miércoles, diciembre 14, 2005

Los mutantes del frío/ calor

Cuando yo era chico, en invierno hacía frío y en verano hacía calor.
Durante mi infancia era común que el pasto amaneciera escarchado y que se congelara la superficie del agua en un balde que dormía a la intemperie. Yo no vivía en Alaska sino en un suburbio de la ciudad de Buenos Aires. Como en invierno hacía frío, uno se abrigaba. Mi madre me abrigaba seguramente demasiado: camisetas de algodón y de lana, camisas frisadas, pulóveres, camperas, bufandas y, a veces, una gorra con orejeras. Ahora que lo pienso, casi como si hubiera vivido en Alaska. Pero que hacía frío, hacía frío y en todos lados: en mi casa, en la escuela, en otros pocos lugares que frecuentaba.
En verano, hacía calor y uno se desnudaba hasta donde permitían las buenas maneras y los usos sociales. El mundo climático de mi infancia era claro en términos de temperatura y uno, a grandes rasgos, sabía a qué atenerse. Después vinieron el calentamiento global, el efecto invernadero y el agujero de ozono, ya no se supo cómo carajo salir vestido y pasó a la historia aquello de guardar la ropa de invierno porque pueden darse 35° en noviembre pero volver los 10° ó 12° en mitad de diciembre.
Pero el tema no es la labilidad climática que, en definitiva, tal vez no sea de tal magnitud y a mí me lo parezca porque ahora vivo en el centro, porque con los años cambió mi metabolismo o simplemente porque recordamos lo que nos viene en gana y lo deformamos a nuestro antojo.
El tema es que ese presunto cambio del clima se dio junto a unos maravillosos inventos tecnológicos tales como el aire acondicionado y los equipos frío/ calor que, a su vez, provocaron una mutación de la especie científicamente denominada el ingeniero en refrigeración y calefacción. Y ahí sí que la cagamos porque se ha demostrado una mutación más apta y, por lo tanto, dominante del hábitat y ecosistema del ser humano.
Desde entonces, las exageradas prevenciones de mi madre se volvieron inútiles porque abrigarse para un día de 8° resultó inconveniente para sufrir los 26° de un espacio cerrado en el cual uno debe permanecer -por ejemplo, porque es su oficina de trabajo- y lo mismo cuando en la calle se verifican 36° y dentro del local, a duras penas, se alcanzan unos 18°. Además, esta mutación refrigerante/ caloventora que, como otras, dice no poder hacer nada porque la temperatura depende del "sistema", parece manejarse con los rigores del calendario antes que con la temperatura ambiente. Entonces, si en julio el termómetro sube a 25°, pues estamos en julio y en julio, ¡calefacción! Y si en enero baja a 15°, ¡refrigeración! Y ya no se puede ir al cine en verano porque hay que llevar más abrigo que para conocer Laponia ni en invierno porque uno parece estar cruzando las selvas del Ecuador.
Una opción sería volver a guardar la ropa de invierno pero en la oficina y, luego, la de verano -dejar un short y un par de ojotas para trabajar cómodo durante agosto- pero de todos modos quedaríamos indemnes en otro montón de sitios donde estamos obligados a pasar un rato vestidos para otra ocasión.
Éste es el verdadero cambio climático de nuestra época: el que impulsan los mutantes del frío/ calor que, junto a otras mutaciones aún más peligrosas, van a terminar por hacer llover.

14 comentarios:

1+

Ya dejé de discutir (porque descubrí que es inútil) con la gente que acondiciona los ambientes públicos, como mi lugar de trabajo, a menor temperatura en verano que en invierno. Si les gustara estar a 20º todo el año OK pero ¿por qué 15º en verano y 25º en invierno? Aunque sostenga un negocio mucho menos importante que los medicamentos para gente sana, la "industria térmica" también se basa en una necesidad creada artificialmente.

Vitore

Yo es que creo que además del cambio climático, estamos presos de la aldea global, preconizada en gran parte por los EE.UU. de América. Las pocas veces que he viajado a ese país, he tenido que soportar fríos polares en cualquier local o tienda de lo que sea, aunque fuera, en la calle, hiciesen 30º o 35º. Y lo de los cines en verano que se me ocurrió ir con mis chanclas y casi pierdo los dedos como si se me hubiesen congelado en el Himalaya. La culpa de EE.UU. Por supuesto.

Anónimo

Aquí en Valencia, esta semana está haciendo más frio de lo normal, siendo lo normal menos frio del que está haciendo esta semana. Es decir, unos 5 grados a primera hora de la mañana (08:00h) y una máxima de unos 15 grados. Pero, por si esto fuese poco, tengo una compañera de trabajo a la que le da por poner el aire acondicionado (ojo, en modo refrigeración) a 21 grados.

Así que, si el constipado y/o la pulmonía no acaban conmigo, seguro que con el frio me conservo mejor y duro un par de siglos. Y es que quien no se consuela es porque no quiere.

Anónimo

Cinzcéu:
Los acondicionadores tienen como leyenda Frio/calor , y frio, cualquiera sea la época, es frio, algo así como una temperatura menor que 15 grados y calor, mayor de 30. Quizás deberían decir fresquito/calorcito, así andaría por los 20 y 25.

Anónimo

Odio esos chismes que lanzan bocanadas de aire glacial y/o calor agobiante como si estuviéramos en lo más profundo de los infiernos ;( prefiero la temperatura ambiente y añadir o quitar ropa, pero por lo visto soy algo rarita.. teniendo en cuenta el gusto de la mayoría ;)
saludos a los dos
feliz día

Grismar

Adhiero al clima general del post y los comentarios. La culpa la tiene la sensación térmica (y EEUU, claro). Me acuerdo de una época en la cual salíamos unos segundos a ver qué temperatura sentíamos (y vestirnos-desvestirnos acorde a eso), ahora encendemos la tele, miramos la sensación térmica y ya está. Como decía Kwai Chang Caine "el calor es un estado del espíritu" (ni idea de qué quiere decir pero parece importante, casi el lema del sindicato de trabajadores del frío/calor).

Anónimo

Según Caine, las temperaturas polares serían la negación del espíritu?

Isa

El sindicato de trabajadores del frío/ calor tiene un millonario negociado con los laboratorios productores de antialérgicos y antigripales, se sabe...

Anónimo

Nada como la vieja y querida escarcha. Nada como meter nuestra cabezota dentro de esas camisetas que previamente nos calentaba nuestra madre en la estufa o con la plancha.
No obstante, y sin descreer de Kwai Chang Caine ni dejar de echarle la culpa a los EE. UU., uno podría seguir los designios del maestro zen "Rodolfo Zapata" y tener una novia gorda, para que en el invierno nos dé calor y en el verano nos haga sombra.

Cinzcéu

1+: Discutir es inútil porque la culpa no es del mutante (está en su naturaleza) sino del "sistema".
Vitore: Culpa de los EE.UU. y de Japón, por supuesto, porque los yanquis no inventaron casi nada.
SebastianDell: El constipado y la pulmonía acabaran con todos nosotros, ésa es su estrategia.
Filomena: Muy buena idea, tal vez sea una precisión semántica que el aparato interpreta a su modo.
Azzura: Yo también prefiero la temperatura ambiente (bueno, un poquito atenuada) a esos chismes.
Grismar: Esa frase es un plagio a Menem que andaba en camisa por la nieve a fuerza de control mental.
Isa: Es que se trata de grandes consorcios de mutantes con varias ramificaciones industriales.
Mono: Entonces, ¡hacía más frío! Las novias gordas las acapararon los mutantes (Zapata, el primero).
Saludos a todos y abríguense o desabríguense conforme al hemisferio de residencia. O, mejor dicho y por las dudas, asomen la cabeza a ver qué temperatura hace, vístanse y salgan con una muda de ropa para cambiarse si hiciera falta...

Grismar

Filomena: si las temperaturas polares son la negación del espíritu (y nada que ver con "El día después de mañana"), ¿el calor extremo sería la sublimación?, y si calor extremo=fuego y fuego=infierno, Caine era un hereje.

1+

Kwai Chang Caine era un colgado que sabía elegir muy bien los cactus en el desierto de Nuevo México...
Pero el motivo del comentario (que creo que no tiene nada que ver con el post) es que de pronto recordé AQUEL frío: ¡Hacía frío!!! Ahora me acuerdo que no sentía los dedos de las manos ni los de los pies. Hace al menos dos décadas que no siento eso pero la gente se sigue quejando del concepto "frío" por tradición. Es de buena educación llegar a un lugar en agosto, con unos frescos y agradables 10º y decir ¡qué frrrío! Después de todo cuando yo llego y te pregunto ¿cómo estás? no te estoy pidiendo que te confieses, ¡desubicado!

PD: Derivas derivatum et omnia derivas.

Anónimo

Excelentes observaciones sobre el cambio climático… y las costumbre impuestas por la utilización de los calefactores y los enfriadores de aire. En verdad que es muy duro el contraste de una temperatura a otra, cuando estás en la calle y entras a un local, o viceversa, tanto en verano como en invierno. He visto en algunas cafeterías-panaderías de Caracas a las empleadas usando ropa de abrigo y tiritando en pleno verano por lo inclemente de la baja temperatura impuesta dentro del local, al igual que ocurre en muchas oficinas. Las respuestas de los encargados siempre es la misma: el sistema es así. ¡Vamos, como si no existieran los reguladores! Y en España, en invierno es todo un choque término llegar de la calle y entrar en una gran tienda. Ya he sufrido una baja de tensión por eso.
Cuando niño, en mi pueblito asturiano, la nieve en invierno cubría fácilmente un metro. Hoy en día, si las callejas se cubren de blanco es todo un acontecimiento.
Buen artículo, me parece que yo no lo podría haber dicho igual.

Cinzcéu

Así es, 1+, decir "qué frrrío" en invierno es una señal de civilidad tal como "qué se le va a hacer" o "ya no se puede vivir" las cuales aplican todo el año.
Guardafaro, gracias por la lectura. Sus aportes acerca de Asturias y Caracas (más los varios anteriores) confirman que el fenómeno es mundial y la respuesta de los encargados... también.