lunes, febrero 20, 2006

No tendrás otro film delante de mí

Fiel a mis hábitos, el último viernes no tuve ganas de cocinar y me dirigí a una fonda rotosa a cenar un matambre a la pizza con fritas que es una (la única) especialidad de la casa. Esperaba que en el televisor que allí cuelga se exhibiera un partido por la Copa Toyota Libertadores (Atlético Regional Chimborazo vs. Deportivo Universitario Canicas o algo así) o una inaudible secuencia de videoclips de MTV Latino. Pero no, acababa de empezar El Padrino, primera parte, mal subtitulada pero al menos no doblada (lo cual hubiera sido inútil pues no se oía casi nada) por la insufrible señal TNT.
Debo confesar que El Padrino es quizás la única película que siempre veo. Si hago zapping y la descubro, la miro hasta el final, la haya empalmado en la tarantela que ameniza la fiesta de bodas de Connie Corleone o en el diálogo en que Sally Tessio juega su última resignada carta ante Tom Hagen. Si la encuentro, la veo: no puedo evitarlo.
El Padrino es la obra cumbre de la historia del cine: lo anterior y lo posterior podrá incluso ser excelente pero jamás logrará siquiera empardarla. Es la película de un gran guionista y un gran director que tuvieron su momento de iluminación hace treinta y cuatro años y no pudieron sostener un nivel semejante. Francis Ford Coppola volvió a fulgurar siete años más tarde con su Apocalypse now y se retiró, no del cine de calidad sino del incómodo sitial en que El Padrino lo puso para siempre.
El Padrino no es perfecta: hay un fragmento de escena de unos tres o cuatro segundos que, por suerte, demuestra que la más grande obra siempre exhibe un fallido, incluso un horror. No diré cuál es por respeto a ese monumento fílmico. Jodido como soy, cada vez que la veo me prometo descubrir algo más que sea perfectible (ayer me han referido alguna inconsistencia que yo no detecté) pero vengo fracasando una y otra vez.
Todos los rubros técnicos están al servicio de ese efecto de perfección: guión, diálogos, actuación, encuadre, luz, musicalización, arte, vestuario, montaje, etcétera.
Y por si fuera poco, una escena que está entre las mayores del cine universal: la última charla entre Vito y Michael en el jardín de los Corleone. El ida y vuelta del diálogo entre los negocios y la intimidad, entre lo trascendente y lo trivial, los niveles de ocupación y preocupación del uno y del otro, las actuaciones sin fisuras de Brando y Pacino, la puesta de cámara y el montaje final, el vino y la referencia al vino, la remisión al pequeño Tony que ya lee historietas, los comentarios sobre el pasado, el presente y el futuro, el balance paterno y la contención filial.
Todo, todo, puesto al servicio de una colosal escena que singulariza para siempre la herencia, la historia, la ternura, la paternidad, la ley y los relevos del poder. Charla de padre a hijo que deviene charla de hijo a padre, de padre a padre, de hijo a hijo y de hombre a hombre. No hay palabra, gesto, luz, sonido, plano o secuencia del montaje que desentone: es la única forma fílmica de decir la sucesión y trescientas cosas más.
Y el resto, brillante. Cátedra de cine (y de mucho más) para tanto experto en todo que dicta clases en escuelas de nada. Para ellos, una propuesta que no podrán rehusar: vuelvan a ver El Padrino, gócenla, súfranla, analícenla, estúdienla, incluso cópienla pero cállense la boca.
Porque ya bastante nos llueve encima y no saben cuánto más nos va a llover.

7 comentarios:

Grismar

No voy a redundar en elogios a la película que más veces he visto en mi vida (con la de anoche contabilicé 23 veces completa, e incontables empezando desde cualquier escena, cuando la cruzo me digo "sólo veo esta escena" y esa escena siempre termina cuando dice The End), pero sumaría las otras dos. La trilogía completa es LA trilogía del Cine. La primera se lleva la gloria, la segunda no se queda muy atrás, y la tercera (la más "floja")cierra de manera magistral la historia. O sea, yo también soy una fanática. Y de hecho no creo que tales fallidos sean fallidos.

Gaby

Debo confesar mi ignorancia absoluta respecto a la trilogía de El Padrino...Pero después de tanto comentario y elogio, tendré que verla para poder opinar.
Saludos

Vitore

Gracias a películas como El Padrino, cada vez que Hollywood nos bombardea con mil naderías supuestamente geniales, sale uno de la sala de cine tan vacío y olvidando al instante hasta el título del bodrio recién visto hace unos minutos. Muera el cinekleenex.

Anónimo

Y yo que pensé que eran una dupla... Pero no. Eran de la mafia nomás...

Anónimo

Sabés que es otra de mis cuentas pendientes. Nunca la pude ver entera, en realidad desde hace por lo menos 3 años que en la tele no puedo ver una película tranquilo. ¿Motivo, razón? Cumple 3 años en marzo.

Cinzcéu

Grismar: No seamos TAN fanáticos, algún "errorcito" tiene... y no digo más.
Maun: Su hijo va por buen camino, sólo supervise que salga sin ametralladora y no lo deje vacacionar en Sicilia.
Gaby: Debo ser franco: aún no ha visto cine. Vea urgente al menos la primera (mi fanatismo no es trilógico).
Vitore: No sea duro con el cinekleenex, a veces uno está sólo para esas naderías (hasta que empieza El Padrino, claro).
Mono: Somos una famiglia y sólo tenemos blogs legales. Si tiene testigos de su acusación, preséntelos y nosotros nos haremos cargo.
Paterna: ¿Esa criatura nunca duerme? No se preocupe que a los 4 ya la podrán ver todos juntos cual buenos Corleones.
Al margen, esto sigue igual de prolijo: primero comentan las chicas y después los chicos...

Anónimo

Cinzcéu:
Te imagino sentado en un butacón, fumando un puro y diciendo "... Con aquel que diga que no le gusta El Padrino, hagan que parezca un accidente !!"