lunes, diciembre 22, 2008

Cifras pequeñas y grandes estafas

Hay, básicamente, dos grandes clases de grandes robos. Del primero de ellos se ha hablado mucho, tanto en la crónica periodística cuanto en la ficción literaria o fílmica. Se trata de una clase de redistribución ilegal del ingreso que, en mí, mueve simpatías ligadas al héroe romántico, al paladín justiciero y a la figura de Robin Hood, aún si el destino de la redistribución fuere su patrimonio personal. Me refiero al ladrón talentoso que inventa un modo original de desvalijar a un banco o pergeña el robo de un objeto valiosísimo a otro ladrón de mayor peso. Por mí, cien años de perdón, como dice el refrán.
Del segundo modo de perpetrar afanos de (mayor) magnitud se ha hablado mucho menos y el sagaz lector intuirá por qué motivo. Me refiero al atraco menor que se multiplica por millones debido al lugar monopólico -y, por lo tanto, al puto poder- que detenta el maleante. Esta clase de robo no cuenta con ninguna de mis simpatías y se vincula a gigantescos saqueos basados en la sumatoria de magnitudes deleznables. Hay miles de casos pero sólo mencionaré tres para, luego, denunciar la más insólita de la categoría.
1. El valor de una llamada telefónica producida desde un locutorio está fijado en $0,23. El concesionario de turno redondea siempre a $0,25; es decir que por la supuesta falta de centavos roba el 8,7% del valor establecido y sobre el robo perpetrado, obviamente, no paga impuestos. Diez llamadas son $2,30 pero el concesionario siempre reclama $2,50 y acá no hay argumento respecto de monedas -que no es responsabilidad del usuario, claro- que justifique tal choreo sino el choreo en sí.
2. Vale también referir al histórico volumen de las botellas de cerveza -entre otros envases- cuyo "litro" consiste en confesos y supuestos 970 cm3. Un 3% menos que pasa desapercibido como también el 5% escamoteado al "litro" de fernet y el 12% faltante de la birra históricamente denominada como de "tres cuartos". Pero estos casos son discutibles, es verdad: se sabe y lo explicitan sus envases. Distintos a esta estafa más evidente y peor justificada: "se sabe que espinaca a la crema es acelga con salsa blanca". Y bué.
3. Telefónica de Argentina (que no es de Argentina, claro) hace años que factura el concepto "Imp deb/cred ley 25413" que, obviamente, no explicita más. En mi última factura por $49,25 sin impuestos y $59,59 con impuestos el "Imp deb/cred ley 25413" asciende a $0,43.
La ley 25413 llamada "de competitividad" y/o "de impuesto al cheque" -no veo vínculo alguno entre esos nombres- fue sancionada y promulgada el 24 de marzo de 2001 -la fecha significa but no comment- y previene que "se establece un impuesto a aplicar sobre los débitos y créditos en cuenta corriente bancaria y otras cuestiones conexas". No sé hasta dónde llegan esas cuestiones conexas porque no he entendido nada de su articulado, pese a hallarme más o menos entrenado en la lectura de normativa jurídica. Pero nada de nada.
Yo no tengo cuenta corriente bancaria, no emito ni recibo cheques y en el supuesto -arbitrario y estimado- de que a cinco millones de líneas fijas se le facturen $0,43 mensuales por tal concepto, daría alrededor de $25.800.000 al año en concepto de robo.
4. Por último, el caso que ha motivado este artículo. Durante cuatro décadas he utilizado con cierta frecuencia el estatal Ferrocarril Belgrano (Norte) que hace unos quince años (Menem lo hizo, Kirchner lo apoyó y ratificó) fue concesionado a la privada y pirata Ferrovías SA. Desde hace años, Ferrovías ha resuelto que los trenes no se arrimen a la cabecera de la línea -Retiro- sino que lleguen y partan desde unos considerables metros distantes de la efectiva terminal. Hoy he medido esa distancia en pasos: 140. Calculemos que 140 de mis pasos sean apenas unos 125 metros (la cifra es útil para el redondeo) y recalquemos que es la distancia que los usuarios deben recorrer desde el punto en que finaliza el ramal hasta el primer vagón ferroviario. Ancianos, niños, embarazadas, madres y padres que cargan críos, lisiados y paralíticos, discapacitados permanentes -en particular pienso en rengos- o transitorios -enyesados que usan muletas- y cualesquiera otros usuarios debemos recorrer unos 125 metros de más para abordar el puto tren.
Hagamos números y redondeemos en 400 los servicios semanales de ese ramal ferroviario: 200 que van y 200 que vienen, todos los cuales se ahorran 125 metros, porque no llegan a destino o parten de más allá. La cuenta me da unos 2600 kilómetros al año que pagan -por anticipado- millones de usuarios y jamás le son brindados. Es como facturar y cobrar un servicio de ida y vuelta desde Buenos Aires hasta Neuquén, Tucumán o Salta pero jamás prestarlo.
En mi caso, que suelo pagar por unos 14 kilómetros de transporte ferroviario, el robo es del orden del 0,9%.
Poco, muy poco, pero muy cerca de la tasa con que cada cual parece contribuir a diario con la lluvia que caerá.

domingo, noviembre 30, 2008

Madonna, Carla y Fiorella

Dijo del siguiente collage un prestigioso crítico de medios: "Un tríptico que parece abordar temas de publicidad, marketing y posicionamiento pero no se entiende cómo ni por qué sus partes convergen en un mismo artículo. Cinzcéu pega con moco cosas muy diferentes y encima titula con unos nombres propios cuya serie no justifica ni pretende justificar".
En general coincido bastante con el fulano, pero no me gustó esa grosera mención al moco.

Evidentemente son unos enfermos
Madonna está viniendo a Buenos Aires y según La Nación "la producción del show bien podría compararse con un desfile de alta costura: 3500 son los elementos que componen el guardarropas de este espectáculo, que suman 350 toneladas de equipaje". Ha de ser uno de los frecuentes errores en los que incurren a diario los periodistas y otros comunicadores: 3500 prendas y accesorios no pueden pesar 350 toneladas excepto que cada uno pese, en promedio, cien kilos. Y como "tan sólo las medias suman la primera centena", habría que compensar con delirantes centenas de camisetas, zapatos y cinturones de doscientos o más kilos por unidad.
Sin duda, una cosa son las 3500 piezas del guardarropa y otra las 350 toneladas del equipaje que lo incluye. Además de los bártulos de las 220 personas que acompañan a la diva y, entre otras cosas, 12 camas elásticas para entrenamiento y "10 valijas grandes de suministros médicos". Evidentemente son unos enfermos.
Cuando salgo por quince días de vacaciones apenas si me llevo un jean, tres remeras y un par de calzoncillos. A veces media tirita de aspirinas.
Pero es cierto: el único show que monto es el de dormirme en la playa hasta virar a un rosa langostino. Y nadie paga un mango por verme, obviamente.

¿Para qué están usando el Photoshop?
Carla Peterson es una muy buena actriz de comedia (no la he visto en otro registro) y una joven, bonita y atractiva mujer. Tiene un clon medio mal hecho que es el que preside la última tapa de la revista Miradas, órgano oficial del monopolio de la televisión por cable que opera en esta ciudad. Y hablando de lo que opera, el bendito Photoshop parece ser la nueva cirugía sin bisturí que, como aquélla, transforma la estética particular de cada cual en un producto estándar elegido a partir de un catálogo muy limitado.
Me gustan las mujeres bellas porque son mujeres, es decir, humanas, con todo lo que el término conlleva en cuanto a incompletud e imperfección. El uso que algunos vienen haciendo del Photoshop resulta deshumanizante. Si la caricatura destaca y exagera eso que en cada hombre subraya su cuerda particular (gracias, Colbert) esto es exactamente su contrario: aplana, iguala y/o borra toda humanidad del referente y sugiere que es más bonita una muñeca inflable bien diseñada que cualquier mujer ajena a las artes del Photoshop.
No hay que creerlo: la Peterson ha de ser más humana, imperfecta y hermosa que esa inexpresiva novia de algún Captain America o reconstruído Robocop.

Necesito saber si retirás o no tu premio
Mensaje telefónico de ayer, sábado, en mi contestador automático:
"Hola, buenos días, éste es un mensaje para Cinzcéu. Mi nombre es Fiorella y estoy llamando de la administración de Fiat. Cinzcéu, necesito saber si retirás o no tu premio. En caso de que no lo hagas comunicate conmigo al 5219-2806 o al 5219-2807. Y en el caso de que lo hagas te recuerdo que tenés tiempo hasta hoy, hasta las 18:30. Te recuerdo la dirección: es Talcahuano 356. Acordate de venir con el DNI, un servicio que esté a tu nombre y una persona que a la vez te acompañe. Desde ya, muchísimas gracias y avisame cualquier cosa. Chau, hasta luego".
Los modos en que el marketing telefónico articula y engarza sus trampas van mutando y éste, hay que decirlo, está muy bien elaborado:
1) No es esa pedorrada grabada por una locutora profesional para un destinatario inespecífico; es la propia Fiorella quien me interpela en mi propio nombre, me tutea (en rigor me vosea, como corresponde) e incurre en las pausas, tonos y dudas de cualquier mensaje verbal espontáneo.
2) Hay algo brillante en la enunciación que es esa apelación a una historia compartida. Nada de "le informo que se ha hecho acreedor de" y demás pelotudeces tan instaladas. "Necesito saber si retirás o no tu premio": un yo necesitado, un vos (a)premiado y toda la acción puesta en el destinatario.
3) Y algo más, no menos central: Fiorella insiste en recordarme lo que yo podría haber olvidado de aquella vieja historia; me recuerda los plazos previstos, me recuerda la dirección comercial, me recuerda llevar un documento, una factura y un garante: todas cosas que yo, francamente, no recordaba en absoluto.
El domicilio que Fiorella me recuerda, por supuesto, no es de los auténticos piratas de la Fiat sino de una concesionaria pirata que se llama Auto Zero SA (gracias, Google). Y Fiorella, por supuesto, no ha de llamarse así pero ¿qué mejor verosímil que una Fiorella distribuyendo premios de la Fiat?: Fiorella, Firenze, Fiorino.
He allí la diferencia entre lo verosímil y la siempre más cruda verdad: las minas que laburan en la administración local de la Fiat han de llamarse Daiana, Denís, Yésica o Estefi, como se llaman casi todas las jóvenes -y por lo tanto baratas- empleadas administrativas en esta ciudad.
Pero, claro, nombres que joderían un verosímil porteño de la italianidad y desnudarían que una puttana pioggia cadrà.

domingo, noviembre 09, 2008

Sexismo, antisexismo, boludismo, fascismo

Hace poco más de una semana, Gabriel Báñez publicó "Sexisma" en referencia a un proyecto de ley sobre lenguaje no sexista de la kirchnerista María Cristina (Marita) Perceval que ya tiene aprobación por el Senado de la Nación.
Bañez es un laureado profesional del lenguaje escrito que, en su sitio, maneja las eventuales polémicas con un agudo laconismo que respeto y admiro pero me confieso incapaz de imitar. Por eso en lugar de llenar de puteadas el panel de comentarios de su generosa página -comenté dos largas veces y una tercera puede devenir abuso-, opto por publicar aquí algunas cosas que me gustaría decir. Y como me gustaría decir, me doy el gusto, donde corresponde dármelo.
Van, entonces, el articulado comentado de tal coso circulante en las cámaras legislativas de este bendito país y ciertos conceptos que ya he discutido por acá.

"ARTICULO 1°.- El Estado Argentino, como garante de la igualdad de derechos, oportunidades y trato entre varones y mujeres, promoverá la utilización de un lenguaje no sexista que tenga en cuenta la presencia, la situación y el papel de las mujeres en la sociedad, tal como ocurre con los varones en la práctica lingüística actual".
Esto es una tremenda pelotudez porque "la práctica lingüística actual" no es resultado de una estrategia de los varones sino de un hábito de la humanidad que, más o menos, se reparte por unas mitades que vienen colaborando en la reproducción de la especie y de sus culturas. Ameritaría analizar por qué los varones, que suelen morir bastante antes, sólo pueden jubilarse cinco años más tarde. Este último punto me parece crucial en esta variable que hoy se denomina "género": ¿por qué yo debo laburar cinco años más que cualquier mujer?, ¿cómo se articula esa discriminación sexista evidente con el payaso concepto de "igualdad de género"?

"ARTICULO 2°.- Se entiende por sexismo el establecimiento de un deber ser para cada sexo y consiste en comprender que existen conductos [sic; ¿cómo?, ¿que existen conductos?, ¡ah!, pero eso lo leyó usted, yo no dije lo que usted leyó] o características humanas más apropiadas para cada sexo. Por sexismo lingüístico se entiende el empleo de vocablos (sexismo léxico) o la construcción de oraciones (sexismo sintáctico) que, debido a la forma escogida por el/la hablante y/o escritor/a, y por ninguna otra razón, resulta discriminatoria por razón de sexo".
No se entendió en absoluto, Marita: ¿podrías explicarlo en un español friendly que resulte comprensible incluso para quienes conocemos un poco los conceptos de léxico, sintaxis, paradigma, sintagma, etc.? Muchas gracias.

"ARTICULO 3°.- Con el objeto de hacer efectivo el principio de igualdad de derechos, oportunidades y trato y la promoción de la utilización de lenguaje no sexista, el Poder Ejecutivo nacional se compromete a:
"a) Armonizar la terminología empleada en la administración pública nacional con el principio de igualdad entre los sexos eliminando todo tratamiento sexista en su producción escrita;
"b) Revisar la normativa que instala prácticas sexistas en el tratamiento de las personas que ocupan cargos en la administración pública nacional e instar a su modificación;
"c) Impulsar, a través del Ministerio de Educación de la Nación, la enseñanza y utilización de un lenguaje no sexista, que tenga en cuenta la presencia, la situación y el papel de la mujer en la sociedad, en todos los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada;"
En rigor, sería necesario impulsar "la enseñanza y utilización de un lenguaje", alguno más o menos coherente con su muy obvia función de intercambio de ideas y conceptos, cosa que los establecimientos educativos públicos no están haciendo, conforme vengo atestiguando desde mi rol docente en una carrera universitaria... de Comunicación.
"d) Invitar al Poder Judicial a reveer los tratamientos sexistas dados a sus integrantes, así como sus actuaciones escritas, y a adherir al Manual de Estilo a elaborarse según el artículo 4° de la presente Ley;"
¿No será "rever"? A esto, en parte, me refería: quienes pretenden legislar sobre el idioma parecen desconocer el idioma en el que legislan.
"e) Fomentar la utilización de un lenguaje libre de sexismo en los medios de comunicación, siendo obligatorio para los medios de comunicación públicos nacionales la adopción de los criterios establecidos en el 'Manual de Estilo'."
Otra vez, inconveniente y espantosa utilización del gerundio ("siendo"): resulta conveniente manejar más o menos bien el idioma antes de incurrir en la estupidez de legislar el idioma. Medios de comunicación públicos serían todos aquellos que no acotan una interfaz necesariamente privada. Y nacionales, ¿qué significaría?, ¿referiría a su alcance, a su propiedad, a sus contenidos o a qué cosa?

"ARTICULO 4°.- Será autoridad de aplicación de la presente ley el Consejo Nacional de la Mujer (CNM)."
Si se trata de "la igualdad de derechos, oportunidades y trato entre varones y mujeres", ¿cómo podría hegemonizar la autoridad un organismo llamado "de la Mujer". ¿Hay un análogo Consejo Nacional del Varón? Y si no lo hay, ¿cómo hablar de "igualdad" antes de impulsar su urgente creación?
"Contará con la asistencia técnica de un Consejo Asesor integrado por organizaciones de mujeres [Ídem] de reconocida trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres [Ídem] y por académicas/os de la Academia Argentina de Letras".
Bueno, éstos (¿debería escribir éstas/os?) últimos serían llanos imbéciles o redondos hijos de puta si no le aclararan a Marita que el lenguaje social no lo sanciona ningún Poder Legislativo sino el decir popular.
"El CNM deberá elaborar un Manual de Estilo del Lenguaje Administrativo con perspectiva de género, a ser utilizado en los documentos de la administración pública nacional".
En primer lugar, rechazo de plano todo "Manual de Estilo del Lenguaje Administrativo" -a ver si bajás esas mayúsculas, Marita: resultan medio pedantes y, además, en español no se escribe así; estás transponiendo un estilo propio del inglés, my fair lady- o de cualquier otro lenguaje, establecido por un explícito organismo "de la Mujer". Planto bandera, juro por mi condición masculina que no me someteré a ningún estilo pergeñado por el segmento más boludo de la mitad femenina y que daré batalla contra todo intento de imposición de una perspectiva unilateral y no clasista regida por una ilusoria fracción política de lo social.
Y por añadidura, con "perspectiva de género" queda explícitamente confirmado que se refiere en exclusivo a la condición del ser mujer; los varones no tenemos "género", somos, en apariencia, antigénero de un único género.

"ARTICULO 5°.- Invitase a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir a las disposiciones de la presente ley y a adherir al Manual de Estilo del Lenguaje Administrativo".
"Invítase" es el término más inútil que pueda plantearse en función legislativa. Marita Perceval: meté tu improbable "Manual de Estilo del Lenguaje Administrativo" por el conducto que más te plazca. Yo, aparente machista sin retorno, seguiré escribiendo en español y haciendo de mi propio estilo mi pequeño, humilde y vano orgullo que yo imagino personal pero, claro, es tan social como tu estúpido proyecto, chupamedias de una moda pelotuda.
Con tres diferencias: 1) yo no soy tan pero tan boludo como vos, Marita, demostrás ser; 2) nunca juego a la prostitución y menos con el gobierno de turno; 3) soy capaz de identificar proyectos de ley con tendencias al neofascismo light y metaforizarlos en términos de unas muy putas lluvias que están al caer.

domingo, octubre 26, 2008

¿Bombita evita la patria socialista?

Diego Capusotto y Pedro Saborido vienen demostrando que en este país hay un tipo de humor posible que puede exponerse en la TV con relativo éxito, todo lo relativo que resulta el éxito cuando se reduce a un número coyuntural y, encima, de cuestionado cálculo.
En una línea estilística heredera de Cha cha cha (donde Capusotto hizo sus primeras armas televisivas) y materializada en Todo x 2$, Peter Capusotto y sus videos abre nuevos universos de sentido allí donde todo parecía ya estar dicho. Ése es un mérito, sin lugar a dudas.

Ya en Cha cha cha, recuerdo un sketch en el que un personaje -un ladrón menor interpretado por Capusotto- herido de muerte decía: "Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que para mí es la música tecno". No hubo, entonces, ningún revuelo porque aún no estaba de moda rescatar en función progresista ningún peronismo: eran tiempos en los que nadie votaba al menemismo pero el menemismo arrasaba en las urnas. Y en su más allá, por supuesto y sobre todo.
Ningún personaje de los muchos que encarna Capusotto a lo largo del programa (Pomelo, Luis Almirante Brown, etc.) parece haber generado la compleja repercusión del estelar Bombita Rodríguez, "el Palito Ortega montonero" según describe el propio texto. Para algunos, Bombita deviene incomodidad porque irrumpe en la escena contemporánea de un gobierno nacional en parte heredero de la retórica montonera. Y en parte heredero del pragmatismo liberal- menemista, pero ésa es, justamente, la parte que importa menos (?) a esta lectura.
Bombita Rodríguez, al cual apenas conocemos mediante (ficcionales) registros de los años 70, es el Palito Ortega montonero, es decir, lo otro de su Palito Ortega contemporáneo. ¿Lo otro? Allí, en la oscilación y el parpadeo entre lo uno y lo otro, se juega toda la cuota de humor condensada en el personaje y sus registros de (ficcional) archivo.
¿Quién es Bombita Rodríguez? Es, ni más ni menos, el ícono popular que Montoneros podría haber promovido en oposición a la liviandad cómplice del régimen que entonces representaba Palito Ortega, entre otros muchos. Siempre y cuando Montoneros hubiera operado entonces con la táctica mediática que hoy parece imponerse con resultados pobres: imponer "contenidos" al interior de "formatos" y demás boludeces afines.
¿Por qué no leer, por ejemplo, los sketchs de Bombita desde la participación de Nina Peloso en Bailando por un sueño, con sus consecuentes consignas políticas expuestas allí, en un piso televisivo de máximo rating que la acoge, la mima y hasta deja que su marido, pseudo-socialista y dirigente oportunista despliegue críticas "clasistas" (?) desde su prevista tribuna?
Lo risible de Bombita Rodríguez es que protagonice "El picnic de los montoneros" en relación directa con El picnic de los Campanelli (1972) y que en el marco genérico de la comedia costumbrista argentina de los primeros 70 introduzca sin filtro la literal consigna política. Es allí donde los sketchs de Bombita mueven a risa: en la articulación de un género y un estilo popular con un léxico militante fijado (con fijador La Orga...); en la transposición de ciertas consignas políticas generalistas al improbable guión de una comedia cinematográfica de época.
Bombita Rodríguez, el Palito Ortega montonero, usurpa los géneros de la canción y/o del cine -que un genérico Ortega explota con éxito- para filtrar en ellos su mensaje político. Y tal mensaje se fija a la literalidad, claro, de lo contrario el juego humorístico caería sin pena ni gloria. Donde la canción romántica de época pone como obstáculo el desencuentro amoroso, Bombita dice el origen oligárquico de la otra parte y, por lo tanto, el carácter "ideológico" de la piedra en el camino. Donde la canción popular recurre al motivo de la idealización materna de fuerte impronta edípica ("tu palabra es el ejemplo, es el remanso del amor"; La sonrisa de mamá, 1972), Bombita recicla sus temáticas en términos de "La sonrisa de Perón", con sentidos varios cuya descripción no voy a desplegar acá.
Bombita, que no es anacrónico puesto que nunca existió fuera de sus reconstruidos 70 en clave humorística, dice una verdad que incomoda: los 70 no son eso que hoy queda bien decir, sino la articulación compleja (y desde cierta mirada, absurda) de fenómenos demasiado diversos.
¿Hay crítica a Montoneros? Y, sí, de algún modo sí -¿cómo podría no haberla?-, pero hay, ante todo, un gesto y una mirada lúdica respecto de los argentinísimos 70 que, mal le pese a muchos, fueron Palito Ortega, Los Campanelli, Lanusse y Perón, Rolando Rivas taxista, Montoneros, la selección de fútbol que armó Enrique Sívori, ERP, Música en Libertad, Julio Márbiz, Chamizo- Ondarts, PST, Carlitos Balá (¿apepé, jotapé?), Alende- Sueldo, Titanes en el ring y mil cosas más. No sea cosa que algún desprevenido termine creyendo que Montoneros y su prédica pseudo- revolucionaria y políticamente criminal hegemonizaron la política y la cultura nacional, siquiera durante un verano. Bombita Rodríguez, hijo de Evelyn Tacuara y el Payaso Barricada, resulta más rigurosamente histórico que el discurso de varios actuales funcionarios (y sus financiados adláteres de turno) con pasado setentista y, en apariencia, sin mácula, complejidad ni contradicción alguna. O peor: con contradicción pasada definitivamente resuelta.
A propósito de esto último: parecería ser que antes de utilizar la palabra "montonero" hubiera que confesarse, ponerse de pie y sacarse el sombrero. El argumento ligado a tal ridiculez sería que muchos dieron la vida por una causa a nombre de tal etiqueta. ¿Cuántos dieron la vida por causas sin etiqueta pero al menos no subordinadas a un General, a un programa completamente burgués y a un método divorciado de la lucha de clases? Ahora dicen (algunos) que Montoneros era una agrupación obrera y clasista. Y bueno, por eso me quedo mil veces con la aguda ficción humorística de Bombita Rodríguez -que mezcla todo lo mezclable y algunos toman por una parte de la Historia- antes que con la fábula simplificadora y sin ninguna gracia del gobierno nacional y sus defensores oportunistas.
La Historia siempre es un invento posterior a los hechos (que son otro invento, claro); yo me quedo con la ficción de Bombita que no es menos rigurosa que la ficción de los fulanos que no promueven la risa sino el llanto y la lluvia.

Fuentes y/o bibliografía de referencia:
Isa: "¿Por qué Adrián Viale hace reir?"; González H.: "Sobre el lenguaje y las instituciones"; Kairuz, M.: "Guión animal"; Crítica Digital: "Guillermo 'Bombita Rodríguez' Moreno"

viernes, septiembre 26, 2008

Una de leones

Muchos andan comentando por ahí la última publicidad televisiva de Nextel Argentina cuyos responsables intitularon "Leones". Mayormente, los comentarios a este aviso afirman que la pieza no se entiende. Por esta vez, me sumo a las mayorías perplejas, nacionales y populares. El comercial puede verse y oirse en la televisión y, además, en tanto sitio web que lo ha colgado para beneplácito de sus espectadores. Acá no voy a colgar nada así que, quien lo desee, lo mira y vuelve. O no; es decir, no lo mira o no vuelve.
La cosa es más o menos así. A lo largo de minuto y pico, un humanoide con cabezota de león y manazas de león cruza una avenida céntrica, hace un viaje en subterráneo, juega un partido de golf, acuna a un bebé humano, recibe un mensaje vía Nextel y gesticula un sordo rugido desde lo alto de un techo urbano. Sobreimprime: "Mucho más que un celular" y a continuación: "Nextel". The end.

Pero, ¿se trata de un león o de más de uno? He aquí lo primero que no se entiende o, mejor, se entiende de modos opuestos. La mayoría tiende a ver un único león atravesando segmentos de la vida -su vida- citadina. La idea persiste, incluso después de leer un breve artículo publicado por Luis María Hermida en su weblog de Clarín que asume la presencia de leones múltiples. Los mismos que anuncia el título, plural, de esta joyita del séptimo arte.
La lectura en uno u otro sentido no carece de importancia: si el fulano del disfraz es uno y único, el texto tiende a la narrativa; si se trata de varios, de muchos, la cosa es más bien descriptiva. A partir de esto puede derivarse cualquier interpretación: imagínese uno de esos avisos de tratamientos reductores en el que no quedara claro si la señora adelgazada es la misma que tenía esos kilitos de más o bien otra, o bien cualquiera, o bien todas.
Pese al título "Leones" y a la opinión de Hermida, parece primar una lectura en clave de secuencia: la de un tipo mal disfrazado de león que hace seis cosas sucesivas pero no vinculadas y cuyo resultado final, moraleja implícita, metáfora abierta o simplemente sentido no se comprende en absoluto. Hermida, que tiene un largo oficio en el metier de la crítica positiva, empieza por allí: no se entiende. Pero de inmediato condena esta cerrazón sujeta a una lógica realista (?) y halla en la pieza una supuesta capacidad de emocionar que bastaría y, quizás, sobraría: "una buena película de Pucho Mentasti tan llena de posibles metáforas como de sensaciones puramente emocionales". Una buena película es El Padrino, dejémonos de joder.
Al menos Hermida pone en juego algún trabajo de escritura donde otros sólo ponen piloto automático, copy and paste. Decenas de caraduras como, por ejemplo, InfoBAEprofesional transcriben esto: "Con una estética muy cuidada y una destacada banda musical, la pieza subraya las características especiales que le otorga a Nextel el servicio de radio, que es su atributo diferencial". La verdad es que no. Dejemos de lado tal estética cuidada que no ha cuidado la producción de ese híbrido abominable entre lo humano y lo leonino –producción que evoca a esos míseros Mickey montados en estivales trencitos de la alegría-: no hay en todo el aviso una sola referencia a ningún atributo, mucho menos a tal supuesto servicio de radio. No lo digo yo sino cien comentarios que derivan hacia lugares múltiples, impensados, delirantes, pero ninguno vinculado al mentado atributo diferencial de la marca.
No obstante, hay una amplia minoría que comprende tan bien el aviso y le resulta tan obviamente directo, que tiende a cierta soberbia condescendiente del tipo: "a ver si se avispan, giles intelectualosos, la cosa es así de clara". Esta lectura, muy masiva, sostiene que el león es el rey de la selva y la ciudad es la jungla de cemento. Luego, dos más dos: el que tiene Nextel domina a todos los demás. Mirá vos. Algunos que la tienen especialmente clara agregan que el mensaje es negativo porque incentiva el ansia de poder sobre el prójimo, etc.
A mí -y no sólo a mí- me asaltan dudas radicales. Una, boba: ¿por qué el rey cruza la calle como un peatón más y después (¿pero es después o es otro rey?) viaja en subte? Otra: ¿por qué el rey pasa desapercibido -doblemente extraño pues el tipo es el único freak (¿es el único o hay más reyes?) que anda disfrazado con una cabeza de león- entre la multitud? Y una más: ¿por qué el rey todopoderoso, que encima tiene Nextel, anda agobiado, tristón, abrumado o lo que sea le ocurra a ese gato desdichado? Suscribo sin reservas este comentario de un tal Ricardo al artículo de Hermida: "[...] por su expresión pasiva y su aspecto, parece más que un rey de la selva uno de esos leones trashumantes viejos y algo apolillados de los circos de pueblo".
El aviso, con su fulano disfrazado de león (¿pero es un león o son varios?), más que evocar la saga de la fiera dominante parece reformular aquel consejo que un tigre vencido le daba a El oso libertario: "Conformate, me decía un león viejo, con Nextel tenés más que un celular". Y no quiero meterme con la Carta de un león a otro porque no sé de cuántos leones estamos hablando.
Por último, dos lecturas específicas que ponen sentido allí donde, evidentemente, no lo hay. Como las dos leen rasgos que ni a palos están en la pieza, júzguese si alguna de ellas es en joda. O si ambas. O si lo que es en joda es el comercial:
"El león anda por la calle, entra en el subte, se levanta a la chica, luego juega al golf y entrecierra los ojos porque la recuerda (signo de que él también se enamoró). Luego acuna al niño producto de ese amor. Por último, está cansado en un bar cuando lo llaman por el Nextel. Luego ruge triunfal. ¿Fue el llamado de la naturaleza? Sin duda. Ahora él dejará a su esposa y la vida en la ciudad para volver a la selva". (Lo dice Ezequiel pero lo atribuye a su mujer: el debate ya llegó al seno de la cotidianidad de pareja).

"Me parece que nadie entendió el final. Se trata del mismo león y su vida en distintos momentos. Nunca se dio cuenta que el hijo no se le parecía en absoluto, y en el último momento se lo avisa un amigo por Nextel: ¿Qué le queda sino rugir al saber que el hijo no era de él?" (Lo dice María Inés).

Para mí que el león no es un león -de acuerdo, es muy obvio- sino el miembro de una tribu urbana que está compitiendo en un reality- show- virtual- online para ver quién aguanta más tiempo haciendo su vida con una cabezota de león sin sacársela ni para dormir. A través del Nextel -un desafío extra porque con los mitones puestos no puede teclear- manda fotos a su Fotolog, sube videos a YouTube, manda SMS a CallTV, publica su diario en Twitter y actualiza sus MySpace, Facebook y FuckYou. Pero el aviso lo capta en aquellos momentos en que se deprime y piensa en su infeliz existencia y no en aquellos otros en que se autoconvence de que va por el mejor camino hacia su meta: hacerse rápidamente famoso, dedicarse a la libre creatividad e inventar, de preferencia en noches de alcohol, cosas incomprensibles pero muy jugadas antes de que sobre su jaula de hormigón -metáfora urbana muy gastada pero ¿se entiende?; si no la explico- se largue la lluvia.

N. del E.: Las imágenes que ilustran el artículo no son de "Leones" de Pucho Mentasti sino de Bronenosets Potyomkin (El acorazado Potemkin, 1925) de Sergei Eisenstein, otro realizador de buenas películas.

sábado, septiembre 13, 2008

Los perros lamieron la sangre

Leo, por ejemplo, este título en Indymedia Bolivia: "Aumenta [sic] a 15 los muertos de 'La masacre de Pando' y el Gobierno decreta estado de sitio".
Estuve en Bolivia alrededor de tres meses repartidos entre 1982 y 1984, en aquel lejano siglo pasado. Un país amistoso y seductor y primitivo y mortífero, así era y así ha de ser un cuarto de siglo después. Volveré, quizás, porque lo mío es antes el amable desastre que el turismo aséptico.
En tan mínima estadía, compartí un viaje en tren con una madre abrazada al cadáver de su hijo, ví el ingreso de numerosas víctimas de un camión desbarrancado a un hospital miserable -me postulé como ayudante para algo pero se me desalentó muy amablemente- y auxilié a un joven con su pierna destrozada por el servicio ferroviario Santa Cruz- Sâo Paulo: lo sacamos de un tirón del andén, le hicimos un torniquete con mi pañuelo, lo subimos a la fría caja de un camión, le deseamos salud a puro silencio; su carne y su jean eran un indiscriminable amasijo sanguinolento.
Ví más herida, sangre, dolor y muerte en noventa días bolivianos que los que había visto -y vería- en el resto de mi vida. En Bolivia todo era precario y yo mismo me encomendé al demonio cuando subí a un bus con amortiguadores de madera podrida, conducido por un chofer alcoholizado por caminos de cornisa perpetuamente mojados. Yo sobreviví y acá ando diciendo esto, pero muchos otros duermen el sueño eterno en el fondo de un atractivo precipicio, con florecitas y demás.
En Yamparaez, departamento de Chuquisaca, estuve apenas una tarde. En el principio fue la cosa pintoresca del mínimo mercado de hacienda, del indígena vestido de indígena, de los productos regionales ofertados no a mí, que era el único gringo -soy nieto de europeos y amerito el indiscriminado "míster"- ese día y en ese lugar.
Una tarde son unas cuatro horas, en Bolivia suficientes para asistir a una muerte: un camión se inclinó contra un frente debido a las irregularidades de la calle y aplastó a un pobre fulano contra la mísera pared.
Juro que ví el charco de sangre y la sed de los perros y juro que -de regreso a la ciudad de Sucre- el 9 de abril de 1982 escribí los siguientes versos, tan libres en su formato como humildes en su calidad poética. Qué se le va a hacer.

Con la boca abierta y un puño apretado/ quedó quieto/ quieto y mudo contra la pared.
Ya no recordó/ la sierra ni el campo./ No hubo tiempo.
Apenas se encontró/ con la boca abierta en una palabra/ seca y hueca,/ con el cuerpo roto/ entre el camión y la pared.
Los vecinos salieron a la puerta/ a levantar plegarias y susurros,/ las viejas lloraban en quechua/ como un canto ritual.
Lejos en la feria/ los hombres vendían novillos/ a nueve quinientos o a doce,/ las mujeres higos y cerveza.
En medio del grito/ cargaron los huesos hasta el dispensario./ El pulso estaba en cero./ Le taparon la cara./ Los pies quedaron fuera de la ambulancia,/ todos vieron sus ojotas de goma.
Cruzaban por delante/ los rebaños de ovejas/ los rebaños de cabras al mercado/ donde había otra fiesta.
Se alejó el cortejo./ La muerte venía en el medio/ cabalgando un burro/ que no estaba de oferta./ Los hombres vendían novillos/ a ocho ochocientos o a diez,/ las mujeres refresco y canela.
Con el cuerpo roto en una palabra,/ con la boca abierta,/ todos vieron sus ojotas de goma.
A las dos horas/ todo había acabado.
Los perros lamieron la sangre/ sobre la vereda.
Alguien/ hizo otra cruz en el cementerio.

Veintiseis años después, alguien sigue haciendo cruces en ese enorme e histórico cementerio boliviano; antes altoperuano en tiempos del genocidio virreinal. Y si bien la muerte es un acontecer más -el último- en este valle de lágrimas, no deja de dolerme tanto boliviano gratuitamente muerto por un camión, un fascista o bien una puta lluvia que le cayó.

domingo, agosto 31, 2008

La misma piedra

Un par de meses atrás escribí un artículo que no me gustó lo suficiente como para publicar acá. Ni en ningún otro lado, claro. Trataba sobre cierta suerte de primerizo que solía asistirme en mis debuts como jugador de tal o cual juego, cómo la fortuna me abandonaba a partir de posteriores incursiones y de qué modo uno tiende a considerar que es capaz de prever resultados regidos por el azar.
Allí explicitaba una excepción: "Hace poco más de una década Clarín lanzó un juego que, se suponía, de azar tenía poco y nada. Se llamaba 'El Gran DT' y consistía en armar una suerte de selección y registrarla por correo postal: los futbolistas elegidos sumaban o restaban puntos conforme a su desempeño efectivo en las fechas del campeonato local. Inscribí mis equipos, racionalmente seleccionados en función del reglamento del juego y, obviamente, jamás gané nada. Supe revisar las frecuencias estadísticas de los puntajes obtenidos por los cientos de miles de participantes y cuál no fue mi sorpresa al verificar que su gráfico delineaba una perfecta curva normal, es decir, el dibujo que observa una distribución aleatoria. Ganar una fecha de 'El Gran DT' no era más difícil que quedar último; lo difícil era zafar de la inmensa zona gris que amontonaba la gran mayoría de los resultados. Podía ganar la fecha un erudito que estudiaba al minuto las novedades del fóbal -se podían realizar cambios vía telefónica y, por ejemplo, reemplazar a un esguinzado en la práctica del viernes- y que sabía qué fulanos bajaban su rendimiento cuando pisaban la cancha de Banfield o de Huracán. Pero en general la ganaba una viejita que había incluído al arquero suplente de Belgrano -por ejemplo, porque se llamaba como un nieto suyo- y, justo esa tarde el tipo debutaba por lesión del titular, atajaba seis tiros libres, metía un gol de penal y se consagraba la gran figura. De ese fin de semana, porque después volvía a la reserva, le rescindían el contrato y abría un parripollo a dos cuadras del estadio".
Lo que por entonces no sabía es que, con la monta de Clarín, 'El Gran DT' ya estaba en las gateras, listo para volver a sembrar sus falsas ilusiones, esta vez vía web. De haberlo sabido no hubiera escrito nada y me hubiera puesto a armar mi competitivo equipo que es exactamente lo que hice ni bien supe del retorno del certamen.
Mientras la reciente información periodística parece dejar en claro que el gobierno nacional se halla asociado a mafias transnacionales del narcotráfico, yo ando ocupado en cambiar a un zaguero de Colón de Santa Fé -que me acaba de aportar cero punto y la próxima fecha cumplirá suspensión- por uno de Lanús o de Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Mientras John Mc Cain acaba de designar a su candidata a vice, Sarah Palin, gobernadora de Alaska -o de Kamchatka, no recuerdo- con el mismo look de "mujer bonita pero inteligente con varios toques de cirugía facial pero bien hechos" que ostentan mandatarias, periodistas y patinadoras por un sueño, yo ando dedicado a evaluar la conveniencia de sacar a un volante de Godoy Cruz de Mendoza y poner a otro -más oneroso pero más ofensivo- de San Martín de Tucumán. Y aún no se terminó de jugar la primera fecha de este loco torneo cuyo premio se pierde en el momento mismo de la inscripción. Pero, ¡ojo! que mi jugador estrella metió tres goles y fue figura de la cancha. ¿Quién sabe?
Tengo, incluso, trabajo postergado que en algún momento deberé hacer, pero la obvia prioridad es evaluar si mis delanteros han convertido, si no se han lesionado y si mantienen la confianza del cuerpo técnico y el apoyo de la parcialidad. En dos o tres semanas -a lo mucho un mes- me bajará la fiebre, mandaré al carajo esta reverenda tontería y comenzaré a ocuparme en otra cosa, quizás más absurda, más pavota o más infantil.
Lo que no es fácil de entender es cómo, a veces con plena conciencia, algunos tropezamos una y otra (y otra, y otra) vez con el mismo aguacero.

jueves, julio 31, 2008

92

Hace año y pico sentimos orgullo ajeno por la recuperación de identidad del Nieto N° 86 y hace poco más de dos años nos maravillamos por el encuentro con el Nieto Nº 82.
Dos años en los cuales el nombre de Abuelas de Plaza de Mayo no fue titular de ningún medio masivo, apenas una mención aquí o allá por su presencia -y por su uso y por su abuso- en algún acto y, en menor medida, en los juicios a los genocidas o en sus convocatorias a la prensa para comunicar la aparición, reconocimiento y recuperación de un nuevo Nieto.
Dos años, y diez nuevas identidades recuperadas. A pocas horas de un nuevo juicio a Jorge Rafael Videla, de haber escuchado a ese despojo de humanidad -al que un "hijo de puta" le queda tan chico- llamado Luciano Benjamín Menéndez y del extraño y simple modo en el que un represor como Julián Angel Corres logró evadirse y está hoy libre, sin que los medios hayan hecho centro en la noticia, reduciéndola, a lo sumo, a un caso de aparente negligencia policial sin mucha relación con la actualidad política.
Diez nuevas identidades que son diez vidas nuevas, multiplicadas en cientos de familiares, amigos, alegrías y esperanzas para aquellos que aún buscan. Noventa y dos vidas rescatadas de la oscuridad en la que sus apropiadores las sumergieron por el trabajo incansable, insobornable, de las Abuelas que jamás perdieron de vista el objetivo.
Los medios difundieron la noticia, la conferencia de prensa o la escueta información, algunos cerraron con alguna frase cortés de compromiso (mediático) y pasaron a temas más importantes, como el conflicto comercial que gira en torno a Lionel Messi, enfocado en su deseo y su destino. Apenas algunas frases corteses que en algún caso resultan ofensivas, como la de un conductor del noticiero de la tarde de C5N que consideró que "es una suerte haber hallado otro nieto", como si la suerte tuviese incidencia relevante en el proceso.
Hace algo más de dos años nos maravillamos y hace uno y pico sentimos orgullo ajeno, y hablamos de dignidad y respeto, multiplicados en cada Nieto recuperado. Dignidad y respeto que no se olvidan entre uno y otro, porque cada día, cada instante, hay una Abuela y un Nieto trabajando por quienes aún continúan apropiados, por devolverles su identidad original y una parte de su memoria: esos aspectos fundantes de la vida humana, esos reclamos irrenunciables de la vida social.
Seguramente mañana los medios informen nuevos números, noventa y tres, noventa y cuatro, cien, con menos interés del que pusieron para enumerar los días del "paro del campo", y algunos, sólo algunos, comprenderán la magnitud de todos y cada uno de esos números y, detrás, podrán ver la inagotable claridad con que las Abuelas siguen atravesando la tormenta.

domingo, julio 27, 2008

Aguante la amistad

El último post de Patricio Bazán, "Friends will be Friends", y sus comentarios, me incitaron a escribir uno. En principio era sólo un comment en su blog, pero comprendí que sería un abuso por su extensión. Podría haber apelado al poder de síntesis, pero cuando se tienen ganas de escribir, se escribe.
Un par de veces viví experiencias similares a la que relata en un comentario, reencuentros con ex amigos, compañeros o algo en los cuales el nombre y recuerdo de alguien no corresponde con quien tenemos adelante (tampoco nosotros somos quien ellos recordaban), especialmente con quienes no veíamos desde la adolescencia y más que reencuentros parecen remakes, quedando la sensación de que muchos de ellos pretenden ser aún aquel adolescente gritón, hormonal y adrenalítico, aunque con unas décadas de más resulte un tanto patético.
En su comentario Patricio se refiere a los "amigos" virtuales y recuerdo haber tenido la misma sensación en reencuentros con gente con la que me comunicaba por mail o chat, especialmente salas de chat en las cuales alguna vez me sentí cómoda y parte, y al regresar después de un tiempo me pregunté cómo podían seguir con las mismas charlas, las mismas jodas, los mismos jajaja que me hacían dudar de que alguien realmente se estuviese riendo.
Supongo que en esas reuniones juega mucho el querer volver a ser quien y quienes ya no se es, pero lo que en realidad me quedó picando del post de Patricio (y cada vez que lo escucho/leo) es el término "amigo".
Reconozco que mi relación con la amistad ha sido varias veces del tipo "síganme, no los voy a defraudar" por lo que me cuesta bastante confiar en su existencia y, por lo mismo, es una relación que valoro y respeto mucho y me molesta ver cómo se la bastardea. No Patricio, por supuesto, ni casi todo aquel que habla de ella (con excepciones, claro), más bien se trata de un bastardeo de origen.
La culpa es de la lengua. Según la Real Academia, amistad es "afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato". Según yo, además de que jamás es "desinteresado" (otro término bastardeado) ya que siempre implica un interés, y de que se aplica a otras relaciones (de pareja, por ejemplo), no es lo que nos une con tantos a los que alguna vez llamamos "amigo". De hecho yo tengo un afecto personal, puro y desinteresado que nació y se fortaleció con el trato con muchos a quienes jamás llamaría amigos, hasta con el kiosquero (no es peyorativo, es un gran tipo). También con algunos blogger que leo y valoro, de un modo distinto al que se puede valorar un buen libro porque se da aquello de "compartido...se fortalece con el trato", y aunque en ambos casos, libros y blogs, "son lo que escriben y uno los elige así" (Patricio dixit) nadie llamaría amigo a Cortázar, porque no suele respondernos.
El problema es que no se inventó la palabra adecuada, aunque todos sabemos que cuando requerimos un amigo lo buscamos en un ámbito personal, íntimo y privado.
Término bastardeado que usamos como explicación para poner la relación en un nivel más bajo que otras, diciendo que alguien, por ejemplo, es "sólo" un amigo, por aquello de dejar la sexualidad de lado (aunque no conozco relación de pareja que sobreviva mucho sin amistad). Por alguna razón nadie se ofende si le dicen que es ex-pareja, cuando eso es lo que es, pero llamar "ex-amigo" a alguien aunque no lo veamos hace treinta años suena ofensivo, en todo caso es un viejo amigo al que no vimos en mucho tiempo, pero ¿no era que se fortalecía con el trato? ¿no es que las re-uniones suelen mostrar que ya no somos los que éramos? Para pasar a la categoría de ex-amigo debe mediar una discusión, no hay separaciones amistosas (paradójicamente).
Apelamos a un arsenal de epítetos, descripciones o aclaraciones del tipo "es un amigo de verdad" (¿los otros serán de mentira?), o caemos en un agujero negro para definir a quienes son algo más que conocidos, pero sin llegar a ser amigos. Sino, simplemente, llamamos a todos del mismo modo, tanto al que no vemos hace años (ni tenemos interés en hacerlo) pero cuando nos encontramos está todo bien como al compañero de trabajo con quien también compartimos un café aunque jamás llamaríamos cuando estamos bajoneados, al que estuvo al lado para sostenernos cuando nos caíamos y al que se acordó de llamarnos en un cumpleaños, aquel con quien contamos para llorar de risa o de angustia y aquel con quien podemos llorar de risa. Pero no es culpa nuestra, no hay palabras que ubiquen un espacio vital para cada uno.
Por principio desconfío de cualquiera mayor de 25 años que dice tener decenas de amigos, no desconfío de él, sino que sospecho que hablamos en distinto idioma.
Por principio también me siento incómoda cuando alguien se refiere a mí como "mi amiga" cuando yo no siento serlo, pero como de hecho soy mi única incondicional amiga no dudo en decirme que tales extremos son sólo productos de mi historia y no leyes universales.
Quizás todos aquellos a los que se llama amigos, con quienes compartimos buenos momentos, complicidades, afecto y respeto son en realidad amigos, y lo que no existe es un término para esa otra relación única y profunda de confianza, apertura, vulnerabilidad, empatía, simbiosis, entrega, que con mucha suerte alguna vez en la vida logramos.
Entre el millón de amigos que quería Roberto Carlos y el amigo que no está del Tema de Pototo hay varios abismos. Según los abismos de cada uno lo que ve es simple garúa o definitivo diluvio.

miércoles, julio 16, 2008

El mono tremendo

-Anoche tuve un sueño, doctor.
-Ajá.
-¿Sabe? Cuando yo era chico, muy chico, vivía a pasos de Plaza Congreso. A veces mis padres me llevaban a darle de comer a las palomas. En el sueño yo era grande, adulto, pero alguien me llevaba de la mano. Íbamos por la calle Yrigoyen pero el que me llevaba me mentía: "Vamos por Perón". Era un mono alto, bastante bizco, que hablaba raro, marcando las eses. Y se nos cruzaban simios extraños que me decían al oído: "Evita, evita ir por Perón". El que me llevaba de la mano me decía: "Vas a ver las palomitas" pero cuando llegábamos a la Plaza había mucha neblina y apenas se veían unos monos que bailaban. Yo le decía: "Son gorilas en la niebla".
-Gorilas en la niebla.
-Y al alzar la vista me daba cuenta de que me llevaba de la mano un mono enorme, una especie de King Kong.
-King Kong.
-Entonces miraba alrededor y me daba cuenta de que estábamos en Palermo, justo enfrente del Jardín Zoológico. Y había un escenario inmenso y arriba del escenario, había doce monos.
-Doce monos.
-Sí, (no repita todo por favor, me escucho lo que digo) que bailaban. El escenario estaba montado sobre las escalinatas del edificio del Congreso. Yo pensaba que el Congreso no está en Palermo mientras el mono que me llevaba de la mano gritaba y enronquecía. Entonces, me soltaba de su mano y corría, y corría, y la monada aplaudía, bailaba y vociferaba. Hasta que un gorila me alzaba y les decía a todos: "Gracias, gracias, el pibe está conmigo". Era un mono que lucía no (por favor, no repita, está de más) sólo cabello muy blanco sino un peinado aplastado; me toqueteaba y me decía: "Ahora vamos a un barrio nuevo, donde vivíamo' ya no".
-¿Dónde vivía Moyano?
-No, ya no, a un Barrionuevo.
-Ajá.
-Entonces volvía a aparecer el mono bizco con otro simio moreno y unos cuantos monitos progresistas que danzaban al grito de: "Gorila puto, vas a pagar las atenciones del gobierno popular", me arrancaban de los brazos del mono toqueteador, me manoseaban a lo loco mientras me arrastraban hacia una elevación de la Plaza Congreso, me metían en una carpa y me decían: "Esto es un secreto en la montaña".
-Secreto en la montaña.
-Sí (cortelá un poco con la cuestión cinematográfica, ¿ok?). Y ahí me desperté.
-¿Y qué asocia con esto?
-En primer lugar, me parece que está claro que por la plata baila el mono.
-Ajá.
-Y creo que cualesquiera sean los monos que ganen a los otros monos, me van a terminar rompiendo el culo.
-Eso podría estar expresando fantasías homosexuales no asumidas con fuertes componentes de una zoofilia reprimida.
-Sin duda, podría, pero también podría ser una lectura política sostenida por medio siglo de experiencia nacional.
-Y popular.
-Y popular, es cierto.
-Es curioso que en esta sesión no haya mencionado la lluvia.
-Me extraña, doctor: todos esos monos no son más que una metáfora de la fuerte lluvia que va a caer.
-Ajá.

viernes, junio 27, 2008

La era de la boludez

No sé si alguna vez lo dije por aquí, pero hace unos cuantos años, en una época en la cual, casualmente, me creía inteligente, leí un graffiti que quedó clavado en mi memoria: "Si usted es inteligente ¿por qué no es millonario?". En esa época, como dije, me creía inteligente y jugada (por cierto, me jugaba por ser tan poco inteligente, pero es otro tema) y estaba demasiado ocupada en pavadas como la lucha contra el capitalismo, la revolución y la legalización del porro.
Hace unos meses, cuando decidí duplicar mis horas de trabajo por razones económicas (no por amor a la docencia, ya que, justamente porque la amo, prefiero que no me agobie) volvió muchas veces a mi mente aquello leído décadas atrás. Evidentemente no actué con inteligencia, lo que implica una serie de decisiones poco inteligentes. Recorriendo un poco mi vida pude definir y listar las más trascendentes, decisiones que muchos, como yo, toman sin conciencia de las consecuencias económicas (no me vengan con argumentos como vida, amor, felicidad, moral y esas cosas, hablamos de ser o no millonarios).
En primer lugar: casarse o vivir en pareja, para el caso es lo mismo (aunque casarse es más torpe, porque los divorcios cuestan bastante). Una pareja siempre implica gastos. Obviamente no me refiero a aquellos que son mantenidos por una pareja, ese es otro caso que merece o no un post algún día. Me refiero a dos simples trabajadores que deciden compartir sus vidas más allá de lo romántico/sexual. Tu pareja siempre tendrá gastos que a criterio personal son innecesarios, duplicará gastos de servicios y ni hablar de los insumos ¿quién no tuvo una pareja que le rompió vasos o le usó una remera que de otro modo podría haber durado más? Haciendo cuentas una pareja nos cuesta mucho.
Segundo: tener hijos. Un gasto enorme e innecesario. Sólo con ver el precio de los pañales y compararlo con nuestra ganancia/hora ya podemos llorar. Literalmente, y si se me permite ser un tanto grosera, se cagan en nuestro trabajo. Y pretenden comer todos los días, crecen y hay que comprarles ropa, siguen creciendo y quieren salir, y con eso de que están estudiando uno debe bancarlos. Algunos pueden decirme que son inversiones a futuro, pero haciendo cálculos, para cuando pudiesen devolver algo nosotros ya habremos pasado la mayor parte de nuestras vidas, así que no cierra. Sin duda, entre las decisiones poco inteligentes, debería estar en primer lugar, ya que una pareja al menos aporta.
Tercero: amigos. Otro gasto inútil. Los amigos siempre implican regalos de cumpleaños o casamiento, invitarlos alguna vez a salir, comer algo o tomar un café, llamadas por teléfono, y ni hablar si encima es uno de esos (generalmente del mismo género) que nos piden prestado el pantalón o un CD.
Cuarto: el trabajo. La elección de la profesión es vital, ¿qué es eso de "yo quiero ser maestra"? Cualquier padre responsable debería reprimir violentamente a un hijo que plantée un futuro semejante (a propósito, un saludo a mi mamá que me está leyendo).
Qué sería del mundo sin docentes y profesionales similares (en cuanto a reconocimiento) es algo que no viene al caso, ser inteligente es ser realista, y lo real es que el Estado nunca tuvo interés en más incentivo docente que ofrecer una carrera corta de la cual se egresa con capacitación mínima (pero ya lo dice el viejo dicho "los partidos se juegan en la cancha y a los maestros los hacen los alumnos"). Por lo tanto elegir una carrera como esta es una reverenda estupidez. Obviamente hay miles que ni siquiera pudieron elegir una profesión, pero quienes sí pudimos y elegimos tan mal casi merecemos llegar a fin de mes contando monedas.
Hablando del Estado, y dado que está claro que no alcanzar la condición de humano VIP es responsabilidad de cada uno, lo que demuestra una incapacidad, estuve pensando en enviar al Congreso un proyecto (total en este momento no están haciendo nada) de subsidio o similar llamado "Plan Boludos y Boludas". Podrían acceder a él todos los boludos y boludas de mi patria que pudiesen acreditar haber cometido al menos dos de los errores listados, los que laburaron toda su vida y jamás les regalaron nada (ni hablar de una casa o lote), los que presencian impotentes el circo entre las oligarquías, los que hace unos días no agarraron cacerolas (por cierto, vi unas tan nuevas y brillantes que pensé ir a pedirle a quienes las blandían que me la cambien por mi vieja y abollada olla), los que no se dejaron tentar por las siete carpitas que decoran la plaza ni siquiera para mandar un manatí inflable relleno de TNT, ni tienen cuentas bancarias, ni acceso al megacurro de la soja, ni voz ni voto (bueno, sí tuvieron voto, pero es otro tema), en definitiva, los miles de habitantes grises que diariamente van a laburar esquivando cortes de rutas, calles, luz y sueldos sólo por haber sido lo suficientemente idiotas como para no formar parte de los inteligentes como D'Elia, De Angeli, Macri, Kirchner, etc etc.
Aunque casi todos esos están casados, tienen hijos y amigos...¿será que el ser inteligente pasa por otro lado? Como sea, merecemos un plan Boludos y Boludas, antes de que la leche derramada nos empiece a llover encima.

sábado, mayo 31, 2008

Marco

En 1981 trabajé en una fábrica de plásticos que, por suerte, se prendió fuego -hubo quien sospechó de componendas entre sus principales accionistas y la compañía de seguros- y me dejó en libertad de acción, cual futbolista poco prometedor.
A propósito de promesas deportivas -y en evidente digresión- este verano me topé con una colección de fotos futboleras expuesta en el bar de un hotelito. Entré a observarlas y descubrí, en el desorden temporal del collage, la imagen
insistente de Eduardo Delgado, un wing derecho que brilló en Chacarita hace más de 30 años y luego incursionó en algún club grande y en alguna selección juvenil. El encargado de algo se acercó a conversar conmigo más o menos -sintetizo mucho, claro, pero es casi literal- lo que sigue:
-¿Lo conoce?
-Sí, me acuerdo, Delgado, un pibe que prometía mucho.
-Bueno, ahora es un gordo, viejo, que no promete nada.
La vida no es sueño, la vida es un fiasco.
Pero yo estaba hablando de una fábrica de plásticos en la que hace 27 años también trabajaba un tal Marco. Por entonces, escribí un suscinto relato al que no voy a modificarle típicos recursos de época marcados por determinadas lecturas y por rotundos límites de autor ni ciertas focalizaciones temáticas que hoy revisaría.
No es la primera vez -ni quizás la última- que rescate algún viejo texto y lo pegue aquí sin enmiendas ni más comentarios. Las razones, siempre, son privadas, intransferibles.


En el comedor demasiado estrecho yo había elegido el extremo de la única mesa desocupada, había acercado una silla y me había sentado. Había tomado la sopa -fideos y zapallo- y después había limpiado mis bigotes con una servilleta de papel.
Pensaba. Pensaba en la astrología, en las predicciones, en los destinos humanos. Pensaba si la historia ya estaba trazada de antemano, si la muerte, como en un mapa, ya nos había sido indicada.
Pavadas, pensé. Lo que nos sucede no es más que el producto de lo que somos, de lo que hacemos. Nosotros tejemos o destejemos los actos futuros en una relación matemática de coordenadas y resultantes.
Otros dos muchachos se acercaron a mi mesa y tomaron asiento frente a mí. Buen provecho, dijeron y comenzaron a cortar y comer pedazos de pan mientras yo me servía otro vaso de gaseosa.
Pensemos en un tiempo no ordenado, un tiempo amorfo del que conocemos conjuntamente todos sus instantes. Ya no existirían los sucesos, porque nada sucedería a nada. En este mar inerte, helado, asquerosamente quieto, imaginemos desordenadas todas las figuras de la vida. Un antes y un después inexistentes que dejarían en ridículo todas nuestras esperanzas, todos nuestros sueños y todos nuestros esfuerzos.
Pensaba yo en estas cosas cuando ví entrar a Marco. Marco es un hombre alto al que siempre he visto vistiendo ropa azul de trabajo. Gesticula mucho al hablar, nunca tiene fuego para encender sus cigarrillos. Fiammífero, pide. Buona sera. Bella ragazza. Le gusta hablar en italiano, le gusta hacer bromas y no es del todo infeliz. En el hombro seguramente tenga una ancha cicatriz, un rasguño de guerra de esos que una bala trazante abrió en la frontera con Francia o con Yugoslavia. Tiene dos hijas mujeres, esposa y una casa de material en el barrio de Liniers que terminó de construir en el año '57. Marco tiene sesenta y un años.
Cuánto te falta para jubilarte, le preguntó un capataz joven que jugaba con una cáscara de naranja entre los dedos. Marco agitaba el cigarillo entre el índice y el pulgar de su mano extendida. Ya hace un año y medio que podría haberme jubilado, dijo, quiero acumular unos meses más, porque varios años no aporté. Hasta julio, dijo pegándole una pitada larga a la colilla, hasta julio y en agosto me voy a Italia, confirmó con un cierto placer en los ojos cansados.
Yo me eché un poco hacia adelante y sorbí un trago de café. Qué grotescos suenan nuestros planes frente al destino implacable, pensé. Este hombre proyecta un futuro inexistente, la ilusión de un regreso. Seguramente este hombre cuando duerme sueña. Sueña con vino negro y con tarantelas, con un pueblo cada noche más blanco, con puertos de color dorado, con un sol mediterráneo que se apagó en el año '39 y que ya no volverá a brillar.
Porque Marco morirá con el primer frío del '82. Una mañana de lunes se sentirá descompuesto, en la parada del 304 se apoyará contra el poste. Alguien, un muchacho joven, lo tomará del brazo y le preguntará si se siente bien. Muy bien. En un segundo Marco recordará la marquesina de un cine en Vicenza, el primer beso de la primera novia, la artillería sangrienta de los aliados, las bolitas de vidrio de aquel amigo que después murió, el trabajo de soldadura que el viernes dejará por la mitad, la camisa de ir a misa la doménica, sus dos hijas –tan grandes– y los novios de sus dos hijas, la soledad de los puestos de guardia, el batón de verano sobre el cuerpo desnudo de su mujer yendo del patio a la cocina y de la cocina al patio, la suspensión del año '73 por marcar la tarjeta con birome, la arena fina del Adriático, su hermana Sofía con la canasta de pan recién horneado cruzando el patio de tierra entre los gansos, el Ferrocarril Oeste los sábados por la tarde, la nieve y los tranvías, el mate y las alambradas.
Después alguien recordó su hasta julio y su en agosto me voy a Italia, y otros dijeron el quién hubiera dicho y el qué se le va a hacer.
Pero en el supuesto desorden de los hechos, los proyectos de Marco siguen siendo una burla.

domingo, mayo 18, 2008

Y ahora la escritura

Vengo de la época histórica del manuscrito, es decir, de la escritura manual. Tanto vengo de allí que pasé años de vida completando a mano unos secundarios cuadernos calitécnicos al reverendo cuete, más o menos al mismo tiempo que aprendía a calcular bajo ciertas técnicas ya a punto de caducar.
En mi primera escolaridad aún se pontificaba la preeminencia de la lapicera a fuente contra la de cartucho y el inocente bolígrafo todavía era objeto de diatriba y censura institucional.
En mi tardía infancia tuve acceso a mi primera máquina de escribir, una vieja Remington que databa de los años 30 y mi viejo atesoraba como signo de alguna cosa. Con ella aprendí casi todo lo que ahora tipeo en este teclado hace años vetusto.
La antigua Remington dio paso a una Lettera 32 de Olivetti, más liviana y maleable pero esencialmente lo mismo. En ella armé la edición de lo que presumo mi primer y único libro, con un tremendo esfuerzo artesanal y resultados más bien pobres.
Poco después, en mi laburo de entonces, accedí a la máquina eléctrica: una maravilla que imprimía grafismos en el papel sin juzgar la potencia del eventual dedo operador. Pero la verdadera revolución fue mi encuentro con una Brother con memoria, en ocasión de mi militancia en función responsable de una imprenta obrero- partidaria. Ese bicho (hablo de hace casi un cuarto de siglo) era capaz de almacenar texto y ponerlo a disposición de su corrección y diseño.
Después vino, inevitable y bienvenida, la PC. Recién hacia 1991 me hice de una e instalé el Chi Writer, un soft que tenía sus ventajas pero demostró que resultaba incompatible con el resto del mundo. Escribí en él una novela y cuando imprimí su primer borrador, quedó claro que ocho horas no es un plazo admisible de impresión de nada. Migré al toque a Word 5.1 for DOS.
Y después de un tiempo, a partir del nuevo siglo, adopté definitivamente el soft de Word for Windows. Y ahí sigo, por ahora.
Es preciso recorrer (un poco) la historia para entender (un poco) nuestro presente. Ha habido mil instrumentos de escritura hasta la pluma y, después, mil plumas. Y hoy tenemos una metafórica pluma, potenciada en sus recursos técnicos, que nos hace responsables de la escritura pero también de esa historia.
Hagámosle ese flaco honor antes de que, definitivamente, se largue a llover.

sábado, mayo 10, 2008

Cálculos históricos

En nuestros siglos XX y XXI la edad de cada cual puede medirse en términos de tecnologías, de número de tecnologías sucesivas que fuimos atravesando. Tal método hubiera resultado inútil a lo largo del milenario medioevo e incluso durante los siglos de la llamada modernidad. Dos grandes objetivos básicos se ha dado la educación pública del último siglo y medio en términos de programa formal: que los alumnos aprendan a leer y escribir y a sacar cuentas. Y hoy quiero hablar de sacar cuentas.
Cuando inicié mi escolaridad primaria ya sacaba cuentas muy básicas mentalmente. La escuela me obligó a registrar sobre papel lo que ya calculaba sin registro y, junto con ello, me brindó técnicas de cálculo que me permitieron sacar cuentas más complejas. Aprendí a dividir cifras como 175249 por 2243, a obtener un resto bajo el cual dibujar un firulete e incluso a ejecutar pruebas de confianza del resultado.
Poco después inicié mis estudios secundarios, curiosa denominación que bien podría leerse en relación a los estudios principales. En aquel ámbito secundario aprendí dos cosas respecto del cálculo aritmético: una técnica intelectual para redondear cálculos difíciles con un aceptable margen de practicidad y el uso de una herramienta llamada regla de cálculo que consistía en aproximar resultados en base a la relativa fiabilidad del ojo humano. Continúo utilizando eventualmente la primera pero hace décadas que la segunda es un mero instrumento de museo. Creo que pasó a retiro vitalicio un par de meses después de que me enseñaran su uso, porque ya despuntaba en el horizonte la entonces muy rara y muy cara calculadora electrónica.
Con una calculadora, pronto barata y masiva, uno pudo calcular cualquier raíz a nivel del millonésimo y, por lo tanto, a mis 12 ó 13 años, quedaban ridiculizados mis ingentes esfuerzos de un par de años atrás por calcular sobre papel una boludez tal como la raíz cúbica de 1000 y también la menos boluda de 7927. La calculadora resolvía todos los cálculos tediosos y sólo hacía falta saber cómo articularlos a fin de obtener resultados prácticos aplicados a un problema concreto. Pero yo sabía qué cosa calculaba la calculadora más rápido y exacto de lo que podía calcularlo yo.
Durante 1979 liquidé sueldos y jornales sobre unas largas y anchas planillas manuscritas y la calculadora fue mi auxiliar imprescindible, mi secretaria ejemplar. Hacia 1980 conocí a su rival definitiva, la computadora, que ya no se disciplinaba al criterio del operador sino que tenía sus propios criterios almacenados y sólo había que cargar los datos e iniciar su proceso. No había por entonces, al menos en mi nivel de empleado/ operador, espacio de interacción más allá de la tecla enter. Y sus secretos eran a tal nivel inexpugnables que cualquier otra tecla podía conducir a un desastre que alguna vez materialicé de puro curioso.
Poco después dejé de liquidar sueldos y jornales (me echaron por exceso de curiosidad) y pasé a trabajar en investigación por encuestas. Entre otras cosas coordinaba la sistematización y codificación de los datos que entonces debía ajustarse a las fatídicas doce posiciones por columna de la tarjeta perforada; durante muchos años, ya perimido tal sistema y por mera inercia intelectual, tendía a codificar entre 0 e Y (0= Ninguno; X= Otros; Y= NS/ NC). Parte de mi tarea era el clean-up, nombre gringo para la rectificación de los cien errores derivados de una imperfecta programación del proceso.
Pasó todavía una década antes de que me sentara frente a una computadora que yo pudiera operar con mediana inteligencia: los 80 aún fueron de los grandes emprendimientos comerciales o de las vanguardistas Commodore domiciliarias. Hacia 1990 trabajaba en el turno noche de un hospital público y tenía largas horas para encender y explorar (ambas cosas me estaban prohibidas) la única y reciente PC instalada en su Dirección de Estadística que, en rigor, aún no se usaba para nada útil. En los muchos ratos libres que me dejaba la confección de fichas manuscritas o la operación de una vieja Lexicon 80, investigaba esa rareza informática a partir del saber previo de un simio escolarizado.
Por fin en 1991 me compré una AT 286 y, en términos de cálculos, instalé una versión del Quattro Pro (Borland) for DOS que entonces descubrí como la última y definitiva maravilla. Diseñé y armé planillas de todo tipo y calculé hasta la máxima pavada imaginable. Era el juguete nuevo, escoba nueva barre bien, dicen. Y barre tan bien que la mayor parte de las humildes planillas que desde 2000 en adelante diseñé en versiones de Excel for Windows, se basan en aquellos arduos aprendizajes bajo un soft para DOS que ofrecía menos soluciones automáticas que los saberes previos que requería.
Me pregunto con qué calcularía Pitágoras hace milenios y con qué Galileo, Newton, Pascal, Gauss, Einstein, todos anteriores a las grandes facilidades actuales que de algún modo son hijas de sus grandes esfuerzos. Y me pregunto cuánto sirven estas facilidades a quienes no han recorrido cierto camino intelectual hacia la obtención de un resultado aritmético. Ninguno de aquéllos habría aceptado como verdad última esa respuesta tan común por parte de operadores contemporáneos: el sistema esto, el sistema lo otro, acá no me figura, etc. A veces creo que quien defiende que el sistema da saldo 0 ante un crédito de 200 y un débito de 150, no sólo cumple con su lugar de vocero necio y literalmente irresponsable sino que, además, no ha sido educado en términos de cálculo alguno sino en meras lecturas de resultados en pantalla. Apretar un botón para que dé un número no puede ser ninguna operación seria de conocimiento sobre nada. A veces temo que, fuera de los especialistas formados en el tema, sea la única a nivel masivo.
Ya se ha dicho: somos enanos sobre los hombros de gigantes. El problema es que no reconozcamos cuán enanos somos, qué recorrido histórico ha hecho gigantes de tipos de lo más enanos y dónde carajo estamos hoy parados y expuestos a la lluvia que caerá.

jueves, abril 24, 2008

Karmagedón

Hace unos días los diarios de mi ciudad, La Plata, informaban que un chico había sido agredido por compañeros en una escuela, y debieron hospitalizarlo. Ese mismo día, sin que saliese en ningún medio, mi hijo me había contado de otro chico, en otra escuela (la suya) al que entre varios habían mandado también al Hospital de Niños, golpeado y pateado hasta que los docentes, debiendo recurrir a su fuerza física, lograron detener a los agresores.
La “violencia escolar” es tema recurrente últimamente, aunque no es nuevo.
Ahora, un par de detalles. Los docentes no pueden ejercer ningún tipo de fuerza física sobre un alumno (mucho menos pegarle, obviamente), aunque en muchos casos es la única forma de detener un ataque. Pero luego esta misma fuerza física es usada por los padres de los alumnos agresores para acusar a esos docentes, y embarrar la cancha.
Más de una vez fui testigo de padres “incondicionales” de sus hijos, donde esta incondicionalidad no corresponde con el rol de padre, sino con aceptación y defensa absoluta del hijo. Si le pegaron a otro, si encima lo hicieron cobardemente entre varios, la culpa la tiene el otro.
Por otro lado, la escuela no puede expulsarlos ya que tanto EPB (Escuela Primaria Básica) como ESB (Escuela Secundaria Básica), los nuevos engendros educativos post EGB-Polimodal (siempre cambios de forma) son obligatorios, y los alumnos lo saben. Un acta, en el peor de los casos una suspensión... impunidad total.
Muchas veces ese “otro” culpable es el propio docente, porque se atrevió a sancionar a un hijo.
Hoy el diario “Hoy” informa de un nuevo ataque, esta vez de una madre sobre una docente. Tampoco es el primero, sólo que el 99% no salen en los diarios.
Madres completamente sacadas pegándole a una maestra no es una escena inédita. Y también la otra cara de lo mismo, la que jamás sale en un medio pero existe: el padre que amenaza al dueño de un colegio privado con sacar a su hijo, alumno-cliente, del mismo, si no “toman medidas” contra algún docente que, quizás, se atrevió a aplazar al pequeño desamparado. Y, peor aún, dueños de colegios privados muy caros que le dicen a ese padre que se quede tranquilo, que “no volverá a ocurrir”.
“La violencia ocurre en los patios, las aulas, la vereda de las escuelas, pero también en otros espacios. Hoy, la tecnología la reproduce por email, mensajes de texto, messenger, páginas web difamatorias, blogs y videos online” dice el diario Hoy. Parece tener sentido, resulta que hoy la gente se comunica a través de email, sms, messenger y otros espacios, antes pintaban las paredes, hacían cadenas de cartas, dejaban un cartel en el pizarrón, o el viejo y nunca olvidado boca a boca.
“Las escuelas ya no permiten el uso de celulares o cámaras no sólo por no formar parte del material educativo sino que también porque ‘pueden ofender a los docentes’ o, lo que es peor, ‘invadir la privacidad de los profesores’” continúa Hoy. ¿”Ya” no permiten? Que yo sepa nunca estuvo permitido, pero no porque puedan usarlos para “ofender” al docente, de hecho los he visto mucho más usándolos para copiarse en un examen (mandándose sms entre ellos o con alguien en el exterior de la escuela, poniendo el celular en modo vibrar para que no los escuchen, y otros métodos que hablan muy bien de la inteligencia y astucia de los chicos). Respecto al “invadir la privacidad de los profesores” cuando se refieren al uso de las cámaras por los alumnos, suele tratarse de videos de clases dadas (he visto algunos), y esas clases no son ámbito privado de un docente, de hecho algunas veces, al mejor estilo de las grabaciones de cámaras ocultas aceptadas por la ley en muchos juicios penales, son usadas por los alumnos para sostener una queja contra un docente. Si se refieren al uso de cámaras para, efectivamente, invadir la privacidad de un docente, ya no se trata de algo controlado o regulado por una escuela, ya que no se produce el hecho dentro del establecimiento.
Y como si fuese poco, remata: “Juan Carlos Bolponi, psicólogo social, sostuvo ante Hoy: 'Los chicos son violentos en las aulas o a través de la web porque son educados en la violencia familiar o porque consumen violencia desde la televisión o los videojuegos' ".
Un poco simplista, por no decir absurda, la conclusión del origen de la violencia. De hecho, yo crecí con el Proceso y La Naranja Mecánica, y aquí estoy, nunca maté a nadie, ni siquiera le pegué.
“Violencia en la cancha”, ampliada luego a “violencia en el fútbol”, “violencia escolar”, y otras tantas, son tema corriente. Y los demonólogos de siempre insisten en acusar a la TV, cine, Internet o videojuegos.
El origen de la violencia es un tema complejo de estudio de la antropología, sociología, psicología, y otras ciencias, y ninguna de ellas por sí misma puede dar una respuesta definitiva. Cada gobierno la usó y abusó de ella desde el rol de víctima y victimario, a conveniencia. Demonios, alcohol, drogas, medios, siempre hay un culpable externo, cuando se trata de explicarla. Condena sin justificación cuando se trata de sufrirla.
Jamás me sentiría capacitada para concluir algo al respecto, sólo sé que el doble discurso de intentar hacer cargo a alguien de sus actos mientras se lo justifica por causas más profundas no sirve de nada. Con ese criterio dejemos en paz a Patti o a Videla, porque la violencia está antes que ellos, ellos sólo la ejercieron. Con ese criterio, también, debería dejar a mi hijo en paz cuando me responde “soy adolescente así que puedo ser boludo”.
Una madre entró a una escuela, y frente a su hijo y otros chicos de 5 y 6 años molió a palos a la maestra. Y no habrá sanción, como nunca hubo. No es nuevo, y, por supuesto, hay casos mucho más graves, pero son esas cosas que hacen que sea inútil preguntar por qué insistimos en que va a llover

sábado, abril 19, 2008

Humo sobre el agua

Tengo una primicia: en Buenos Aires hay humo. La culpa la tiene el campo, que se quemó a sí mismo harto de tanta prensa. Lo ayudaron unos cuantos productores agropecuarios con una vieja práctica, pero esta vez las cosas se complicaron. De esa complicación tiene la culpa el calentamiento global.
Una vez deslindadas responsabilidades, y para no repetir lo que ya se dijo en cientos de diarios, blogs, mails y otros medios, me voy al detalle estúpido, al de todos los días.
Que el humo es molesto no es novedad, que provoca irritación en ojos, garganta y seres humanos, tampoco (como madre de un joven asmático compruebo que a veces más que molesto es jodido). Que sea necesario investigar un poco cómo es que los focos saltan de aquí para allá sin quemar el trayecto entre ellos no habiendo viento, es evidente. Pero los medios están felices, nunca les cayó del cielo material para tantos días (excepto, quizás, en septiembre de 2001).
Lo que evidentemente les cayó mal es que cada médico que entrevistaran repitiera que no es nocivo para la salud, entonces, después de intentar una y otra vez que dieran los mismos consejos y que lo hicieran con todo de epidemia, se fueron a preguntarle a "la gente".
"¿Y a usted cómo lo afecta el humo?" repitieron aquí y allá, buscando a quienes llevasen un barbijo o tuvieran cara de apocalipsis. "Ay, a mí me afecta", "no puedo respirar", "el gobierno tendría que hacer algo".
Ni hablar de los choques, que desde hace unos días son todos culpa del humo.
"Es la primera vez que me pasa" dijo Lorena Maciel. ¿Que "te" pasa? me pregunté, pero continuó, aclarando, "es la primera vez que hay una noticia todo el día". No sé dónde estaría ella los días anteriores, pero es un tema viejo.
No me iban a dejar de sorprender: "encima de ese humo está el sol" repitieron una y otra vez, como quien ve la luz. Bueno, resulta que cuando está nublado, encima de las nubes, también está el sol. De hecho el sol tiene la costumbre de estar aunque no lo veamos, pero no vamos a caer en choluleces.
"No es conveniente el uso de barbijos porque si no están bien ajustados sólo acumulan las partículas en suspensión" dijo coherentemente la Jefa de Guardia de un hospital. Inmediatamente la notera de C5N nos explicó "los médicos no recomiendan usar barbijos porque son caldo de cultivo para las bacterias" ¿¿??. La misma notera continuó "no salir de sus casas, hacer gimnasia... y no hacer mucha actividad física". ¿Se referirá a hacer yoga?. En el punto de no salir de nuestras casas la culpa la tiene el gobierno porque no decretó asueto por humareda.
Es un tanto embolante leer y escuchar hasta el hartazgo cómo afecta la garganta de la verdulera, y como gritan al mejor estilo Mod Flanders "piensen en los niños". En la escuela de mi hijo pensaron en los niños, y cancelaron las clases sin tanta grandilocuencia. Mientras tanto en TN informaban con "urgencia" que habían evacuado (¿?) un aula en el Tigre.
El humo es bastante irritante en sí mismo, pero escuchar hablar de él una y otra vez, como si el mundo se hubiese detenido, como si no hubiese habido discursos del Papa en EEUU, triunfos en Italia, pedido de aumento de tropas yanquis en Irak y otros detalles, me resulta bastante más irritante.
Hoy parece que el aire se aclara un poco, entonces el mundo vuelve a los medios, por cuánto tiempo dependerá del humo, el viento y el fuego. Pero los incendios se apagarán, ya que no hay ninguna duda de que, tarde o temprano, va a llover.

jueves, abril 10, 2008

Era de tontos

Después de escuchar que Luis Abelardo Patti podría ser liberado y asumir como diputado mi mente me dijo que lo más sano que podría hacer es ver alguna estupidez. Entonces me fui a ver el canal Infinito.
Nobleza obliga, debo reconocer que entre la masa informe de huevadas cósmicas que emite, cada tanto, se les cuela algún interesante documental.
En ese momento, alguna hora de la madrugada, estaban emitiendo una de las tantas repeticiones del programa Leyendas urbanas. Siempre tienen algo de fascinación las leyendas urbanas.
El formato es bastante clásico, la dramatización de la leyenda y notas a diferentes profesionales de variadas ciencias (dependiendo de la leyenda) que la "explican" y apuestan a su veracidad, o no. Todo relatado por una seria Natasha Henstridge que más bien pareciera estar dando el informe final de la guerra en Medio Oriente.
Algunas leyendas bastante conocidas por estos lares, como la de la rata en una botella de gaseosa o alguna de sus variantes culinarias (dentro de una empanada a medio comer, etc.) y otras no tanto.
Lo primero que me llamó la atención es el modo por el cual intentaban definir si se trataba de un hecho verídico. No verosímil, sino verídico, mezclando la veracidad con la verosimilitud de modo tal que la conclusión fuese que, si es verosímil, es verídico.
Las leyendas urbanas que no son verosímiles suelen morir por muerte natural en poco tiempo, y no se propagan en tiempo y espacio. Cuando un tal doctor Fulano, especialista en envasado de gaseosas, dice que los canales de envasado de las gaseosas no tienen el diámetro necesario para que pase una rata, si le creemos, resulta un dato clave para poder decir que no es verídico. Cuando otro doctor en algo explica que la Coca Cola disuelve hasta los huesos de las ratas, la seria Natasha con dramático suspenso nos explica que "ya hemos demostrado que no es posible que una rata estuviese en una botella de Coca Cola, pero... ¿estaría en una Mirinda?".
Media hora después aclaran que dicha leyenda cambia según la zona y la época, que algunas veces es una Coca Cola, otras un fatay, por lo que empiezo a preguntarme para qué desperdiciaron media hora en demostrar que no estaba en la Coca. Cuando soy mal pensada me pregunto cuánto habrá pagado la empresa, pero cuando ese mismo criterio (demostrar que "no pudo ser" de un modo, pero la leyenda tiene mil variantes) se repite, dejo de ser un mal pensada y me empiezo a preguntar si serán tontos o qué. Y concluyo que es o qué.
Pero lo que realmente me confundió es un argumento esgrimido por varios de los entrevistados, el "no es común".
Si un psicólogo especialista en patologías de envasadores de gaseosas dice que no es común que los obreros dejen pasar ratas a las botellas, Natasha vuelve a decirnos que "ya hemos demostrado". Yo creía que justamente el no ser común es lo que convertía a algo en excepcional, por lo tanto factible de ser una leyenda urbana. Nunca escuché como tal que una mujer tuvo que correr un micro, o que alguien llamó a un 0800 de alguna empresa y lo dejaron esperando una hora.
El análisis científico que convierte lo factible en lo real no se encuentra sólo en las leyendas urbanas, sino en casi la totalidad de los programas semi o pseudo documentales de Infinito y otros canales, incluyendo Natgeo, Discovery, etc. Del mismo modo nos muestran la momia de algún egipcio y le hacen la autopsia, como no encuentran marcas en los huesos que indiquen asesinato, pero sí un gran hueco de absceso en una muela, concluyen que no murió asesinado sino de una infección. Si una no piensa mucho dice "ohh", pero una parte medio rebelde de la mente dice "¿y si le cortaron la yugular? ¿y si lo mordió un áspid? ¿y si lo envenenaron? ¿y si se suicidó cortándose las venas con el pico de Horus?". Y eso lo piensa alguien que no es muy inteligente ni tiene acceso a toda la información que se supone esa gente tiene ¿entonces? Entonces una se queda pensando que saben más que una, y que por algo lo dicen (y no nos lo dicen). O piensa "andaca".
Lo mismo que piensa cuando dramatizan algún hecho histórico, no como pudo haber sido, sino como fue. O cuando le explican que un oso panda piensa tal cosa cuando ve a un humano o las razones íntimas y personales por las cuales un soldado griego se quedó en Pompeya cuando explotó el Vesubio.
Tiene algo bueno ver la realidad por televisión, si recordamos que las bombas que caían sobre Bagdad eran bombas reales que caían sobre gente real, pero no me sorprendería que en un par de años Infinito haga un programa en el cual nos explican que no es común que la gente se quede cuando la van a bombardear, por lo tanto Bagdad estaba desierta. Y que lo crean.
Sin duda, el único hecho científicamente comprobado es que va a llover.

jueves, abril 03, 2008

Apuntes para un acto de gobierno

-Esperar una protesta nacional de algún sector social privilegiado. O no tanto, pero no explotado. Por ejemplo: clase media y media alta. Mejor lock-out de grandes propietarios. Beneficiados por el modelo, subsidiados por el gobierno, etc.
-Tardar bastante en dar respuesta, semanas. Hacer el otario, inaugurar algo, tomarse vacaciones. Pueden incluir el feriado ése sobre la memoria. Dejar que la cosa vaya pasando de castaño oscuro. Echar un poco de leña al fuego. Un poco.
-Anunciar una medida para solucionar el conflicto. Ver si conviene defender las decisiones tomadas, corregir con nuevas medidas, avanzar con políticas drásticas, etc. Recordar que esto es necesario pero no es principal. Hablar poco del tema. Porque la gente puede ponerse a debatir en serio la cuestión. Mucho ojo.
-Organizar el gran acto de apoyo al gobierno popular. Una movilización para ser visto y/o para mostrar. Analizar si hay riesgo de que se transforme en una movilización de verdad. Seguro que no pero analizar. Consultar sobre aparatos que sirvan de dispositivos para la exhibición. Presupuestar y librar los fondos. Con tiempo.
-Mandar sacar las vallas que dividen y rodean siempre la plaza pública. Mandar que la tropa policial acantonada se retire un par de cuadras. No más. Por las dudas. Garantizar que terminado el acto, todo vuelva a la normalidad. Por si fueran a manifestar otros. Seguro que no pero garantizar.
-Planificar el discurso dirigido a las masas televisadas movilizadas. A propósito de la tele, arreglar que se vea el descenso del helicóptero, la caminata hasta el auto, etc. Seguimiento al detalle con títulos tipo "ya viene", "ahí llega" y así. Por supuesto, orador único. Tiene que ser helicóptero. Por la grandilocuencia. No bajar hasta que se apague la hélice. Por el peinado.
-Insistir mucho en la condición de género. Afirmar que todo se hace más difícil. Pero mucho más. Para reflexionar: ¿más difícil que qué y por qué? Igual decirlo y repetirlo. Mucho. Y antes de decir cualquier otra cosa.
-Acentuar la condición personal de víctima maltratada, atacada, agraviada. Si se puede articular con la cuestión de género, mejor. Exagerar. Si es preciso, ignorar toda la historia. Afirmar que no se sabe de peor ataque sufrido por un gobierno. Democrático. En sus primeros 5 años 100 días. Sobreactuar.
-Plantear analogías con procesos del pasado. Por ejemplo: antes del golpe del 30 también hubo críticas al gobierno; antes de la invasiones inglesas también hubo protestas, etc. Ver si no conviene algún proceso más cercano. Pero tienen que ser más de 5 años.
-Usar términos que evoquen la guerra. Sin exagerar. Por lo de la unidad de todos y todas. Por ejemplo: "ataques", "tanques", "defensa". O decirles "generales" a los dueños de los medios. Ver a quiénes se le hicieron favores a cambio de apoyo. Consultar si les molesta que se los mencione. Elípticamente, claro.
-Buscar algún titular, editorial o columna de prensa que pueda presentarse como ofensiva. O mejor, golpista. O mejor, mafiosa. También puede ser una caricatura. Si tiene muchas interpretaciones, mejor. Porque una de tantas será golpista. O casi cuasi-mafiosa. Hay uno que siempre dibuja para un diario. Revisar si justo publica algo que sirva.
-Encontrar versos populares de donde sacar frases conocidas. Por ejemplo: "es el pasado que vuelve". Ver si Le Pera tuvo herederos y si tienen los derechos. Preguntar a Nacha por lo de "me gusta ser mujer". Confirmar antes si está con nosotros y nosotras o no. De paso: consultarle cómo hace para mantenerse así.
-Ver si conviene hablar de mujeres y golpismo o si se puede confundir con la yegua de Isabel. Una opción: sugerir que no gobernó en nombre del voto popular. Por omisión, claro. Evaluar si alguien se daría cuenta. O si importaría. Encargar una encuesta para ver cuántos saben quién es Isabel.
-Repetir "compañeros y compañeras". No, mejor "compatriotas y...". No, porque se dice igual. Mejor "argentinos y argentinas". Repetirlo muchas, muchas veces. Todas las veces que se pueda. O más.
-Hablar de la plaza del reencuentro y la transformación. Pensar del reencuentro con qué o con quién. Ver qué hacer con los jerarcas de los sindicatos y los punteros del conurbano. Que no se lea como reencuentro con ellos. Y entonces, ver también lo de la transformación... Consultar este problema con ellos.
-Dar muestras evidentes de afecto físico con algunos argentinos y argentinas. Desde atrás de las vallas. Arreglar que en la tele se vea todo en primer plano. Arreglar que la custodia aparte a los más afectuosos. Ver si esto último puede no verse.
-Poner una canción final de fondo. Nacional y popular. Que hable de la historia, el pasado y la memoria. Hay una que se llama "La memoria". Ver si convienen las partes que habla de los genocidas que están sueltos. Y de la justicia que mira y que no ve. Igual hay división de poderes.
-Sentar cerca a gente que haya sufrido en serio y haya luchado de verdad. No demasiados, suficientes. Invocar sus nombres y su historia como muestra de que el gobierno está cerca. Al lado. Como si transitara por su mismo camino. Tienen que ser reconocidos, si no mucho no sirven. Obreros no. Pensar quiénes.
-Encontrar un símbolo de continuidad entre una gran lucha y el gobierno. Por ejemplo: un luchador honesto, histórico, con prestigio, que entregue al gobierno un símbolo importante de algo. Muy importante. Si es mujer, mejor. Por lo de género.
Que parezca como si le pasara al gobierno el testigo de una carrera de postas. Ésta es buenísima pero hay que descubrir qué. ¿Una bandera? Ver qué bandera todavía no se entregó. No debe haber muchas... Pensar qué. Y arreglar con la tele que lo tomen bien de cerca.
-Saludar y rajar antes de que se largue a llover.