domingo, octubre 26, 2008

¿Bombita evita la patria socialista?

Diego Capusotto y Pedro Saborido vienen demostrando que en este país hay un tipo de humor posible que puede exponerse en la TV con relativo éxito, todo lo relativo que resulta el éxito cuando se reduce a un número coyuntural y, encima, de cuestionado cálculo.
En una línea estilística heredera de Cha cha cha (donde Capusotto hizo sus primeras armas televisivas) y materializada en Todo x 2$, Peter Capusotto y sus videos abre nuevos universos de sentido allí donde todo parecía ya estar dicho. Ése es un mérito, sin lugar a dudas.

Ya en Cha cha cha, recuerdo un sketch en el que un personaje -un ladrón menor interpretado por Capusotto- herido de muerte decía: "Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mí es la música tecno". No hubo, entonces, ningún revuelo porque aún no estaba de moda rescatar en función progresista ningún peronismo: eran tiempos en los que nadie votaba al menemismo pero el menemismo arrasaba en las urnas. Y en su más allá, por supuesto y sobre todo.
Ningún personaje de los muchos que encarna Capusotto a lo largo del programa (Pomelo, Luis Almirante Brown, etc.) parece haber generado la compleja repercusión del estelar Bombita Rodríguez, "el Palito Ortega montonero" según describe el propio texto. Para algunos, Bombita deviene incomodidad porque irrumpe en la escena contemporánea de un gobierno nacional en parte heredero de la retórica montonera. Y en parte heredero del pragmatismo liberal- menemista, pero ésa es, justamente, la parte que importa menos (?) a esta lectura.
Bombita Rodríguez, al cual apenas conocemos mediante (ficcionales) registros de los años 70, es el Palito Ortega montonero, es decir, lo otro de su Palito Ortega contemporáneo. ¿Lo otro? Allí, en la oscilación y el parpadeo entre lo uno y lo otro, se juega toda la cuota de humor condensada en el personaje y sus registros de (ficcional) archivo.
¿Quién es Bombita Rodríguez? Es, ni más ni menos, el ícono popular que Montoneros podría haber promovido en oposición a la liviandad cómplice del régimen que entonces representaba Palito Ortega, entre otros muchos. Siempre y cuando Montoneros hubiera operado entonces con la táctica mediática que hoy parece imponerse con resultados pobres: imponer "contenidos" al interior de "formatos" y demás boludeces afines.
¿Por qué no leer, por ejemplo, los sketchs de Bombita desde la participación de Nina Peloso en Bailando por un sueño, con sus consecuentes consignas políticas expuestas allí, en un piso televisivo de máximo rating que la acoge, la mima y hasta deja que su marido, pseudo-socialista y dirigente oportunista despliegue críticas "clasistas" (?) desde su prevista tribuna?
Lo risible de Bombita Rodríguez es que protagonice "El picnic de los montoneros" en relación directa con El picnic de los Campanelli (1972) y que en el marco genérico de la comedia costumbrista argentina de los primeros 70 introduzca sin filtro la literal consigna política. Es allí donde los sketchs de Bombita mueven a risa: en la articulación de un género y un estilo popular con un léxico militante fijado (con fijador La Orga...); en la transposición de ciertas consignas políticas generalistas al improbable guión de una comedia cinematográfica de época.
Bombita Rodríguez, el Palito Ortega montonero, usurpa los géneros de la canción y/o del cine -que un genérico Ortega explota con éxito- para filtrar en ellos su mensaje político. Y tal mensaje se fija a la literalidad, claro, de lo contrario el juego humorístico caería sin pena ni gloria. Donde la canción romántica de época pone como obstáculo el desencuentro amoroso, Bombita dice el origen oligárquico de la otra parte y, por lo tanto, el carácter "ideológico" de la piedra en el camino. Donde la canción popular recurre al motivo de la idealización materna de fuerte impronta edípica ("tu palabra es el ejemplo, es el remanso del amor"; La sonrisa de mamá, 1972), Bombita recicla sus temáticas en términos de "La sonrisa de Perón", con sentidos varios cuya descripción no voy a desplegar acá.
Bombita, que no es anacrónico puesto que nunca existió fuera de sus reconstruidos 70 en clave humorística, dice una verdad que incomoda: los 70 no son eso que hoy queda bien decir, sino la articulación compleja (y desde cierta mirada, absurda) de fenómenos demasiado diversos.
¿Hay crítica a Montoneros? Y, sí, de algún modo sí -¿cómo podría no haberla?-, pero hay, ante todo, un gesto y una mirada lúdica respecto de los argentinísimos 70 que, mal le pese a muchos, fueron Palito Ortega, Los Campanelli, Lanusse y Perón, Rolando Rivas taxista, Montoneros, la selección de fútbol que armó Enrique Sívori, ERP, Música en Libertad, Julio Márbiz, Chamizo- Ondarts, PST, Carlitos Balá (¿apepé, jotapé?), Alende- Sueldo, Titanes en el ring y mil cosas más. No sea cosa que algún desprevenido termine creyendo que Montoneros y su prédica pseudo- revolucionaria y políticamente criminal hegemonizaron la política y la cultura nacional, siquiera durante un verano. Bombita Rodríguez, hijo de Evelyn Tacuara y el Payaso Barricada, resulta más rigurosamente histórico que el discurso de varios actuales funcionarios (y sus financiados adláteres de turno) con pasado setentista y, en apariencia, sin mácula, complejidad ni contradicción alguna. O peor: con contradicción pasada definitivamente resuelta.
A propósito de esto último: parecería ser que antes de utilizar la palabra "montonero" hubiera que confesarse, ponerse de pie y sacarse el sombrero. El argumento ligado a tal ridiculez sería que muchos dieron la vida por una causa a nombre de tal etiqueta. ¿Cuántos dieron la vida por causas sin etiqueta pero al menos no subordinadas a un General, a un programa completamente burgués y a un método divorciado de la lucha de clases? Ahora dicen (algunos) que Montoneros era una agrupación obrera y clasista. Y bueno, por eso me quedo mil veces con la aguda ficción humorística de Bombita Rodríguez -que mezcla todo lo mezclable y algunos toman por una parte de la Historia- antes que con la fábula simplificadora y sin ninguna gracia del gobierno nacional y sus defensores oportunistas.
La Historia siempre es un invento posterior a los hechos (que son otro invento, claro); yo me quedo con la ficción de Bombita que no es menos rigurosa que la ficción de los fulanos que no promueven la risa sino el llanto y la lluvia.

Fuentes y/o bibliografía de referencia:
Isa: "¿Por qué Adrián Viale hace reir?"; González H.: "Sobre el lenguaje y las instituciones"; Kairuz, M.: "Guión animal"; Crítica Digital: "Guillermo 'Bombita Rodríguez' Moreno"