sábado, febrero 23, 2008

Regreso al planeta de l@s ñoñ@s

Como corresponde a todo texto serial, empiezo por resumir el último episodio: en el planeta de l@s ñoñ@s unos giles políticamente correctos violan las normas del idioma y escriben arrobas donde deberían aparecer letras del alfabeto. Antes de la lluvia los pone en evidencia al reverendo cuete.

Perplejo, me puse a investigar un poco, como está en mi naturaleza. Unas búsquedas rápidas vía Google del pseudotérmino "niñ@s" arrojan muchos miles de páginas en español. Lo realmente preocupante es que una altísima proporción corresponde a instituciones educativas, reparticiones de gobierno y sitios comprometidos de distinto modo con saberes profesionales especializados.
Entonces, una primera conclusión provisoria: esta boludez no se deriva principalmente de los usos y costumbres populares, de la eterna ignorancia creativa de la chusma -de la cual proviene, en definitiva, el tesoro de la lengua- sino de unas supuestas cunas del saber y del saber enseñar. Y, eso sí, de una sensibilidad y compromiso social de la hostia. Ahora sí que la cagamos bien cagada.

En el episodio anterior me referí a la Universidad de Buenos Aires porque toda crítica bien entendida empieza por casa, pero el fenómeno es mundial. Va entonces una muestra ínfima de lo que ya es moda académica, corrección política, necedad lingüística y bobería ultramarina.

1. La Ciudad de l@s Niñ@s (CDN) es un proyecto de la Universidad Popular de Salamanca Nicolás Martín Sosa en colaboración con el Ayuntamiento de Villamayor de la Armuña. En quienes somos hijos -de sangre y/o de lengua- de la Hispania milenaria, Salamanca evoca su prestigiada casa de altos estudios, pero resulta que la propia Universidad de Salamanca también estaría alegremente prendida a la arroba fashion. Ya se sabe: lo que natura non da, Salamanca non presta.
2. Sin abandonar la vieja Europa, idéntica moda exhibe la Universidad de Viena con su Universidad de l@s Niñ@s de Viena. Está organizada por la Oficina de Niños en la Universidad de Viena (Kinderbüro an der Universität Wien) con lo cual resulta incomprensible el porqué la Universidad improvisa arrobas mientras la Oficina que la organiza escribe en español.
3. Al otro lado del océano, la Universidad Diego Portales en Santiago de Chile impulsa y coordina el Programa Adopta un Herman@ y proclama que "la idea es que 'los tutores' contribuyan con la formación y desarrollo pleno de los niñ@s en los ámbitos educativo, cultural y social [...] el Programa Adopta un Herman@ contribuye con un proceso de superación de pobreza, reducción de brechas educativas y fomento de la responsabilidad social juvenil". A mí me parece que para formar en el ámbito educativo y reducir brechas educativas, conviene educar en la correcta escritura del idioma en lugar de mandar políticamente correctas arrobas.

Unas pocas reflexiones finales acerca de este fenómeno de la arroba no lingüística y antisexista.
1. Primero, una cuestión de primer orden: ¿se puede jugar con el lenguaje, inventar, cambiar, agregar? No solo que se puede sino que se debe: de lo contrario seríamos esclavos de lo mismo y de lo único, cosa que ninguna comunidad, cultura ni lengua ha soportado por demasiados años. Pero hay límites, siempre, y hay consecuencias, siempre.
2. Segundo, hay una fatal inconsistencia por parte de estos ñoños que se consideran a la moda: son incapaces de ser consecuentes con su propia norma. Aquí son políticamente correctos y meten sus ñoñas arrobas pero allí (en el mismo párrafo o en el siguiente) vuelven al español, siempre. Son artificiosos y artificiales y, por lo tanto, son nabos.
3. Tercero, yo no he sido ni seré docente de niveles iniciales pero si pongo un mínimo de teoría, un poco de práctica y algún recuerdo infantil, supongo que la enseñanza de la lectoescritura -un saber, un oficio y un arte que no son míos- consiste en ayudar a asociar grafemas con fonemas, letritas con sonidos. Así aprendí yo y estimo que todos. Es bastante clásica la escena del maestro que escribe una "a" en el pizarrón y pronuncia verbalmente una "a". El método tendría una base indiscutible: todos hablamos antes de aprender a leer (primero) y escribir (después); la escritura es un artificio transpositivo para el registro gráfico del sonido fónico.
Ahora bien, ¿cómo carajo se pronuncia "niñ@s"?; ¿cómo exponen oralmente sus arrobas los ñoños que escriben "niñ@s"; ¿cómo se educa en la lectoescritura a partir de grafemas que no tienen correlato fónico ninguno? Me parece que así no se educa en absoluto y que los resultados de la necedad están al alcance de la mano.

Hay, no obstante, otras alternativas de escritura, igualmente noñas, porque ninguna reforma ni revolución se juega en estos grafismos cool. El otro día encontré el siguiente texto en la web: "Compañerxs: [...] se aceptó que a lxs 13 compañerxs que no se les querìa renovar el contrato se lxs transfiera a otro sector [...] Esto es realmente lamentable. Para lxs trabajadores trasladados [...] y tambièn para el conjunto de los trabajadores.[...] Saludos a todxs".
Es realmente lamentable -coincido, comparto- la situación laboral y el acoso patronal pero también es realmente lamentable el uso de esas "x" en el lugar de las necesarias "o".
El hallazgo de este texto me habilita pensar cambios radicales en el idioma que quizás podrían solucionar todos los problemas de género, sexismo, discriminación y, quién sabe, hacer plenamente feliz al conjunto de la humanidad y a las especies cohabitantes del planeta.
Habría que abolir el artículo masculino "el" y reemplazarlo por "lo". Para que no se confunda con el neutro, habría que pasar este último a "lx". Quedarían eliminadas las contracciones "al" y "del" y podría escribirse tranquilamente "de lo niño" (masculino), "de la niña" (femenino), "de lx niñx" (neutro) y "de l@ niñ@" (bisexual, con perdón de la palabra). Tarde o temprano nos acostumbraríamos a escribirlo. Eso sí, siempre seremos incapaces de pronunciar los dos últimos; un detalle menor mientras nos mantuviéramos a la moda.
De todos modos, esto no tiene la menor importancia. Saber escribir más o menos bien en la lengua materna es una pavada que carece de toda utilidad. En palabras de Mozilla Firefox (un navegador que uso y recomiendo por su prestación): "A veces tienes prisa y no recuerdas si esa palabra era con acento o no, o cualquier otra duda común. Firefox 2 tiene un corrector ortográfico integrado para evitar que comentas errores en las entradas de tu blog o en tu correo electrónico, así podrás preocuparte de cosas más importantes".
Como ya bajé e instalé la última actualización del navegador, a partir de mañana dejaré la escritura a cargo de su software y me preocuparé por cosas más importantes que una arroba en absurda función lingüística o una fuerte lluvia que -dicen- está por caer.

sábado, febrero 16, 2008

El planeta de l@s ñoñ@s

Hace poco más de un mes, en su número 125 del 4 de enero, la revista Barcelona puso en tapa uno de sus más agudos y salvajes comentarios agudos y salvajes: "QUÉ VA 'CER. Confirman que las expresiones 'afro', 'pueblo originario' y 'persona con otras capacidades' no han modificado la situación de negros, indios y mogólicos".
Soy el primer convencido de que los lenguajes construyen los mundos en los que vivimos pero, claro, tal relación no es directa ni sencilla. Antes bien, la significación se articula con otras dimensiones de lo social y en esa articulación se producen unos efectos diversos que, en general, no me gustan nada. Ya se sabe: una cosa es el análisis y otra distinta la opinión, por más que la segunda suela tender a disfrazarse del primero.
Aquí hemos hablado innumerables veces (podría enumerarlas, pero estoy vago) del lenguaje verbal, sus hábitos, sus cambios y sus pérdidas. Por ejemplo, sin pretensión de exhaustividad, parodiamos esa manía estúpida que ataca a candidatos y funcionarios políticos que ahora dicen "porteñas y porteños" o "vecinas y vecinos" y también hicimos un obituario de la coma vocativa que nos ha abandonado para siempre. Y la extrañamos mucho, vaya si la extrañamos.
En este marco contextual de cambio, moda y supina pelotudez, recibo el otro día un newsletter de esos que me mandan y no sé por qué leo al menos por encima. Se trata del boletín Cien por cien ciencia y técnica del corriente mes y año que publica la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires (si aún no está disponible en el sitio ha de ser porque la ciencia y técnica están un noventa por cien de vacaciones). El envío siempre se organiza alrededor de una breve nota que difunde una investigación en curso. Esta vez la suscribe Noemí Bordoni en nombre del proyecto económicamente subsidiado "Prevención y control de la problemática vinculada con la transición nutricional en escolares con riesgo social" que nuclea a investigadores de cinco facultades. Cito: "El propósito final del proyecto es contribuir a la conformación y desarrollo de un proyecto de ciudadanía, dando soporte activo a los espacios de encuentro de las diversas formas de organización de las comunidades y minorías constituidas a partir de razones de cultura, nacionalidad, etnia o género". A mí no me quedó para nada claro y, como soy medio obtuso, agradeceré cualquier aclaración al respecto.
Lo que me resultó altamente relevante es que el brevísimo abstract utiliza diez veces el supuesto término lingüístico "niñ@s".
Repito: el resumen de un trabajo académico subsidiado por una universidad pública de prestigio; no el mensaje de texto o el mail que se envía a un amigo, no el cartel publicitario o el producto artístico que apuesta a lo otro, sino el resumen de un trabajo académico subsidiado por una universidad pública de prestigio y publicado como la gran cosa en un medio de difusión científica (cien por cien) de la propia institución.
No es que sea devoto de la Real Academia Española (RAE) de la Lengua pero mantengo cierto respeto más bien práctico por el idioma en el cual soy y estoy (I'm, sintetizaría otro idioma en el cual no soy ni estoy). Estos realistas señores de la RAE se me han adelantado (¡coño!) y han publicado advertencias contra la moda del absurdo bisexismo lingüístico que nunca es más que un patético disfraz progresista. En la entrada "Género" del Diccionario panhispánico de dudas se refiere a "razones de corrección política, que no de corrección lingüística" para la necia utilización de expresiones como "compañeros y compañeras" y agrega un necesario parágrafo de llano sentido común:
2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.) ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.
Obvio; tampoco el emoticón es un signo lingüistico y lo admitimos y producimos en cierta escritura informal pero aún no metemos emoticones en un proyecto de ley o en un certificado médico. Creo, no sé: he visto cada cosa que ya no sé.
Me permito ampliar aquí a los beneméritos señores de la RAE: "ha comenzado a usarse en carteles y circulares" y ha continuado usándose en escritos científico- académicos y también en diversos instrumentos de explícita función docente.
Como el artículo se alarga (no es mi culpa, se alarga solo) lo interrumpo acá y, en lo que constituye toda una novedad editorial, prometo una segunda parte (nunca ha sido buena, dice el refrán popular) incluyente de algunos casos relevantes y antes de la lluvia que va a caer.

sábado, febrero 02, 2008

El tiempo está a favor de los pequeños

Hace ocho meses el mundo era dialéctico, mis pasiones se repartían entre política internacional y enseñanza, noticieros y pizarrones, fútbol y cine, adolescentes y algún adulto o similar.
Hace ocho meses el asesinato de Benazir Bhutto, la política fascista en la Franja de Gaza o el circo de la valija hubieran ocupado el centro de mi atención.
Hace ocho meses Cielo se instaló en mi casa y en mi vida. Tenía entonces diez meses y el dedo en la boca.
En esos diez meses conoció la desatención, violencia, y, finalmente, el abandono. No un abandono estridente, ni abrupto, ni siquiera declamado, sino la última etapa de algo que se gestó al mismo tiempo que ella.
Nos encontramos ambas, unidas por lazos de sangre y algo más, en uno de esos momentos en los cuales no hay alternativas y no sirven las palabras y los juicios, somos lo que hacemos.
Haciendo, hace ocho meses, Cielo se instaló en mi casa y en mi vida.
En poco tiempo revolucionó todo, tras trece años desde los últimos pañales ya había olvidado cuánto cambia la vida cuando un bebé irrumpe en ella.
Inevitablemente recordé la escena de Look who's talking (Mira quién habla) en la cual, con la incomparable voz de Janis Joplin y su Cry, baby de fondo, Kristie Alley llena la mamadera de café, sólo que yo la llené de yerba.
Cuando llegó a mí aún no decía ni una palabra, se refugiaba en su dedo en la boca, hoy habla hasta dormida (literalmente).
Con ella "retrocedí" desde el discurso a la palabra, ya no puedo ver el bosque porque debo enseñarle cómo se llama cada árbol, y para eso primero tengo que verlo yo.
Hoy me contagia su fascinación por los nombres, por nombrar, por saber "cómo se dice", y de ese modo ir dándole forma y sentido al mundo socializado, y a ella en él.
"Ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe", decía Alejandra Pizarnik, y la veo en Cielo, en su pequeña voz y su mirada ansiosa cuando pregunta "¿ete?" a cada paso, esperando el nombre, el sustantivo, el verbo, no importa, sólo esperando poder aprehenderlo desde la palabra.
Y me sorprendo una y otra vez por la ausencia absoluta de frustración, no existe el fracaso, sólo ensayo y error. No sé en qué estúpido momento aprendemos a avergonzarnos de nosotros mismos, a compararnos con lo que debería ser y asustarnos. No sé en qué inútil eslabón de crecimiento los fracasos no enseñan más que el hecho en sí de fracasar, y nos quedamos ahí. Cielo aún no llegó allí, y si es más sabia que yo, nunca llegará.
Mi vida bloguera, como todo lo demás, se alteró, incluyendo en el proceso una mudanza a un lugar más apropiado. Lentamente voy acomodando mis días a sus 24 horas, y, aún cuando desde mi adolescencia supe lo que es incluir un bebé en la vida, admito que no me resultó tan sencillo, quizás porque no tuve nueve meses para prepararme, sino apenas unos días para decidir.
Pero todo esto, que a nadie le importa, es sólo una introducción, quizás una explicación (que él no necesita), o simplemente el pie necesario para agradecerle a Cinzcéu por no permitir que haya agua estancada Antes de la lluvia.