viernes, junio 27, 2008

La era de la boludez

No sé si alguna vez lo dije por aquí, pero hace unos cuantos años, en una época en la cual, casualmente, me creía inteligente, leí un graffiti que quedó clavado en mi memoria: "Si usted es inteligente ¿por qué no es millonario?". En esa época, como dije, me creía inteligente y jugada (por cierto, me jugaba por ser tan poco inteligente, pero es otro tema) y estaba demasiado ocupada en pavadas como la lucha contra el capitalismo, la revolución y la legalización del porro.
Hace unos meses, cuando decidí duplicar mis horas de trabajo por razones económicas (no por amor a la docencia, ya que, justamente porque la amo, prefiero que no me agobie) volvió muchas veces a mi mente aquello leído décadas atrás. Evidentemente no actué con inteligencia, lo que implica una serie de decisiones poco inteligentes. Recorriendo un poco mi vida pude definir y listar las más trascendentes, decisiones que muchos, como yo, toman sin conciencia de las consecuencias económicas (no me vengan con argumentos como vida, amor, felicidad, moral y esas cosas, hablamos de ser o no millonarios).
En primer lugar: casarse o vivir en pareja, para el caso es lo mismo (aunque casarse es más torpe, porque los divorcios cuestan bastante). Una pareja siempre implica gastos. Obviamente no me refiero a aquellos que son mantenidos por una pareja, ese es otro caso que merece o no un post algún día. Me refiero a dos simples trabajadores que deciden compartir sus vidas más allá de lo romántico/sexual. Tu pareja siempre tendrá gastos que a criterio personal son innecesarios, duplicará gastos de servicios y ni hablar de los insumos ¿quién no tuvo una pareja que le rompió vasos o le usó una remera que de otro modo podría haber durado más? Haciendo cuentas una pareja nos cuesta mucho.
Segundo: tener hijos. Un gasto enorme e innecesario. Sólo con ver el precio de los pañales y compararlo con nuestra ganancia/hora ya podemos llorar. Literalmente, y si se me permite ser un tanto grosera, se cagan en nuestro trabajo. Y pretenden comer todos los días, crecen y hay que comprarles ropa, siguen creciendo y quieren salir, y con eso de que están estudiando uno debe bancarlos. Algunos pueden decirme que son inversiones a futuro, pero haciendo cálculos, para cuando pudiesen devolver algo nosotros ya habremos pasado la mayor parte de nuestras vidas, así que no cierra. Sin duda, entre las decisiones poco inteligentes, debería estar en primer lugar, ya que una pareja al menos aporta.
Tercero: amigos. Otro gasto inútil. Los amigos siempre implican regalos de cumpleaños o casamiento, invitarlos alguna vez a salir, comer algo o tomar un café, llamadas por teléfono, y ni hablar si encima es uno de esos (generalmente del mismo género) que nos piden prestado el pantalón o un CD.
Cuarto: el trabajo. La elección de la profesión es vital, ¿qué es eso de "yo quiero ser maestra"? Cualquier padre responsable debería reprimir violentamente a un hijo que plantée un futuro semejante (a propósito, un saludo a mi mamá que me está leyendo).
Qué sería del mundo sin docentes y profesionales similares (en cuanto a reconocimiento) es algo que no viene al caso, ser inteligente es ser realista, y lo real es que el Estado nunca tuvo interés en más incentivo docente que ofrecer una carrera corta de la cual se egresa con capacitación mínima (pero ya lo dice el viejo dicho "los partidos se juegan en la cancha y a los maestros los hacen los alumnos"). Por lo tanto elegir una carrera como esta es una reverenda estupidez. Obviamente hay miles que ni siquiera pudieron elegir una profesión, pero quienes sí pudimos y elegimos tan mal casi merecemos llegar a fin de mes contando monedas.
Hablando del Estado, y dado que está claro que no alcanzar la condición de humano VIP es responsabilidad de cada uno, lo que demuestra una incapacidad, estuve pensando en enviar al Congreso un proyecto (total en este momento no están haciendo nada) de subsidio o similar llamado "Plan Boludos y Boludas". Podrían acceder a él todos los boludos y boludas de mi patria que pudiesen acreditar haber cometido al menos dos de los errores listados, los que laburaron toda su vida y jamás les regalaron nada (ni hablar de una casa o lote), los que presencian impotentes el circo entre las oligarquías, los que hace unos días no agarraron cacerolas (por cierto, vi unas tan nuevas y brillantes que pensé ir a pedirle a quienes las blandían que me la cambien por mi vieja y abollada olla), los que no se dejaron tentar por las siete carpitas que decoran la plaza ni siquiera para mandar un manatí inflable relleno de TNT, ni tienen cuentas bancarias, ni acceso al megacurro de la soja, ni voz ni voto (bueno, sí tuvieron voto, pero es otro tema), en definitiva, los miles de habitantes grises que diariamente van a laburar esquivando cortes de rutas, calles, luz y sueldos sólo por haber sido lo suficientemente idiotas como para no formar parte de los inteligentes como D'Elia, De Angeli, Macri, Kirchner, etc etc.
Aunque casi todos esos están casados, tienen hijos y amigos...¿será que el ser inteligente pasa por otro lado? Como sea, merecemos un plan Boludos y Boludas, antes de que la leche derramada nos empiece a llover encima.