jueves, diciembre 29, 2005

Las cruces dejaron de llover

Tenía casi 8 años cuando descubrí que algo no era normal en mi vida. Todos mis compañeros de la escuela, el Teatro y el barrio se preparaban para el acto más trascendente de sus vidas: la comunión.
Cada domingo a la mañana recorría el barrio buscándolos, pero estaban en la misa de la Iglesia San José. Todos, excepto yo.
Un día le pregunté a mi mamá por qué yo no, y me respondió un apurado "porque no creemos en eso" y siguió peinándome porque "siempre llegás tarde". Asumí que no creía, pero aún no entendía en qué.
Recurrí entonces a mi padre, quien tenía una marcada tendencia por los largos discursos. Después de escucharlo más de media hora tuve una idea más clara: no creíamos en la Iglesia y él tampoco en Dios pero mi mamá sí, y en lo que yo quisiera creer cuando creciera estaría bien.
Cuando aún no había superado un dígito de vida no entendía la diferencia entre Iglesia y Dios, pero sí había comprendido que alguna debía existir.
Enfrenté por primera vez mi discordancia social: la comunión y posterior fiesta de cada uno de mis amigos. Me pregunté por qué se vestirían de novios/as, y saqué mi conclusión: "se casan con Dios".
Me preparé para lo que sería diferente, ellos accederían a algo que yo desconocía, y asumí que serían mejores (que antes y que yo), pero todo siguió igual. Definitivamente no comprendía.
Cuando alcancé los dos dígitos me dije que ya tenía edad para averiguar por mí misma de qué se trataba, y un domingo a la mañana fui a San José.
Me sentí inmensamente pequeña cuando entré en la iglesia, era un lugar enorme, el silencio se traducía en espacio, la imponente cruz al frente era atemorizante, aquí y allá los vitraux e imágenes de hombres que no sabía quiénes serían pero brillaban destruyeron toda mi seguridad, me sentí culpable por estar allí sabiendo que no creía, así que me propuse creer. Pero no lo logré.
Cuando llegó el cura que ofició la misa la magia terminó, era un hombre bajito, con rostro de cuervo, voz chillona y mirada aburrida.
Me ubiqué cerca del altar observando a mi alrededor para comprender el ritual e imitarlo. Nadie me había advertido que no podía interrumpir al cura cuando daba su sermón.
El hombre empezó a hablar. En un momento mencionó a Adan y Eva, y me sentí un poco mejor, esa parte la sabía, Adán, Eva, la serpiente y la manzana, pero cuando aparecieron Caín, Abel y la hermandad del mundo me confundí. Hice un cálculo mental, estaban el padre, la madre y los dos hermanos, uno mató al otro, y se fueron a otro lugar donde el sobreviviente se casó. Si no se casó con la madre, la serpiente o Dios, algo no cerraba. Como Papá Noel con pieles en verano.
"¿De dónde salió la esposa?" pregunté en voz lo suficientemente alta como para que me escuche. Una mujer vestida de negro a mi lado me dijo un rápido "callate, nena", pero insistí. "¡Señor!" le grité. Me miró con gesto de impaciencia y continuó su sermón.
En mi ignorancia lo llamé "Señor" y no "Padre". Después supe que ahí adentro el único señor era Dios, quizás por eso nadie me respondió. La mujer a mi lado me dijo que no fuera irrespetuosa y no interrumpiera al Padre. Entonces me callé.
Primer pecado: me hice preguntas y pretendí respuestas.
Conseguí una Biblia y me puse a leerla. Mientras tanto iba creciendo.
Ya era adolescente cuando llegué al punto final, de la Biblia y la Iglesia. Pero aún no me decidía por el ateísmo, quería creer en algo, pero no encontraba en qué.
Un timbrazo me puso frente a frente con dos amabilísimas mujeres que me explicaron que estaban allí para traerme La Palabra, y salvarme. Eran Testigos de Jehová.
Las escuché un rato, luego comencé a hacerles preguntas y a oponer sus argumentos con los míos. En un momento una de ellas, la más vieja, me dijo sonriente: "hacés preguntas que yo no puedo responder, tendrías que hablar con alguien que sepa más". De inmediato se apartaron un poco y discutieron las opciones. Volvieron y continuaron: "en este momento el único en la zona que podría darte esas respuestas es Alberto, así que vamos a transmitir tus dudas y vendrá a visitarte una de nuestras predicadoras". "¿Y Alberto?" pregunté sin entender. Con gesto de condescendiente obviedad me explicaron "Alberto es hombre".
Segundo pecado: me relacioné con hombres de igual a igual.
En algún momento la ciudad empezó a llenarse de seres extraños, siempre en pares, impecablemente vestidos, idénticos, con una valijita y un libro en la mano. Eran mormones. No tenía idea de lo que era eso, por lo tanto en cuanto se me acercaron me dispuse a averiguarlo. Estaban misionando, me explicaron que deben hacerlo por dos años en el país al que los envíen. Uno era peruano (un peruano rubio) y el otro de Miami (un miamense rubio). Me hablaron de la presencia de Jesús en América (del Norte, claro), de John Smith, y me preguntaron si me gustaría ver una foto de los Profetas. Cuando me la dieron los miré preguntándome/les si era una joda. Pero no, ese grupo de hombres de impecable traje, como Bill Clintones sonrientes, parecidos a ejecutivos de la General Electric, eran los Profetas modernos. Esos hombres cuidan el alma de los fieles.
Tercer pecado: vi agentes de Bolsa en los Profetas.
Indagué en religiones orientales, alternativas, no ortodoxas. Dejé de enumerar pecados cuando ya llevaba varias decenas, acumulados aquí y allá, esos primeros tres fueron mi cadena perpetua.
Por entonces ya había dejado atrás la adolescencia y mi curiosidad por aquel Dios tan funcional a los hombres. Me asumí como atea con cierta tendencia agnóstica. Ya había visto el poder de la Iglesia, de todas las Iglesias, su soberbia, su fascismo, sus crímenes.
Si acaso existiese algún Dios tengo algo en mi descargo: lo intenté.
No tuve opción, como dijo el Flaco: "las almas repudian todo encierro". Aunque estas nubladas cruces aún no comenzaron a llover.

lunes, diciembre 26, 2005

Blanco sobre negro

En el verano del '47, en un pequeño pueblo austríaco llamado Thal, nace un niño. Su padre ha sido jefe local de la policía, ha adherido al nazismo tras la anexión del '38 y ha revistado como oficial del ejército; su madre es ama de casa. El pequeño Arnold crece en el corazón de una Europa devastada e inyectada por el Plan Marshall. A los 6 años su padre lo lleva a Gratz a ver una exhibición de Johnny Weismüller, viejo campeón olímpico de natación y famosa estrella de Hollywood en la piel de Tarzán de los monos. Quizás maravillado por aquellos galardones y obsesionado por el poder y la gloria, Arnold comienza una precoz carrera deportiva y otra de admiración por el carisma de Adolf Hitler, tal vez al calor de anécdotas paternas. Desde adolescente se dedica con tenacidad al fisicoculturismo y alcanza 7 veces el título de Mr. Olympia, 3 el de Mr. Universe y 1 el de Mr. World. Hacia el '69 su multipremiada musculatura lo conduce a EE.UU. y un año después hace sus primeras armas en la meca del cine mundial. El éxito lo envalentona y confiesa a un cronista que quisiera ser un dictador para que se lo recuerde por siglos. Entretanto, manosea, abusa o amenaza con violar al menos a 15 compañeras de set a lo largo de 30 años. La industria del cine lo hace millonario; las circunstancias políticas y algunos turbios negociados lo llevan a competir por la gobernación de la poderosa California. Frente a las denuncias de acoso sexual hechas públicas en ocasión de la campaña, reconoce haberse portado mal algunas veces, alega haber sido travieso y juguetón y no haber sabido que ofendía a aquellas mujeres: "estoy profundamente arrepentido y pido disculpas", dice. Respecto de algunas opiniones juveniles afirma: "hice declaraciones obscenas y locas y terribles, pero así era yo". Arnold gana la elección y asume el cargo en 2003.

En el invierno del '53, en un hospital público de New Orleans, nace un niño. Su madre es una joven de 17 años a quien le practican una brutal cesárea sin anestesia ya que ese derecho se reserva a los blancos. Nace negro en una ciudad racista y en medio de lo que él mismo llamaría un "ritual de sangre y escalpelos". El pequeño Stanley, para todos Tookie, crece en ese ambiente crudo, hostil y miserable. A los 6 años emigra con su madre a Los Ángeles lo cual no supone un cambio relevante. Hacia el '71 y con escasos 17 años co-funda los Crips, una pandilla con el primitivo fin de autodefensa en la jungla suburbana. Por supuesto, la banda se violenta, delinque y se extiende a toda California. A principios del '79, es asesinado el otro líder de los Crips y Tookie es detenido e imputado por un cuádruple homicidio en ocasión de robo. Tookie niega toda participación en los crímenes pero 2 años después es condenado en un proceso que a pedido de la fiscalía excluye a todo negro del jurado. Se ocultan pruebas relevantes y se atiende a evidencia circunstancial y a testimonios de otros imputados por delitos graves que -según admitió mucho más tarde la Cámara de Apelaciones- pueden haber mentido a cambio de reducir sus propias condenas. Tookie es sentenciado a la pena capital y queda recluido en San Quintín a la espera de su ejecución. No es un preso modelo y tras algunos años y varias reyertas es aislado en una celda de confinamiento. Solitario y final, Tookie piensa, reflexiona y cambia. Inicia un nuevo camino, repudia su pasado violento, reniega de sus propias opciones, escribe 9 libros dirigidos a niños y adolescentes en función educativa y preventiva. Desde la prisión utiliza su mítico liderazgo para intervenir en las guerras de pandillas con una política de antiviolencia. Su experiencia, su trabajo y su prédica alcanzan repercusión mundial y es varias veces nominado para el Premio Nobel de la Paz. En 2005, una institución oficial de los EE.UU. le otorga un galardón reservado a quienes han dedicado más de 4000 horas al servicio voluntario a la comunidad.

Hacia fines del otoño del '05, casi 27 años después de los crímenes que le valieron su sentencia y que siempre negó haber cometido, Tookie es un hombre distinto al joven que ingresó al corredor de la muerte de San Quintín. Millones de voces en todo el mundo claman por su vida: la ejecución depende de que Arnold conmute su pena por la de cadena perpetua. No obstante, Arnold decide que Tookie no está arrepentido, no está reformado, no está redimido y que la ley debe ser aplicada en todo su rigor. Arnold decide que Tookie es el mismo tal vez porque el propio Arnold es el mismo.
Aquel Tookie, este Tookie, todos los Tookies, son asesinados por aquel Arnold, este Arnold, todos los Arnolds, en los primeros minutos del último 13 de diciembre, bajo un cielo oscuro que amenaza largarse a llover.

sábado, diciembre 24, 2005

Una buena noche antes de la lluvia

Alguien siente que honrará una fecha sagrada, que aceptará un mandato social, que será una buena noche, que intentará una buena noche, que la ignorará, que intentará ignorarla, que es una buena excusa para compartir, que no le queda otra que compartir, que está más solo que nunca, que lo rodea demasiada gente, que al fin llegaron, que por fin terminen, que ojalá estuviera allá, que por suerte está acá, que este año es diferente, que todos los años es lo mismo, que una ausencia es insoslayable, que una presencia es insoslayable, que ojalá no llueva esta noche, que lloverá, pero no esta noche.

A cada alguien, felicidades.

martes, diciembre 20, 2005

Fusilados por la Cruz Roja

Odio esas presentaciones de Power Point cargadas de mensajes de autoayuda y metáforas patéticas. Las odio desde su música hasta su texto, pasando por las imágenes de conejos, angelitos y/o rostros felices en playas atardecidas.
Sé que quien las envía suele hacerlo con la mejor intención y afecto, lo que me hace sentir un tanto culpable por este post, pero nada que no mejore con un par de horas de sueño.
Hace unas horas recibí una, cuando la vi en mi mailera me dije "ay", pero cierta estupidez enquistada me llevó a abrirla y leerla de principio a fin. Era especialmente perversa.
Todos sabemos que leer uno de esos PP nos deja un claro mensaje de vida, aprendemos que cuando nos asalta un pensamiento negativo debemos cambiarlo por uno positivo, por lo tanto quitamos de nuestra mente el deseo de eliminar del planeta a quien redactó esa maravilla y corremos a buscar una casa de cambio. Todo depende de nosotros, la vida es bella. Si te va mal, si te deprimís, si quizás sos tan torpe como para preocuparte por algo, es tu culpa.
Este PP que acaba de iluminar mi vida, dejando a un lado su ortografia pésima y sintaxis peor, tiene también la virtud de ser especialmente largo. Cuando parece que va cayendo en la frase final toma aire y ataca de nuevo.
No voy a transcribirlo íntegro, por respeto a quienes lean, y porque sería un post interminable, sólo algunas frases.
La imagen de fondo del texto es un primer plano de una pareja hermosa y feliz (algo así como Meg Ryan y Tom Hanks al final de "Tienes un e-mail") en tonos tostados y negros. En la parte inferior algo que semeja una playa con siluetas negras, quizás queriendo simbolizar la humanidad, pero me recordaron zombis saliendo del cementerio en una película de terror de los 50.
La frase inicial es trascendente: "Dedícale menos tiempo a la limpieza de tu casa, siéntate en la baranda y admira el paisaje". Queriendo ser feliz dejé para lavar los platos otro día y no levanté el cenicero que acababa de tirar. Me asaltó el pensamiento negativo del negro Olmedo, pero de inmediato lo cambié por Kate Winslet en Titanic, hay barandas y barandas.
"No te fijes si hay hierbas dañinas en el jardín". Bien, ya le expliqué al rosal que es por la salud de mi alma. La frase debería continuar: "Fúmatelas", pero es apología del delito, así que dejémoslo así.
"Pasa más tiempo con tu familia y amigos y menos trabajando para extraños". Comprendí entonces el objetivo del sistema, tanto piquetero y desocupado reclamando, y sólo cuidan de la felicidad del pueblo.
"Me di cuenta que la vida es un conjunto de experiencias para ser apreciadas y no sobrevividas". Ahí me confundí, ¿si no sobrevivo cómo aprecio mis experiencias? ¿y si mi experiencia es haber quedado debajo de un Scania debo apreciarla o mejor trato de sobrevivir nomás?
"Ahora ya no guardo casi nada, uso copas de cristal todos los días". Bueno, al menos guarda las copas de cristal.
"Visto ropas nuevas para ir de compras al supermercado si estoy con ganas de vestirlas". Para tener ropas nuevas y compras en el supermercado debería pasar más tiempo trabajando para extraños ¿querrán decirnos que estamos condenados a menos que seamos hijos de Macri?
"Si no estás de acuerdo sé al menos leal, habla lentamente pero piensa con rapidez". O sea, si no estás de acuerdo no disientas porque eso no es leal, la lealtad es decir siempre que sí. Piensa rápido, pero no digas lo que estás pensando porque tenés que hablar despacio y para cuando digas lo que pensás hace por lo menos 15 minutos que estás pensando otra cosa.
"Si alguien te hace una pregunta a la cual no quieras responder sonríe y pregunta ¿por qué quieres saber?". Si no quieren responderte te preguntarán por qué quieres saber por qué quiere saber, lo que mejorará notablemente la comunicación entre todos los que recibieron este PP.
"Lée más libros, mira menos TV, vive una vida buena y honrada". Eso siempre lo tuve claro, si queremos ser buenos y honrados no tenemos que mirar TV, mejor compramos la última edición de "Cien formas de violar una caja fuerte".
"Nunca interrumpas a alguien que te esté demostrando afecto". ¿Nunca? ¿se puede usar como causal de divorcio que no queríamos interrumpir?
"El amor entre dos personas es mayor de que la necesidad que ellos tienen una por la otra". Wow. Esto quiere decir de que el todo es mayor de que la suma de sus partes.
En algo estuve completamente de acuerdo: "no guardes este mensaje si no concuerdas con lo que está escrito", no lo guardé, me resigné a la infelicidad eterna, no tengo la capacidad de apreciar la metáfora, apenas si puedo tratar de sobrevivir antes de que empiece a llover.

viernes, diciembre 16, 2005

Ahora dicen que gana el oficialismo

Visto:

Que Los que acá dicen a propósito de los 2 (dos) meses de existencia del blog han propuesto una consulta entre sus lectores respecto del que pudieren considerar mejor post de cada uno de los que acá dicen en post de fecha 9 del corriente mes y año intitulado "Otro mes antes de la lluvia", y
Considerando:
Que por el presente post y en este mismo acto asumo, de manera provisional y ad referendum de las instancias que la normativa previene, las funciones de autoridad electoral y recontador de votos en conformidad con no sé qué leyes o decretos en los que no creo pero que los hay, los hay,
Que este post resulta autorreferencial de manera molesta y evidente pero que, a su vez, todos los sufragantes y aún los no sufragantes por acción u omisión merecen se contabilice, recuente y haga público el resultado de la referida consulta,
Resuelvo:
Que llegó la hora del escrutinio provisorio y la tendencia indica un claro triunfo del oficialismo y una fuerte dispersión de la oposición. Hay un total de 8 (ocho) votos válidos incluido el de Los que acá dicen, que esto es democracia en serio.

Candidatos a mejor post suscripto por Cinzcéu:
"Algunas cosas inconcebibles": 1 voto (12,5%)
"Father & son": 1 voto (12,5%)
En blanco: 1 voto (12,5%)

Candidatos a mejor post suscripto por Grismar:
"Cuando comenzamos a nacer": 3 votos (37,5%)
"Alicia en el país": 2 votos (25,0%)
En blanco: 1 voto (12,5%)

Alguna mención nula por superposición en la misma categoría y alguna otra ampliada a opciones alternativas, no hacen más que ampliar el espectro de lo gustable u opinable.
Considérese que aquellos que dicen deberse a su público y/o escribir para sus lectores, lo bien que hacen, pero ¿para cuáles de ellos? Supongo que para todos y para ninguno por aquello de que en la variedad está el gusto pero ya me estoy saliendo de la retórica que reclama mi gestión.
Publíquese, archívese (eso lo hace Blogger con un solo click) y agradézcase una vez más a todos (eso lo hago yo: gracias a todos) antes de que se largue a llover.

miércoles, diciembre 14, 2005

Los mutantes del frío/ calor

Cuando yo era chico, en invierno hacía frío y en verano hacía calor.
Durante mi infancia era común que el pasto amaneciera escarchado y que se congelara la superficie del agua en un balde que dormía a la intemperie. Yo no vivía en Alaska sino en un suburbio de la ciudad de Buenos Aires. Como en invierno hacía frío, uno se abrigaba. Mi madre me abrigaba seguramente demasiado: camisetas de algodón y de lana, camisas frisadas, pulóveres, camperas, bufandas y, a veces, una gorra con orejeras. Ahora que lo pienso, casi como si hubiera vivido en Alaska. Pero que hacía frío, hacía frío y en todos lados: en mi casa, en la escuela, en otros pocos lugares que frecuentaba.
En verano, hacía calor y uno se desnudaba hasta donde permitían las buenas maneras y los usos sociales. El mundo climático de mi infancia era claro en términos de temperatura y uno, a grandes rasgos, sabía a qué atenerse. Después vinieron el calentamiento global, el efecto invernadero y el agujero de ozono, ya no se supo cómo carajo salir vestido y pasó a la historia aquello de guardar la ropa de invierno porque pueden darse 35° en noviembre pero volver los 10° ó 12° en mitad de diciembre.
Pero el tema no es la labilidad climática que, en definitiva, tal vez no sea de tal magnitud y a mí me lo parezca porque ahora vivo en el centro, porque con los años cambió mi metabolismo o simplemente porque recordamos lo que nos viene en gana y lo deformamos a nuestro antojo.
El tema es que ese presunto cambio del clima se dio junto a unos maravillosos inventos tecnológicos tales como el aire acondicionado y los equipos frío/ calor que, a su vez, provocaron una mutación de la especie científicamente denominada el ingeniero en refrigeración y calefacción. Y ahí sí que la cagamos porque se ha demostrado una mutación más apta y, por lo tanto, dominante del hábitat y ecosistema del ser humano.
Desde entonces, las exageradas prevenciones de mi madre se volvieron inútiles porque abrigarse para un día de 8° resultó inconveniente para sufrir los 26° de un espacio cerrado en el cual uno debe permanecer -por ejemplo, porque es su oficina de trabajo- y lo mismo cuando en la calle se verifican 36° y dentro del local, a duras penas, se alcanzan unos 18°. Además, esta mutación refrigerante/ caloventora que, como otras, dice no poder hacer nada porque la temperatura depende del "sistema", parece manejarse con los rigores del calendario antes que con la temperatura ambiente. Entonces, si en julio el termómetro sube a 25°, pues estamos en julio y en julio, ¡calefacción! Y si en enero baja a 15°, ¡refrigeración! Y ya no se puede ir al cine en verano porque hay que llevar más abrigo que para conocer Laponia ni en invierno porque uno parece estar cruzando las selvas del Ecuador.
Una opción sería volver a guardar la ropa de invierno pero en la oficina y, luego, la de verano -dejar un short y un par de ojotas para trabajar cómodo durante agosto- pero de todos modos quedaríamos indemnes en otro montón de sitios donde estamos obligados a pasar un rato vestidos para otra ocasión.
Éste es el verdadero cambio climático de nuestra época: el que impulsan los mutantes del frío/ calor que, junto a otras mutaciones aún más peligrosas, van a terminar por hacer llover.

viernes, diciembre 09, 2005

Otro mes antes de la lluvia

Antes de la lluvia cumplió su segundo mes de vida. El tiempo transcurrido suele dejarnos sensación de fugacidad pero no en este caso: más que dos meses parecen cuatro años. Todavía se pregunta qué es un blog pero ya no le importa demasiado la respuesta. De vez en cuando aún llora, berrea y se caga encima pero aprendió a reír, de sí mismo, de nosotros, y a partir de allí, del mundo.
La mayoría de edad no viene sola, viene con el voto. Por lo tanto, decidimos elegir, cada uno de los padres de la criatura, el post del otro que por alguna razón considera el mejor o simplemente el que más le gustó. Según nuestro criterio "Prensa, semántica y colectivos" y "Cuando comenzamos a nacer" se llevan el galardón.
Antes de la lluvia intuye que sus lectores también son mayores de edad y le gustaría conocer sus opiniones en voto no universal, no secreto y no obligatorio.
Gracias a quienes leen, a quienes comentan y a quienes no lo hacen.
Aún queda mucho por decir antes de que empiece a llover.

martes, diciembre 06, 2005

Buscando desesperadamente a Google

Siempre he tenido curiosidad por saber cómo buscan quienes buscan información en internet y no la hallan. Hace un tiempo, alguien precisaba unos datos públicos tales como el nombre del embajador norteamericano en Argentina y los apellidos de los tres máximos dirigentes de la CGT. Me contó que había estado horas buscando en vano. Cuando llegué a mi casa, entré a Google y empleé unos veinte segundos -mi conexión no es muy rápida- entre ambas búsquedas.
Mi pregunta ha comenzado a responderse desde que Antes de la lluvia incorporó el servicio que brinda Ecoestadística el cual, entre otras cosas, permite conocer las cadenas de búsqueda que han conducido a diversos usuarios hasta el blog. Lamentablemente me queda la incógnita respecto del uso de comillas porque me cuesta creer ambos extremos: que ningún usuario las haya utilizado o que toda cadena sea una secuencia entrecomillada. Como era de esperar, hay un poco de todo, como en botica.
En primer lugar, las que considero búsquedas inteligentes y bien diseñadas, que no son pocas. Pueden articular dos términos tales como "vallas móviles", "enseñanza ciencias", "coreografía grupal" o "nicks tristes", optar por una suerte de holofrase como en el caso de "proceso de la lluvia" o "cultura de la imagen" o apelar, con mejores posibilidades, a una mayor acotación como en "doblando la curva creedence", "radio continental sabatino arias" o "romina gaetani en mar de fondo" (a Arias y Gaetani los vuelvo a mencionar porque parece que hay varios que los andan buscando y los quiero confundir un poco).
Después están las búsquedas de un único término. Claro que si el término fuese "Nabucodonosor" o "trinitrotolueno" podría ser más o menos productivo, pero no, el término es "contactos", "alicia", "macizos", "dni", "sexo". Es decir, hay quien abre la página de un buscador, escribe "sexo" en la barra de búsqueda... ¡y le da enter! Acabo de hacer la prueba porque no iba a perderme la experiencia: Google arroja 9.750.000 entradas. Cómo carajo puede llegarse por esa vía hasta este blog, es algo para lo que no tengo hipótesis.
La otra cara de estas búsquedas reticentes son las cadenas extensas y complejas con profusión de artículos, conjunciones y preposiciones. Por ejemplo, "lo positivo y negativo de las migraciones", "ley de mayoria de edad va a bajar de 21 a 18", "traducción de la canción on the corner creedence" o "diario clarin dia 3 de noviembre incidentes en estacion haedo". De allí que en las estadísticas del blog, la palabra más buscada sea "de".
Hay también un fenómeno curioso en "comentar paternalismo en la ley antitabaco", porque ¿a quién se dirige ese verbo?, ¿es una orden al buscador? Puede ser, porque en un sentido próximo, hay quienes le indican al buscador que busque -como si pudiera hacer otra cosa- y escriben, por ejemplo, "buscar reportajes o videos el canillita" o "buscar blogs".
Y hay aparentes poetas o gente que tal vez fuma cosas raras antes de buscar. Así tenemos "caniles soñar", "chat saussure" o "perro de pasto alemán", donde no queda claro si el alemán es el pasto o el perro pero ya se sabe que la poesía admite este tipo de ambigüedades y licencias.
Pero posiblemente el premio a la cadena de búsqueda más extraña haya que otorgarlo al delirante que en lugar de ponerse a estudiar ortografía, pretende hacer llover sobre alumnos y profesores y busca un manual de técnicas en internet: "como hacer llober en la sala de clase". Para colmo viene a parar a este blog antilluvioso por convicción.
Por último, la única de todas las búsquedas que probablemente haya conducido al usuario al sitio preciso que buscaba: "pelotudeces en la web". Sí señor, bingo, es acá, bienvenido, acomódese donde guste y, por favor, ya que está, vigíleme al loco aquél que anda preguntándole al perro de pasto cómo se hace para hacer llover.

domingo, diciembre 04, 2005

Alicia en el país

Cada tanto Alicia viene a visitarme, prepara unos mates y me habla de amores y política. Siempre la escucho en silencio, sé que sólo necesita decir algo.
En el 76 Alicia era adolescente, delegada de su escuela. Había militado en la Juventud Socialista desde que pudo conciliar sus ideales con un partido hasta que la dictadura militar proscribió toda militancia, y aún después.
Aprendió a disimular, a dividir su vida, ocultando su militancia de padres y amigos que no la comprenderían. Se repartió entre noches de rock y porros, y tardes en el local del partido, discutiendo el periódico. Aprendió a escapar de la policía a la salida de un recital y a llevar bolitas y limón a las marchas. "Las bolitas para los caballos y el limón para protegerte de los gases" explicaba cada vez que los mencionaba.
En aquel momento la lucha era un boleto secundario.
Una tarde de septiembre de ese año una conocida le dijo, susurrando: "ayer se llevaron a Víctor, a la noche, de la casa, le encontraron algunos periódicos y libros". Alicia recordó su habitación, en la que en perfecto desorden se mezclaban discos de Spinetta y Yes con textos del partido y Artaud. Pero no llegó a tener miedo. "Se llevaron" significaba que estaba preso, que no era culpable de nada, y que lo liberarían en unos días. Aún era muy adolescente.
En aquel momento, también, conoció a Pablo. Él tocaba la guitarra sentado contra un árbol de la plaza, ella se acercó y se quedó en silencio hasta que la miró interrogante. "Hola, soy Alicia", él bajó la vista, se miró y respondió "yo no". Alicia siempre dijo que se enamoraron en ese momento. Yo siempre pensé que la memoria y la magia se confundieron, pero qué importa.
Su doble vida se complicó un poco más. Desde hacía un tiempo tenía un novio "formal", amigo de amigos y reconocido por la familia. Ahora se ríe cuando recuerda cómo se sentía atrapada por esa relación, sin saber de qué modo cortarla.
Pero el amor es más fuerte.
1978, el mundial, las Madres dando vueltas por la Plaza. Pablo y Alicia ya habían aprendido que "se llevaron" significaba el vacío, la desaparición, la pregunta aún no respondida, aunque no concebían su magnitud. En esos años habían hecho el amor en todas las formas imaginables, en el sexo, la música, la poesía, las discusiones, cada acto, cada palabra y cada silencio, cada abrazo en el que Pablo le aseguraba que estaba a salvo. No había peligro, sabían que los rodeaba una realidad entrelíneas, agujeros negros se abrían de repente en su universo, y alguien ya no estaba, como los muñequitos de Los diez indiecitos de Agatha Christie, así de real, así de irreal. Pero ellos tenían todo resuelto, sus vidas y el mundo, ese mundo que se ahogaba y los necesitaba, eran invencibles, nada podría alterar lo inalterable.
Eran las 4:15 de la madrugada cuando la despertó un sonido absurdo. Tardó unos segundos en comprender que era el teléfono. No llegó a decir "hola" cuando la voz de la madre de Pablo estalló en su conciencia. "Se lo llevaron, andate, voy a buscarlo, lo único que pudo decirnos sin que lo vean fue: llamala". Y ella la llamó.
Diez minutos después Alicia salía de su casa, con un bolsito en el que no sabía qué llevaba, unos pesos en el bolsillo, y rumbo desconocido. Cuando llegó a la esquina vio que pasaban por la opuesta, rumbo su casa. Agradeció que respetasen no ingresar en contramano, o se hubiesen encontrado frente a frente, ella y su bolso y aquel auto verde oscuro sin chapa con cuatro hombres en su interior.
Días después supo que habían llegado pateando puertas, gritando, del único modo que sabían expresarse, como si esos gritos lograsen opacar la cobardía que escondían detrás de sus armas. Sus padres les dijeron que no sabían nada de ella desde hacía días, que creían que se había escapado con el novio.
25 de junio de 1978, final entre Argentina y Holanda, el que no saltaba era un holandés. Alicia sabía que Pablo posiblemente estuviese en la comisaría 1ra, en el centro. Supo que el partido había terminado cuando escuchó el grito, un único grito de miles.
En la calle todos se preparaban para llegar al centro, con sus banderas, su argentinidad y su alegría. Frente a la puerta de lo que había sido su casa desde aquella madrugada se detuvo una camioneta en la cual empezaron a subir vecinos, ese día viajarían gratis al centro. Sin pensarlo se trepó cuando ya estaba en movimiento.
Nunca había visto tanta gente, tanta felicidad, ella sólo quería abrirse paso hasta llegar a la comisaría, sólo para detenerse frente a ella, como si pudiese atravesar las paredes, quizás verlo por algún resquicio. Sabía que era torpe, pero sólo quería estar cerca, poder creer que estaba cerca.
Unos minutos después de observar ese portón se dio cuenta que desde ahí también la veían a ella, uno de los policías de guardia había dejado de agitar su banderita para mirarla con desconfianza. Comprendió que debía irse. Se mezcló en pocos segundos entre los miles de cuerpos que avanzaban hacia no sabía dónde como una única masa. En cuanto pudo se apartó, y se quedó observándolos desde un espacio extrañamente vacío cuando a su lado se detuvo un auto del que bajaron varios muchachos, no mucho más grandes que ella. Uno la miró, le puso una mano en el hombro diciéndole: "¿qué te pasa? ¿qué es esa cara? hoy es un día para festejar". Ella lo miró sin responder. Por un instante él pareció ver algo más, darse cuenta que algo más existía, ver el horror, la impotencia, el dolor sin nombre, y se detuvo, sin dejar de mirarla. Otro de los muchachos retrocedió, lo tomó por un brazo y se lo llevó gritando entre risas: "dejala, debe ser brasilera".
Cada tanto Alicia viene a visitarme, me habla del amor que no dejaron ser, y de política. Siempre la escucho en silencio, sé que sólo necesita sentir por unos instantes que dejó de llover.

viernes, diciembre 02, 2005

Una cierta porteñidad: tango, pampa y pasado

En Buenos Aires hay una vieja fonda que desde hace años funciona como comedor colectivo y espacio de camaradería para turistas de todo el mundo que por unos miserables euros o dólares degustan las mejores carnes e intentan dialogar en idiomas que ninguno maneja pero en algún nivel todos creen comprender. He visto cómo un sordomudo que suele vender sus chucherías mesa a mesa se ha quedado largos minutos haciéndose señas con unos jóvenes que luego explicaron la charla gestual a sus compañeros de velada, mitad en español y mitad en inglés, para que pudieran cazar algo una pareja de daneses y un surcoreano que ya andaban por los postres.
El sitio cuenta con unos camareros solícitos y campechanos, alguno de los cuáles suele gritar intempestivamente breves trozos de canciones, besuquear a los clientes y sacar y hacerse sacar fotografías semejando, antes que un trabajador gastronómico, el personaje esquizoide de un film de los hermanos Marx. Yo de vez en cuando ceno allí porque no me sienta del todo mal hacer parte de esa curiosa filmografía.
Como la fonda se ubica en el centro de San Telmo, ofrece una variada parrilla al carbón y es frecuentada por extranjeros, sus responsables se han visto obligados a porteñizarla y como el asado de tira, los pingüinos de tinto, la cortada de adoquines y el camarero cantarín parecían resultar insuficientes, han pegado una larga serie de imágenes sobre sus paredes mal pintadas. Y como es una larga serie, no sé cuánto podré sintetizar...
a) Los infaltables mapas: uno del territorio nacional y dos de distintos recortes del centro de Buenos Aires.
b) Los íconos del tango: fotos de Edmundo Rivero, Hugo del Carril, Juan D'Arienzo y orquesta, Aníbal Troilo con su bandonéon, Aníbal Troilo con el Polaco Goyeneche, Aníbal Troilo con Astor Piazzolla, Carlos Gardel con su chambergo, Carlos Gardel sin su chambergo y Carlos Gardel.
c) Los afiches del pasado: dos parejas bailando -una a la usanza de los salones pitucos de los años '20 y la otra campera- en una supuesta promoción del tango Imitando, un par de quizás simuladas promociones de películas tangueras -sí, claro, de Gardel-, un cartelito con otra pareja bailando tango dentro de un óvalo rodeado de filetes porteños que reza "Buenos Aires querido", una aparente publicidad de colonia con exactamente la misma pareja pituca de Imitando que esta vez anuncia "Los perfumes de moda del tango".
d) El folklore y la pampa: un banner vertical de reminiscencias didácticas con trajes regionales, instrumentos musicales y más parejas bailando y la ineludible postal de Florencio Molina Campos para los almanaques de Alpargatas, esta vez un jinete criollo domando su bagual y la leyenda "Hijo... 'el país!".
e) Los íconos del cine y la TV: Tita Merello, Luis Sandrini y -colada en el retrato matrimonial- Malvina Pastorino, Tato Bores con Fidel Pintos, el Capitán Piluso con Coquito, Alberto Olmedo con Jorge Porcel, Mingo Tinguitella con Aníbal. Curiosamente, fuera del tango y de la pampa, la porteñidad (y no venga un rosarino en defensa de la rosarinidad de Olmedo) se extiende casi hasta los '80.
f) El retrato de Marilyn Monroe: como la Pastorino, evidentemente desubicada en la escena, pero en este caso sin coartada marital.
g) Las pinturas muy feas: la mayoría ignota en sus horribles marcos dorados y, como quien no viene para nada al caso, una reproducción de Dos niños comiendo melón y uvas de Bartolomé Murillo.
h) La foto del mozo cantor: tantas se habrá sacado que al fin el tipo se ganó en buena ley su lugar en el hall of fame del restorán.
i) La descripción y precio de los platos del día sugeridos por la casa -yo pedí vacío con puré a $ 6.-, la carne tierna pero apenas pasada, el puré un grumo bastante feo- escritos con marcador sobre papel de envolver.
La porteñidad, entonces, levemente anclada en una argentinidad que la contiene, parece tratar básicamente de unas pocas cosas: el tango, la pampa y el pasado.
El tango se toca, se canta, se baila y se filma pero, claro, en el pasado y hoy apenas si se re-produce for export o for report como las re-producciones que pueblan las paredes del bar porque allí lo más antiguo es el atizador del parrillero. La pampa es eso que algunos dicen que una vez llegaba hasta los bordes de la ciudad con sus guapos orilleros de chambergo y pañuelo al cuello, sus facones y sus aperos pero ya se sabe que la gente repite cualquier cosa que le pareció escuchar.
Y el pasado. El pasado es el chirimbolo que -devaluación mediante- se ha puesto de moda ofrecer a la venta, la chuchería devastada o mutilada que a veces no tiene más de 25 años. El pasado es ese relato fragmentario, a veces inverosímil, siempre esquemático que se nos reitera desde la escolaridad primaria y que -dicen- empezó allá por 1810 cuando unos vecinos porteños salieron con paraguas porque se estaba por largar a llover.

miércoles, noviembre 30, 2005

Naturaleza y cultura en la República Cromañón

Hoy por la tarde, 1° de enero de 2005, bajo un sol de fuego, una manifestación más o menos espontánea -con todo lo bueno que "lo espontáneo" de por sí conlleva- reclamó frente a la sede de la Legislatura porteña y a pura puteada la renuncia del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Eran víctimas, familiares de las víctimas, amigos de las víctimas o solidarios con las víctimas del incendio de República Cromañón. "No hacemos política, somos amas de casa" justificaba alguna. Siempre según los medios de información masiva, el Jefe de Gobierno no titubeó y decretó durísimas medidas: prohibió los recitales en lugares cerrados o habitados [sic] y censuró por quince días toda actividad en locales bailables.
En otros lugares, otra gente se reunía por razones elementalmente dolorosas: quería saber si sus familiares desaparecidos estaban muertos o querían velar sus cadáveres en algún lugar, tal vez, de relativa intimidad. En la calle Viamonte y en la calle Guzmán, ante la desesperada y silenciosa espera de la mayoría, un manojo de movileros lograban arrancar demandas y proclamas. Así, algunos reclamaban por un cura que se hiciera presente para oficiar misa, otros por psicólogos y sociólogos, otros por algún miembro del Poder Ejecutivo Nacional, otros por policías y patrulleros. Lo heterogéneo.
Otros, que se presentaban como amigos de familiares de víctimas, desarrollaban una denuncia fríamente argumentada respecto de la ausencia de toda instancia oficial -alguno ofrecía su primer plano en el piso del programa de Mauro Viale- quizás sin tomar en cuenta el trabajo que sin duda han hecho en estos días feriados bomberos, médicos, paramédicos, enfermeros, empleados judiciales, anatomopatólogos y administrativos de más de una repartición pública. El dolor es el dolor y el duelo es duelo, pero la desconfianza en toda proclama a veces permite leer estrategias políticas allí donde se pretende que sólo haya solidaridad y conmiseración. Algunos ya conocemos el discurso incoherente y balbuceante de Blumberg e incluso el patético e histriónico discurso fascista.
Hace dos días el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, dijo que la tragedia se resumía en la irresponsabilidad de permitir el ingreso de más público que el aceptado, la imprudencia de encender bengalas dentro de un lugar cerrado y la negligencia de cerrar las salidas de emergencia. Un eficaz movilero sensibilizado le cuestionó a los gritos que le estuviera echando la culpa a "los chicos". "Los chicos son chicos", le espetó, en un alarde tautológico. Sólo que "los chicos" son todas las víctimas. Aún las de más de 18 años, aún las de más de 21, 30 o 40 años. A veces se hiperboliza y se dice "chiquitos" o "nenes". Algo que ya suponíamos: todos somos chicos, muy chicos, chiquitos, nenes... Es una necesidad.
¿De qué hablamos cuando hablamos? Si hablamos del evidente drama de perder un hijo, si hablamos de perderlo por negligencia criminal, entonces no precisamos que mueran 200: ese drama personal ocurre a diario en la ciudad, en el país, en el mundo. Pero somos cuantitivistas y el 200 -o el 174, el 188, etc.- nos conmueve como nunca nos hemos conmovido.
Entonces, seamos cuantitivistas. Hace apenas una semana el maremoto del Indico mató, dicen, a más de 150 mil personas y dejó a otros 5 millones en riesgo de vida. Hace apenas una semana... Hay miles de familias en Tailandia, Indonesia y Sri Lanka que ya no sufren puesto que ya no existen. Hay pueblos enteros que ya no existen. Un maremoto es "natural" pero las medidas políticas de prevención social son bastante "culturales". Pero no importa: digamos que es un fenómeno "natural".
Estoy persuadido de que el que enciende una bengala en un local cerrado lleno de gente es un estúpido potencialmente criminal. Sinceramente no quisiera compartir espacios con quien defiende que esa mierda es parte de la cultura del fútbol o del rock y, por lo tanto, legítima: lo considero un imbécil peligroso. Ahora, ¿algún sensibilizado en extremo por el lamentable y condenable incendio de República Cromañón ha hecho alguna cuenta de los muertos "evitables" en las Repúblicas de Afganistán e Irak durante los últimos años?
¿Qué decir de quienes arrojan centenares de misiles -no bengalas- sobre Kabul, Bagdad, Mosul, Bassora o Fallujah? ¿Estadísticamente han matado a más o menos de 174, 188 o 150.000? ¿Habrá que calcular el porcentaje sobre la población total y multiplicar por algún factor geográfico, cultural o étnico? ¿Cuántos chicos, chiquitos y nenes habrán muerto aplastados, quemados o mutilados? Y políticamente ¿a quiénes reclamar? ¿A Néstor Kirchner, a Aníbal Ibarra o al Jefe de Guardia del Hospital Ramos Mejía? Y no pretendo defender a ninguno de los tres, pero por favor, cada cosa en su sitio y cada acusación en su lugar.
Omar Chabán: un empresario. Los teórico-prácticos del capitalismo hablan de "riesgo empresario". Cuando el riesgo -ya hace un par de siglos- no consiste en la inversión productiva, porque la vaca está atada al Estado y al Gobierno, deviene imputación criminal individual. El burgués decide atar su vaca y con ella se ata a los vaivenes políticos. En general, zafa; a veces, se jode un par de años en una celda vip. Claro que casi ninguna víctima, casi ningún movilero -que por definición es subhumano-, casi ningún sujeto social -que por definición es gente- comprende esta lógica cerrada que es la de "lo natural".
Como dijo Roland Barthes, allí donde algo se nos presenta como natural es donde más ha trabajado la cultura para naturalizarlo. Y cómo dijo algún otro, la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer. Y hay demasiadas manifestaciones sensibleras, mediáticas, político- vergonzantes, doloridas y estratégicas dándole de comer al chancho.

Hoy se cumplen 11 meses del incendio de República Cromañón. Estas líneas fueron escritas a 48 hs. de la tragedia, cuando las paredes aún no se habían enfriado y decenas de familias ignoraban la suerte de sus hijos. Desde entonces, corrió mucha agua -podrida- bajo el puente. Chabán fue encarcelado, excarcelado y vuelto a encarcelar, Ibarra suspendido y sometido a un oportunista juicio político, unos cuantos funcionarios de gobierno imputados y procesados y algunas víctimas y familiares cortaron para siempre una calle porteña y se apropiaron del espacio público para montar un supuesto santuario de la memoria.
Hubiera preferido equivocarme y que las cosas se hubieran encauzado de otro modo y hacia otro lugar. Y prefiero que definitivamente fracase el trágico pronóstico de que va a llover.

domingo, noviembre 27, 2005

Father & son (& Law)

La nueva ley de mayoría de edad ya está en Diputados, con una apabullante aceptación de la Cámara de Senadores (sólo un voto en contra y 51 a favor). Esta nueva ley determina que la mayoría de edad civil será a los 18 años, y ya no a los 21. Evidentemente cuando a los 18 se les puede dar un arma y mandarlos a combatir, y cuando tienen un enorme porcentaje de incidencia en la elección de quien nos gobierne, que no pudieran decidir cuándo casarse o salir del país sin el consentimiento de mamá y papá era un despropósito y una falta de respeto.
Pero esta ley tiene algunas particularidades, los hombres y mujeres que acceden a su mayoría de edad en una serie de derechos pueden seguir siendo mantenidos por sus padres durante 3 años más, hasta los 21. Y, encima, si deciden estudiar, esos padres extenderán esa obligación hasta los 25. Por supuesto que nadie les pedirá a esos estudiantes que demuestren que están estudiando, y así las instituciones educativas podrán seguir llenándose de quienes sólo concurren para seguir subsidiados.
Tengo un problema de comprensión, no entiendo cómo se puede considerar mayor, adulto, a alguien a quien se le otorgan derechos pero no obligaciones. ¿Qué reciben esos jóvenes a los cuales se les dice "a partir de hoy podés casarte, viajar, sacar créditos, administrar tus bienes, alquilar o comprar propiedades, iniciar negocios y sociedades comerciales, pero eso sí, tus padres te van a seguir bancando"? Seguirás siendo un hijo de mami y papi en cuanto a tu dinero, pero podés hacer lo que quieras con tu vida. Y mamá y papá se verán obligados a bancar tus viajes, tus estudios, tu vida... ¿de qué hablamos?
Algunas voces que apoyan el proyecto son claras. El juez Bossert dice "tienen una independencia de movimiento dentro de las relaciones sociales y económicas que no justifican que estén bajo la guarda y dirección de sus padres". El Director Nacional de la Juventud, Mariano Cascallares, sostiene: "es clave que sean capaces de ejercer sus derechos, de ser dueños de sus vidas".
Leo y digo "sí", pero luego leo un poco más y empiezo a confundirme. No estarán bajo la guarda y dirección de sus padres, perfecto, sólo estarán bajo su manutención. Tienen "independencia dentro de las relaciones económicas", ¿qué significaría? ¿que pueden hacer lo que quieran con la plata que sus padres ganan? ¿qué clase de "dueño de su vida" es aquel que se siente tranquilo de seguir siendo mantenido (pero con derechos de adulto)?. ¿Qué clase de "mensaje" (ya que tanto se habla del mensaje a los jóvenes) se les da cuando se les otorgan plenos derechos sin responsabilidad básica?.
Ya sé, dejarlos sin la protección paterna en cuanto a lo económico implicaría miles de jóvenes en la calle buscando un trabajo que no existe (ésto sostienen los que apoyan el proyecto).
Dejando a un lado que las relaciones entre padres e hijos están signadas por algo más que lo que una ley dispone, si hablamos de adultez, de libertad, de derechos, sin considerar un aspecto fundamental, estamos hablando mal.
Si el aspecto económico en la redacción de la ley está supeditado a una realidad económica debería estarlo en todos sus aspectos. La ley ni siquiera contempla la liberación de los padres en caso de que sus hijos entre los 18 y 21 años tuviesen trabajo, ganasen la lotería o cobrasen una herencia, aún así tienen la obligación de continuar bancándolos (y ellos el derecho a que los banquen y administrar su dinero).
¿Qué pasa con los miles de jóvenes entre los 18 y los 21 que tienen hijos? ¿ese niño estará bajo la guarda de un padre mayor de edad que a su vez está bajo la guarda de un padre mayor de edad? ¿cómo compatibiliza la obligación legal de mantener a ese hijo cuando quien tiene la obligación a su vez tiene el derecho de ser mantenido? ¿la paternidad emancipa a unos y libera a otros?.
Quise conocer un poco la opinión de los beneficiados y recurrí a mis alumnos, un grupo entre 15 y 18 años. La síntesis de esa opinión la encontré en la respuesta de una chica de 17 años: "ésto lo está haciendo gente grande, no sé cómo piensan". Eso me dio un poco de esperanza, al menos muchos de los que aún no son adultos piensan con más responsabilidad. Claro que también estuvo el otro, el que dijo "antes de cumplir 21 me anoto en la facu y zafo 4 años más".
Hasta hoy era común escuchar al adolescente que le decía a sus padres que quería salir y era grande por lo tanto no tenía que dar ninguna explicación, pero antes de salir les pedía plata, y también era un arma común de miles de padres responder que si se consideraban tan adultos se ganasen esa plata. Hoy pueden responderles que la ley los apoya.
Algo no me cierra cuando se les dice a miles que salgan a ejercer sus derechos adultos pero papi les lleva el paraguas por si empieza a llover.

jueves, noviembre 24, 2005

Sólo se trata de vivir

Informa Clarín hoy: "La amenaza de una pandemia / China confirmó un nuevo caso mortal de gripe aviar". Para quienes sólo leen los titulares la noticia puede resultar preocupante. Leyendo el cuerpo de la nota nos enteramos que es el segundo caso mortal registrado, y que hay un tercero, un niño de 8 años, que se recuperó. También nos enteramos que ambas víctimas eran campesinas en contacto directo con aves infectadas. Imagino que deben producirse más muertes en China por tropezar con un huevo de codorniz.
En el diario "El Universal" de Venezuela, la noticia se titula "Dos nuevos casos de gripe aviar aumentan a 26 los casos en China", y también leyendo el cuerpo de la noticia nos enteramos que siguen siendo las mismas dos mujeres granjeras y el niño recuperado, lo de 26 se refiere a que entre los millones de criaderos de aves de ese país, ya se detectó en 26 de ellos casos de la enfermedad en las aves.
Leyendo directamente los informes de la OMS me entero de datos tan curiosos como que esta gripe, conocida hace 100 años, causó 67 víctimas mortales (sumando algún caso que informa al pasar que "se desconoce la razón de la muerte" pero era alguien cercano a aves infectadas), y un número mayor de afectados leves, y, lo más curioso, que hay vacuna contra ella.
El documento de la OMS, plagado de datos de pandemias que causaron millones de muertos, apenas menciona que ésta depende de una posible mutación del virus (algo que no pasó en décadas) y de la falta de prevención sanitaria. Las pandemias siempre se produjeron cuando no existían medios de control ni tratamiento, por lo tanto desde el vamos la comparación está viciada.
Las campañas que nos cuidan la salud (la antitabaco es el exponente más claro de la metodología fascistoide que adoptan) tapan bajo un manto de paternalismo a las miles de víctimas reales de atentados bélicos y no bélicos. Nadie habla del virus del capitalismo que provoca la pandemia del hambre hace siglos, ni de prohibir o hacer lugares especiales para quienes optan por invadir a quienes les conviene, o de obligar a EEUU a darse la vacuna de Kioto.
Ahora nos tenemos que preocupar por hacer dormir a nuestros hijos boca arriba, bajo riesgo de muerte. Hasta hace poco que una madre dejara boca arriba a su bebe era negligencia criminal, todos sabíamos que eso era ponerlo en el terrible riesgo de que nunca despertase. Mañana quizás nos digan que el peligro es hacerlos dormir.
El documento de la OMS nos inunda con tanta enfática certeza de que el virus de la gripe aviar mutará como de que nuestros hijos morirán si duermen boca arriba.
Se gastan varios millones de dólares en investigaciones que derivan en datos tales como que consumir jugo de naranja natural no provee la vitamina C que suponíamos, por lo tanto es necesario comprarla envasada (y no hay que ser tan mal pensado como para sugerir que algunos de esos dólares provengan de algún laboratorio). Una se pregunta cómo sobrevivió la humanidad por tantos milenios.
Vivimos a los saltos, el peligro acecha en la esquina, en un huevo, en un pucho, en la cama, en la mesa, nos convertimos en hipocondríacos mediatizados. "Siembra paranoia y cosecharás sumisos" parece ser hoy más que nunca la consigna. Otra paranoia, más sutil, pero paranoia al fin.
Y mientras nos cuidamos de los pollos y el tabaco no observamos cómo se acerca la lluvia.

lunes, noviembre 21, 2005

Father & son

La primera vez que escuché Father & son fue hace casi veinticinco años. Era invierno, atardecía y yo tomaba un café en un bar semivacío cuyo perímetro vidriado se situaba en medio de una playa desierta, bajo un cielo ceniza y junto a un mar gris. La última vez que la escuché fue anoche, en mi casa, programada por el musicalizador de una radio porteña.
La primera vez aún no sabía que su autor e intérprete era el británico Steven Georgiou, un hijo de griego y sueca que usaba el seudónimo artístico de Cat Stevens y que por entonces ya se había convertido a la fe musulmana y cambiado su nombre a Yusuf Islam. La última vez, sabía muchas cosas, por ejemplo que el año pasado el gobierno de los Estados Unidos desvió un vuelo comercial con destino a Washington, hizo bajar a Stevens/ Islam en el aeropuerto de Bangor y lo fletó de nuevo para Londres. Es, más o menos, como si Uruguay impidiera la entrada de Nito Mestre en nombre de la seguridad nacional.
Father & son es una canción "mínima" como todas las de Stevens: habla de modo sencillo de cosas sencillas mediante una estructura musical sencilla con arreglos sencillos. No obstante, nunca me canso de escucharla. Tal vez por ese sencillo interjuego de las voces -ambas de Stevens en la versión original- del padre y del hijo que por momentos se superponen, cada una hablando de lo suyo a interlocutores distintos.
Ya se sabe lo que opino de las traducciones pero esta vez lo intento -hay un par de versos que no me terminan de cerrar y quizás corrija algún lector con mejor inglés que el mío- porque tengo ganas y porque me lo han pedido.

Father & son
It's not time to make a change,
just relax, take it easy,
you're still young, that's your fault,
there's so much you have to know.
Find a girl, settle down,
if you want you can marry,
Look at me, I am old,
but I'm happy.

I was once like you are now
and I know that it's not easy
to be calm when you've found
something going on.
But take your time, think a lot
why, think of everything you've got.
For you will still be here tomorrow
but your dreams may not.

How can I try to explain,
when I do he turns away again.
It's always been the same,
same old story.
From the moment I could talk
I was ordered to listen.
Now there's a way and I know that I have to go away.
I know I have to go.

It's not time to make a change,
just sit down, take it slowly,
you're still young, that's your fault,
there's so much you have to go through.
Find a girl, settle down,
if you want you can marry.
Look at me, I am old,
but I'm happy.
(Away, away, away, I know I have to make this decision alone, no)

All the times that I cried,
keeping all the things I knew inside.
It's hard, but it's harder
to ignore it.
If they were right, I'd agree,
but it's them you know not me.
Now there's a way and I know that I have to go away.
I know I have to go.
(Stay, stay, stay, why must you go and make this decision alone?)

Padre e hijo
No es momento de hacer cambios,
sólo relajate, tomalo con calma,
todavía sos joven, ése es tu defecto,
hay demasiadas cosas que tenés por conocer.
Encontrá una chica, establecete,
si querés podés casarte.
Mirame a mí, estoy viejo,
pero estoy feliz

Alguna vez fui como vos sos ahora
y sé que no es fácil
quedarse quieto cuando encontraste
algo para seguir.
Pero tomate tu tiempo, pensá mucho
porqué, pensá en todo lo que conseguiste.
Porque mañana aún vas a estar aquí
pero tus sueños puede que no

Qué tengo que hacer para explicarlo,
cuando lo intento, él vuelve a rechazarlo.
Siempre ha sido lo mismo,
la misma vieja historia.
Desde el mismo momento en que pude hablar
se me ordenó que escuchara.
Ahora hay un camino, y sé que tengo que irme.
Lo sé, tengo que irme.

No es momento de hacer cambios,
sólo sentate, tomalo con calma,
todavía sos joven, ése es tu defecto,
hay demasiadas cosas por las que tenés que pasar.
Encontrá una chica, establecete,
si querés podés casarte.
Mirame a mí, estoy viejo,
pero estoy feliz
(Salí, salí, salí, yo sé que tengo que tomar esta decisión solo, no)

Todas las veces que he llorado,
guardándome todas las cosas que sabía.
Es duro, pero es más duro
ignorarlas.
Si ellos tuvieran razón, yo se la daría,
pero sabés que ellos son ellos, no yo.
Ahora hay un camino y sé que tengo que irme.
Lo sé, tengo que irme.
(Pará, pará, pará, ¿por qué tenés que irte y tomar esta decisión solo?)

La primera vez que escuché Father & son, por supuesto, me identifiqué plenamente con el hijo. La última vez, comprendí mejor las razones del padre pero, sobre todo, comprendí que todo argumento parece destinado a robustecer la idea previa del otro, a convencerlo de que tenía y tiene la razón. Paradojas de la comunicación y del camino de una vida que cada cual tiene que recorrer por sí mismo y, en lo posible, antes de que se ponga a llover.

sábado, noviembre 19, 2005

Tira, tira, tira, hermano perro

Desde mi ventana, al otro lado de la calle, se ve una típica casa platense de los 50, con jardín al frente, la antigua cerca de ligustrina convertida (desde que la inseguridad surgió como un ente que acecha en cada esquina) en rejas de dos metros.
Dentro de esos 12 metros cuadrados, dos enormes perros blancos con manchones color hoja de arce en otoño, ladran, y ladran, golpeándose contra las rejas, contra ellos mismos, cada vez que alguien pasa por la vereda, cada vez que escuchan una bocina, sirena, grito, sonido.
Hace 3 años los vi por primera vez, dos hermosos cachorritos blancos, peluches asustados y nerviosos separados de su madre demasiado pronto. Menos de un mes después volví a verlos, encadenados a esas rejas, con cadenas de menos de un metro de libertad.
La imagen de esos cachorros mirándonos con ojos entre tristes e incrédulos con sus cadenas brillantes unidas a collares de cuero demasiado grandes parecía producida para Greenpeace. Pero era la forma de "educarlos" que sus dueños, una pareja de no más de 40 años, concebía.
Poco tiempo después comenzaron a ladrar. Nadie le puso algún límite a sus voces, fue en lo único que fueron libres, y usaron y abusaron de esa libertad.
Crecieron sus cuerpos pero no sus cadenas, cada mañana los llevaban hasta las rejas y allí los dejaban hasta la noche, invierno y verano, sol y lluvia. No pocos hicimos llegar nuestras protestas a sus dueños, pero jamás les importó más allá de sentirse ofendidos.
"Los voy a denunciar" me dijo una tarde una vecina indignada.
Nací con una marcada tendencia "salvemos a Willy" por parte de madre, por lo tanto cuando en mi adolescencia alguien dijo que necesitaban voluntarios para un refugio municipal de perros me ofrecí naturalmente.
El "refugio" era un predio perdido detrás de Petroquímica, en Ensenada, de acceso imposible, unos 200 metros de tierra y pastizal bordeado por enormes eucaliptus que ocultaban de la vista el interior. Allí más de cien perros, una veintena de gatos y una pareja de humanos de unos 70 años intentaban sobrevivir.
Los perros pasaban sus vidas en caniles de ladrillo con techo de chapa. En cada uno de no más de 1 x 2 metros se amontonaban dos o tres animales. Los gatos corrían mejor suerte, caminaban libres entre los caniles, y podíamos descubrir al perro recién llegado porque era el único que les ladraba, los demás los observaban sin interés, el mismo interés con el que lo miraban todo.
La ayuda que necesitaban consistía en limpiar un poco el pasto de los caniles. Cuando llegué casi no podían verse los perros entre esos pastos, con cardos que llegaban hasta los techos. Algo llamado Sociedad Protectora de Animales enviaba una vez al mes un veterinario que los observaba unos minutos, y decidía cuando alguno debía ser sacrificado "por su bien".
"A ése no", me gritó una mañana el humano viejo cuando me acercaba a un canil separado de los demás, en el cual había un ovejero alemán que quizás fuera hermoso debajo de su suciedad y delgadez, "es loco". Me detuve en la puerta y avanzó gruñendo, haciéndome retroceder a pesar de la reja que nos separaba. "Lo criaron para guardia, pero el dueño se murió, dentro de poco le toca a él" explicó. Intenté una protesta, pero el viejo encogiéndose de hombros respondió "eso lo decide la sociedá".
A la semana siguiente el canil estaba vacío, seguramente esperando otro criado para guardia.
"Los voy a denunciar" me dijo una tarde una vecina indignada. Y recordé el refugio. "No, es peor" le respondí "tenemos que pensar otra forma".
La pareja a la cual pertenecían los perros tiene la costumbre de discutir en decibeles muy por encima de los que una pared detiene. Él sale invariablemente dando un portazo, se sube a su auto y se va, mientras ella lo persigue a los gritos por la calle, hasta que se resigna a que ya no puede escucharla, con un criterio de alcance del sonido muy particular, ya que suele seguir gritándole varios minutos después que el auto dobló la esquina. Sus perros, por supuesto, la acompañaban con un coro de ladridos intermitentes.
Esa "otra forma" seguía escapando aunque cada tanto alguien repetía la posibilidad de la denuncia, y el flaco de la esquina, más ejecutivo, informaba que "en cualquier momento se los afano" .
Casi había anochecido cuando el dueño de los perros regresó a su casa luego de una típica pelea. Escuché estacionar el auto y esperé los ladridos, pero no llegaron. Me asomé al mismo tiempo que lo escuchaba gritar, los perros casi en silencio se habían lanzado sobre su dueño violentamente. Logró retroceder lo suficiente como para quedar fuera del alcance de las cadenas. Su mujer salió de la casa gritando desesperada, esta vez con pánico. "No quiero más a estas bestias" gritaba él, "¿qué les hiciste?", gritaba ella. "Yo me los llevo" les dije mientras soltaba las cadenas de la reja y me iba con ellos, que me seguían sin resistencia, pensando cómo haría para hacerlos convivir con mi perra y mi gata. "Dámelos a mí, mi tío tiene campo" escuché a mi espalda. El flaco de la esquina me sacó las cadenas de la mano y con un gesto cómplice desapareció de la vista en pocos minutos.
Nunca supe cuánto tiempo tardó la pareja en darse cuenta de lo que había pasado, sólo supe que dos enormes perros blancos con manchones color hoja de arce en otoño viven en un campo cercano.
Aún ladran, pero ya no les preocupa la lluvia.

miércoles, noviembre 16, 2005

El blog es una opción disponible

Como señala el editorial que inauguró este espacio, la pregunta por qué es un blog, en qué consiste y para qué sirve está a la orden del día. A veces, como en nuestro caso, remite de manera específica a las características de un formato, a los géneros que alberga y a sus modalidades de utilización. Otras veces se enmarca en temas mucho más generales referidos a la comunicación, los vínculos humanos y la virtualidad, término éste del que se hace uso y abuso para explicar(nos) a los más necios que en internet uno no puede besarse, abrazarse ni tocarse. Verdad de perogrullo: uno no puede pero le basta apagar el equipo y salir a la calle para besar, abrazar y tocar al resto de la especie en lugar de sentarse frente al monitor a denunciar y lamentar lo mal que está esa misma situación.
Hace un cuarto de siglo yo tenía escrita una breve serie de poemas que consideraba debía conocer la humanidad. Pasé horas tipeándolos al milímetro en una Lettera 32 de Olivetti no sin antes haber diseñado su secuencia, su puesta en página y su plan de edición. Después dibujé y compuse tapa, contratapa e ilustraciones interiores y salí a buscar presupuesto de fotoduplicación. Después armé uno a uno los ejemplares, fabriqué con un punzón los orificios por los cuales pasar y cerrar a mano cada uno de los ganchos encuadernadores porque carecía de una abrochadora de las dimensiones adecuadas. Después encaré el marketing y la distribución, regalé a amigos y familiares, envié por correo a diversas revistas y coloqué en consignación en varios kioscos de la Avenida Corrientes cuyos canillitas tras un par de meses me decían: "de los cuatro te vendí dos, dejame tres a ver qué pasa". Por entonces un amigo -ayer músico, poeta y albañil; hoy músico, poeta y profesor de Historia- me confesó que era el primer y único libro que había leído completo. Después leí con orgullo una breve y elogiosa reseña de Gloria Guerrero en la revista Hurra: imaginen caricatura en tapa del Flaco y Charly y dentro la Guerrero recomendando que se me lea. Después recuperé los costos, agoté la primera edición e hice una segunda de menor calidad -había aprendido que el fondo negro de la tapa encarecía el proyecto- a pedido de algunos lectores que en algún momento también agoté (sí, la ambigüedad de la sintaxis dice ambas cosas: se agotaron tanto los ejemplares cuanto los lectores; y la polisemia del verbo agotar permite todas las lecturas que se deseen).
Hace años que no escribo poesía aunque la poesía está siempre ahí, acechando todo lo que escriba y con frecuencia lo que no escriba. Seguramente aquel humilde, audaz y balbuceante emprendimiento editorial signó buena parte de lo que fui, de lo que soy y de lo que seré. Ésas, son cosas mías.
La cuestión es que pienso en alguien un cuarto de siglo más joven que yo con inquietudes semejantes a las que yo entonces tenía y veo que hoy tiene dos opciones igualmente respetables:
a) repetir la rutina artesanal de la Lettera -o incluso volver a la pluma de ganso-, la ardua y lenta composición manual, los prolijos orificios a punzón, la distribución postal y/o en kioscos;
b) abrir un blog y echar mano a las nuevas herramientas disponibles.
Un blog es una opción disponible y disponer de una opción jamás puede ser malo: basta pensar lo bueno que sería poder elegir si se larga o no a llover.

domingo, noviembre 13, 2005

Cuando comenzamos a nacer

Cuando cumplí 7 años mis padres decidieron que ya era hora de que estudiase algo más que la escuela con la que acababa de enfrentarme. En solemne ceremonia nos informaron, a mi hermano y a mí, de la decisión y de la libertad de elegir qué era aquello en lo que querríamos invertir parte de nuestra vida.
Mi hermano, más inteligente y práctico, eligió un curso del "idioma del futuro", inglés, un par de horas semanales. Pero por aquella época yo ya había comenzado a soñar, y aún no con serpientes, por lo tanto decidí convertirme en bailarina clásica.
Saber que significaba madrugar inhumanamente todos los días y pasar mis mañanas en el Teatro Argentino, para llegar a mi casa agotada y correr a la escuela hasta las 5 de la tarde no me asustó, era danza, pura magia, la concreción de la fantasía.
Haber pasado aquellos primeros 7 años viendo a mi mamá poner enormes discos de vinilo en un imponente y antiguo mueble de madera que llamaban "combinado", y escuchado a Beethoven, Mozart, Bach, Tchaicovsky, Liszt y demás pudo tener algo que ver con esa decisión, pero es tema para mi psicólogo.
Comprobé de inmediato que no me había equivocado, era pura magia. En aquel primer encuentro mis profesoras se llamaban Yolanda y Tamara, en un momento en el que llamarse así sólo era posible si eras bailarina clásica.
Estudiábamos francés, lo que también era coherente con la fantasía. Ya entonces tenía claro que era el idioma de todo lo romántico que existiese en el universo, quizás haber visto demasiado a Pepe Le Pew tuviera algo que ver, pero no importaba.
El paso de las zapatillas negras de media punta y el traje, también negro, a las zapatillas de punta y equipo rosas, era la sublimación.
Aquellos primeros 3 años vestida de negro veía pasar a las que ostentaban un rosa ruidoso, golpeando en cada paso las puntas de yeso de sus zapatillas en los pasillos altísimos del Teatro y me preguntaba si yo llegaría alguna vez allí. Y llegué, y por única vez en mi vida me vestí de rosa.
El paso del negro al rosa fue desmitificando, aprendí que la competencia era salvaje, que las bambalinas costaban demasiado, que no había piedad con aquellos a los que les resultaba difícil seguir el ritmo, se les informaba que no era para ellos y se cerraba la puerta.
Para entonces yo ya había llegado a la adolescencia, y adolescía, entre otras cosas, de tolerancia. Era la adolescencia rock y Proceso, apenas quedaba un rincón para la magia, la fantasía en aquel momento era la revolución y el Flaco. Pero había llegado al rosa sin poco esfuerzo, y abandonarlo me resultaba complicado.
La noche de gala del aniversario de la ciudad era año tras año la coronación de ese esfuerzo, llegar a interpretar un papel protagónico, no perderse entre la coreografía grupal, era la ambición de todos.
Nora y Mara, compañeras desde el primer año, eran sin duda las mejores bailarinas. Ese año el ballet Giselle era el elegido, y ser Giselle era lo único que importaba. Nadie dudaba que una de ellas sería la que representase ese rol, pero sólo un mes antes del estreno supimos que la elegida como primera bailarina era Nora y Mara sería su suplente, además de ocupar su papel específico.
La noche del estreno llovía, pero el Teatro estaba lleno. Espiar desde atrás del telón era algo que teníamos prohibido y todos hacíamos.
Faltaba media hora para el inicio, adrenalina en el aire, risas nerviosas, profesores dando últimas indicaciones, cada uno absorto en el maquillaje y vestuario, que se guardaba en el teatro, peleando unos pocos espejos, cuando se escucharon gritos y corridas desde y hacia uno de los camarines. Nora sentada en el piso, llorando y tomándose el pie que sangraba, era la imagen de lo imposible, de la catástrofe. Un vidrio dentro de su rosa zapatilla de punta le había producido un profundo corte.
Menos de 10 minutos después Mara estaba vestida de Giselle.
Salí por última vez del Teatro esa noche, sabiendo que siempre vestiría de negro, y empezando a comprender por qué va a llover.

sábado, noviembre 12, 2005

Tu nickname me sabe a hierba

Cuando ingresé a la web interactiva lo primero que llamó mi atención fueron los nick. Según casi todos nick o nickname es sinónimo de apodo, sobrenombre o alias.
Como es costumbre recurrí a la RAE para tener una confusión más ordenada, y allí me aclararon que apodo es el "nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia.", sobrenombre el "nombre que se añade a veces al apellido para distinguir a dos personas que tienen el mismo" o bien "nombre calificativo con que se distingue especialmente a una persona" y alias un "apodo o sobrenombre". Dado que apodo y sobrenombre no significan lo mismo infiero que alias puede usarse indistintamente para uno u otro, o bien que la RAE sigue teniendo problemas de coherencia.
Me quedó claro que nick no es nada de eso. No es un nombre que se le dé a una persona, sino el que la persona elige, no se añade a un apellido (a menos que así lo quiera), no necesariamente califica (aunque en un sentido amplio siempre lo hace), no distingue a una persona especialmente, ni se basa, por lo general, en un defecto corporal, aunque sí en "alguna otra circunstancia" (un canto a la especificidad).
Partiendo de esa ambigüedad definitoria se pueden clasificar los nicks (¿existe "nicks"?) según diferentes parámetros, el más simple es el que se refiere al ámbito en el que se lo usa. No es lo mismo la obligación de elegir un único nick para una cuenta de correo, o una suscripción a una página web, al usado en un chat. Tampoco es el mismo criterio el usado para una cuenta de correo formal que una informal, como no lo es el tratamiento de usted y el voseo. Y dentro del chat no es lo mismo aquel con el que queremos ser identificados, que el usado circunstancialmente. Por lógica hay más cuidado en la elección del nick que permanece, aquel usado sólo alguna vez nos permite "ser" lo que queramos por un rato. Muchas veces se confunden, y así nos topamos con quien ingresa a una sala de chat como "Peperina" y de inmediato informa "soy Claudia". Ser "Claudia" no dice más que el género a quienes no la conozcan, ser "Peperina" dice muchas cosas. Hace un tiempo entré a una sala de chat usando ese nick, y de inmediato alguien dijo "aguante Charly", mientras otro preguntaba "¿sos cordobesa?". Lo que "dice" el nick siempre depende (como lo que dice todo) de quien lo lea.
Cambiar de nick tampoco es necesariamente garantía de no ser "reconocido", ya que si no varía el estilo es posible hacerlo con quien ya se ha leído varias veces. La identidad es una cuestión de reconocimiento. Puedo identificar a mi vecina en su condición de tal por su imagen única, el nick necesita continuidad, pero al mismo tiempo una vez reconocido el estilo se puede cambiar diariamente y ser reconocido a las pocas palabras. Ocultar la identidad en ambos casos requiere un esfuerzo de producción.
Alguna vez leí que el nombre real, el que figura en el DNI, es aquel que nos identifica realmente. Es común que una de las primeras preguntas en un chat (a continuación del "¿de dónde sos? ¿edad?") sea "¿cómo te llamás?". Esa pregunta apunta al nick, no al nombre, ya que la única circunstancia en la que "nos llamamos" es cuando elegimos el nick, el nombre es la elección de otros. También parece que una regla implícita indica que un nombre no puede ser usado como nick. Por mucho tiempo usé como nick "Alejandra", y todos dedujeron que ese debe necesariamente ser mi nombre "real", aunque sólo se refiera mi admiración por Alejandra Pizarnik.
Ahí se establece otro parámetro, los que eligen un nick basado en su nombre real, y quienes lo hacen marcando "alguna otra circunstancia". Supongo que algún psicologista puede hacer todo un análisis de esa elección. Dejando a un lado los que usan una aproximación al DNI, el resto suele ser muy significativo.
Los nick-descripción, aquellos que apuntan a un rasgo que la persona tiene (o quiere tener o destacar), abundan en las salas de chat, pero no tanto en los nicks permanentes con un criterio más burocrático (como una cuenta o una suscripción). Obviamente no dice lo mismo un "morocha35", un "morocha_infartante" o un "morocha_dulce", aunque todos refieren a una imagen el número suele ser una cuestión práctica, se evita el insufrible ¿edad? y posiciona; "infartante" o "dulce" también posicionan, pero en otro lugar.
El nick es el vestido, hay quienes pasan horas "vistiéndose", y quienes dicen "me puse lo primero que encontré". Por lo general quienes juegan con fonemas y grafemas en un nick son personas con una relación fluida e íntima con el lenguaje, y quienes usan un nick-informativo (tipo: "casado_tucumano_42") no muy amantes de la retórica.
Un caso aparte es el nick del MSN o cualquier messenger, básicamente porque las relaciones son acotadas, cuasipermanentes. Allí aparece el nick-mensaje, que puede ir desde un "aprobé", hasta un "si pensás que me importa estás loco", y suele obligarnos a recurrir al nombre de la cuenta de correo para saber quién es. Desde la ventanita del messenger podemos seguir la historia de uno o varios de nuestros contactos, hasta extremos de ver que "chatean" desde los nicks.
El nick deja de ser un nombre para convertirse en un enunciado, y a veces en un nick-graffiti, nadie es "aguante estudiantes", o "violencia es mentir", sólo puede ser "el pincha" o "ricotera", y mucho menos es "maten a Bush" o "arde París" (no "es" pero define).
El nick-mensaje aparece a veces en salas de chat, pero en otro sentido, es un nick-informativo de alguna circunstancia especial que describe estados de ánimo, fechas, etc. ("estoy_triste", "hoy_es_mi_cumple", etc.) y suele tener como único objetivo que los presentes en la sala hablen de lo que quien eligió ese nick quiso que hablasen, mera cuestión de protagonismo.
El nick permite tener un nombre con significado, jugar con el significante, enunciar, abre otra forma de comunicación, con las mismas posibilidades y complicaciones. Atenta contra su libertad la obligatoriedad de ser único, casi todos los que alguna vez sacamos cuentas de MSN sabemos que podemos pasar horas hasta encontrar un nombre de usuario libre, y obliga a indeseables guiones, números y demás. El nick del comentarista en un blog parece tender a cierta permanencia y reconocimiento, quizás por una cuestión práctica de interlinkeos, o porque el comentario-opinión es cualitativamente más valorado que la charla, y queremos dejar claro quien somos.
No es lo mismo ser Grismar que Antes de la lluvia.

viernes, noviembre 11, 2005

Traducciones, translations, traductions y traslaciones

Toda traducción es imposible o al menos eso creo después de muchos años de pensar y estudiar el problema. Ya se ha dicho "traduttore, tradittore" y considero que es rigurosamente cierto. La dificultad es irresoluble y voy a aportar un único ejemplo sencillo.
En inglés son habituales las locuciones "it makes sense" y "what means?". Si optamos por su traducción literal al castellano -al menos en su versión rioplatense- sonaría levemente rebuscado: "hace sentido" y "¿qué significa?". En el habla cotidiana de estos lares se suele decir: "tiene sentido" y "¿qué quiere decir?".
Pero si elegimos el respeto al tono coloquial, caemos en cierta necedad propia de nuestro español que no está en el inglés, según la cual los textos no sólo tienen algo -sentido- sino que, para colmo, quieren algo -decir-, componentes ausentes en el claramente productivo "makes" y en el netamente semiótico "means".
Pero a veces hay que asumir la traición e intentar la traducción: es el modo a través del cual los hispanohablantes hemos podido leer a -¿habremos leído a?- Sófocles, Ovidio, Mahoma, Alighieri, Shakespeare, Voltaire, Darwin, Saussure, Marx o Freud.
Otra cosa es la deriva humorística. Circulaba por ahí una cadena de chistes bilingües, uno de los cuales traducía la figura lunfarda "poniendo estaba la gansa" (= pagá lo que estás debiendo) por un literal y absurdo "putting was the goose".
¿Que adónde voy? Acá: mis padres han comprado hace muchos años en un todo por dos pesos un objeto por completo prescindible. Se trata de un pedazo de vidrio que sirve como tabla de cortar y también como posafuentes y está fabricado y embalado por unos laboriosos chinos. Claro, una cosa es producir millones de tablitas vítreas y otra manejar con fluidez cierta cantidad de idiomas. La cosa es que el envase bilingüe del artefacto dice literalmente:

TEMPERED GLASS CUTTING BOARD/ TAJADERO DE CRISTAL TERPLADO
Wear proof/ Gastos aprovados
Odor resistant/ Oror resistible
Heat resistant/ Calor resistible
Scratch resistant/ Aranazo resistible
Dishwasher available/ Disponible a labaplatos
The pattern and color can be changed according to the requirement of the customers/ La patron se puede cambiar dependiendo al requerimiento de clientes
The chopping board that's also a very attractive surface protector/ El tajadero es también con un superficie protectivo muy atractivo
It's heat, scratch & odor resistant, hygienic too!/ Es calor, araiñazo y odor resistible, tambjen higienico!
Made of toughened glass, it's virtually unbreakable/ Hecho por cristal endurecido, practicamente es irrompible
Also superb for hot & cold items on the dining table/ Tambien sirve esplendidamente para comida caliente o fria sobre la mesa

What sign bottom say next coming flower rain/ Lo quien suscribe aviso que proximo largarase flor llober.

miércoles, noviembre 09, 2005

Un mes antes de la lluvia

Antes de la lluvia acaba de cumplir un mes. Se comprenderá que con tan corta edad aún no haga ninguna maravilla. Hay que tener paciencia. Por ahora, mayormente, llora, berrea y se caga encima. Y poco a poco aprende a sonreir.
Sus lectores más callados podrían aprovechar la efemérides para pasar a saludar. La criatura aún no podrá distinguir entre unos y otros pero, como tiene su oído bien desarrollado, ampliará su mapa de voces amigas que ya aprendió a modelar con las de tantos buenos comentadores.
Así que, como buenos tíos y tías, pueden pasar y decirle algo. Eso sí: pasen y cierren la puerta; está un poco destemplado y hay quienes dicen que está por largarse a llover.

martes, noviembre 08, 2005

Para una crítica de la "cultura de la imagen" desde la lectoescritura

Todos opinan. La mayoría tiende a opinar en el mismo sentido impuesto por la moda, definida como corrección política de época en algún ámbito más o menos acotado. Que el verdulero opine sobre geopolítica y migraciones, el médico sobre pedagogía de las ciencias sociales y el canillita sobre estrategias de negociación financiera, es legítimo y de lo más normal. Todos opinamos.
El problema es cuando la opinión común, la purísima doxa, el saber de café se infiltra, se consolida y se aquerencia en el campo de la ciencia y cristaliza en falsa episteme ratificada por pila de libros cuyos autores han perdido la cuenta de cuántos masters, doctorados y honoris causa han cosechado en las academias del planeta.
Hay un área mal delimitada que se disputan casi todas las disciplinas y se denomina comunicación. Ahí cabe todo. En ese terreno -que es como esas absurdas, infantiles e ilimitadas canchas de fútbol que se continúan sobre los coches estacionados, los jardines y garages vecinos e incluso detrás de los inciertos arcos- capean una serie de opiniones que quiero discutir.
1- Vivimos en la era, civilización o cultura de la imagen. Como esta opinión, se explicite o no, es crítica, los malos ejemplos siempre son la TV, la publicidad, los videogames, internet; nunca el cine, las artes plásticas, la prensa gráfica. Entonces, presumo, se está hablando sin rigor, desde un lugar oportunista y se está hablando de gato por liebre. La TV siempre fue, sobre todo, nueva mediatización de la palabra: entrevistas, reportajes, relatos verbales, debates y polémicas. A esto se ha sumado, de manera creciente, la palabra escrita: es difícil no encontrar trazados gráficos en una pantalla televisiva y, a veces, la constituyen casi por completo. La publicidad no es un soporte ni un medio ni un lenguaje ni un género y reducirla a la imagen es tan ridículo como hacerlo con el periodismo, la ciencia o la política. Los videogames no pueden ser subsumidos lisa y llanamente a la imagen: hay decenas o cientos de tipos, algunos de una enorme complejidad y variedad de lenguajes. Internet es básicamente mediatización de la palabra escrita; quien como analista se detenga sólo a observar sus imágenes fijas y/o móviles -que las hay, claro- para caracterizar el fenómeno no merece mayor respeto que otro que sostuviera que los libros sólo consisten en su arte de tapa o en su mancha tipográfica.
2- Hoy en día la juventud (a veces: la gente) ya no lee. Otra opinión liviana y tontamente crítica que no se sabe qué momento histórico y cultural toma como punto de comparación y oposición. Basta observar estadísticas de alfabetismo o leer cualquier manual de historia para intuir que esa premisa no puede ser muy sólida. Jamás se ha leído tanto como hoy y jamás la vida urbana -jamás tal proporción de la humanidad vivió en ciudades- implicó la actual exposición a la lectura y la actual necesidad de lectura. Señores, sean medianamente serios: nunca jamás la humanidad leyó tanto como hoy.
3- Los chicos de hoy aprenden de un modo visual y audiovisual. Falso: no aprenden un carajo, excepto si su familia y su entorno social los orientan e impulsan a aprender... siempre con la mediación de la lectoescritura. La escuela pública, gratuita y obligatoria es un invento del siglo XIX y su objetivo -como bien comprendieron nuestros abuelos- fue enseñar a leer, escribir y sacar cuentas. Poco, pero valorable para su momento histórico y defendible aún hoy. La contrapedagogía que afirma que hoy los chicos aprenden visualmente (?) y que tienen otros mecanismos de pensamiento es una teoría de la claudicación. Si la escuela fuera a fomentar la visualización -aún por definir, claro- y no la lectoescritura, yo propondría derivar todo su presupuesto hacia la clínica oftalmológica. El ser humano -y otros varios seres- aprende de un modo visual y audiovisual desde hace cientos de miles de años: así que no jodan con novedosas teorías sobre pedagogía y no vengan a descubrir lo que ya sabemos que hacen perros y gatos.
4- Los jóvenes están alfabetizados pero en las nuevas tecnologías. Esta pavada significa que un joven opera un navegador o chatea con mayor soltura que un viejo. También es falso: mejor se desempeña en la web quien mejor lectoescritura maneja y más abierto tiene el pensamiento, más allá de su edad. Cuanto menos comprende un sujeto un discurso cualquiera -y doy fe: tengo datos- menos capacitado está para operar en la web. Buscar y encontrar en la web implica un saber basado en la lectoescritura. Otra cosa es apretar cuatro teclas como un mono pero hablo de comprender, pensar, operar, descubrir y descartar.
5- Debemos cambiar los contenidos y el modo de la enseñanza. No, de ninguna manera, debemos enseñar lo único que siempre debimos enseñar: lectoescritura desde el punto de vista de los procesos de producción de sentido, herramientas válidas para leer, escribir y pensar, incertidumbre en términos de saberes frágiles que merecen y reclaman el compromiso del sujeto del (no) saber.
O nada. O implosionar el sistema educativo desde la base para darle alguna mínima oportunidad a las generaciones venideras antes de que, definitivamente, se largue a llover.

sábado, noviembre 05, 2005

All of my love

Desde siempre los celos han sido hijos mimados de la narrativa, no importa el género, en algún momento aparecen como causales de grandes catástrofes, uniones, desuniones, introspectivas varias y diálogos esclarecedores.
La psicología les dedica incontables horas de investigación y toneladas de papel con conclusiones, la filosofía los toca de refilón, se los emparenta-diferencia con el amor, envidia, identidad, seguridad, cada uno desde su categoría, celos amorosos, profesionales, familiares, nacionales.
Los celos que no son el celo. Los celos se identifican como algo negativo, el celo es positivo. Ser celoso es malo, pero todos decimos que sentir celos es natural, ni siquiera es privilegio humano, el resto de los animales también lo sienten. Y como con cualquier sentimiento o sensación, lo importante es lo que hagamos con ellos.
Siempre me llamó la atención que la simple explicación de actuar por celos justificase casi todo, y que la respuesta de quien recibe esa acción no tenga relevancia. Pero sin duda esa interacción define relaciones.
La dosis de gataflorismo en la apreciación del celo del otro es significativa, si siente celos me quiere, si me cela no me lo banco, y bajo esa ambigua consigna se abre todo un abanico que va desde el provocar los celos del otro para lograr ¿atención? hasta 113 puñaladas.
Domingo. 3:15 p.m. Sentada en la raíz del ombú de Parque Saavedra me debatía entre terminar de leer un bodrio pseudointelectual, uno de esos textos plagados de lugares comunes con aires de revelaciones basadas en el uso constante de términos "eruditos" (como diría alguien por ahí, una abstracción pedorra) o cerrarlo y convencerme a mí misma de mi derecho a opinar así aún sin haberlo terminado. Decidí que tenía derecho y que era mejor el sol que esa suerte de Bucay místico con el que me había topado.
Una musiquita estridente atrajo mi atención, y descubrí que provenía del celular de una chica de unos 25 años que se acercaba rápidamente.
"Hola, sí, estoy yendo" respondió disminuyendo apenas la velocidad. De repente se detiene y levanta la voz "¿no ves que sos un boludo? te digo que ya llego, estoy en el parque". Levantándola aún más, y definitivamente quieta a pocos pasos de mí, continúa "estoy sola ¿no me creés? te digo que estoy sola, boludo".
Escucha unos segundos, de pronto extiende el teléfono hacia mí al mejor estilo notero de Crónica y me grita (innecesariamente, ya que estábamos demasiado cerca): "flaca ¿con quién estoy?".
"Ahora parece que conmigo" respondo sin el menor interés en ser escuchada por nadie más que ella. "¿Viste?...es una mina que está acá...qué sé yo quién es, boludo".
Mi primer impulso de alejarme de su historia cedió paso a la curiosidad, y me quedé mirándola abiertamente. Ella me había involucrado, que se hiciera cargo de mi presencia. No pareció inmutarse sino lo contrario, me hizo cómplice con una serie de gestos de fastidio mientras escuchaba lo que parecía ser un largo discurso.
"¿Y yo qué culpa tengo? si no soy yo la que te miente...bueno...sí...voy por 66, salí a buscarme si querés" dijo con una mezcla de resignación y ansiedad.
Apagó el celular y miró el cielo que comenzaba a nublarse mientras decía "me tiene harta, ahora llego y se pudre todo". "¿Tu novio?" pregunté sin interés en la respuesta, que di por segura.
"No, mi papá" respondió sin el menor indicio de ironía mientras guardaba el teléfono y retomaba el paso rápido antes de que empezara a llover.

viernes, noviembre 04, 2005

Sabatino Arias, un pelotudo insoportable

Tras la censura inexplicada e inexplicable de Blogger, se ofrece una alternativa de acceso al artículo original y a su más de un centenar de comentarios. Hay muchas otras vías de lectura si sólo se hace variar la extensión de dominio del país.

http://antesdelalluvia.blogspot.mx/2005/11/sabatino-arias-un-pelotudo.html

Y por supuesto que el falso artículo "La entrada no está disponible." no debería llevar mi firma que, insólitamente, Blogger ha dejado.

Sabatino Arias: un pelotudo insoportable

George W. Bush, esa estúpida marioneta (Grismar; "Encuentro con el diablo" en este mismo volumen), esa basura humana (creo que es una injusta exageración... ¿por qué humana?) según declaró ayer Diego Maradona a medios periodísticos, ya está alojado en suelo marplatense.
Aunque sé que no resolvería ninguna cuestión política, festejaría alborozado que -boludeando por la Rambla y sonriendo a algún fotógrafo- muriera aplastado por uno de esos macizos lobos marinos que son orgullo nacional. Una tontería, lo sé, pero al fin de cuentas el lobo habría caído menos al pedo que la igualmente famosa piedra movediza de Tandil.
La cosa es que yo, políticamente incorrecto y derivante por naturaleza, en vez de putear contra Bush quiero putear contra Sabatino Arias, un perejil que casi nadie conoce, infinitamente menos nocivo, pero que a mí hace tiempo me tiene muy infladas las paciencias.
Arias es un tipo que se supone enólogo, somelier y no sé cuántas cosas más. Dice dictar cursos en el Sheraton Hotel -yo también puedo decir muchas cosas- y tiene un sitio web que no recomiendo visitar porque está en construcción y más o menos en el mismo estado de avance que la Ciudad Deportiva de Boca en los '70. Tiene también un programa en Radio Continental a las cero horas de los lunes que -como además se asume pícaro- ha titulado El primero de la semana: he girado el dial con desesperación cada vez que, por error, encendí la radio a esa hora así que no puedo hacer su crítica. Ni querría hacerla.
El problema es que este sujeto tiene algo más en esa misma emisora, algo -una cosa- que me cuesta clasificar en términos de géneros e incluso de formatos. No es un aviso porque los avisos son muchísimo más breves; no es un micro porque los micros suponen alguna novedad. Cuando en todo momento del día, muchas veces por día, durante demasiados años, irrumpen unos mismos -no más de tres o cuatro- textos grabados que se extienden a lo largo de imbancables minutos no se trata de un aviso ni de un micro sino de una condena.
¿Y qué dice? Pelotudeces, pelotudeces en estado de pura pelotudez. Si hablara de vinos, vaya y pase. Pero no, la juega de antropólogo, psicólogo, sociólogo e historiador con una pertinencia menor que la del borracho que sigue opinando -y con una mucho mayor certeza- después de la cuarta o quinta ginebra. Por ejemplo, dice que un día, por azar o error, un trozo de carne cayó sobre el fuego y así el hombre descubrió el asado y después, no se entiende cómo, terminó bebiendo un tinto. También da consejos acerca de cómo introducir a la mujer en el consumo de vino y baja línea político- gastronómica en contra de la ingesta de postres. Cosas así.
Todo esto desde una enunciación de sabelotodo, un tono de "escuchame bien porque soy culto y te puedo explicar el mundo" que deja suelta la hilacha de una chatura monumental. Y de fondo una musiquita instrumental que suena como Richard Clyderman en una fiesta de 15 cuando ya sólo quedan unos pocos familiares adormilados en los rincones. Y siempre cierra con su frase de cabecera: "y que vuelen los ángeles". Hace años que me pregunto qué quiere decir y qué relación guarda con el resto del bodrio que la incluye.
En definitiva, un pelotudo insoportable que se ha creído firmemente aquello de que repetir una misma pavada durante años -¡puta si se lo tomó en serio!- produce algún efecto en el condenado escucha.
Sí, Arias, lo produce, lo confirmo, lo suscribo: ahora, por favor, callate...
Y yo, ¿por qué sigo sufriendo a este boludo sabiendo lo que va a llover?

jueves, noviembre 03, 2005

Encuentro con el diablo

Bush llegó, no es una primicia, pero llegó.
Hace un rato las cámaras de TN vislumbraron en la noche la silueta de un avión que fue por larguísimos minutos, que el experimentado notero supo llenar con comentarios tan vacíos como ingeniosos, un supuesto avión gemelo que distraería la atención, para convertirse luego en el auténtico Air Force USA ONE.
Mientras el avión aún carreteaba por la pista todos los medios de aire y varios de cable cortaron sus programaciones para enfocarse en el hecho más trascendente del día, el instante en el que la estúpida marioneta pisara suelo argentino.
Canal 13-TN informaban en su zócalo: "Bush, acá" (¿está en casa?). Telefé mostraba un austero: "Bush arribó a la Argentina", en América se leía un contundente: "llegó Bush", Crónica advertía: "Bush ya está en el país", Canal 9 rezaba: "George W. Bush llegó al país", y el canal oficial anunciaba un resignado: "Ya llegó Bush".
Mientras seguían sus pasos hacia el Sheraton Hotel, la constante en todos los canales fue nombrar "Bush" (escuchar muchas veces seguidas bush suena a onomatopeya para "fuera, perro"), aunque no Canal 9, que repitió más de 15 veces en menos de 3 minutos "el presidente de los Estados Unidos".
No hubo atentado, nadie se inmoló, Bush llegó al hotel y ya no había qué decir, por lo tanto casi todos volvieron a sus programas, excepto TN, que repitió, fiel a su estilo, unas 5 veces seguidas el momento del arribo, Canal 9 que nos obsequió una serie de detalles que hacen al quehacer nacional, como el color de las paredes de la habitación que ocuparía en el hotel, y Canal 7, el cual sorpresivamente finalizó la transmisión en vivo desde Mar del Plata para pasar al video de los cubanos Hoyo colorao, "Di que no" (tema antibush como pocos).
El tren de la anticumbre llegará recién al amanecer, hasta ese momento los medios deberán inventar el modo de mantener la expectativa. Aunque no sea tan simple, como lo reflejó el gesto de Mario Mazzone cuando la comitiva presidencial ingresó al Sheraton al decir: "Y bue, ya llegó, sigamos ahora con la actualidad".
Que no se desesperen, pronto lloverá.