miércoles, julio 26, 2006

Nunca más

Rosario Central era una estación céntrica de una ciudad céntrica de un país que, mal o bien, el ferrocarril organizaba de la periferia al centro con fines exclusivos de exportación agropecuaria. Un kilómetro al sur siguiendo la barranca del imponente Paraná se alza el feo Monumento a la Bandera. Demasiado alto, demasiado largo, con vanas pretensiones de elevación que los rascacielos hoy desnudan, emergente de un monumentalismo con ecos de lo más ominoso del decó, continúa en pie como centro neurálgico de lo que amerita ser visto.
Un lugar productivo y un lugar improductivo, una terminal ferroviaria y un mamotreto simbólico con idéntico destino: punto de interés de una necia "industria del turismo" que a los rosarinos, como buenos argentinos, les cuesta administrar.
La estación Rosario Central tiene un trocito habilitado como testigo mudo de otra época. Como la cuestión ferroviaria ya amerita ser enseñada al igual que la cultura grecolatina o la extinción del dinosaurio, el trocito tiende a la pedagogía y se extiende -más allá de unas modernas y cerradas puertas vidriadas- a una suerte de feria infantil participativa, interactiva y demás.
Un cartel resume: "El Ferrocarril. Espacio de recreación ferroviaria (vagones, señales, vías, casa del guardabarreras). Juegos y aprendizajes por el mundo del riel. Historia del ferrocarril en Rosario. La poética de los trenes para incentivar los viajes de la imaginación". Enfrente, un par de viejos vagones; en uno de ellos un calderista de cartón piedra, gris y plano, quizás demasiado corpulento y ya en edad de jubilación. Junto a los vagones, otro insólito cartel: "Este espacio de convivencia fue creado gracias a la colaboración de Cargill". ¿Convivencia entre la chata silueta de papel y quiénes más? ¿O será connivencia entre la agroindustria transnacional y los gobiernos que dejaron tieso al calderista?
Capítulo aparte, la denominada casa del guardabarreras, inverosímil no sólo porque no pudo haber allí barrera alguna. Tras una reja carcelaria -que al igual que la que aísla al calderista ha de cumplir la función de prevenir el saqueo- se extiende un sombrío cuarto de unos tres por cuatro metros con un ventanuco mal orientado.
Un nuevo cartel explica: "La casa del guardabarreras. Instalación escenográfica que nos transporta a la vida de un guardabarreras de estación: sus ídolos, su lucha y su vida cotidiana. Visítela!". La estoy visitando tras la reja, todo lo que puedo visitarla, cual a un abuelo injustamente encarcelado. Y da vergüenza ajena.
La "instalación escenográfica" consiste en un cambalache de objetos diversos de épocas distintas que hacen gala de una extrema pobreza y una incipiente destrucción cuando no un inminente colapso: por ejemplo, la pata de la cama atada con un trozo de soga. Sobre una mesita, un par de platos metálicos enlozados, cubiertos, una manzana de mentira, una pequeña llave francesa. Sobre las paredes, fotos de Juan Manuel Fangio, Oscar y Juan Gálvez, Carlos Gardel; publicidades gráficas de sábanas Grafa, medias Himalaya y tallarines Barrita de Oro; imágenes de masas obreras movilizadas y de ferroviarios trabajando, propagandas de Ferrocariles del Estado y el facsímil de una primera plana que anuncia su compra. El curioso ornamento de la "vida cotidiana" del guardabarreras remata con un afiche netamente pop que transcribe un fragmento de Raúl González Tuñón -que no viene para nada al caso- y un sifón con carcasa de aluminio y cabeza de plástico que descansa sobre el piso. El conjunto, eso sí, exhibe una auténtica roña del siglo pasado.
La Historia es el popurrí de cachivaches yuxtapuestos que provienen de un espacio impreciso, casi fuera del tiempo.
Más allá, tras las puertas de vidrio, se abre "La isla de los inventos" que promete estar cerrada excepto sábados, domingos y feriados. Como es el mundo del revés y es viernes laborable, abre puntual a las tres de la tarde. Ingresando desde la casa del guardabarreras y el vagón del calderista chato -que es desde donde cierta burocracia no permite acceder- podrían leerse una serie de banners que cuelgan del techo. En el primero, otro fragmento de González Tuñón, esta vez de "Poema para un niño que habla con las cosas". Yo hubiera preferido aquel otro de su autoría: "Yo he conocido un puerto./ Decir: Yo he conocido,/ es decir: Algo ha muerto" pero admito que no es el mejor lugar para colgarlo. El segundo texto habla -creo- implícitamente de internet y parece redactado por y para maestras formadas en los '70. Culmina: "vivimos en la red otra revolución del Hombre en sociedad". Quién sabe. En todo caso, la mixtura de temas y cosas continúa detrás del cristal.
"La isla de los inventos" tiene unas secciones que consisten en talleres de compromiso didáctico y material. Algunos de ellos: encuadernación, estampado, fabricación de juguetes. Parecen tener en común la referencia a labores manuales ya perimidas. Una pared ostenta el lema unificador de todos ellos: "Homenaje al mundo del trabajo". Bajo la pátina de una aparente sentencia clasista, una síntesis programática revisionista y reaccionaria. "El mundo del trabajo" es aquello que falleció de muerte natural en algún momento incierto -pero lejano- del siglo que pasó; no el que habitan a diario los padres de las trescientas criaturas que irrumpen exaltadas en plena vacación invernal, no el de las dos decenas de maestras que intentan encauzar la hecatombe, no el de los operarios municipales que restaurarán orden e higiene tras cada invasión de infantes.
"El mundo del trabajo", como Gardel y como Fangio, como la estufa a querosén, como "la poética de los trenes", es algo a homenajear post mortem, a vender como historia y como Historia y a recrear como juguete mientras se dice a los párvulos que siempre que llovió paró y que nunca más lloverá.

viernes, julio 21, 2006

Animals

Por definición terrorismo es "dominación por medio del terror". Cientos de miles de libaneses que huyen de sus hogares y de su país demuestran que están siendo dominados por el terror.
Los soldados israelíes supuestamente capturados por Hezbollah son tan funcionales a la política de Olmert (la de Sharon) como la caída de las torres lo fue a la de Bush.
Dejando de lado el hecho de que Hezbollah fue creada para resistir la ocupación israelita en el Líbano, que Israel ocupó no sólo territorio que no le pertenecía sino que pasando por encima de la resolución de la ONU que gentilmente le cedía ese territorio anexó por la fuerza lo que es hoy casi el 30% de su nación, que utilizó métodos que su propio pueblo sufrió durante el nazismo contra la población palestina, que durante décadas se consideró con derecho divino a ocupar la Franja de Gaza y el sur del Líbano por una cuestión de "seguridad" (la seguridad de palestinos y libaneses jamás entró en la ecuación), la reacción del Estado de Israel es análoga a la de su aliado, EE.UU.
El ataque al Líbano comenzó en Gaza, como la invasión a Irak comenzó en Afganistán. Hoy Israel apunta a Irán, y desde el extremo occidental Bush le recuerda que también debe caer Siria. "Creemos que Siria e Irán están detrás de los ataques", y ya sabemos que "creemos que" en ciertas voces es luz verde para la masacre.
Se cumplieron 12 años del brutal atentado contra la AMIA y cientos salieron a la calle a repudiar el hecho y la impunidad de la que gozan quienes lo cometieron. Cuando EE.UU. invadió Irak el mundo entero se movilizó en marchas de protesta. Hoy parece que el temor al estigma del antisemitismo es más fuerte, que no se puede repudiar el genocidio que está cometiendo el Estado de Israel (cuya nación no está sólo habitada por judíos) por temor a que nos llamen antisemitas o, más burdo aún, nazis, como si el ser judío tuviese algo que ver con una política de Estado.
Olmert, como su amigo en la Casa Blanca, habla de "operaciones tácticas de precisión quirúrgica". Debería entonces responder qué clase de objetivo táctico es la población civil. Qué tipo de tumor maligno extirpado con precisión quirúrgica eran la niña de 9 años y su hermanito de 3 asesinados ayer por un misil israelita caído en el jardín de su casa, niños que murieron allá, lejos, en un mundo ajeno, sólo imágenes de una película, nada que nos comprometa.
Deberían responder demasiadas preguntas que nadie les hace, comenzando por el accionar contra los palestinos, Cisjordania, el Líbano, las miles de víctimas civiles, que incluyen cientos de niños, que dejaron detrás de cada incursión por "seguridad".
Las víctimas de Hezbollah, como las de Al Qaeda, también incluyen cientos de civiles, con la diferencia de que ambas agrupaciones no salieron de sus territorios antes de ser invadidas, que su accionar terrorista se originó como respuesta a la ocupación de sus naciones, que su objetivo es que se retiren de ellos, no ocupar el ajeno. Y que las armas de destrucción masiva tienen permiso para estar de un solo lado.
El Estado de Israel está cometiendo un brutal genocidio que sólo Bush salió a apoyar públicamente. En la mira están (como hace meses) Irán y Siria. El verdadero objetivo dista mucho de ser una cuestión religiosa.
Gran parte del pueblo de Israel, como el libanés y el palestino, busca impotente algún sitio que le permita creer que mañana seguirán vivos, mientras reza a su dios por un poco de paz, por algún milagro que le ponga límite a la lluvia que ya comenzó a caer.

martes, julio 18, 2006

No fumarás

En una suerte de inversión de la clásica fórmula del just in time, suelo llegar en momentos no propicios a lugares equivocados. Esta vez arribé a la ciudad de Rosario el 12 por la tarde y en la madrugada del 14 el diario La Capital titula: "Doscientos agentes harán cumplir la ordenanza antipucho". ¡Me cache en diez! Intento seguir leyendo bajo la media sombra que proyecta una triste bombita de 25 watts. La noticia es la central de la fecha y se despliega en la privilegiada página 3 bajo el título de "Unos 200 agentes saldrán a la caza de fumadores y sitios donde se fume". Agrega que regirá desde agosto.
La improbable ironía del uso de "a la caza" queda desmentida con la especificación de la amplitud del coto, el tipo de munición y los sabuesos autorizados. Se aplicarán "duras sanciones a quienes fumen o permitan fumar en espacios cerrados tanto públicos como privados". Más adelante la nota explicita que la norma prohibe fumar "en todos los espacios cerrados de establecimientos comerciales, industriales, de servicios o cualquier otro tipo de instituciones".
Visto que la familia, dicen, es la institución madre de toda sociedad que se precie, habrá que ver cuánto tarda un señor juez en interpretar que la norma incluye a los hogares particulares. Algún demócrata argüirá que los actos privados no están sujetos a derecho pero otros más demócratas responderán que la salud pública, la prevención y la seguridad son bienes superiores al puto derecho de encender un cigarrillo.
Tras 30 días de concientización, agentes de la Guardia Urbana Municipal (GUM, como los chicles) y de Inspección General tendrán carta libre para irrumpir en bares y restoranes a verificar que se cumpla con la ordenanza. "A los fumadores que violen la norma antitabaco se les pedirá el DNI para luego entregarles la multa 'en mano'. Después tendrán que comparecer ante el juez de faltas municipal y pagar el monto establecido". Además, los agentes de aplicación "deberán cerciorarse si en los bares y restaurantes hay ceniceros" ya que la legislación prescribe que "no podrán tener a la vista elementos que inciten, sugieran, colaboren o favorezcan el hábito de fumar (ceniceros, encendedores, etc.)". Por supuesto, hay disponible una línea telefónica 0-800 y -como en negros y lejanos años '30- se estimula la denuncia del vecino.
A los Inspectores Generales aún no he tenido el placer de cruzarlos pero la GUM consiste en unos jóvenes de ambos sexos vestidos con chaqueta y bombacha militar color caqui, borceguíes y una ladeada boina bordó. Semejan voluntarios del Ejército de Salvación arrasados por la moda del mercenario destinado a la frontera con el desierto. A esos payasos no les diría mi DNI; que se lo pidan a sus hermanas.
La ordenanza fue aprobada por unanimidad y debe su impulso al automentado socialista Omar Saab. Así Rosario se adelantó a la legislación provincial: la ley 12432 tiene media sanción del Senado y aún espera su tratamiento en la otra Cámara.
Ésta, la segunda ciudad argentina, tiene una larga fama progresista en materia política, social y cultural. No es raro, entonces, que haya pseudosocialistas -de esos que aún cargan con la responsabilidad de haber adherido entusiastas a la primera conflagración mundial- en cargos de gobierno. Lo extraño, en todo caso, es que la mayoría de los comerciantes se adelanten a su adelantada comuna y ya prohiban fumar en sus locales invocando una ley -algunos incluso ostentan en sus puertas de entrada unos simpáticos adhesivos que la refieren- aún no promulgada ni reglamentada.
Celeridad en la represión que es lo que muchos reclaman pero ¿acaso alguna norma impedía que en tal o cual bar su propietario prohibiera fumar? En Rosario abundan, más que en otras urbes, esos amables carteles por los cuales "la casa se reserva el derecho de admisión" que es la contracara de un no-cartel implícito: el cliente se reserva el derecho de no entrar. Ese más o menos libre contrato de partes suena más democrático que la normativa inminente.
Ahora mismo, en el famoso bar El Cairo, unas decenas de fumadores nos disputamos las mesas que aún permiten la tradicional ceremonia del tabaco que, por otra parte, lleva siglos asociada a lugares de encuentro, ingestas gastronómicas y/o relativo aislamiento social. Un cartelito pícaro no habilita explícitamente el sector pero juega con sus tamaños tipográficos: "FUMAR ES PERJUDICIAL PARA LA SALUD".
Un recuadro en la misma página 3 de La Capital da cuenta de otra reciente norma rosarina: se prohibe la fabricación, distribución y venta de juguetes bélicos. Más tarde, un funcionario explica para Canal 3 que se trata de aquéllos que simulan armas de fuego y también los que "tengan correspondencia con la violación de los derechos humanos". Debo interpretar, entonces, que la ley 12432 y su consiguiente -¿o antecedente?- ordenanza rosarina constituyen cabales juguetes bélicos.
Hay demasiada gente, como sostiene Joan Manuel Serrat, jugando con cosas que no tienen repuesto y ése sí que es un problema sanitario de primer orden que deberíamos resolver antes de que se largue a llover.

miércoles, julio 12, 2006

Desarma y sangra, diamante loco

El 11 de septiembre de 2001 todos los medios se congelaron en un único tema: el atentado en EEUU. Por más de 48 hs no existió nada más, el mundo se paralizó en ese único horror. Años después Madrid y Londres lograron un efecto similar, aunque menos exclusivo.
Las siete explosiones producidas en trenes en Mumbai (Bombay) ayer, en un horario que asegurase, como en los demás atentados, la mayor cantidad de trabajadores a bordo, no tuvieron tanta trascendencia, ni siquiera por sus, hasta ahora, 180 muertos y centenares de heridos.
Tuve que rastrear la noticia, a la que no le dedicaron más que unos pocos minutos, y ninguna primera plana, con honrosas excepciones. Vi más de 15 veces a la española que decidió tomar un poco para llenar un programa estúpido que se emite a las 2 de la mañana, le dedicaron más tiempo y espacio a sus balbuceos que al atentado en Mumbai. Vi 40 veces el inicio del juicio a los asesinos de Axel Blumberg, en el cual no pasó nada trascendente pero tuvo mucha más relevancia que 180 indios muertos.
Las pocas noticias que se dieron, más allá de la mera información del hecho, remitieron inevitablemente a los atentados previos, tanto por ser trenes como por ser onces. La proximidad en tiempo y espacio, una vez más, a una reunión del G-8 no parece tener relación.
Tal como Aznar salió de inmediato a responsabilizar por Atocha a la ETA en India se apresuraron a señalar a grupos separatistas cachemiros. Pakistán, por supuesto, fue el primero en condenar, solidarizarse y aclarar que no tuvo nada que ver.
No hay dudas de que la metodología es clásica de Al Qaeda, aunque bien pudo ser "simple imitación", argumento dado por el gobierno de ultraderecha de Mumbai. Argumento lógico pero que olvida un detalle: el comunicado de Al Qaeda enviado a través de Al Jazzera poco después del 11/9, en el cual aseguraban que los atentados continuarían, entre otras cosas, hasta tanto no "dejen de apoyar a los hindúes contra los musulmanes en Cachemira". Esto no asegura que el atentado sea obra de Al Qaeda, pero al menos podría frenar un poco la rapidez para encontrar culpables convenientes.
No hay argentinos muertos ni son occidentales, por lo tanto no es muy importante, no amerita demasiado, ni siquiera un análisis que muestre que la tormenta de agiganta.
Algunos días amanecen decididos a herir y no oscurecen hasta no haberlo logrado, ayer tampoco fue noticia relevante la muerte de dos monstruos de la música: Oscar Moro y Syd Barret. No porque fuesen opacadas por los atentados en India, sólo por pura desidia mental.
Llorará por Moro Argentina, seguirá brillando el diamante loco, más trenes explotarán y más locura cubrirá cada rincón antes de que se largue definitivamente a llover.

viernes, julio 07, 2006

Jurisdicción, arbitraje y teoría de la intención

En su etimología, la jurisdicción consiste en la atribución de decir el derecho y por lo tanto en una instancia de autoridad y poder. Un juez o árbitro es quien detenta la potestad de juzgar y sentenciar -decir el derecho- en un conflicto entre partes sin dependencia de ningún otro y en algunas competiciones deportivas, quien garantiza la rigurosa aplicación del reglamento, lo cual significa exactamente la misma arbitrariedad. Y claro, señores y señoras: estoy hablando de fóbal.
El reglamento del fóbal consiste en un engendro a todas vistas ilegal que se enmarca en lo que llamaré una Teoría General de la Interpretación de las Intenciones (TGII; y ya sé que me estoy poniendo pesado con la invención de neosiglas pero, como la presbicia y el reumatismo, son cosas que vienen junto con la edad) que desafortunadamente capea en áreas de la ciencia y no sólo en áreas penales.
En fóbal, casi todo se juzga conforme a la interpretación que el árbitro haga respecto de la intención del futbolista: ¿se interpreta que tuvo la intención de cortar con la mano una asistencia adversaria?, ¿se interpreta que tuvo la intención de continuar la jugada pese al silbato prescriptor?, ¿se interpreta que tuvo la intención de jugar la pelota cuando le dislocó un tobillo a su rival? Y lo que me parece lindante con el absurdo: ¿se interpreta que tuvo la intención de simular una falta cuando, lanzado en velocidad y tocado por un contrario, cae redondo más allá de que haya habido o no falta?
Magnífico marco jurídico para la arbitrariedad más absoluta: cualquier juez sentenciará lo que interprete de buena o mala fe y argumentará que interpretó que hubo o no hubo intención, tal cual le prescribe el reglamento. De este modo toda prueba empírica -aún con las incertidumbres que siempre acarrea- queda reducida a nada y los que mandan son una suerte de procesos mentales y/o psíquicos referidos a interpretaciones de intencionalidades.
Un escándalo pero un escándalo funcional al negocio. Si Fabio Grosso atropella a Lucas Neill y cae despatarrado en el área, Luis Medina Cantalejo podrá interpretar que la intención de Neill fue voltear a Grosso e Italia pasará de ronda mientras Australia regresa a la isla. Jurisdicción y aplicación de un reglamento que prescribe al juez de turno: Ud. interprete si hubo intención.
Se podrá argumentar que la Justicia, penal o civil, no funciona de modo distinto e incluso exceptuando corruptelas y prevaricatos, termina sentenciando más allá de toda duda razonable... y que siempre la hay, la hay. Sólo que el juez se toma sus tiempos procesales tras la etapa de instrucción, valora pruebas plenas y semiplenas, escucha a veces cientos de testimonios. Por otra parte, al imputado le asiste el derecho a su defensa, también presenta pruebas y testimonios y al cabo puede recurrir a una instancia superior.
Imaginemos por un momento a Medina Cantalejo -que bien pudo haber dudado de buena fe- pidiendo 48 horas para estudiar el caso, rever la jugada desde todos los ángulos y distancias televisables, tomar declaración a Grosso, a Niell, a un imparcial cronista de Le Monde, a un plateísta hincha de Ecuador. ¡Eh, usted, -dice el reglamento de la Fóbal International Federation Association- pite, pite, pite ya!, ¡juzgue!, ¡interprete si hubo intención! El tipo no pudo ver bien, justo lo tapó un volante, tiene menos pique que un atleta en sus 20 y pico de años, pero... ¡Eh, usted, pite! Y Niell abre sus brazos, palmas hacia adelante como diciendo: ¿me, mister?, ¡no, mister! y Grosso lo mira con cara de: ¿ma peró allora chi?
Y Medina Cantalejo canta, lejos de su sano juicio pero canta, tiene que cantar. Interpreta la intención, aclara su gola, pide el tono del La y entona a capella: ¡penalti para Italia, coño!
¡Uf! -suspira una caterva de fuertes inversores que sigue la evolución de sus acciones a través de un plasma de 168" y sonido octafónico-, zafamos. Gol de Francesco Totti (que vale como 50 Niells) y avanti azzurri.
La TGII opera exitosamente en el negocio del fóbal y también en el menos próspero comercio académico. Lamentablemente proliferan los cientistas sociales que asumen o usurpan una determinada jurisdicción y pretenden interpretar intenciones. Si se les interpela y solicita que den cuenta de qué empiria, hecho, dato, observable, sostiene sus aparentes juicios, hacen la Gran Referí de Fóbal (GRF).
Alguno, incluso, puede amenazar con sacar la amarilla porque al fin y al cabo interpreta que la intención es desautorizar su reglamentada autoridad jurisdiccional. Alguno, como Medina Cantalejo, no pudo ver bien, justo lo tapó un maestrando, tiene menos réplica que un alumno en sus 20 y pico de años, pero... ¡Eh, usted, pite! Y como Medina Cantalejo, canta, lejos de toda justificación pero canta, tiene que cantar: ¡penalti para Italia, coño!
Y habrá que atajar todo lo que se pueda antes de que se largue nomás a llover.