martes, diciembre 26, 2006

Tanto va el cántaro a la fuente

Diego Estévez, juez cordobés a cargo de la vapuleada causa por la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero en 1995, sobreseyó a los oficiales imputados bajo el argumento de que fue un accidente inimputable. También sentenció que el estallido no tuvo nada que ver con la causa por contrabando de armas que tuvo a Carlos Menem detenido durante unos meses en una quinta con piscina. El fallo desató un escándalo que motivó declaraciones presidenciales y un fiscal denunció a Estévez ante el Consejo de la Magistratura -que ya analizó la cuestión y lo absolvió en tiempo récord- por arbitrariedades e irregularidades varias en su intervención en la causa.
La prensa se ha ensañado con el magistrado alrededor de lo que a estas alturas es una nota de color: en su fallo y para descalificar pericias técnicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Estévez citó una monografía acerca de explosivos disponible en el website El rincón del vago. La impunidad y la estupidez suelen ir de la mano. Y las vergüenzas periodísticas están a la orden del día ya que varios medios titularon sin pudor alguno que el juez fue denunciado por copiar de internet. En fin...
Según Clarín y La Nación, el magistrado se defendió diciendo que La Voz del Interior -el diario que reveló la cita a El rincón del vago- descalifica "a Internet como fuente de información", "el error es desconocer la validez de Internet como fuente de información".
Estévez reproduce el lenguaje del ciudadano común, poco analítico y nada informado que considera a la red, en sí misma, como fuente de algo. Hay que decir que no pocos periodistas, intelectuales y académicos caen una y otra vez en esta cantinela: "está en internet", "leí en internet", etc.
En primer lugar, es curioso que se trate y nombre a internet como un medio y no como lo que es, una suerte de soporte o vehículo para el despliegue de una diversidad creciente de medios: el mail, el chat, el foro, el blog, el portal de noticias y una muy larga serie de etcéteras con sus cruces, ramificaciones y articulaciones.
Cualquier recorrido por la historia de los medios contemporáneos reconoce una secuencia canónica: prensa gráfica, radio y televisión. En su uso social extendido, los tres comparten la característica de ser "medios llenos". Un diario en blanco no es diario, una radio en silencio no es radio, una televisión sin señal no es televisión. En definitiva, estos medios continentes se ofrecen siempre con ciertos contenidos.
Aludo a su utilización social y a los hábitos de masas porque todo radioaficionado sabe que una radio en silencio también es un canal disponible para ser llenado. Claro que en tal caso se trataría del mero dispositivo y no de lo que estamos habituados a denominar radio: ese medio que informa, entretiene, acompaña, pasa música.
Pero hay otros medios, algunos tan presentes en la vida cotidiana que se olvidan o ignoran. Por ejemplo, el teléfono con su implosión contemporánea a partir de la tecnología celular y, ahora, su incorporación de mensajes de texto y otras posibilidades. Y antes el telégrafo, cuya operación siempre detentó una institución no familiar ni personal al igual que el correo postal. A diferencia de prensa gráfica, radio y televisión, el correo, el telégrafo y el teléfono son "medios vacíos". Un teléfono en silencio es el modo de ser del teléfono pues en la medida que nadie llame a nadie, que nadie hable a nadie, es un puro canal a disposición. Se trata de medios continentes a la espera de posibles contenidos.
¿E internet? Internet es un paquete de medios de este último tipo, último aquí pero históricamente anterior. Una postal no funciona hasta que se le designe un destinatario y se la despache; un teléfono no funciona hasta que se le marque un número de destino o se atienda al requerimiento de una llamada entrante. Internet tampoco funciona hasta que se direccione el navegador hacia una URL, se ingrese a una cuenta de correo, etc. Es difícil defender que un inicio de conexión programado como "about: blank" implique que ya se "está en internet".
Hay quienes dicen que tal o cual cosa la leyeron en el diario, la oyeron en la radio o la vieron en la televisión. Expresiones demasiado vagas pero pertinentes aún en su imprecisión. En cambio nadie en su sano juicio dice que haya leído una noticia en el correo o la haya escuchado en el teléfono. El teléfono no es en modo alguno una fuente informativa; la fuente, en todo caso, será el sujeto -eventualmente la voz grabada, a título personal o institucional- que nos informa desde el otro lado de la línea. Como el correo, como el teléfono, internet no es fuente informativa de nada sino un complejo medio de conexión con una variedad inédita de fuentes diversas. Que hay que saber identificar y valorar, claro, como ha ocurrido siempre, porque desde los albores de la telefonía que sus usuarios discriminan entre el amoroso hijo pródigo, el acreedor impaciente, la pesada promotora y el idiota que ha vuelto a marcar el número equivocado.
Y hablando del idiota: internet -señor juez, señores periodistas, señora directora, señoritas maestras, señores padres, alumnos- no es una fuente mágica de la que brotan anónimos datos de colores.
A ver si nos espabilamos un poco porque de lo contrario, mañana se pondrá presos a unos infelices y en lugar de referir teoría del derecho, jurisprudencia y fuentes reconocidas se sostendrá muy suelto de cuerpo que "está en internet" porque lo escribió un tal Cinzcéu en Antes de la lluvia.

martes, diciembre 19, 2006

The gates of delirium

Sol y Luz (juro que son sus nombres) tenían tres años cuando se conocieron, en Jardín de Infantes, y son amigas desde entonces. Amigas de esas que están juntas incluso a distancia.
Hoy tienen 18 años (Sol es una semana mayor que Luz, lo cual es coherente) y viven junto a mi casa con Juan, el pequeño hijo de Luz, de 9 meses. Conozco a ambas desde que nacieron y verlas entrar para usar mi lavarropas, heladera, teléfono y/o tiempo es un ritual cotidiano.
Aún no eran las 9 de la mañana cuando entraron con gesto de espanto. Las miré interrogante. "Hay una cosa viva, peluda y negra así de grande en el departamento" dijo Sol mientras con sus manos indicaba unos 50 cm. Conociéndola reduje a la mitad ese dato, y aún así me pareció algo muy grande para ser peludo, negro, vivo y en un departamento. "¿En qué lugar?" respondí calmada, intentando contagiarlas. "Entre la ropa, en el placard, ahora está en el piso, entre la ropa del nene, está ahí, no sé dónde" respondió una de ellas mientras la otra asentía. "¿Un ratón? ¿un perro? ¿un gato?" arriesgué. "Una rata, o un murciélago" dijeron a lo Pimpinela.
Hacía unas semanas un pequeño murciélago despistado había entrado por su ventana provocando un ataque de histeria en ellas y en él al escucharlas. Pero un murciélago en un placard, caminando, me sonaba extraño, a menos que estuviese enfermo, pensamiento que me alarmó un poco.
"Me llevo a Janis" dijo Sol mientras levantaba a mi gatita que se había acercado inocentemente a saludarlas, y se fue con ella. Siempre les había dicho que el olor de un gato es lo más efectivo contra las ratas, pero no llevarse una y esperar que actúe como fuerza de choque en un sitio desconocido. Y mucho menos Janis, que fue criada por una perra y suele olvidar su naturaleza felina.
Fui detrás de mi gata en busca del peludo animal, un tanto indecisa respecto de qué hacer. El dormitorio parecía Bagdad después de Bush, con un palo habían sacado toda la ropa del placard creando una gran montaña en el suelo, haciendo mucho más complicada la búsqueda. Pero no era sólo la ropa, en una habitación de 3 x 3 había una cama doble, una cuna, una mesa, un placard y una silla, el espacio libre se reducía a unos pocos centímetros que ahora estaban cubiertos por ropa y algunos papeles.
"Está ahí" dijeron ambas señalando la puerta de ese caos. Ahí estaba también Janis, llorando desde lo que parecía ser un agujero negro, asustada. Intenté rescatarla, pero al meter la mano debajo de la cama, para llamarla, algo vivo, peludo, negro y así de grande se movió, y no era mi gata, de hecho parecía ser más grande que ella.
Hice una retirada táctica para meditar mientras les pedía más datos. "Mirá ahí" dijo Luz angustiada señalando una remerita blanca de su hijo sobre la cual se podía ver claramente lo que sería excremento de rata o murciélago. "¿Y Juan?" le pregunté notando su ausencia. "Está en la casa de mi vieja" aclaró Luz.
"Podemos traer a Crazy" dijo Sol, pero la idea de arriesgar también a mi perra no me sedujo. Tomé aire y volví a entrar en busca de Janis, quien asomó su cabeza por debajo de la cuna pidiéndome ayuda con la mirada.
"Es un murciélago" repetía Sol. No le temo a los murciélagos, al contrario, me parecen fascinantes, pero estando sanos no se arrastran, y son muy asustadizos y chillones, si se trataba de uno sin duda estaría enfermo. Si era una rata la lógica era la misma, y ambos seguramente atacarían al verse acorralados. La idea de que alguno resultase mordido por ese ser vivo, negro y peludo, o que continuase allí, a pocos metros de la cuna del bebé, no era admisible.
"Voy a pedir que me asesoren" les dije, y me fui. En el pasillo me crucé con el flaco del segundo piso y le pregunté qué podía hacer. "Llamá al 911" me dijo. Ante mi sonrisa continuó "en serio, llamalos, ellos te dan el número de la gente de la Municipalidad que se encarga de cosas así, por ahí te dicen que cuando lo agarres se los lleves para ver si está sano o te dan una idea de cómo cazarlo".
Llegué a mi casa y llamé. La chica que me atendió no estaba dispuesta a darme ningún número a menos que antes le dijese mi nombre y la dirección donde se produjo "el hecho". Se los di y respondió "ya le paso el dato a un móvil"... y me cortó cuando intentaba decirle que no. Volví a llamar, no quería a la policía, pero el teléfono que nunca da ocupado demostraba que no es cierto. Antes de darme tiempo a comunicarme una camioneta flamante de la Policía de la Provincia estacionó frente a mi puerta. Salí y le expliqué a la mujer y al hombre de azul lo que en realidad quería.
"Nosotros no sabemos cómo resolver la situación" me dijo la mujer mientras entraba al departamento y su compañero se alejaba para hablar con alguien por radio. Un par de minutos después un segundo patrullero se detenía en la puerta y de él descendían dos corpulentos policías. "Ellos saben" dijo el que los había llamado. Y un tercer patrullero apareció "de respaldo", y un cuarto porque vio a los otros tres desde la esquina por la cual circulaba.
"Es sólo una rata o un murciélago", les dije a los ocho policías que miraban el dormitorio sin hacer nada, "¿tenía que venir toda la fuerza? ¿quieren que salga en Crónica?" continué. La mitad de ellos se rió, y del resto tres entraron valientemente en busca del ser peludo y el otro se quedó en la puerta diciéndome "yo no entro ni loco".
La mujer policía me pidió que la acompañe a la calle para tomar algunos datos "para el informe". Cuando llegamos vi estacionar un taxi desde el cual la abuela y la tía de Sol gritaban, pálidas "¿Qué pasó?". "Es sólo una rata o un murciélago" les dije y antes de poder explicar escuché gritos aterrados de las chicas. Entré corriendo, pensando que al fin habían localizado al ser peludo, pero no, uno de los miembros de la fuerza había encontrado un peluche negro y gritando "ahí está" se los había tirado a los pies a las dos aterrorizadas amigas. "Esto es para Policías en acción" les dijo Luz mientras Sol, más diplomática, les gritaba "no sean hijos de puta".
La búsqueda se había intensificado, al mejor estilo allanamiento sacaban todo de todos lados, colchones, ropa, muebles. Por supuesto, dejándolo regado por lo que quedaba sano del departamento.
Yo fumaba en un rincón imaginando la placa roja de Crónica (Murciélago toma adolescentes y bebé de rehenes - Policía ya lo tiene identificado) cuando llegó la tía de Sol para contarme que acababa de ir a la panadería de la esquina en la cual le habían informado que el despliegue policial se debía a que habían secuestrado a Juan.
Casi una hora después el más grande de los uniformados me preguntó con seriedad bizarra "¿qué hicieron las menores al momento de descubrir al animal?". "Corrimos a la casa de ella" respondieron ambas anticipándome. "Bien" continuó "hemos buscado en todo el inmueble y concluímos que quizás el animal se dio a la fuga en el momento en el que las menores lo abandonaron". No pude evitar la carcajada que pareció ofenderlo, dio media vuelta y se fue.
Minutos después no había más policías en el barrio, el departamento parecía haber sido sacudido por un terremoto y las chicas me miraban desconcertadas. La rata, o el murciélago, había escapado del largo brazo de la ley.
Miré la hora, descubrí que llegaría tarde a trabajar y me despedí. "¿Qué hacemos?" preguntaron suplicando una respuesta. Antes de cerrar la puerta las tranquilicé asegurándoles que, si no llueve, mañana les consigo un gato.

lunes, diciembre 11, 2006

Desconfío de la vida

Regresando al mundo después de algunos días de inexistencia encendí el televisor y TN me informó que acababa de morir Augusto Pinochet. Mi reacción fue una mezcla de "qué bien", "qué mal", "hummmm".
Qué bien, un asesino menos en el mundo. Qué mal, no pagó ninguno de sus crímenes. Hummmm ¿murió?.
Luego vi las calles de Santiago llenas de gente festejando, y grupejos junto al hospital en el que supuestamente murió llorando la pérdida de su prócer. De estos últimos no es necesario decir mucho, sólo tuve que tomar unas gotas de Hepatalgina.
No pude evitar comparar esos festejos con la reacción aquí, en Argentina, ante la muerte de algunos de los genocidas del Proceso, pero hay algo de lógica, en Chile Pinochet condensó en su persona la dictadura, las persecusiones, desapariciones, desde la toma de La Moneda, durante casi dos décadas, aquí en cambio la propia miseria interna de los responsables los llevó a alternar en el poder. Aquí no hay un representante del genocidio, hay varios. Quizás la figura que en ese sentido se asemeje más a Pinochet sea Jorge Rafael Videla, pero ni siquiera. Aquí no hay un Hitler, un Franco, un Mussolini, un Stalin, un Pinochet, hay Videlas, Masseras, Agostis, Galtieris y demás.
En Chile salieron a festejar, nadie dudó. Me dije a mí misma que soy un asco de desconfiada, que está muerto realmente, como Yabrán, y me dispuse a escuchar en la radio los partidos de Boca- Lanús y Estudiantes- Arsenal.
"Va a ganar Boca, ya sabés" me había dicho un amigo poco antes. "Sí, pero no sé" respondí. No había nada de fútbol en mi duda, ni siquiera pensando en Bossio. "A Boca le conviene volver a perder, una final deja mucha plata" le dije, y encendí la radio.
No dudaba del triunfo de Estudiantes, un triunfo como tantos otros, después de hacer sufrir durante largos minutos. Pero no debo opinar respecto de un equipo del cual llevo la camiseta puesta desde que supe lo que era una pelota.
Y Boca perdió, y el pincha ganó, y el miércoles la mitad más dos del país se detendrá expectante.
Encendí la PC, leí los comentarios al post anterior y me encontré con la publicidad de Carlos, que no ofrecía uno gratis, ni un MP4 de premio, sino algo mucho más sugestivo: aprender a ser seductores jugando con la mente de los demás.
Pinochet había muerto, Estudiantes llegó a una merecida final, estaba de buen humor, por lo tanto no me dejé llevar por el impulso de eliminar ese comentario tan pertinente al blog y, como soy también muy curiosa, bajé y leí el texto anunciado.
Después de leerlo me deprimí, sin duda jamás llegaré a ser una mujer seductora.
"La seducción es lo que sustrae al discurso de su sentido y lo aparta de su verdad" comienza, y ya me complica. Yo creía que el sentido lo daba el discurso, y encima me habla de "verdad". Por más que haya invocado a Aristóteles, Husserl, Kant, no hubo caso, no entendí. Todo es seducción, sí, hasta ahí iba comprendiendo.
Reírse de los defectos del prójimo está mal porque pueden creer que también nos reiremos de nuestro interlocutor de turno. Ahora entiendo, no debemos burlarnos porque no nos conviene, nada de una cosa moral, no mezclemos.
Debemos mostrarnos autosuficientes y seguros. Sí, nada seduce más que estar con alguien que parezca controlar al mundo, lo vi en una película.
Y autocontrolados, más vale, nada de autenticidad si queremos seducir. ¿Nos deprimimos? ¿nos rayamos? nada de mostrar eso, lo que debe seducir no somos nosotros, sino el personaje que fabricamos con ese fin.
Si después de seducir la persona seducida descubre que eso no éramos nosotros y nos manda a freír caretas ya es otro capítulo.
"En la seducción queremos que la otra persona (o grupos de personas) hagan lo que nosotros queramos"... "nunca dé a nadie la oportunidad de decir que no". Eso es respeto. Nada menos seductor que permitirle al otro ser quien es y sentirse libre.
Ahora, yo sigo sin entender, si todos seducimos, todo seducido hace lo que nosotros queremos, y nosotros también somos seres seducidos que hacen lo que quiere un seductor, entonces ¿quién es el que quiere algo por sí mismo?.
"Hacerse indispensable y luego quitar de golpe todo el interés, cuando menos lo esperen"... "deben depender de usted, por lo menos de forma emocional"... "si conoce secretos de la otra persona que sólo usted sabe... insinúe esto de vez en cuando para que no lo olvide". Bárbaro, a ver si entendí: tengo que hacer que alguien se convierta en un esclavo emocional, hacerlo sufrir cada tanto y usar la confianza que depositó en mí como arma. Eso es amor.
Coherente con la consigna anterior luego nos informa que "lo racional es ser independiente psicológicamente". Bien, estamos de acuerdo. Pero si "depender psicológicamente de alguien no implica una elección", ¿cómo es que "usted es responsable de sus propias emociones" y "nadie puede controlar sus sentimientos salvo uno mismo"? ¿soy yo o hay algo que no cierra?.
¿Y por qué leer que la definición que más le gusta al autor es la de Dyer: amor es la capacidad y la buena disposición para permitir que los seres queridos sean lo que ellos elijan para sí mismos, sin insistir en que hagan lo que a tí te satisfaciera o te gustase, me suena muy descolgada dentro de ese texto? ¿Será que soy medio tonta y la idea es seducir sólo a quienes no ame?
Da para mucho más (las Reglas para influir en las personas son una fuente inagotable), demasiado, párrafo por párrafo podría disentir, pero ya asumí que viviré el resto de mis días sabiendo que jamás seduciré. Y peor aún, como no quiero ser dependiente emocional nunca podré ser seducida. Me deprimí otra vez.
Mejor continúo siendo la desconfiada que el miércoles irá a la cancha esperando que no llueva.

jueves, diciembre 07, 2006

Yo vengo a ofrecer mi corazón

En las últimas 12 horas mi teléfono me informó que me convertí en la feliz ganadora de la adjudicación de un Volkswagen Gol 0 Km y de la instalación de un servicio de alarma y atención del hogar totalmente gratuito ofrecido por Telefónica en complicidad con vaya a saber una qué empresa. Por supuesto que el VW debía comprarlo y lo gratuito es la colocación de la alarma en comodato, las cuotas mensuales y un plus por gastos "administrativos" no son parte del premio, abuso de mi parte esperar tanto.
Volkswagen lo hace simple, una grabación dispara un "¡¡¡Felicitacionessss!!! es ud. ganador ..." y repite el mensaje casi deletreando (denumerando) el número al cual yo debería llamar para enterarme de la módica suma por la cual seré poseedora del Gol cuya adjudicación me gané. Telefónica en cambio apela al contacto humano directo y "buenas tardes, la llamo de Telefónica de Argentina, mi nombre es ... ¿con quién tengo el gusto de hablar?" es el preámbulo aprendido y repetido sin respirar por algunos cientos de empleados que aseguran que mi nombre fue seleccionado entre miles, aunque me resulta un tanto sospechoso que también hayan seleccionado el de mi hermano y un par de amigos. Y más sospechoso aún que eligieran mi nombre de una guía en la cual no figura ¿será algo personal?.
Hay que ser muy tonto para no comprar el pack de 6 paquetes de galletitas en el cual me informan que tendré "uno gratis", o el detergente que me regala 200 cc, ni hablar del set de cucharitas que viene con una linterna de regalo, o las revistas que traen una repisa para armar y completaré comprando sólo una docena. Tanto como no llamar en los próximos 15 minutos de cualquier momento en el cual esté al aire la publicidad de la aspiradora que si me apuro me regalará un cable para enchufarla en la moto. O comprar la cantidad necesaria de yogures o gaseosas que me permitan acceder a un plato o vaso con el logo del producto. Debemos admitir que los consumidores somos niños mimados.
Sacar la cuenta para descubrir que 6 paquetes de las mismas galletitas cuestan menos que el pack, que la docena de revistas es más cara que un placard de algarrobo, que el detergente de 500 cc que me regala 200 cc cuesta lo mismo que aquel de la misma marca de 700 cc, y el vaso con el logo más caro que una docena de vasos comunes, ya es mala fe de mi parte.
Asumo que soy una persona desconfiada desde muy chica, ya desde aquella época en la cual preguntaba qué ganaba Papá Noel, y no creo en premios, regalos ni ofertas. Pero también debo asumir que debe funcionar, ya que cada día es mayor la oferta en ese sentido.
Supongo que es difícil sustraerse de la seducción del "me gané...", si termino pagando por algo que no tenía interés en comprar es un detalle, lo importante es no desperdiciar el premio. Tampoco es importante que sólo quisiera un paquete de galletitas, no se puede perder el que gentilmente me ofrecen gratis.
La otra cara es el premio posible, una gaseosa puede significarme una cámara digital, una lata de tomates puede esconder un teléfono celular y en un kilo de yerba pueden estar mis vacaciones en Brasil o México (¿por qué será que nunca en Cuba?).
Quizás deba cambiar mi forma de pensar y ser más perceptiva a los beneficios inmensurables que el mercado pone a mi alcance, de hecho debería apurarme para adquirir uno de los 10 primeros paraguas con molotov de regalo que ofrece Antes de la lluvia S.A.

domingo, diciembre 03, 2006

Cucarachas

Anoche esperaba mi cena en una mesa callejera y, a escasos centímetros, una nutrida colonia de grandes cucarachas que eventualmente caían sobre mí me obligó a mudarme unos metros hacia la calzada. También me sugirió el guión de un cortometraje basado en una historia real, sin vanas pretensiones artísticas y de presupuesto minimalista.

Escena 1. Exterior. Noche.
Abre plano sobre una vieja pared de ladrillos sobre la cual corretean decenas de cucarachas bajo una luz blanca. De fondo suenan intermitentes motores de automóviles y voces de transeúntes. Es el único plano de toda la película porque se trata de un cortometraje muy independiente y muy experimental.


GUIONISTA: (Over) Hace años escribí un guión que narra la historia de un deterioro. Una única locación, cuatro personajes y unos efectos del encierro, la duración y el abandono que entre otras cosas se figuran con la proliferación de cucarachas. En varios momentos los protagonistas hablan de cucarachas, pegan pisotones y manotazos y discuten estrategias contra ellas. La película reclamaba cucarachas. No dinosaurios como Jurassic Park o Godzilla, ni un gorila gigante como King Kong, ni una ballena blanca como Moby Dick, ni siquiera un cerdo como Babe o un perro como Lassie: tal como le señalé al primer director, apenas una o dos anónimas cucarachas.

GUIONISTA: (Off) Acá, por libro, tiene que ir un plano detalle de una cucaracha.
DIRECTOR 1: (Off) No sé, no sé... Yo no quisiera mostrar insectos.
GUIONISTA: (Off) A ver: hablan de cucarachas, discuten sobre cucarachas, aplastan cucarachas, uno de ellos está como loco con las cucarachas... ¡se debería ver al menos una cucaracha!, ¡es cine!
DIRECTOR 1: (Off) Y además, ¿cómo hacés para filmar a una cucaracha?
GUIONISTA: (Off) La ponés ahí arriba y encendés la cámara. Es un plano rápido. No necesitás que estudie el guión ni que ensaye: la filmás y listo. ¿Cuál es el problema?
DIRECTOR 1: (Off) No sé, no sé... A mí me gusta más que no se vean.

GUIONISTA: (Over) La película se terminó sin cucarachas. Y sin otras cosas tales como el respeto a la historia original. Yo, por ejemplo, nunca comprendí el tema ni el desenlace. Un par de años después surgió la posibilidad de hacer una remake que siguiera el libro al pie de la letra. Lo dirigió el impulsor y productor del anterior proyecto, también disconforme con los resultados de la primera versión. Por las dudas, volví con mi alerta autoral.

GUIONISTA: (Off) Pero esta vez precisamos cucarachas, dos o tres cucarachas nomás pero no puede ser que en toda la película no se vea una sola cucaracha.
DIRECTOR 2: (Off) ¡Y claro!, ¡cómo no va a haber cucarachas! Es central, no se puede contar esta historia sin cucarachas, ¡por supuesto que va a haber cucarachas!

GUIONISTA: (Over) Debo confesar que la segunda versión es mucho más fiel al libro por más que razones presupuestarias hayan suprimido un par de escenas. Y modificado otro par. Incluso hay que decir que el tono se respeta y el final se entiende. Pero...

GUIONISTA: (Off) Acá ¿no iba el plano de una cucaracha sobre la mesada?
DIRECTOR 2: (Off) ¡Pucha!, ¡tenés razón!, ¡se nos pasó! (A un tercero) ¡Che!, ¿escuchaste?, ¡cómo se nos pasó el plano de la cucaracha!
GUIONISTA: (Off) Y ahí, cuando se escucha el pisotón, ¿por qué no se ve el zapato ni lo que pisa?
DIRECTOR 2: (Off) Ah, falta un plano detalle. En algún momento lo tendríamos que rodar y lo insertamos ahí.
GUIONISTA: (Off) ¿Y no era más fácil rodarlo en locación y dentro del plan general? ¡Eran dos minutos nomás!
DIRECTOR 2: (Off) Mirá: no me vas a creer pero ¿sabés lo que es conseguir una cucaracha? ¡En invierno no se consiguen cucarachas!
FIN

Es un guión breve, sencillo y económico, factible de rodar y editar tal como está escrito. Yo consigo todas las cucarachas, un farolito para iluminar la pared e incluso puedo hacer las tres voces. También lo puedo dirigir. No hay arte ni vestuario porque las cucarachas siempre van en pelotas. No hay problemas de sonido porque las cucarachas no hablan. No hay conflicto con el sindicato de actores porque las cucarachas no actúan. No hay riesgo de denuncia por parte de los protectores de animales porque no las pisamos ni depredamos su hábitat. Y no hay nada que negociar con el nefasto Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales porque no es un proyecto de interés nacional, ni de interés especial, ni de interés simple. Ni siquiera es un proyecto de interés.
Productores desinteresados, por favor, ponerse en contacto urgente porque las cucarachas buscan las hendijas poco antes de la lluvia.

miércoles, noviembre 29, 2006

Adonde vayan los iremos a buscar

El nombre Rodolfo González Conti es para miles desconocido, y muchos se enteraron de su existencia gracias a los escraches organizados por H.I.J.O.S , quienes, fieles a su nombre, Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, no permiten olvidar, silenciar ni ignorar.
Rodolfo González Conti es el ex director de Seguridad de la Policía Bonaerense del Proceso y tenía bajo su mando unos veinte centros de detención clandestina, la mayoría en La Plata, donde aún vive.
Arana, el Pozo de Quilmes, la Comisaría Quinta, tres de los más oscuros centros de tortura y asesinato contaban con su presencia casi diaria en algunos años de la década de los 70. Se lo acusa de ser el responsable del secuestro, tortura y desaparición de más de diez mil personas, y fue procesado por los crímenes en la nefasta Comisaría Quinta, lugar en el cual, entre otros cientos, estuvo detenido Jorge Julio López. Fue condenado a prisión domiciliaria, beneficio que la mayoría de los genocidas del Proceso goza. Se lo relaciona con la desaparición de Jorge López y no suena para nada inverosímil, ostenta una impunidad que sugiere que aún tiene poder.
Rodolfo González Conti era el Director de Seguridad de la Policía Bonaerense en 1977/78, y es el responsable directo de los secuestros perpetrados en La Plata en esos años, secuestros como el de Pablo.
Rodolfo González Conti viola su arresto domiciliario sistemáticamente, en algunos casos, cuando los propios vecinos lo encaran, burlándose de ellos. Goza de una guardia policial permanente en su "prisión", la cual es pagada por todos los que vivimos en la provincia de Buenos Aires.
HIJOS, junto a varias agrupaciones de Derechos Humanos, escracha sistemáticamente su domicilio. El objetivo es claro, no permitir que pase desapercibido, no permitir que quede impune, hacer ruido allí donde es necesario mirar para evitar que las reiteradas denuncias queden cajoneadas en algún despacho judicial.
Ayer los miembros de HIJOS llegaron hasta la esquina del domicilio de González Conti para realizar un nuevo escrache, el cual habían informado previamente, y se encontraron con vallas que les impedían el paso y un enorme operativo policial que protegía el domicilio del represor por orden del juez federal Arnaldo Corazza. La orden era evidentemente reprimir, ya que las decenas de policías apostados detrás de sus escudos comenzaron a lanzar gases y balas de goma a los manifestantes cuando estos no habían llegado aún a las vallas.
Las consecuencias directas son una veintena de manifestantes heridos, la mayoría por balazos de goma, dos de ellos de gravedad.
Los medios hablan de policías heridos por piedras y un par con quemaduras por bombas molotov. Los medios no hablan de defensa ante un ataque, sino de "enfrentamientos".
Los medios hablan de protección a la propiedad privada por parte de la policía, no hablan del caracter público de ese domicilio convertido en "cárcel".
Los medios hablan de "escraches" como de berrinches de un grupito de revoltosos, no hablan de la necesidad de mantener activa la memoria ni de lo rápido que se cae en el olvido cuando nadie dice nada.
No hablan de los logros de esas Madres que comenzaron su "escrache" dando vueltas en una plaza. Ni de esas Abuelas que, sin perder de vista la necesidad de mantener una metodología política clara en pos de la recuperación de sus nietos, apoyan todos y cada uno de los escraches de los Hijos de sus Hijos.
Ayer la metodología fascista cada día más instalada dio una nueva demostración de su accionar, ayer intentaron decirnos que no van a permitir que la memoria grite, que no van a permitir que se perturbe la paz de los asesinos.
La respuesta de HIJOS, Madres, Abuelas, y, quiero creer, necesito creer, de millones más, es un mismo grito que no van a callar: adonde vayan los iremos a buscar.

sábado, noviembre 18, 2006

Sin comentarios

Tras leer el post de Cinzcéu varias veces, preguntándome qué podría comentar, llegué a una conclusión: no puedo comentar nada. Todo era demasiado pequeño, pobre, y no aportaba nada a su texto, o bien derivaba a otros rincones del mismo tema, extendiéndose mucho más allá de lo razonable para un simple comment.
Decidí entonces "comentar"- derivar posteando.
Debería comenzar con una opinión sobre su post que se resumiría en "acuerdo en todo lo que decís aunque no del todo con algunos tonos", una eterna discusión interna que por suerte perdura (sería insufrible no tener de qué discutir), pero esa no sería la forma correcta de decirlo, lo productivo sería que yo dijera públicamente: "Cinzcéu, querido, no tendrías que ser tan bruto para decir las cosas", y él respondiese: "Grismar, querida, yo soy como se me cantan".Yo enarbolaría entonces el carácter de blog compartido, y él los derechos, y terminaría con un sonoro portazo de Castpost con el cual le dijera que me voy al blog de mi mamá. Eso sería productivo en ciertos parámetros de "lo blog". De hecho, y para lograr un óptimo resultado, deberíamos previamente guionar la discusión.
Desde que tengo memoria es mucho más noticiable y vendible qué actor se acostó con cuál actriz, quién es gay, o cuántos kilos de papas compran al mes (y si Fulano peleó con Mengana ya es el paraíso), que su condición de actor, músico, escritor, político o cual fuese la actividad que lo convirtió en famoso. Con los realitys dejó de ser importante que se tratase de un famoso y se puso el acento en el deseo público de invadir lo privado, y así se convirtió en famosos por un rato a desconocidos cuyo arte consistía en dejarse filmar las 24 horas en un ambiente controlado, del mismo modo que en cualquier laboratorio lo hacen con ratones o conejos. Parece no tener relación con el tema del post, pero sí. Cientos de blogs reproducen ese espíritu de reality, aunque sean unipersonales, y tiene sentido que sean tan concurridos, es coherente con el rating de Gran Hermano.
El "rating" en un blog parece medirse en comentarios.
Desde que entré en este extraño formato llamado blog me pregunté si los comentarios aportaban algo positivo, o por el contrario, resultaban destructivos.
La interacción con el lector es sin duda algo bueno, no sólo por ser la única prueba concreta de lectura, sino justamente porque muestran las muchas lecturas que puede haber de un mismo texto, y casi siempre aportan algo, enriquecen. Pero cuando la recolección de comentarios o la chatización, el diálogo entre amigos, se convierte en la base de un blog, las cosas comienzan a destruirse: el post, el texto, deja de ser lo importante y comienza a parecerse más a una sala de chat que a un blog. Es entonces cuando se ve aquello que mencionaba y tipificaba Cinzcéu, blogs que sólo postean textos ajenos, copy-paste en gran escala, desde una canción hiperconocida hasta la nota de tapa de Clarín, o qué comí y dónde fui ayer.
Obviamente todo aquello sobre lo que escribimos refiere a algo más, un algo más público o privado, pero no es lo mismo referirse a la tapa de Clarín con una opinión que linkearla como post, o decir que me compré un celular a hacer el relato de las transas de marketing de las compañías de telefonía celular. He leído maravillosos post en los cuales logran hacer de una medialuna un texto que nos deja pensando en el sentido del día a día, "dibujar" una historia de amor a partir de un simple juego, o denunciar la farsa editorial desde una historia cotidiana.
Teniendo en cuenta que los accesos a un blog sólo se producen a partir de buscadores o, en su mayoría, por la interacción entre blogs, y que esta interacción se produce a partir de los comentarios, cuando lo que importa es el rating se torna indispensable entrar compulsivamente en blogs para dejar un comment y asegurar la entrada en el nuestro, entonces la propia lectura, y ya no sólo la escritura, se destruye. Se comentan estupideces que demuestran ni siquiera haber leído el texto, "qué lindo", "qué barbaridad" o "buenas noches", y en ese punto ya no hay nada más que recolección.
La otra cara de la misma moneda son los blogs-clan, en los cuales cualquiera que no sea del grupo de amigos es automáticamente rechazado e ignorado, aún cuando se trate de un lugar público y al cual muchas veces se accede porque los propios blogger dejan con sus comentarios en otros lugares la invitación-link al suyo. Hace unos meses entré gracias a uno de esos links en un blog cuya blogger había posteado un texto interesante, inteligente, y dejé un comentario. Poco después volví a ver si había algún nuevo texto y leí los comment y respuesta a aquel que había leído. De los once comentarios, todos ellos en un tono amistoso y plagado de códigos, la blogger respondió diez. Por supuesto el mío, en sexto lugar, fue el que no se dignó responder, y, por si no había entendido, un par de comment después deslizó un "los de afuera son de palo". Tuve el impulso de preguntarle si su mamá la había destetado muy pronto o había ido a escuela de curas y por eso desconocía el respeto, pero no tenía sentido. Un amplio criterio de lo público y del respeto al lector que lamentablemente he visto muy seguido. Existiendo la posibilidad de hacer blogs privados no se entiende, pero como me respondió inteligentemente Cinzcéu: "no te calientes". Responder o no a los comentarios es prerrogativa de cada uno y no significa en sí mismo nada, excepto, claro, que sean tan obvios. En estos casos, en los blogs-clan, la escritura también termina perdiéndose porque sólo es necesario hacer alguna mención cómplice en un lenguaje entendido por los privilegiados que pertenecen.
Todos ellos forman esa "blogósfera" que no tengo idea de lo que significa (supongo que algo parecido a la chatósfera, telefonósfera o forósfera), pero esa metablogósfera con blogs que hablan de blogs es coherente, la TV tienen muchos ejemplos de programas metatelevisivos.
Yo no sé si Antes de la lluvia es un antiblog, sé que el blog es un soporte, como el chat, el teléfono o el mail, y cada uno lo usa como quiere. Sé que quienes amamos y respetamos la escritura vemos con dolor y bronca que se lo bastardée, pero que en todo caso no es más que otro muestrario de humanidad.
La misma humanidad que, mientras trata de proteger lo que ama, por un lado provoca y por otro observa, impotente, la tormenta que acecha.

miércoles, noviembre 15, 2006

La cosa vs. la anticosa

Hacía tiempo que no dedicaba un par de días a recorrer blogs, es decir, eso que se ha convenido en denominar blog. Yo no sé qué es un blog pero tengo la certeza de que no es ni puede ser ninguna cosa. A mí me intimida decir que escribo en un blog porque no sé bien qué estoy diciendo.
En primer lugar, el blog no reconoce límites claros con cualquier otro sitio web. Hay quienes suponen que un blog se inscribe en el registro periodístico y, hay que decirlo, muchos de ellos copian noticias cual repetidora provincial. Hay quienes sugieren que un blog es un diario personal que debería interesar a la humanidad y, hay que decirlo, informan qué comieron o qué música están escuchando. Hay quienes confirman que un blog es un espacio para reproducir prosa o poesía ajena y, hay que decirlo, aportan ninguna reflexión ni escritura. Y hay quienes entienden que un blog es un pase libre a la blogósfera, un acceso a esa entelequia que significa más o menos lo mismo que el conjunto de quienes tienen una radio o un televisor. Pero no -dicen otros-, no es igual: la blogósfera implica infinitos emisores aún si no tienen nada que decir y un feedback con quienes tampoco dicen nada. Pero no -dicen otros-, no es igual: la blogósfera es un espacio para iniciados que están al tanto de qué posteó ayer Fulano o Mengano e implica un saber inútil acerca de qué escriben otros gilastros.
La blogósfera es una cosa en el mismo sentido que lo es el club de admiradores del cantante pop del momento o la asociación de expertos en sociología de la globalidad. Es decir, nada.
Pero la blogósfera pretende autojustificarse a diario: uno dice que comió spaghetti o se compró un piso, el otro cuenta que leyó unos cuantos blogs y le gustaron o no, la otra confiesa que se mojó en el metro o se masturbó en su oficina, otra más que discutió con su conservadora madre y tropezó con un freaky boy. Yo mismo he comido un guiso de lentejas y me resbalé en el patio pero sepan que tales eventos no son noticiables ni comunicables. Eso, queridos, no es una cosa, eso es una puta pelotudez y no alcanza estatura alguna de cosa.
Pero la supuesta cosa arriba a lugares impensados: compite a nivel mundial por ser la mejor cosa y unos nicks se trampean por ser más cosa que otros. También hay encuentros mundiales de quienes comen más huevos duros o son más altos o más gordos o más algo que los demás.
Sin prisa pero sin pausa se ha instalado hace tiempo una metablogósfera que requiere de cada cual un saber específico acerca de los blogs de moda. Se trata de blogs que sólo hablan de blogs para entendidos en blogs y el tema suele ser lo blog (¡¿lo blog?!).
Por supuesto, la estrategia es vender algo más allá de la payasada pero mediante la payasada. Hay bloggers que confiesan "ayer me atraganté con una aceituna, qué cosa... ¿no?" (eso sería un auténtico y relevante post) y tienen cuarenta o cincuenta o más comentarios de su fan club que refieren la asfixia, el olivo o cualquier otra cuestión.
Hay denominados blogs que son foros sin acotación de tema y a continuación del post del gurú de turno (porque hay un efecto gurú, sin duda) los comentaristas comienzan a putearse entre sí alrededor de cualquier asunto que nunca tiene que ver con el artículo posteado. Hay de todo, como en botica.
Y todo me lleva a pensar que esto, Antes de la lluvia, no es un blog sino, quizás, un antiblog o una anticosa o como se llame a la utilización de un soporte por fuera de los cánones impuestos por unos cuantos fundadores, repetidores o usurpadores de un humilde formato, adoradores de una fraguada ley a seguir so pena de quedar fuera de no sé qué logias supuestamente esclarecidas o, peor, con pretensiones universalistas acerca de un simple molde.
Un blog, señores, no es ninguna cosa; una cosa es la lluvia que va a caer.

jueves, noviembre 02, 2006

¿Tus hijos no son tus hijos...?

La lucha por los Derechos de la Mujer, deformados a veces en un feminismo que no es más que machismo con ovarios, abarca prácticamente todos los aspectos sociales y laborales. Las mujeres resentimos una discriminación a veces evidente, a veces oculta, que se manifiesta en discursos, prácticas sociales y legislación. Ni hablar de la religión, en la cual ser mujer parece pecado.
Pero hay una zona oscura en ese reclamo, un "pequeño" hueco cultural, social y legal en el cual no hablamos de discriminación, el referido a la tenencia de hijos.
La ley es simple y llana: los hijos menores le corresponden automáticamente a la madre. Y las madres aceptamos, gozamos o sufrimos dicho privilegio.
Obviamente este privilegio tiene su contracara, una madre que abandona a un hijo es penalmente responsable, y la biología permite que sea ella la reconocida mientras millones de padres no están enterados de su existencia, o lo están pero no se hacen cargo. El mismo reconocimiento que hace que las madres, en una inmensa mayoría, aceptemos la responsabilidad sobre ese hijo con amor.
Pero ese amor no es excluyente del padre. La mujer exige igualdad de derechos, y la igualdad respecto de otro implica que aquel también tendrá esos mismos derechos. Cuando se trata de hijos menores esa igualdad se traduce en derechos de guarda y tenencia para unas y de "visita" y alimentos para otros.
La medicina y la psicología explicaron los beneficios de guarda de los hijos menores por parte de la madre, sin embargo la medicina acepta el destete (en sentido amplio) porque sus madres deban o quieran trabajar, y la psicología reconoció que son más los problemas que las soluciones cuando se aleja a un hijo de alguno de sus padres.
Pero nadie quiebra lo cultural, la teta es de la mamá. Las mujeres exigimos el derecho al aborto porque es nuestro cuerpo, el derecho a un trabajo digno en iguales condiciones que el hombre, pero olvidamos rápido el concepto de igualdad cuando un juez dice que el padre no tendrá más alternativa que ver a su hijo mucho menos tiempo que nosotras, que el hogar de ese hijo será el de la madre y deberá hacerse cargo de su manutención a distancia, la cual en la práctica nunca cubre los gastos reales provocando más conflictos. En síntesis, que ese hijo será "propiedad" de la madre dándole al padre algunos pocos derechos y responsabilidades.
Igualdad de derechos implicaría igualdad en guarda, tenencia, tiempos, responsabilidades y beneficios.
La misma legislación que admite y permite la adopción por parte de hombres solos de niños menores de 5 años determina que ese mismo hombre no tiene lo que debería tener para acceder a la guarda compartida de un hijo.
Una ley que provoca que esos hijos sean usados como arma, que deja como única opción a un padre para no perder la guarda demostrar que la madre no es competente y que esos chicos crezcan en un ambiente de hostilidad evidente entre ambos.
Una ley que dice tener como objetivo prioritario el beneficio de los hijos pero no contempla siquiera la posibilidad de que ese hijo crezca con un Padre y una Madre en igualdad de condiciones respecto de él.
Que un hijo necesita a la Madre es una verdad de perogrullo, pero no existen dudas de que también necesita al Padre, el cual por ausencia o presencia determinará muchísimo en la vida de su hijo. Y el rol del Padre resumido a un simple visitante mientras la Madre juega de local obviamente se resiente.
En un mundo en el cual los hijos de padres separados son cada vez más frecuentes, en el cual los Derechos de la Mujer son reconocidos, las mujeres miramos para otro lado cuando un juez dice "el hijo es suyo" y el padre se queda en silencio ante lo inevitable intentando crear una relación a partir de la no convivencia forzada.
No existiendo razones individuales para tal discriminación hacia el padre, la guarda legal debería ser a priori compartida y sólo litigar en casos particulares. Los argumentos que esgrime la psicología respecto a los beneficios de que un niño tenga sólo un hogar (cuando tiene dos padres) son débiles y hacen agua por todos lados. Se trata de una cuestión cultural que en su base oculta lo peor del machismo, la mujer reconocida sólo como ama de casa y madre. Un status quo aceptado cultural y socialmente.
La realidad y los legajos en Tribunales indican que es casi siempre la mujer la que debe luchar por lograr que el padre acepte la responsabilidad, pero la Ley, el famoso "espíritu de la ley", propicia esa situación dejando establecido en el conciente colectivo social que es la madre la que se debe hacer cargo. Es la que determina que se diga que el hijo se "queda" con la madre, o que un padre trata de "sacarle" el hijo. Ninguno de los dos podría quedarse ni sacarle un hijo al otro, como si se tratase de un objeto, si ninguno ostentase un lugar de poder, ya sea el poder que le dé ser quien conviva con el hijo o quien no lo haga.
No se trata de nada más que aquello que las mujeres venimos reclamando hace décadas: igualdad en los derechos.

jueves, octubre 26, 2006

03-03-456: el teléfono suena y tú le crees

Existe en nuestra sociedad contemporánea una cierta sensibilidad que impulsa a algunos de sus miembros a la creencia y difusión de todo tipo de cosas. Yo, en cambio, soy malo, insensible y afecto a la desconfianza. No digo que eso sea bueno: ¡bueno estaría que ser malo fuese bueno! (lo cual significa que sería malo, etc.).
Mucha gente suele dar una moneda a quienes dicen faltarle centavos para visitar a su madre agonizante o, en la caja del supermercado, dona el cambio para una fundación que cuida y educa a pobres huerfanitos. Después resulta que el hijo de su madre que mendiga un céntimo vive mejor que uno explotando aquel verosímil y que el curita gerente y regente del benemérito orfanato queda procesado por abuso sexual reiterado de diversos menores en guarda. Pero eso después, mucho después.
Ya me he referido a algunas cadenas de correo a propósito de otras cuestiones pero en estos días recibí, más de una vez, un urgente mail que apela a temas de tan larga data como el propio ser humano: el amor al prójimo, la solidaridad social, la vida y la muerte. Dice así:
HACER CORRER URGENTE... Es una chica de la UTN.
Hola, me llamo LUCÍA RENDÓN y sí existo. Trabajo en Bancomext y estoy pasando por este mal momento. Mis datos completos están al final de este mail. Realmente tengo ganas de vivir, tengo 32 años y si puedes ayudarme, estoy a tus órdenes, por favor, sólo comunícate conmigo.
Mi hermano me esta ayudando a tener esperanza para seguir creyendo en la gente, a tener un día mas... un mañana.
No se, pero hoy estoy dando mi 100% y lo único que pido es que mi mensaje se transmita. Te quito 1 minuto, ayúdame a salvar mi vida. Es muy fácil, solo te pido tres favores:
1. El primero, por favor no borres este e-mail; consérvalo, pregunta entre tus familiares y amigos, el mundo da muchas vueltas y tal vez tu o alguien a quién tu conoces me pueda ayudar;
2. Si sabes de alguien que quisiera donar un riñón, por favor, háblame! Yo sólo necesito uno! ninguno de los míos funciona.
3. Si me haces el favor de enviar este mensaje por la red, tengo oportunidad de llegar a más personas y así, tengo más posibilidad de encontrar un donante. Que Dios te colme de bendiciones por tu tiempo en estas líneas y disculpa las molestias.
María Lucía Rendón Alanis - Tel. 4581-4322 Argentina Tipo de sangre: "A" RH positivo
NADA LES CUESTA MANDARLO, GRACIAS Un abrazo... rápido, pero grande!!!!!!!!
Favor enviar como copia oculta y borra la cola para no recargar la red y así te das cuenta que no es cadena.-
Supongo que quien lo reenvía se siente tocado en su fibra más íntima por esa hemorragia de lugares comunes (querer vivir, tener esperanza, creer en la gente, tener un mañana) y automáticamente deja de razonar o bien razona: ¿y si fuera cierto? Yo, ya lo he dicho, parto de la premisa opuesta (nunca ha de ser cierto) y despunto el vicio de investigar un poco mediante Google.
Hace al menos cinco años que la tal Lucía Rendón Alanis suscribe estos repetidos llamados a la solidaridad consigo misma aunque hay que señalar que los textos varían sutilmente: a veces parece una mera propagandista de la donación de órganos, a veces invoca legislación y requiere "un donante por muerte cerebral o cadáver"; a veces no trabaja en Bancomext sino en Bancomex o Bancomer; a veces los reenvíos afirman que, además de bancaria, es estudiante de la UTN.
Tras el paso implacable de los años, es sorprendente que siempre tenga 32. Quizás, del mismo modo que, se dice, la desventura amorosa se desquita en el juego y viceversa, en este caso una patología renal severa se compense con el privilegio de la eterna juventud. Dios le da pan a quien no tiene dientes ni riñones, ya se sabe.
Por último y no en orden a su importancia, en diferentes envíos, la paciente crónica dice tener una cantidad de números de teléfono en ciudades diversas. Al porteño 4581-4322 que a veces se complementa con sus códigos de ciudad y país (011-4581-4322 y 054-11-4581-4322) se suma un imposible 02966-4581-4322 situado en Río Gallegos, capital de la australísima provincia argentina de Santa Cruz y también unas numeraciones de telefonía fija 55-81-43-22 y 555-581-4322 y otra, en apariencia móvil, 15-5581-4322, las tres explícitamente radicadas en el Distrito Federal mexicano. Es que Lucía a veces es mexicana, a veces argentina y a veces no sabe/ no contesta.
Lo curioso no es que una enferma renal grave trabaje en uno o más bancos, estudie en la universidad y posea más de una nacionalidad y muchas líneas telefónicas a lo largo de América Latina; lo verdaderamente curioso es que siempre consiga idéntica numeración para todas y cada una de esas líneas.
La supuesta Rendón Alanis, a veces afirma un "sí existo" y otras sugiere un "si existo". Si existiera y pusiera el mismo empeño en procurarse el urgente riñón que el que habría puesto para obtener los mismos números telefónicos, tal vez dejaríamos de sufrir sus reenvíos por parte de tanta gente solidaria, compulsiva, irracional y creyente en todo lo que se le dice.
Que quizás sea la misma que corre hasta la esquina cada vez que alguno le pide que vaya a ver si ya llueve.

jueves, octubre 19, 2006

Medios tontos

Tras el tiroteo entre patoteros profesionales a propósito del pomposo traslado de los restos mortales de Juan Domingo Perón el periodismo vernáculo se ha mostrado sorprendido, cual niño nacido de un repollo hace escaso par de horas. "¿Cómo ha podido ser?, ¿no aprendimos nada?, ¿volvimos a la violencia?, ¿y el diálogo democrático?" y demás reflexiones infantojuveniles por parte de señores ya entrados en años y con décadas de profesión que parecen desayunarse de prácticas vigentes desde hace siglos.
Pero quiero hablar de un tema lateral: la tontería exacerbada y el infantilismo bobo vienen avanzando en los medios (me referiré a la TV pero vale para otros) a un ritmo firme y sostenido.

La liga y Argentinos por su nombre han salido de la matriz de Caiga quien caiga. Los tres ponen en escena a tipos de treinta, cuarenta y más años haciendo de periodistas comprometidos con lo que un adolescente sin muchas luces podría considerar digno de su divertido compromiso. Mientras Mario Pergolini, Eduardo de la Puente y Juan di Natale intercambian entre sí grotescas bromas sexuales propias de un recreo escolar, Daniel Malnatti sale a la calle con el candor de un pequeño periodista de doce años. Por su parte, Diego Alonso se sorprende de los abusos de la propiedad privada o encabeza movilizaciones armadas por la producción de La liga y Andy Kustnezoff paga mil pesos para que unos punteros barriales movilicen al acto de un candidato inventado por la producción de Argentinos. Todo resulta tan infantil y burdo que se parece menos a un mal informe periodístico que a un mal chiste estudiantil.
No sabría si no cómo catalogar una aparente nota en la cual un reportero de Caiga quien caiga entrevista al juez Norberto Oyarbide haciendo exclusivas alusiones a su orientación sexual: pregunta cuántos goles se van a "comer", si los que no se "meten" en el arco contrario se los terminan "metiendo" en el propio y otras expresiones la mar de ingeniosas.
El resultado de tamaña taradez del periodista/ humorista es que cualquiera sea la de su eventual entrevistado, éste siempre queda posicionado como más inteligente, más adulto y más responsable.

Medra un nuevo subgénero en la trasnoche de varios canales de aire. En Call TV unos conductores exigen que se les llame por teléfono y se les envíen mensajes de texto. Jose (sin acento) y Vicky hablan a los gritos sobre un fondo musical insoportable mientras en un videograph circulan frases: "Vicky, entrega a tu hermana", "Aguante el Rojo, Cuervo amargo", "Jose estas refuerte", "Hola buenas noches", etc. El programa trata sobre resolver enigmas de baja complejidad: "Si unimos con flechas, ¿qué países se forman?". Lo que hay que unir, con o sin flechas, son pares de sílabas: las primeras CHI - PE y BRA, las segundas RU, SIL y LE; no se formarían exactamente países (formar un país suele llevar muchos años de luchas emancipatorias) sino sus nombres. Vicky aporta pistas, es decir, dice cuáles son las respuestas.
En Vas a ganar, su título promete el éxito. Unos tales Francisco y Caro gritan bastante más alto y no se les entiende lo que dicen. También está el banner con patéticos mensajes: "Quiero decir que tengo un amigo gay y se llama maxi sosa" o "Fran quien te pego en el ojo aller lo tenias hecho mierda" pero los juegos son más sencillos que fundar naciones. Por ejemplo: "Suma total de los números representados: 1 - M - 0 - 4 - 6 - S - A - N". Las letras no representan números; sólo hay que saber distinguir unas de otros y ¡sumarlos! (a mí me da 11 pero quién sabe).
Parece un programa para infantes noctámbulos o adolescentes retrasados pero cada dos por tres irrumpe una voz telefónica que no baja de los cuarenta años. A veces, ponen una suerte de placa animada con un memotest y se van todos por una hora: es el mejor momento del programa.

Duro de domar: con la relativa excepción de sus informes, cuyos collages fotográficos apelan a cierto absurdo naif y a veces exhiben pinceladas de auténtico humor, el resto es literalmente inmirable. De ello se encarga la dirección de cámaras que poncha cada una de ellas cada uno o dos segundos. Como además las cámaras suelen estar en perpetuo movimiento y/o sorprendidas en un veloz zoom, se garantiza que no se vea casi nada. Por otra parte, se han vaciado de sentido una serie de expresiones inventadas y/o repetidas por el propio programa: "la la la", "cucú", "eló" y el ya clásico acorde musical verbalizado como "chan".
Los "chanes" se suceden con tal frecuencia que resulta difícil saber qué podrían significar. Tanto subrayan el chiste, la denuncia, el compromiso, el guiño, el escándalo, el furcio, la broma, la ofensa, el absurdo o la gravedad como una larga y abierta serie de etcéteras. En definitiva, toda noticia parece abordarse desde la risa liviana y a veces forzada; todo se enrasa pero no todo es igual.
Hay algo adolescente en esta suerte de comunidad cerrada sostenida en el non sense y la pura función fática de una jerga particular. Por suerte el incomprensible Edgar, ha tomado largas vacaciones.

Las publicidades de servicios de conexión web insisten en posicionar internet como privilegio de la estupidez. Según Arnet, "la web es diversión", una diversión sana y tontísima. Nos cuenta que Garry subió una suerte de karaoke casero grabado ante su cámara web y ahora hay más de tres mil videos iguales puestos por otros usuarios. O nos muestra unas páginas pseudoenciclopédicas que enseñan que el colibrí proviene de la misma especie que el brócoli para agregar que, en cambio, otras lo vinculan al coliflor. Una voz off remata con un incomprensible "¡muy bueno!" y suenan profusos aplausos. "Internet la hacemos entre todos", sí, pero parece que sólo fuésemos capaces de hacer pavadas.
Para estúpidos, no hay como el usuario doméstico y el técnico electrónico que, en otro spot, le sacuden golpes a la CPU y al monitor a fin de resolver problemas de conexión con el servidor. Para terminar con esos inconvenientes hay que cambiar definitivamente a Speedy... o bien tratar de razonar por encima de la capacidad media de un orangután.
En cambio Flash centra su publicidad en la puesta en escena de chistes basados en juegos de palabras encabezados por "no es lo mismo": "no es lo mismo un metro de encaje negro..." y otras picardías populares que, por pavotas, ya estaban un poco gastadas entre los escolares de hace cuatro décadas. A gusto de cada cliente, habrá que leer y creer a ciegas que Flash no es lo mismo que otros prestadores o bien que su oferta no es más que un viejo y tonto juego de palabras.

Pese a toda previsión del sentido común, pasan los años y sigue al aire esa cosa aburrida que va por Canal 7 bajo el nombre de Un cortado. En el salón de un bar demasiado iluminado, personajes fijos y otros pasajeros, hablan gravemente de cosas graves. Lo único interesante es la inscripción de la camiseta que a veces luce el dueño del café: "I'm looking for a new place".
Sin duda, una decisión respetable, justa y necesaria en vistas de que se anuncia lluvia.

jueves, octubre 12, 2006

Unos pocos peligros sensatos

Hace algunos años comprábamos un yogurt y nos importaba que fuese rico, las galletitas eran galletitas y nadie les pedía mucho más que eso y el chocolate era uno de los inventos más perfectos de la humanidad del que sólo esperábamos disfrutar.
Hoy un yogurt es un complejo vitamínico que aporta un tanto por ciento de la lactosa diaria, y el cual nos informan que "además" es rico. El agua mineral que en sí misma era símbolo de pureza y salud, debió "progresar", hoy además de agua supuestamente pura ingerimos los minerales y vitaminas que cualquier ser que se precie de vivo debe consumir.
De las bacterias ni hablar, son pequeños talibanes atentando contra nuestra sana humanidad, hay que destruirlas, cualquier producto de limpieza que no apunte al genocidio bacterial es un terrorista en potencia. La imagen publicitaria de ese chiquito jugando "protegido" por una machísima guardia de patovicas policiales es la síntesis de una tendencia cada día más asfixiante. Si ese chico se resfría y muere de pulmonía por no tener anticuerpos no es cosa de salud, son efectos colaterales.
Hasta las salchichas, símbolo de la famosa comida chatarra, son ofrecidas por algún miembro del establishment de salud como un sano aporte de proteínas.
Hoy se ven más profesionales de la salud en una tanda publicitaria que en un hospital.
Si nos pasamos del peso establecido somos obesos y nos vamos a morir, si somos más flacos de lo regulado somos anoréxicos, y nos vamos a morir. Resulta que nos vamos a morir igual, pero no se trata de eso, sino de "calidad" de vida. Una vida determinada por un régimen cuasifascista que decide lo que debemos comer, beber, consumir.
El cigarrillo ya pasó los límites de lo tolerado, los fumadores somos por un lado enfermos que deben rescatar y por otro despreciables destructores del purísimo aire citadino que hay que discriminar y recluir.
Nadie puede ser un adulto responsable que decida la calidad de su propia vida.
La calidad de nuestra vida se resume a un catálogo de riesgo que incluye tabaco, alimentos, violadores y musulmanes. La vaca loca y la fiebre aviar, Irak y Norcorea, la vida se reduce a temer, y el temor a consumir lo que nos salve, incluyendo discursos imperiales y yogurt con cualquier agregado que suene científico.
Mientras le decimos "no tenemos miedo" a quienes intentan instalarlo nuevamente con prácticas del Proceso nos sumergen en la sombra de la "inseguridad" que reclama un padre protector, desde puertas blindadas hasta champú que nos evita una posible futura caspa.
Y mientras cada día nos volvemos más funcionales paranoicos nos olvidamos de mirar cómo crece la tormenta.

domingo, octubre 08, 2006

Cien entradas en un año antes de la lluvia

"A song is anything that can walk by itself.
I am called a songwriter."
Bob Dylan

Antes de la lluvia celebra hoy dos aniversarios en uno: cumple un año de trayectoria y publica su entrada número cien. Nació preguntándose qué es un blog y expresando sus dudas respecto de pertenecer a esa nueva especie. Un año después, aún no tiene respuesta. Sus editores, por supuesto, tampoco.
Qué significa para nosotros este año y estos cien posts es algo intransferible. Apenas podemos sugerir algunas cosas que Antes de la lluvia es para nosotros: satisfacción, aprendizaje, duda, pasión, reflexión, certeza, desgano, presión, incertidumbre, deseo, compromiso, humor, rigor, libertad.
En este día, queremos también agradecer a todos y cada uno de quienes, a su modo, pasaron por aquí: con el silencio anónimo o el comentario sagaz, con el saludo cortés o el guiño cómplice, con la palabra que enriquece el artículo o la escritura que invita a reflexionar. Con la lectura en sus múltiples acepciones.
Hoy los que acá decimos empezamos a soltar la mano de la criatura, dejarla caminar, caerse y levantarse y volver a caminar. Y verla crecer. Y verla cambiar, porque nadie se baña dos veces bajo la misma lluvia.
Como puede verse, nuestro aporte al doble aniversario consiste en algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul. Dicen que ese cuarteto sólo aplica a las bodas pero no somos rigurosos de la tradición y decidimos vestirla así en esta ocasión especial.
Un doble aniversario amerita doblar la apuesta y si hace un año citamos al poeta en referencia a la invitación a refugiarse de la tormenta que se avecina -y vaya si se avecina- queremos sumar hoy una segunda cita, la que afirma que un blog es cualquier cosa que pueda caminar por sí misma.

sábado, septiembre 16, 2006

La noche de los lápices

El 16 de septiembre de 1976 las Madres aún no se conocían, cada una vivía su infierno a solas, recorriendo desesperada aquellos lugares en los cuales pudiesen darle información del paradero de sus hijos secuestrados por fuerzas militares, paramilitares o policiales. Aquellos lugares en los que se conocerían y unirían. Hijos y Abuelas eran aún para esas Madres una idea inconcebible.
En las calles nadie hablaba de las 3 D: democracia, dictadura, desaparecidos.
El reclamo por el boleto secundario había sido un excelente elemento de unión de los estudiantes, una pequeña lucha enmarcada en otra mucho mayor.
La ciudad de La Plata, ciudad universitaria, ciudad de estudiantes, era un objetivo militar, “nido de terroristas y zurditos” diría alguna vez el torturador y asesino Miguel Etchecolatz antes de pronunciarse víctima y preso político.
En las primeras cinco horas de ese 16 de septiembre de hace treinta años grupos militares secuestraron a seis estudiantes de diferentes escuelas secundarias platenses. Los testimonios de las torturas a las que fueron sometidos ocupan muchas páginas del documento "Nunca más" y la memoria de miles.
Aunque no fueron ellos los únicos desaparecidos en La Plata ni en Argentina ni fue sólo uno el sobreviviente de aquella Noche de los lápices ideada por el genocida Ramón Camps, se convirtieron en el símbolo de la peor barbarie.
Pero no eran símbolos. Eran seis jóvenes estudiantes con sueños, proyectos y el mismo dolor, temor, deseos y derecho a la vida que vos y yo. Seis jóvenes que lucharon por un mundo sin lluvia.





miércoles, septiembre 13, 2006

Color humano

Como no podía ser de otro modo el primer lustro desde el atentado al Pentágono y las Torres Gemelas estuvo plagado de documentales, películas y programas especiales que comenzaron varios días antes del 11 de septiembre.
Todos ellos coinciden en un único punto: las víctimas eran inocentes. A partir de allí el universo se abre desde aquellos que sólo mostraron cuerpos cayendo desde las Torres a los análisis políticos del atentado y sus consecuencias. Algunos apuntando al fundamentalismo musulmán, otros al estadounidense, algunos viendo a las miles de víctimas pos 11/9 como inevitables, otros como crímenes de lesa humanidad.
Que los atentados a las Torres y el Pentágono han sido funcionales sólo a la administración-empresas Bush y sus aliados creo que no es necesario repetirlo.
Pero más allá de esa lectura política hay otras lecturas. Una de ellas es la que refiere a las propias víctimas.
Discovery con su semidocumental “Las Torres Gemelas: entre los escombros”, de 2 horas de duración, repetido al menos cinco veces a partir del domingo 10 es quizás el ejemplo más claro de esa lectura. “Vuelo 93” con sus nueve repeticiones programadas en Cinecanal a partir del 6 de septiembre, también.
Coinciden en varios puntos. Ambos repiten que se basan exclusivamente en datos y documentación reales y que se ajustan a los hechos, aunque ambos caen una y otra vez en agujeros ficcionales que no resisten el menor análisis ni confrontación con esos hechos, en algunos casos ni siquiera con las leyes de la física. Y en ambos el tema es el heroísmo “americano”, un heroísmo digno de Harrison Ford pero que poco tiene que ver con la esencia humana.
No tengo dudas de que en ese insondable infierno que debió ser estar dentro de una de las Torres o avión secuestrado se habrán vivido y observado todas las facetas de reacción humanas, desde empujar a alguien por una ventana por un poco de aire hasta dar la vida intentando ayudar a un desconocido. Nadie tendría el derecho de arrogarse el juicio, nadie desde la comodidad del estar a salvo, pero al menos una vez serían tan humanos como los demás, la soberbia de su perfección eterna ofende al resto de la humanidad y a las mismas víctimas.
Pero ambos, también, tienen una lectura más sutil, desviada por la emotividad.
La mayor parte de las víctimas en las Torres Gemelas fueron empleados (casualmente las altas esferas jerárquicas ese día no fueron a sus oficinas) y un gran porcentaje de esos empleados se componía por lo que llaman "latinos", todos aquellos americanos que no somos WASP, "afroamericanos", negros y "asiamericanos" que se limita a Asia oriental, los grupos mongólicos (chinos, coreanos, japoneses, etc.) y no a los polinesios o caucásicos que parecen no formar parte del continente.
Ninguno de los héroes mostrados en ambos canales lo era, al contrario, todos ellos fueron hombres y mujeres blancos, preferentemente de ojos claros. El latino, afro y asiamericano no estuvo ausente (cumplieron con el porcentaje obligado para "minorías"), pero en un rol completamente diferente.
Negro es quien fue salvado por un blanco que no lo conocía pero arriesgó su vida por él, negra es la empleada que después del atentado seguía disculpándose por teléfono tratando de explicar que no podría hacer el trabajo porque tenían “problemas” (hasta que un grupo WASP llegó a rescatarla), latino es el que tenía miedo de moverse, asiamericano el que “cobardemente” abandonó a su blanco amigo que dio su vida por ayudar a un desconocido.
Afroamericanos, latinos y asiamericanos son aquellos que no pudieron salvarse por sí mismos, que no tuvieron iniciativa, que no rescataron a nadie, de hecho fue por salvar a un par de negros que algunos blancos se salvaron, como premio divino a su generosidad. Blancos eran los bomberos, negro el empleado de limpieza salvado por blancos que no olvida recoger su balde antes de seguir bajando los 45 pisos restantes. Ni siquiera el polvo y cenizas que cubrían a todos por igual disimulaban sus colores.
Más allá de las lecturas políticas, del respeto que merecen todos los muertos aquella mañana en New York, del más de un millón de víctimas de la “justicia infinita”, puedo hasta comprender que se quiera mostrar a las víctimas con una deshumanización ofensiva, que no puedan sustraerse de su “Independence day” aún a costa de quienes dicen honrar, pero ciertos homenajes sólo son negrísimos nubarrones que aproximan la lluvia.

martes, septiembre 05, 2006

Los dinosaurios van a desaparecer

Murió Francisco Angel Ludusid, más conocido como Fernando Siro.
Cuando escuché la noticia dije “qué bien”. Quienes me escucharon se horrorizaron, no se dice que esté bien que alguien muera. Callé el pensamiento inmediato: “lástima que su mujer aún no”.
¿Por qué está tan mal decir que la muerte de alguien no produce ningún sentimiento de pesar, y algunas veces incluso es bienvenida? Que desaparezcan de mi mundo los cómplices y defensores de los genocidas del Proceso es una buena noticia. Cuantos menos existan más a salvo estaremos.
“La muerte nos hermana a todos” decía por la radio una mujer intentando minimizar las palabras y actos de Ludusid para que sólo se recuerde y honre a Siro, el actor.
Siro, el actor, no es quien murió, él seguirá siempre “vivo” en sus películas. Murió Ludusid, el defensor de torturadores y asesinos.
La muerte no hermana más que por ser lo único en común que tenemos todos los seres vivos, pero la muerte no convierte a un asesino más que en un asesino muerto y a un fascista en un fascista muerto.
Ludusid tuvo el derecho y la libertad de expresar sus opiniones, con toda su bajeza, derecho y libertad que enérgicamente sostenía que hay que negarle a quienes piensen de otro modo. Nadie lo secuestró, torturó ni asesinó. Nadie le hizo lo que él defendía que se le hiciera a otros. Tuvo una buena vida, o al menos una vida, una vida en apoyo de que a miles se le negase la suya.
No me conmueve el dolor de Elena Cruz, ella y su marido eran para mí, ayer, dos seres humanos despreciables. Hoy lo siguen siendo.
El respeto a la muerte tiene mucho más que ver con los temores, con lo incontrolable, lo inevitable, lo insondable, con nuestra forma de enfrentarla y evitarla, que con la persona. Lo indecible de la muerte no quita una palabra a lo dicho en vida.
No soy religiosa ni creo en Juicios Finales. Veo finales sin juicio.
No soy hipócrita ni diré que ante la muerte hay que tener un respetuoso silencio.
No tengo flores para esas tumbas, esas flores ofenden. Sólo tengo rabias, rabia cuando veo que intentan olvidar, que desvían la mirada de quien es cada cual sólo porque murió, rabia cuando “el grito se lo lleva el viento”.
Nada podrá evitar que sienta que es bueno que hoy haya una nube menos en este cielo que pronto se dejará llover.

jueves, agosto 31, 2006

Haga patria, lea Clarín

Lo primero que escuché en el día de ayer fue Radio Continental y su síntesis de noticias. Aún no muy despierto -menos que lo habitual durante la vigilia- me informé que alumnos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) han denunciado la difusión de expresiones antisemitas al interior de esa alta casa de estudios. Me dormí un poquito más hasta ser sacudido por la entrevista que Rolando Hanglin mantenía con un militante estudiantil del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) alrededor del mismo tema. El activista manifestaba su posición política y Hanglin lo descalificaba con breves y reticentes preguntas que sonaban como veladas y jodidas afirmaciones.
Sin entender muy bien de qué hablaban, me levanté, encendí el televisor y sintonicé el canal periodístico Todo Noticias (TN) en el cual también se abordaba el tópico. Desde una sede de la UBA, la movilera repetía más o menos lo mismo acerca de un supuesto brote antisemita mientras la cámara recorría unos afiches del MST y del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) que, matices al margen, levantan las mismas consignas; se detuvo sobre uno de ellos que dice: "Fuera Israel del Líbano y Palestina". La cobertura era tan superficial y la información tan escasa que tampoco comprendí qué se hablaba.
Horas más tarde cayó en mis manos un ejemplar de Clarín, el gran diario argentino. La noticia amerita un título en su primera plana: "Denuncian episodios antijudíos en la UBA". El encabezado remite a la página 31 que sin plus alguno de creatividad titula: "Denuncian episodios antijudíos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA". Ilustra la fotografía de otro afiche que dice: "Paremos la agresión nazi de Israel al Líbano y Palestina" y lleva la firma conjunta del Partido Comunista Revolucionario (PCR) y la JCR, su rama juvenil.
Según Clarín, la noticia es básicamente la siguiente: un grupo de estudiantes y ex estudiantes elevó una nota al decano y otra a la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) en repudio a "la aparición de carteles y pintadas antisemitas y antisionistas", por cierto dos categorías distintas. El único ejemplo que Clarín reproduce refiere a un grafitti: "'Judíos invasores, matemos judíos, hacé patria' en la pared del aula 130 (al lado de la puerta de entrada)". Consigna antigua y típica de la extrema derecha vernácula, ocasionalmente agitada contra otros colectivos: obreros, zurdos, estudiantes. Todo porteño ha leído alguna vez esas cobardes apologías del homicidio que suelen ser apócrifas y, en todo caso, nunca han llevado la firma de agrupaciones de izquierda.
Del segundo caso referido parece no haber registro pues se trataría de las expresiones verbales de un sacerdote católico, Atanasios Salhani, en ocasión de la mesa redonda "La destrucción de El Líbano: Derecho, Derecho Internacional, Derechos Humanos". El cura habría dicho: "El judaísmo no es enemigo de la Iglesia, es enemigo de la vida" y más tarde lo habría negado a medias o algo así.
Los firmantes de la denuncia pidieron a Clarín "figurar en medios públicos como organización anónima por cuestiones de seguridad"; puedo entender la opción individual del anonimato por ésas u otras razones pero el concepto mismo de "organización anónima" me sume en la mayor perplejidad.
He llegado a mi casa y rastreado la noticia en la web. Las pintadas por un lado y la mesa redonda por otro, son denunciadas en notas distintas de fechas distintas; me pregunto si Clarín tendrá dificultades de acceso a la información mayores que las mías ya que encontré ambas en escaso minuto y, claro, en medios públicos.
En rigor, quienes permanecen anónimos son los firmantes de una de ellas: un puñado de Ariel V., María F. y otros nombres así de específicos que suscriben -Clarín no lo dice- como Comunidad Judía de la Facultad de Filosofía y Letras (CJFFYL) y Prensa Judía difunde como cable de la Agencia Judía de Noticias (AJN). La otra carta fue enviada a Radio Jai, La Radio Judía de Latinoamérica por la CJFFYL y denuncia lo ocurrido en la mencionada mesa redonda. Resulta curioso que su redacción oscile entre las primeras personas del singular y del plural y se base en un único testimonio de "la chica que nos comunicó todo esto".
Ambas cartas -muy en especial la primera- son una reverenda mierda, no voy a enlazarlas aquí por razones obvias y tampoco voy a polemizar con ellas porque con el fascismo no se discute, se lo combate.
Sí quiero referirme a la curiosa agenda de Radio Continental, TN y Clarín que corren a cubrir -nunca más justo el verbo- cualquier cosa con un tono serio y grave que no pueden sostener con un mínimo de información. Y a sus líneas editoriales que consisten en hacerse eco de denuncias más o menos anónimas basadas a su vez en la declaración de "la chica que nos comunicó todo esto". Y a esa nada sutil operación semiótica de ilustrar con afiches de una izquierda opuesta a la política racista, terrorista y genocida del Estado de Israel, la fresca primicia de que en una pared de un edificio público ha aparecido otro grafitti de la más rancia derecha nazifascista.
Justo en el momento en que en Líbano, en Palestina, no para de llover.

lunes, agosto 28, 2006

Sin documentos

Después de algunos días de rebeldía logré explicarle a mi PC que la nuestra no es una relación democrática y la resistencia pasiva es improcedente. Fiel a mis principios decidí no discutir con ella y cortar por lo sano, entonces la formateé, previo backupeo de mis archivos.
Como dice Cinzcéu con cierto asombro a mí me encanta eso de instalar, desinstalar, actualizar, configurar, modificar y meter mano aquí y allá (si no me gustase tanto mi PC se rebelaría mucho menos) por lo tanto no sufrí demasiado al hacerlo.
Luego de instalar todo me dediqué a mis back-up, hechos en grandes bloques sin el menor criterio de selección más allá de que estuviesen en la carpeta "Mis documentos".
No tenía intenciones de dedicar mucho tiempo a analizar esos archivos, sólo copiarlos en la máquina tal como los guardé, pero atrajo mi atención uno cuyo nombre era “logircap”. Lo abrí tratando de imaginar de qué se trataba, y efectivamente era un log de algunas sesiones de chat por Ircap en 2002. Me pregunté qué estaba haciendo eso en mi rígido, lo leí intentando descubrir el motivo de haberlo guardado y llegué a la conclusión de que se guardó automáticamente o bien tuve lapsos de inconciencia clickeante.
Comencé a revisar los archivos y descubrí logs de salas de chat o MSN del siglo XX, mails que ni recordaba haber recibido o respondido (y peor aún, de gente que no recuerdo), trabajos para clases de hace cinco años, cuentos que no sabía que aún existían y demás megabytes sin sentido.
Poco después volví a la web y me puse al día con la lectura de blogs, hasta que llegué al de Trapo y me detuve en su post “Personas que ya sólo existen en la agenda”. Si bien su texto tiene otro sentido me hizo pensar en aquellos archivos que acababa de eliminar y en mi propia agenda virtual, las libretas de direcciones.
Mis libretas de direcciones y/o contactos en los diferentes Messenger están (estaban) llenas de nombres que no sé a quién pertenecen, muchos de ellos guardados sólo por su dirección, como si pudiese saber quién catzo será soyyo_mdp o ntc40.
Siempre me molestó y consideré absurdo que alguien en un chat, foro o similar apareciera y sin siquiera saber quien sos dijese “hola ¿me das tu MSN?” como si coleccionasen contactos. Solía responder “no puedo, lo uso”, y listo, la mayoría se ofendía pero no me quitaba el sueño. Sin embargo mi libreta tenía muchos nombres, demasiados para mi idea de mí misma, que desconozco y no comprendo por qué o en qué circunstancias acepté. Si alguien grabase y guardase todas las conversaciones telefónicas durante décadas nadie dudaría en recomendarle un buen psicólogo, pero hacer click en “guardar” o tener configuraciones de guardado automático parece algo normal.
He leído-escuchado alguna vez a quien se quejaba amargamente porque Hotmail permite pocos contactos, “pocos” son más de cien. Quizás yo sea muy antisocial, pero no concibo la idea de tener más de cien personas con las cuales tenga interés en una charla personal. De hecho no la concibo en más de diez y aún son muchos, pero eliminarlos me costó un poco, tuve una absurda sensación de descortesía que debí conversar conmigo misma. Y más absurdo aún fue el instante de duda, de sensación de pérdida, que tuve antes de eliminar aquellos archivos sin sentido.
No tengo idea del por qué de haber guardado tanto pasado intrascendente, me recordé a una tía de mi papá que guardaba hasta el frasquito de champú comprado en 1945.
Quizás mi PC se rebeló cansada de sostener tanta memoria inútil, pero ya volvimos, cada una a sí misma, y sólo atesoramos aquello que necesitaremos llevar cuando empiece a llover.

martes, agosto 22, 2006

En este país no se puede techar

Mi casa está hecha de vejeces muy diversas pero todas ellas viejas. Tiene una medianera de ladrillos a la vista cuyos cuarenta o más centímetros de longitud -y los desmesurados setenta de ancho del propio muro- fechan cómodamente en el siglo XIX. Tiene unas reformas que hacia los años 30 adecuaron el conventillo decimonónico a propiedad horizontal, alguna otra de indudable sabor a los 70 y las que yo mismo operé antes del último fin de siglo.
Un techo de fibra de vidrio cubre el patio otrora abierto a las inclemencias meteorológicas que separa las piezas del baño y la cocina. Hace casi ocho años, el constructor responsable de las reformas a mi cargo me dijo en frío lenguaje ingenieril: "este techo está al borde de su vida útil". Durante casi ocho años me dediqué a constatar, lluvia tras lluvia, cómo ese borde era crecientemente rebasado. La brutal granizada del pasado julio me sacó violentamente de mi analítico lugar de observador cuando unas bochas de hielo gigante perforaron la cosa -yo lo ví- con la misma displicencia con que un cañonazo traspasa el papel barrilete.
Sabía que debía reemplazar el techo, sí, pero lo que me aterrorizaba era volver a enfrentarme a los displicentes proveedores del gremio de la construcción.
Hace unas semanas entro a la web y dejo cuatro mensajes en otros tantos sitios de empresas del rubro. Sólo una de ellas responde en el día, incluso con un esbozo de presupuesto estimativo; otra deriva la demanda a un tipo, Valentín, que seis días más tarde me deja un mensaje telefónico y su número de móvil.
Dos días más tarde me dirijo a un comercio del barrio donde hace años había comprado una placa de policarbonato. Primero hablo con un aparente responsable que tras muchas preguntas suyas y respuestas mías me dice: "Ahí viene el responsable". Repetimos la escena con un anciano que acaba de bajar de una camioneta: él también tiene muchas preguntas y ninguna respuesta. Apunta una serie de datos -con la certeza de que cada uno constituye un problema insoluble- y promete la visita de un tercero -un cuarto- que jamás acontece.
A los tres días comprendo que el medio más eficaz es el teléfono y llamo a otras cinco empresas. Una es clara y directa: no hace el tipo de trabajo que requiero. Las otras cuatro, me llamarán. ¿Por qué me llamarán si en este preciso momento estamos hablando lo más bien? Una, incluso, me avisa que me llamará un tal Ordoñez al que aún espero ansioso por conocer; otra me llama pero resulta imposible de combinar una visita por razones irrazonables.
Un par de días después espero la imprecisa visita de Valentín -de 16 a 18- cuando a las 16:15 me llama Miguel, de la misma empresa, para arreglar un horario. Le informo la situación y entonces me certifica que si Valentín dijo que viene, viene. Obviamente, no viene.
El mismo día me deja un mensaje telefónico otro tipo de nombre ininteligible -¿Brasso?- pues sus vocales y consonantes tropiezan y se caen. Habla en nombre de una empresa que no recuerdo haber llamado y deja un número de móvil. Llamo, a mi cargo. Se trata de una señora que compró su celular hace un par de días, no sabe cuál es su número y lo pregunta a los gritos a otra que tampoco lo sabe. Vuelvo a marcar y vuelve a atender la señora: ahora me confirma que sí, que ése es su número y que de techos no tiene la menor idea. Gracias.
Al día siguiente vuelve a llamar el mismo pelotudo que no se llamaba Brasso sino Horacio -ahora casi se entiende- y vuelve a dejar un número de móvil, otro: parece que no era 6163 sino 6361 pero sólo a un obsesivo grave puede importarle semejante detalle. También llama la operadora de otra empresa para concertar una visita y le digo que estaré toda la tarde en mi casa a la espera de otro oferente. "Ah, no, -me dice- cuando hay competencia, nosotros nos retiramos". Ok, hagan como quieran, vengan o no vengan, autodetermínense, ejerzan su libertad.
Esa tarde, a la hora acordada, me visita un arquitecto de la empresa que respondió mi mail en el día. Me sorprende: no dice que es imposible ni que no le interesa sino que observa, mide, pregunta, escucha, sugiere, calcula, consulta y me pasa un plan y un presupuesto. No me agradan demasiado los plazos ni el precio pero ¿cuál es la alternativa? Le seño el oneroso trabajo que, espero, esté terminado a fin de mes.
Y en la hipótesis de que esta gente hará la tarea y la hará bien -por favor no me pinchen el globo, gracias- me conforto en la comparación: han sido apenas 10 contactos. Cuando precisé reparar, pulir y plastificar pisos de pinotea trabajé casi un mes sobre un padrón de 25 ó 30 y tuve que cambiar de caballo a mitad del trabajo; cuando tuve que pintar carpintería sufrí a otra veintena de lúmpenes y debí abortar un par de contratos imposibles.
Esos mismos pequeños empresarios, contratistas, explotadores y/o estafadores han de ser los que repiten cual refrán criollo: "En este país no se puede trabajar".
Y, no, no se puede, porque está saturado de gente que no tiene la menor idea de qué manera se les va a largar a llover.

domingo, agosto 13, 2006

Nanas de la guerra

No me gusta conmemorar el Día del Niño ni ningún otro de los que reducen temas complejos a una jornada anual y recetan saludos, regalos, payasos o happy hours. No me gusta reproducir aquí largas citas textuales de lo dicho por otros cuando puedo escribir mis propias palabras aunque menos bellas o mucho peores. Pero no será ésta la primera ni la última vez que haga cosas que no me gustan.
La historia es conocida: tanto la de la guerra civil española cuanto la del poeta republicano Miguel Hernández. Su primer hijo, Manuel Ramón, muere en octubre del 38 antes de cumplir un año de vida. El segundo, Manuel Miguel, nace en enero del 39. Ocho meses más tarde Hernández recibe carta de su mujer donde le confiesa que sólo se están alimentando a pan y cebolla. Esas noticias, esas palabras, le inspiran unos versos que redacta desde una prisión madrileña del fascismo vencedor y titula "Nanas de la cebolla":

La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre./ Escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla,/ hielo negro y escarcha/ grande y redonda.
En la cuna del hambre/ mi niño estaba./ Con sangre de cebolla/ se amamantaba./ Pero tu sangre,/ escarchada de azúcar,/ cebolla y hambre.
Una mujer morena/ resuelta en luna/ se derrama hilo a hilo/ sobre la cuna./ Ríete, niño,/ que te traigo la luna/ cuando es preciso.
Alondra de mi casa,/ ríete mucho./ Es tu risa en tus ojos/ la luz del mundo./ Ríete tanto/ que mi alma al oírte/ bata el espacio.
Tu risa me hace libre,/ me pone alas./ Soledades me quita,/ cárcel me arranca./ Boca que vuela,/ corazón que en tus labios/ relampaguea.
Es tu risa la espada/ más victoriosa,/ vencedor de las flores/ y las alondras./ Rival del sol./ Porvenir de mis huesos/ y de mi amor.
La carne aleteante,/ súbito el párpado,/ el vivir como nunca/ coloreado./ ¡Cuánto jilguero/ se remonta, aletea,/ desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:/ nunca despiertes./ Triste llevo la boca:/ ríete siempre./ Siempre en la cuna,/ defendiendo la risa/ pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,/ tan extendido,/ que tu carne es el cielo/ recién nacido./ ¡Si yo pudiera/ remontarme al origen/ de tu carrera!
Al octavo mes ríes/ con cinco azahares./ Con cinco diminutas/ ferocidades./ Con cinco dientes/ como cinco jazmines/ adolescentes.
Frontera de los besos/ serán mañana,/ cuando en la dentadura/ sientas un arma./ Sientas un fuego/ correr dientes abajo/ buscando el centro.
Vuela niño en la doble/ luna del pecho:/ él, triste de cebolla,/ tú, satisfecho./ No te derrumbes./ No sepas lo que pasa/ ni lo que ocurre.

En este cacareado Día del Niño, nuevas escenas de la misma guerra hambrean, dejan huérfanos, mutilan y asesinan a miles de niños en Líbano, Palestina, Irak, Afganistán y otros alrededores de este maravilloso mundo.
Para ellos, para todos, el recuerdo de esta canción de cuna entonada por un padre encarcelado para su pequeño hijo abandonado en medio de la lluvia.

miércoles, agosto 09, 2006

Los libros de la buena memoria

Dicen que nadie recuerda a quien llega en segundo lugar, y quizás sea cierto. También parece serlo que los grandes recuerdos se producen de a décadas.
El 6 de agosto de 2005 en todo el mundo se habló de Hiroshima, se cumplían 60 años y era una fecha para homenajear. Hace unos días se cumplieron 61 años y ya no es noticiable.
El 9 de agosto de 1945 destruyeron Nagasaky, pero no hubo siquiera homenajes en sus seis décadas. Fueron los segundos, ya no era primicia. Sin embargo Nagasaky pone más al descubierto el plan de EEUU que Hiroshima.
La historia dice que la destrucción de ambas ciudades fue un acto de caridad, ya que de ese modo se evitaron miles de muertes de soldados de ambos bandos. Más se hubieran evitado sin guerra, pero es un pensamiento infantil.
La Historia, para variar, se olvida de la realidad. Usa el mismo criterio con el que hoy Bush dice que Irak fue liberado.
En Hiroshima murieron instantáneamente más de 100 mil habitantes, luego la cifra superó el millón por los efectos de la radiación. En Nagasaky en cambio fue más leve, apenas si murieron unas 75 mil personas, y no se registran más de 500 mil por sus consecuencias directas. La razón es simple, en Hiroshima probaron la bomba de uranio, en cambio en Nagasaky la de plutonio, más benigna.
Dice la Historia cuando se la interroga que Nagasaky fue necesaria porque aún después de la destrucción de Hiroshima los japoneses no se rendían. Pero no responde cuando se le pone enfrente la orden firmada por ese digno antecesor de Bush que fue Truman el 3 de agosto ordenando dos bombardeos, en Hiroshima, Niigata, Nagasaky o Kokura. El perverso bingo que llaman "condiciones favorables" determinó que los habitantes de Niigata y Kokura observasen la masacre desde lejos. Sólo una azarosa cruz en un punto del mapa.
La Historia tampoco responde cuando se le pregunta por qué bombardear ciudades si el plan era sólo mostrar poderío, bastaba con reducir a cenizas una zona deshabitada para que quede claro, pero no era esa la idea sino destruir a todo ser vivo en varios km a la redonda. No lo lograron, las cucarachas sobrevivieron.
También nos dice la Historia que había que vengar el "sorpresivo" ataque al objetivo militar en Pearl Harbour con el asesinato de millones de civiles. Sin ningún simbolismo, el punto exacto de la detonación, a la altura justa para lograr el mayor efecto destructivo, fue una escuela primaria.
Nagasaky se produce cuando la rendición japonesa ya estaba sobre la mesa, como consecuencia no de la bomba atómica sino de los más de un millón de soldados de la URSS de Stalin que ocuparon Manchuria antes del asesinato de esos 75 mil civiles japoneses que pudo evitarse con una palabra.
Nagasaky no fue necesaria para que Hirohito se rindiese, sino para que Stalin dejase de avanzar sobre Europa.
Pasaron 61 años, una ráfaga en parámetros históricos, pasó la Guerra Fría, Corea, Vietnam, Cuba, Mao, las dictaduras en América, la caída del Muro, Malvinas, el Golfo, quedaron atrás Mussolini, Franco, Hitler, Stalin, Roosevelt, Galtieri, Churchill, Thatcher, Sharon...
Hoy la sombra de las masacres de Hiroshima y Nagasaky le da a quienes las produjeron la excusa para continuar sometiendo a ese mundo que los amenaza.
Entretanto para algunos la vida continúa y de diez en diez vamos perfeccionando homenajes. Nadie podrá decir que no tuvimos memoria cuando se largue a llover.

miércoles, agosto 02, 2006

Causas y azares

Cerca de Bucarest un joven ateo comunista observaba a su mujer, una hermosa judía rumana, y a sus hijos. Era la década del 20 y poco después el Partido Comunista sería declarado ilegal, pero él aún no lo sabía, sólo intentaba sobrevivir a la salvaje represión contra las agitaciones campesinas de las que participaba. Decidió entonces cruzar el Atlántico hacia ese extraño país del cual le habían hablado cuyo nombre le sonaba un tanto divertido: Argentina.
En la Orense gallega un joven anarquista y su mujer, gitana y cristiana hasta las lágrimas, discutían acaloradamente el destino de sus dos hijas adolescentes. Ante un futuro incierto y una pobreza cada día más asfixiante su mujer no tuvo más argumentos, tuvieron la lucidez de vislumbrar lo que luego sucedería. Sus hijas se embarcarían hacia el país en el que años antes se habían establecido sus tíos.
Las dos hermanas, de 14 y 15 años, se despidieron sin suponer que jamás volverían a ver a sus padres, viviéndolo como una aventura. Su madre las encomendó a Dios, su padre a sus propias vidas, aferrándose a la idea de que en Argentina, la hija pródiga de España, tendrían un futuro digno. Las adolescentes también desconocían que en ese mismo barco en el cual la tercera clase se apiñaba disputándole lugar a las ratas viajaba un joven pontevedriano que cumpliría 20 años en medio del Atlántico, quien decidió por sí mismo ver de qué se trataba eso de la vida argentina.
Rumana, la hija menor de ateo y judía, decidió irse a vivir sola a los 15 años y convertirse al catolicismo, el cual jamás profesó. Con una vida demasiado liberal para las normas morales de la época conoció a un criollo, descendiente de alguno que tuvo que ver con la fundación de Santiago del Estero y a los pocos meses se casaron. Él se ganaba la vida trabajando en el ferrocarril, ella como maestra. Su único hijo siguió el camino materno, convirtiéndose en uno de los pocos maestros varones de esa época.
La gallega menor, con un carácter digno de su padre y un misticismo materno que mezclaba cruces con lecturas de manos, se encontró por casualidad con aquel joven con el que compartió el viaje sin saberlo. Se casaron en cuanto ella hubo cumplido los 16. Él era empleado en el Jockey Club, en el cual veía reunirse cada día a los ciudadanos VIP. Su hija mayor se recibió de maestra a los 17 años.
Cada mañana tomaban el mismo tren, ella, con sus 17 años, para dar clase en una pequeña escuela en una villa empantanada a 30 km de su casa, él, que prefería viajar sin guardapolvo para evitar miradas extrañadas, para dar las suyas en una del centro de una ciudad a 45 km. Cada mañana se miraban en silencio.
Quizás por haber reunido el valor o porque la proximidad al fin de año lectivo lo hizo comprender que las únicas opciones eran quebrar el silencio o perderse mutuamente, un día él le dijo "hola". Un año después se casaron y tuvieron 3 hijos, dos varones y una niña. Sobrevivieron a la filiación al Partido Socialista de él, a la tendencia radical de ella, al ateísmo acérrimo de él, al catolicismo por tradición de ella, a gobiernos peronistas y dictaduras.
Su hija, ya mujer, observa a su hijo de 12 años mirando por televisión la noche libanesa luego del brutal ataque israelí, en silencio. Él sabe que no es un juego de video, que allí están asesinando y no comprende por qué. Ella lo mira recordando su "sangre", sangre de rumanos, gitanos, criollos, gallegos, comunistas, judíos, ateos, anarquistas, católicos, sangre que pudo tener algo de negra, musulmana o aymara, qué importa, sangre impura, sangre que le permite ser libre, decidir quién ser, no ver la pureza de nadie, sólo quién es, no ver razas ni religiones, sólo individuos y políticas.
Agradeciendo su impureza contuvo la angustia y la impotencia y se sentó frente a su PC para escribir un post antes de la lluvia.