lunes, febrero 02, 2009

Los que empiezan a perder

Hace mes y pico que estoy un poco obsesionado por la cosa palestina. Un psiquiatra quizás me medicara no sin antes decirme que debería recurrir a mis afectos, socializar mi sociabilidad o cualquier otra pelotudez. Yo opto por leer más, de manera más o menos inteligente pero demasiado compulsiva. Horas y horas al día, como un loco. En este mes leí más sobre el tema que en medio siglo. Más, no menos: eso, creo, es bastante sano, doctor, ¿no cree?.
Sé que el tema no es el que más convoca lectores pero, con todo respeto, no es algo que hoy me importe demasiado: mis disculpas, quizás esto no sea en rigor un blog, con sus consabidos festejos de los cien comentarios que estas entradas jamás tuvieron.
Publico.es acaba de publicar unas declaraciones de Ilan Schturman, alto funcionario del Estado de Israel, el cual "ha iniciado el reclutamiento de centenares de voluntarios que tendrán la misión de contrarrestar las críticas que recibe su Estado en los diarios digitales de todo el mundo y defender los intereses del país en la blogosfera en general". Dice Schturman que están buscando "auténticos embajadores" que expliquen que "la imagen de Israel es muy distinta de la que normalmente se transmite en los medios de comunicación extranjeros". Schturman patina y se pega golpazo, como sus jefes, como el Estado de Israel. Los medios de comunicación extranjeros tienden a ser sionistas por razones básicamente comerciales, pero a veces dicen un poquito de la verdad, porque todo tiene un límite.
Lo que el Estado de Israel ahora dice blanco sobre negro es lo que ha hecho durante sus más de sesenta años de ilegítima y genocida existencia: multiplicar una red de propagandistas a nivel mundial que defiendan lo indefendible, es decir, que mientan; ya lo sugería Joseph Göebbels: algo queda. Lo nuevo es que ante el enorme peso de la barbarie que administra día a día contra los palestinos -y otros-, esa red histórica comienza a resquebrajarse; y ante la posibilidad técnica de que millones exhiban, denuncien y opinen por fuera de los medios tradicionales -gráfica, radio y televisión-, esa red ha quedado relegada a unos cada vez menos propagandistas sionistas, cada vez más pobres en argumentos. Lo que explica la amable leva de nuevos reservistas es que los sionistas sienten que empiezan a perder la guerra: sobre terreno y en los medios, hoy ampliados.
Es por demás sintomático que Schturman argumente que "el mundo de hoy carece de fronteras" cuando la política central del Estado de Israel -y su sostén bélico- existencial, ayer y hoy- ha sido el expansionismo geopolítico, es decir, la conquista de nuevas fronteras. Es que, no casualmente, el Estado de Israel siempre careció de fronteras. ¿Cuáles fueron, de una vez y para siempre, las fronteras del Imperio Romano, Otomano o Ruso? ¿Cuáles fueron en su momento de mayor expansión y cuáles hubieran sido las fronteras definitivas del Tercer Reich de no haber sido derrotado al costo de millones de vidas humanas? ¿Cuáles son las fronteras de los USA, con decenas de enclaves coloniales y militares a lo ancho del mundo y recientes invasiones genocidas a Irak y Afghanistán en razón de su "seguridad nacional"? ¿Cuáles son las fronteras admisibles e incluso admitidas de cualesquiera engendros político- militares de amañada retórica nacionalista pero auténtica vocación imperial?
No lidiamos con el pacífico hogar de unos muy supuestos y demasiado milenarios hijos de Israel (Jacob) sino con uno de los más poderosos y sangrientos brazos del capitalismo mundial.
Si uno piensa en territorios, ciudades, barrios o aldeas y en definitiva, vidas humanas, resulta escalofriante la colección de mapas históricos que ofrece el sitio de la Delegación General de Palestina. Invasión, invasión e invasión; única conclusión posible. Un muro que serpentea a fin de separar a cada colono invasor de cada poblador palestino. No he podido hallar el argumento de unos contramapas sionistas. Verás que todo es mentira, decía el bueno de Discepolín.
Pero quizás estos sean "excesos" de un gobierno o de un régimen y no el elemento fundante del Estado de Israel. Veamos entonces qué decía a fines del siglo XIX el padre fundador del sionismo:
"[Muchos judíos] no podían seguir a Theodor Herzl cuando dijo que quería 'colonizar Palestina', crear allí un Estado judío y para hacerlo 'prestar servicios al Estado imperialista que protegerá su existencia'. […] En Israel, todavía, son los textos fundadores del sionismo los que alumbran la política actual. Cuando en 1897 Herzl se dirigió al gobierno francés, con la esperanza de obtener su apoyo para la fundación de Israel, escribió: 'el país que nos proponemos fundar incluirá el Bajo Egipto, el sur de Siria y la parte meridional del Líbano. Esta posición nos hará dueños del comercio con la India, Arabia y África del Este y del Sur. Francia no puede tener otro deseo que el de ver los caminos de la India y de China ocupados por un pueblo dispuesto a seguirla hasta la muerte'". (Hirtt, Nico; "Moyen Orient: le prix de l’apartheid" en Bellaciao.org. Traducido para Rebelion.org y Tlaxcala por Caty R., 20 de julio de 2006.)
Curiosa coincidencia geopolítica con los objetivos geopolíticos de la guerra de los seis días de 1967. ¿Y dios y su tierra prometida? ¡Ah, bueno!, eso es para la gilada creyente, no para la rosca política. ¿O alguien cree que Schturman plantearía esa pavada de los embajadores en la blogósfera en reunión con Hillary Clinton o Barack Obama? Y nadie me rompa las bolas con esto porque acabo de releer el bíblico "Números" y es la promesa divina de la expulsión bélica de quien habitare la famosa "tierra prometida"; es decir, unos 3200 años de continuidad místico- religiosa que muchos aún leen literalmente como místico- genocida.
En definitiva, Schturman anda convocando a una red mundial de propagandistas en defensa del Estado de Israel vía web. Yo, que tengo una autoridad política mucho menor que la suya, pero una ética, y eso es bastante -y apuesto que mejor presencia que Schturman en esa misma web- no puedo convocar a una red contraofensiva simplemente porque nadie me daría ni cinco de pelota. Lamentablemente y en este sentido, nuestra resistencia está condenada a ser como la de los palestinos -es la de los palestinos; con todas mis disculpas por la enorme diferencia entre cuerpo y escritura-: oportuna, fragmentaria, puntual y muy casera, cual Qassam.
Acá, toda avanzada propagandística sionista no será respondida, por aquello de que al fascismo no se lo discute, se lo combate en la calle. Y esto aún no es una calle sobre la que cae la lluvia, sino un medio al humilde -y quizás infructuoso- servicio de que la lluvia no caiga.