viernes, abril 30, 2010

Marte ataca

Es bien sabido que en este país los medios de prensa mienten (incluso éste que apenas es medio y no es de prensa) y constituyen el gran partido de la oposición. También se sabe que todo funcionario del Ejecutivo miente, así como toda voz ligada al oficialismo. Pero este deporte nacional -ni el pato ni el fútbol: la mentira- sólo se juega en cuestiones domésticas, diría que menores. De allí que la presidente Cristina Fernández agite que hay "un país real y otro virtual", el de la gente y el de los grandes medios; y que la diputada Silvana Giudici la desmienta mediante la misma falacia pero inversa: sí los hay pero es justo al revés, el de la gente y el del oficialismo versero. Verás que todo es mentira, escribió Enrique Santos Discépolo, pero no estaba del todo acertado.
La verdad hay que buscarla en los intersticios del discurso, tanto de los medios privados cuanto de los gubernamentales. La verdad hay que buscarla en el argumento menor o marginal, en la nota de color o bien fuera de caja, en la información de relleno o bizarra.
Eso: bizarra. En esos espacios uno halla -si es capaz, como yo, de leer bien- las grandes verdades trascendentes que el barullo político oculta menos por acción conciente que por necia omisión de las cosas relevantes.

No hablés con marcianos
Este subtítulo, por supuesto, es mi traducción libre del libre titulado de la última edición de The Sunday Times: "Don't talk to aliens, warns Stephen Hawking".
La advertencia resulta de una prudencia elemental. Visto lo muy vasto del universo es estadísticamente probable -afirma Hawking- que los aliens existan pero -reflexiono yo- las especies terrestres, en particular la humana, enfrascada como está en polemizar sobre boludeces, no se lo toma demasiado en serio y por ahí a uno lo recluyan en un psiquiátrico por el mero hecho de dirigirle la palabra a un extraterrestre.
En nuestro país y por mencionar sólo dos casos, La Nación opositora titula "Stephen Hawking admitió la existencia de extraterrestres" y Telam, la agencia oficial(ista) de noticias, baja un cambio en el título, manda un "casi seguro" y señala en su bajada que "los humanos deberían hacer todo lo posible para evitarlos".
Es lo que yo decía: no hablés con marcianos.

¿No será mucho, Ministro?
Esta pregunta -retórica e irónica, claro- fue mi primera reacción, ignorante, a una brevísima nota de TN que reproducía declaraciones de Eduardo Sileoni, Ministro de Educación de la Nación, al término de la presentación del libro educativo "Los medios y el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010" realizada en compañía de Julio Grondona y Diego Maradona, entre otros reconocidos educadores.
La Copa Mundial de la FIFA es un colosal fenómeno cultural, sostuvo Sileoni y a continuación precisó que "el último Mundial fue visto por 27 mil millones de personas".
En este punto tuve una suerte de revelación. Recordé que los extraterrestres existen (o casi seguro, en fin, es lo mismo), que quizás sean nómadas y conquistadores, que podrían llegar hasta aquí con el objetivo ruin de saquearnos y someternos.
En un relámpago de lucidez comprendí todo. Los aliens ya están acá y desde hace años. Según los números que maneja Sileoni habría al menos cuatro o cinco por cada ser humano. La legítima incertidumbre de Hawking acerca de qué formas podrían llegar a tener se hace certeza: tienen forma de persona y miran los Mundiales por TV. Los extraterrestres llevan una vida humana normal (o casi seguro, en fin, es lo mismo) pero cometen un error en su estrategia de conquista planetaria que los vende: se hacen los otarios durante los censos nacionales pero responden a las mediciones del rating televisivo.
Como la sumatoria de los censos nacionales arroja unos 6 mil y pico de millones de humanos en el planeta y el Mundial 2006 lo vieron 27 mil millones de personas, queda claro que hay más de 20 mil millones de aliens que vieron el último Mundial. Y eso sin contar a los muchos marcianos que no les gusta el fútbol: imaginensé.
No había salido aún de mi conmoción cuando hallé otra verdad recluida en un pliegue de página, en un rinconcito olvidado.

Estudian a un marciano
Este subtítulo es interpretativo, sí, pero quiero brindar servicio a la humanidad y advertirla de lo que se le viene: ¡Don't talk to aliens! ¿Ok?
La noticia se halla publicada, por ejemplo, en el oficialista a rajatabla El Argentino que la copia de punta a punta, sin mención alguna de fuente, de la ultraoficialista Telam pero también en el monopólico y destituyente sitio de TN que, dicho sea de paso, también roba casi todo -ni el pato ni el fútbol: la mentira y después, el choreo, casi en empate técnico.
Se trata de un indio de verdad, es decir nativo de la India, que dice que hace 74 años que no come ni bebe absolutamente nada. Y no hablamos de vino o de birra, ¿eh?: hace 74 años que no toma ni agua.
Un equipo de científicos comandado por el Ministerio de Defensa de la India lo estaría estudiando. El interés del Ministerio de Defensa se vincularía a que un soldado en la frontera del desierto que no comiera ni bebiera sería mucho más barato que uno que pide pan y se muere si no le dan. Lo del equipo de científicos que le creería a un viejito psicótico en brote delirante -y/o muy hábil simulador en su exposición mediática- contra siglos y siglos de la más básica ciencia biológica era más difícil de entender.
Pero ahora me resulta obvio de obviedad absoluta que el anciano no es ningún indio sino uno de miles de millones de marcianos que habitan el planeta. Uno de los más de 20 mil millones que vió el último Mundial por TV. Se ve que le falló algún gen, algún chip o lo que sea tengan adentro estos aliens y cometió la pelotudez de censarse; capaz que hasta tramitó el DNI o se anotó en la AFIP india.
Por favor, científicos serios: no le dirijan la palabra, no se le acerquen, usen barbijo y alcohol en gel, pónganlo ya en cuarentena, no le contradigan el delirio, aparten de mí ese cáliz, que ese perro no me toque, si te he visto no me acuerdo.
Y, por favor, periodistas serios, ayuden: no está en juego ningún modelo sino la vida en el planeta, sin duda amenazada por lluvias extraterrestres.