de la gestión y administración del club y lo repite, claro, cuando entrevista a su presidente Mauricio Macri. Pide la inclusión de casi todos los jugadores entre quienes disputarán la Copa del Mundo: Daniel Díaz, Hugo Ibarra, Fernando Gago, Sebastián Battaglia, Rodrigo Palacio: Madurga y Rojitas quedan afuera porque se retiraron hace 30 años... La última palabra (y/o Fox) también rifa 10 camisetas y 20 pelotas autografiadas por los campeones: sólo hay que mandar mensajes de texto desde todo América Latina. El dineral generado, supongo, cubrirá el pago de derechos a los esperables y anodinos testimonios de los autografiantes.
Regreso a TyC y un distraído o rebelde o mal pago Roberto Abbondanzieri está dando una breve entrevista: ¿poco confiable, entonces, el arquero titular del seleccionado? Se entrevista a Marcelo Méndez de Independiente que, en la coyuntura, es como entrevistar a un primo mío que jugó en El Porvenir. Después conecta con Marcelo Palacios en Madrid, quien reportea a Lionel Scaloni que no tiene mucho para contar. Recondo dice que quienes hablan con TyC lo hacen por la credibilidad de un canal que no paga exclusividad; la plata -dice- no compra la noticia (Gastón, querido, por favor, ¡dejate de joder!).
Vuelvo a Fox y Niembro insiste en que se vea el ómnibus, la leyenda y el escudo (miren, ahí va, vean... el micro) y repite lo de la solidez de la gestión y administración que, seguramente por casualidad, son los latiguillos de Macri en sus campañas por el gobierno de los negociados de la ciudad. En algunos planos festivos, como por azar, se cruza Larry de Clay, el ex-cómico de Videomatch que hace tiempo interpreta el papel de hincha de Boca en Showmatch. Y el micro de Flecha Bus... y la calidad de gestión...
Me aburro y voy a los canales de noticias: TN, Crónica, 26, América Noticias; en ninguno hay imágenes del nuevo campeón de fútbol. En algún momento engancho un anuncio que articula cuatro marcas comerciales: dice Lionel Messi que vaya a Garbarino y compre un Sanyo con la tarjeta del Banco Río.
Recuerdo que en aquellos años diáfanos del Campeonato Mundial de Marcas, yo simpatizaba con los Matra-Simca patrocinados por Elf que no ganaban títulos y, en fútbol, con River Plate cuyo estadio exhibía los anuncios de Cinzano y Otard Dupuy y solía salir siempre segundo.
Pero lo pensaré, Lionel, te prometo que lo pensaré antes del mundial de marcas y antes de la lluvia.

martes, mayo 02, 2006

Crazy

Crazy tiene cuatro años y medio. Cuando me la regalaron tenía 25 días, venía de un criadero donde no era más que un producto en oferta disponible a la primera demanda, sin que importase si era el momento de alejarla de su madre.
Cuando la vi le encontré sentido a aquello de "pequeño, peludo y suave", era una bola renegrida que temblaba su miedo. La apoyé sobre mi pecho y trepó a mi hombro, mimetizándose con mi pelo hasta que no pude definir donde terminaba ella y empezaba yo. Me mordió la oreja y en ese momento supe que me había convertido en su humana.
Horas después debatíamos con mi hijo cómo la llamaríamos, yo le explicaba que no existía poder en el mundo capaz de convencerme de usar alguno de los miles de nombres de sus juegos de video, mientras él me respondía que mucho menos le pondríamos el de un escritor loco, hombre y encima "de hace mil años" (sí, acepto que haber propuesto Apollinaire o Eliot fue desubicado, pero Tzara no estaba tan mal).
Mientras, ella olfateaba la casa, hasta toparse con el potus. Lo miró desconfiada, retrocedió, avanzó, y escuchamos por primera vez su voz, un agudo ladrido desafiante a ese potus que se daba el lujo de colgar displicente frente a sus ojos. Mi hijo me miró y dijo "está crazy", ella se dio vuelta y corrió alegre hacia él. Entendimos que estaba decidiendo su nombre y así fue.
Ya había cumplido un año cuando mi mamá me trajo su canario para que lo cuide unos días mientras viajaba. Mi torpeza al tratar con pájaros enjaulados hizo que se me escapase la primera vez que intenté alimentarlo. Un canario enjaulado no sabe volar, cayó al suelo y comenzó a aletear desesperado chocándose contra las paredes, mientras yo intentaba inútilmente agarrarlo. Crazy apareció de repente y observé horrorizada como el pequeño pájaro desaparecía dentro de su enorme boca. En pocos segundos pasé de la sorpresa al dolor, la bronca, y al cómo le explicaría a mi madre. Crazy se acercó, abrió el hocico y depositó al canario paralizado de espanto, pero vivo y sano, a mis pies.
Fuimos creciendo juntas en completa paz hasta que hace unos meses un amigo me dio una gatita no más grande que mi mano, alguien la había abandonado al pie de un árbol, donde sin duda no sobreviviría más de unas horas. La dejé en el suelo, desde donde Crazy observaba sin tomarse el trabajo de levantarse. La gatita se acercó a ella (provocando un instante de parálisis en todos los presentes) y se prendió de su teta. Crazy la dejó, la limpió, y la adoptó, aunque no tuviese leche.
Janis (su maullido me recordó tanto el Cry de Joplin que el nombre fue inevitable) creció, se cuelga de las orejas de Crazy, la acecha, la ataca, siente especial devoción por morderle la cola, ella la deja hasta que se pone demasiado pesada y agarrándola suavemente del cuello la revolea un par de metros. Janis cae, se sacude y vuelve al ataque. Yo sólo las observo, sintiendo que tengo mucha suerte de formar parte de sus vidas.
Cuando llegó a sus primeros celos las cosas se complicaron. "Hay que buscar un ovejero para conservar la raza" era la consigna. Está bien, me dije, quienes me la regalaron querían un cachorro y a mí no me preocupaba demasiado, aunque eso de “conservar la raza” me sonaba de algún lado. Crazy me miraba como intentando explicarme que su raza no iba a extinguirse si la dejaban decidir a ella.
Una y otra vez trajeron hermosos perros de exposición, una y otra vez ella los mandó a freir Doguis. Nunca antes la había escuchado gruñir, ni visto su cuerpo tensarse para el ataque, liberando dos o tres dentelladas peligrosamente cerca del cuerpo de esos perros, con los cuales dejó muy clara su posición al respecto.
“Tenés que atarla” me dijo un día el dueño de uno de esos perros. Lo miré demostrándole que no era una broma inteligente y se apresuró a explicarme: “cuando los rechazan es porque tienen miedo, tenés que atarla, ponerle un bozal y dejar que actúe el macho”. Reconozco que no fue cortés de mi parte responderle que le diera ese consejo al novio de su hija, pero algunas cosas me superan.
"No le gustan los perros", decían algunos. "Debe ser machorra" concluían. "Será gay" dijo mi hijo encogiéndose de hombros.
Hace unos días, en una operación con táctica de guerrilla, logró llegar a la frontera sin vigilancia, y escapó hacia donde estaba el flaco de la esquina.
Patricio, el flaco de la esquina, solitario, de ojos tristes y un poco gruñón, mezcla rara de razas indefinidas, con algo de Collie y lobo estepario, la estaba esperando.
Ahora duerme tranquila aquí, a mi lado, y yo sólo espero que sus locos bajitos nazcan antes de la lluvia.