Nanas de la guerra
No me gusta conmemorar el Día del Niño ni ningún otro de los que reducen temas complejos a una jornada anual y recetan saludos, regalos, payasos o happy hours. No me gusta reproducir aquí largas citas textuales de lo dicho por otros cuando puedo escribir mis propias palabras aunque menos bellas o mucho peores. Pero no será ésta la primera ni la última vez que haga cosas que no me gustan.
La historia es conocida: tanto la de la guerra civil española cuanto la del poeta republicano Miguel Hernández. Su primer hijo, Manuel Ramón, muere en octubre del 38 antes de cumplir un año de vida. El segundo, Manuel Miguel, nace en enero del 39. Ocho meses más tarde Hernández recibe carta de su mujer donde le confiesa que sólo se están alimentando a pan y cebolla. Esas noticias, esas palabras, le inspiran unos versos que redacta desde una prisión madrileña del fascismo vencedor y titula "Nanas de la cebolla":
La historia es conocida: tanto la de la guerra civil española cuanto la del poeta republicano Miguel Hernández. Su primer hijo, Manuel Ramón, muere en octubre del 38 antes de cumplir un año de vida. El segundo, Manuel Miguel, nace en enero del 39. Ocho meses más tarde Hernández recibe carta de su mujer donde le confiesa que sólo se están alimentando a pan y cebolla. Esas noticias, esas palabras, le inspiran unos versos que redacta desde una prisión madrileña del fascismo vencedor y titula "Nanas de la cebolla":
La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre./ Escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla,/ hielo negro y escarcha/ grande y redonda.
En la cuna del hambre/ mi niño estaba./ Con sangre de cebolla/ se amamantaba./ Pero tu sangre,/ escarchada de azúcar,/ cebolla y hambre.
Una mujer morena/ resuelta en luna/ se derrama hilo a hilo/ sobre la cuna./ Ríete, niño,/ que te traigo la luna/ cuando es preciso.
Alondra de mi casa,/ ríete mucho./ Es tu risa en tus ojos/ la luz del mundo./ Ríete tanto/ que mi alma al oírte/ bata el espacio.
Tu risa me hace libre,/ me pone alas./ Soledades me quita,/ cárcel me arranca./ Boca que vuela,/ corazón que en tus labios/ relampaguea.
Es tu risa la espada/ más victoriosa,/ vencedor de las flores/ y las alondras./ Rival del sol./ Porvenir de mis huesos/ y de mi amor.
La carne aleteante,/ súbito el párpado,/ el vivir como nunca/ coloreado./ ¡Cuánto jilguero/ se remonta, aletea,/ desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:/ nunca despiertes./ Triste llevo la boca:/ ríete siempre./ Siempre en la cuna,/ defendiendo la risa/ pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,/ tan extendido,/ que tu carne es el cielo/ recién nacido./ ¡Si yo pudiera/ remontarme al origen/ de tu carrera!
Al octavo mes ríes/ con cinco azahares./ Con cinco diminutas/ ferocidades./ Con cinco dientes/ como cinco jazmines/ adolescentes.
Frontera de los besos/ serán mañana,/ cuando en la dentadura/ sientas un arma./ Sientas un fuego/ correr dientes abajo/ buscando el centro.
Vuela niño en la doble/ luna del pecho:/ él, triste de cebolla,/ tú, satisfecho./ No te derrumbes./ No sepas lo que pasa/ ni lo que ocurre.
En este cacareado Día del Niño, nuevas escenas de la misma guerra hambrean, dejan huérfanos, mutilan y asesinan a miles de niños en Líbano, Palestina, Irak, Afganistán y otros alrededores de este maravilloso mundo.
Para ellos, para todos, el recuerdo de esta canción de cuna entonada por un padre encarcelado para su pequeño hijo abandonado en medio de la lluvia.
7 comentarios:
Estas Nanas de la Cebolla se lean las veces que se lean, siempre impresionan, más sabiendo cómo y por qué y cuándo se escribieron. Excelente testimonio de amor al Niño por tu parte cinzcéu.
Abrazos.
¡Grande Miguel Hernández! Y desdichado. Un saludo.
Todos tenemos un niño dentro. El problema es que no sale casi nunca, ni aunque se asfixie.
Vitore: Gracias, pero el mérito y el testimonio es de Hernández.
Emilio: Grande y desdichado... y también niño. Otro saludo.
Maun: En Argentina se ha puesto de moda el Día del Amigo, ¿y eso existe?
Mono: Por algo será que no sale. Como decía mi abuelo: "para lo que hay que ver...".
No deja mucho para decir este poema, lo que se pueda decir ya está dicho, lo demás es indecible. Un beso.
Hace bastante que no andaba por aquí... pero llegar en domingo soleado y leer ese poema ... te deja, como una nube libre en un cielo azul...
Grismar: Casi todo está dicho excepto lo indecible. Otro beso.
Inconclusa: Gracias por la visita y el comentario. Volvé cuando quieras en días soleados o nublados pero antes de la lluvia. Saludos.
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