Madonna, Carla y Fiorella
Dijo del siguiente collage un prestigioso crítico de medios: "Un tríptico que parece abordar temas de publicidad, marketing y posicionamiento pero no se entiende cómo ni por qué sus partes convergen en un mismo artículo. Cinzcéu pega con moco cosas muy diferentes y encima titula con unos nombres propios cuya serie no justifica ni pretende justificar".
En general coincido bastante con el fulano, pero no me gustó esa grosera mención al moco.
Evidentemente son unos enfermos
Madonna está viniendo a Buenos Aires y según La Nación "la producción del show bien podría compararse con un desfile de alta costura: 3500 son los elementos que componen el guardarropas de este espectáculo, que suman 350 toneladas de equipaje". Ha de ser uno de los frecuentes errores en los que incurren a diario los periodistas y otros comunicadores: 3500 prendas y accesorios no pueden pesar 350 toneladas excepto que cada uno pese, en promedio, cien kilos. Y como "tan sólo las medias suman la primera centena", habría que compensar con delirantes centenas de camisetas, zapatos y cinturones de doscientos o más kilos por unidad.
Sin duda, una cosa son las 3500 piezas del guardarropa y otra las 350 toneladas del equipaje que lo incluye. Además de los bártulos de las 220 personas que acompañan a la diva y, entre otras cosas, 12 camas elásticas para entrenamiento y "10 valijas grandes de suministros médicos". Evidentemente son unos enfermos.
Cuando salgo por quince días de vacaciones apenas si me llevo un jean, tres remeras y un par de calzoncillos. A veces media tirita de aspirinas.
Pero es cierto: el único show que monto es el de dormirme en la playa hasta virar a un rosa langostino. Y nadie paga un mango por verme, obviamente.
¿Para qué están usando el Photoshop?
Carla Peterson es una muy buena actriz de comedia (no la he visto en otro registro) y una joven, bonita y atractiva mujer. Tiene un clon medio mal hecho que es el que preside la última tapa de la revista Miradas, órgano oficial del monopolio de la televisión por cable que opera en esta ciudad. Y hablando de lo que opera, el bendito Photoshop parece ser la nueva cirugía sin bisturí que, como aquélla, transforma la estética particular de cada cual en un producto estándar elegido a partir de un catálogo muy limitado.
Me gustan las mujeres bellas porque son mujeres, es decir, humanas, con todo lo que el término conlleva en cuanto a incompletud e imperfección. El uso que algunos vienen haciendo del Photoshop resulta deshumanizante. Si la caricatura destaca y exagera eso que en cada hombre subraya su cuerda particular (gracias, Colbert) esto es exactamente su contrario: aplana, iguala y/o borra toda humanidad del referente y sugiere que es más bonita una muñeca inflable bien diseñada que cualquier mujer ajena a las artes del Photoshop.
No hay que creerlo: la Peterson ha de ser más humana, imperfecta y hermosa que esa inexpresiva novia de algún Captain America o reconstruído Robocop.
Necesito saber si retirás o no tu premio
Mensaje telefónico de ayer, sábado, en mi contestador automático:
"Hola, buenos días, éste es un mensaje para Cinzcéu. Mi nombre es Fiorella y estoy llamando de la administración de Fiat. Cinzcéu, necesito saber si retirás o no tu premio. En caso de que no lo hagas comunicate conmigo al 5219-2806 o al 5219-2807. Y en el caso de que lo hagas te recuerdo que tenés tiempo hasta hoy, hasta las 18:30. Te recuerdo la dirección: es Talcahuano 356. Acordate de venir con el DNI, un servicio que esté a tu nombre y una persona que a la vez te acompañe. Desde ya, muchísimas gracias y avisame cualquier cosa. Chau, hasta luego".
Los modos en que el marketing telefónico articula y engarza sus trampas van mutando y éste, hay que decirlo, está muy bien elaborado:
1) No es esa pedorrada grabada por una locutora profesional para un destinatario inespecífico; es la propia Fiorella quien me interpela en mi propio nombre, me tutea (en rigor me vosea, como corresponde) e incurre en las pausas, tonos y dudas de cualquier mensaje verbal espontáneo.
2) Hay algo brillante en la enunciación que es esa apelación a una historia compartida. Nada de "le informo que se ha hecho acreedor de" y demás pelotudeces tan instaladas. "Necesito saber si retirás o no tu premio": un yo necesitado, un vos (a)premiado y toda la acción puesta en el destinatario.
3) Y algo más, no menos central: Fiorella insiste en recordarme lo que yo podría haber olvidado de aquella vieja historia; me recuerda los plazos previstos, me recuerda la dirección comercial, me recuerda llevar un documento, una factura y un garante: todas cosas que yo, francamente, no recordaba en absoluto.
El domicilio que Fiorella me recuerda, por supuesto, no es de los auténticos piratas de la Fiat sino de una concesionaria pirata que se llama Auto Zero SA (gracias, Google). Y Fiorella, por supuesto, no ha de llamarse así pero ¿qué mejor verosímil que una Fiorella distribuyendo premios de la Fiat?: Fiorella, Firenze, Fiorino.
He allí la diferencia entre lo verosímil y la siempre más cruda verdad: las minas que laburan en la administración local de la Fiat han de llamarse Daiana, Denís, Yésica o Estefi, como se llaman casi todas las jóvenes -y por lo tanto baratas- empleadas administrativas en esta ciudad.
Pero, claro, nombres que joderían un verosímil porteño de la italianidad y desnudarían que una puttana pioggia cadrà.
En general coincido bastante con el fulano, pero no me gustó esa grosera mención al moco.
Evidentemente son unos enfermos
Madonna está viniendo a Buenos Aires y según La Nación "la producción del show bien podría compararse con un desfile de alta costura: 3500 son los elementos que componen el guardarropas de este espectáculo, que suman 350 toneladas de equipaje". Ha de ser uno de los frecuentes errores en los que incurren a diario los periodistas y otros comunicadores: 3500 prendas y accesorios no pueden pesar 350 toneladas excepto que cada uno pese, en promedio, cien kilos. Y como "tan sólo las medias suman la primera centena", habría que compensar con delirantes centenas de camisetas, zapatos y cinturones de doscientos o más kilos por unidad.
Sin duda, una cosa son las 3500 piezas del guardarropa y otra las 350 toneladas del equipaje que lo incluye. Además de los bártulos de las 220 personas que acompañan a la diva y, entre otras cosas, 12 camas elásticas para entrenamiento y "10 valijas grandes de suministros médicos". Evidentemente son unos enfermos.
Cuando salgo por quince días de vacaciones apenas si me llevo un jean, tres remeras y un par de calzoncillos. A veces media tirita de aspirinas.
Pero es cierto: el único show que monto es el de dormirme en la playa hasta virar a un rosa langostino. Y nadie paga un mango por verme, obviamente.
¿Para qué están usando el Photoshop?
Carla Peterson es una muy buena actriz de comedia (no la he visto en otro registro) y una joven, bonita y atractiva mujer. Tiene un clon medio mal hecho que es el que preside la última tapa de la revista Miradas, órgano oficial del monopolio de la televisión por cable que opera en esta ciudad. Y hablando de lo que opera, el bendito Photoshop parece ser la nueva cirugía sin bisturí que, como aquélla, transforma la estética particular de cada cual en un producto estándar elegido a partir de un catálogo muy limitado.
Me gustan las mujeres bellas porque son mujeres, es decir, humanas, con todo lo que el término conlleva en cuanto a incompletud e imperfección. El uso que algunos vienen haciendo del Photoshop resulta deshumanizante. Si la caricatura destaca y exagera eso que en cada hombre subraya su cuerda particular (gracias, Colbert) esto es exactamente su contrario: aplana, iguala y/o borra toda humanidad del referente y sugiere que es más bonita una muñeca inflable bien diseñada que cualquier mujer ajena a las artes del Photoshop.
No hay que creerlo: la Peterson ha de ser más humana, imperfecta y hermosa que esa inexpresiva novia de algún Captain America o reconstruído Robocop.
Necesito saber si retirás o no tu premio
Mensaje telefónico de ayer, sábado, en mi contestador automático:
"Hola, buenos días, éste es un mensaje para Cinzcéu. Mi nombre es Fiorella y estoy llamando de la administración de Fiat. Cinzcéu, necesito saber si retirás o no tu premio. En caso de que no lo hagas comunicate conmigo al 5219-2806 o al 5219-2807. Y en el caso de que lo hagas te recuerdo que tenés tiempo hasta hoy, hasta las 18:30. Te recuerdo la dirección: es Talcahuano 356. Acordate de venir con el DNI, un servicio que esté a tu nombre y una persona que a la vez te acompañe. Desde ya, muchísimas gracias y avisame cualquier cosa. Chau, hasta luego".
Los modos en que el marketing telefónico articula y engarza sus trampas van mutando y éste, hay que decirlo, está muy bien elaborado:
1) No es esa pedorrada grabada por una locutora profesional para un destinatario inespecífico; es la propia Fiorella quien me interpela en mi propio nombre, me tutea (en rigor me vosea, como corresponde) e incurre en las pausas, tonos y dudas de cualquier mensaje verbal espontáneo.
2) Hay algo brillante en la enunciación que es esa apelación a una historia compartida. Nada de "le informo que se ha hecho acreedor de" y demás pelotudeces tan instaladas. "Necesito saber si retirás o no tu premio": un yo necesitado, un vos (a)premiado y toda la acción puesta en el destinatario.
3) Y algo más, no menos central: Fiorella insiste en recordarme lo que yo podría haber olvidado de aquella vieja historia; me recuerda los plazos previstos, me recuerda la dirección comercial, me recuerda llevar un documento, una factura y un garante: todas cosas que yo, francamente, no recordaba en absoluto.
El domicilio que Fiorella me recuerda, por supuesto, no es de los auténticos piratas de la Fiat sino de una concesionaria pirata que se llama Auto Zero SA (gracias, Google). Y Fiorella, por supuesto, no ha de llamarse así pero ¿qué mejor verosímil que una Fiorella distribuyendo premios de la Fiat?: Fiorella, Firenze, Fiorino.
He allí la diferencia entre lo verosímil y la siempre más cruda verdad: las minas que laburan en la administración local de la Fiat han de llamarse Daiana, Denís, Yésica o Estefi, como se llaman casi todas las jóvenes -y por lo tanto baratas- empleadas administrativas en esta ciudad.
Pero, claro, nombres que joderían un verosímil porteño de la italianidad y desnudarían que una puttana pioggia cadrà.