Niños índigo y adultos ladri
No es frecuente que el atardecer de un día laborable me encuentre en mi casa ni que un resfrío me desanime (me suelen desanimar otras cosas) respecto de subirme al techo a masillar el vidrio suelto de un ventiluz que, espero, no caiga sobre mi cabeza. Descartado el trabajo manual y sin nada mejor que hacer, opté por el zapping vespertino a través de los canales de televisión abierta. Así fue que me detuve en el programa que Canal 9 pone en pantalla de seis a siete y que, sin alarde alguno de creatividad, titula D6a7. Los conductores, Verónica Varano y Guillermo Mazzuca, estaban entrevistando a Patricia Marín, una experta en la compleja temática de los niños índigo.
Algún desinformado podrá creer que un niño índigo sufre de cianosis pero, claro, de la ignorancia nadie está a salvo, por lo que pasaré a explicar todo lo que hoy aprendí acerca de qué cosa es eso.
En primer lugar, la propia Marín ha sido una niña índigo (¿índigo o índiga?, ¿cómo se dirá?) y el modo en que lo supo resulta revelador: empezó a trabajar en diversas empresas (es decir que ya era mayorcita) y se dio cuenta que no lo hacía bien, no se integraba al trabajo, es decir, era una pésima laburante y entonces supo que era una índigo. Ahora pienso que todos conocemos cientos de índigo e, ignorantes e insensibles, los denominamos vagos o inútiles. Cuando Marín supo que era índigo tomó la decisión de dejar de trabajar: todo índigo tiene una misión de vida que, por supuesto, no es el laburo.
¿Qué es un niño índigo? Es parte de una nueva generación de paz, amor y espiritualidad, es un ser iluminado que rompe los sistemas (sic) y en el que prima la energía del corazón. Para confirmarlo, claro, hay que fotografiar su aura pero Marín los identifica porque, a veces, hablan como adultos. Imagino que serán esos niños que dicen "por favor, ¿me das más puré?" en lugar de "aggñññhhhh, ¡nene quere papa!".
El niño índigo se aburre y se rebela, por ejemplo, no quiere aprender de memoria dónde nace y desemboca el río Paraná. Marín señala que es preferible subirlo a un barquito (sic) e irle mostrando lo que hay en ambas orillas. No se comprende bien si es o no una metáfora, al punto que la Varano le señala con una respetuosa media sonrisa que no siempre resulta posible organizar tamaña travesía fluvial.
Algunos niños índigo son sanadores, pero ojo, algunos. Algunos son índigo telepáticos que pueden prender y apagar la luz sin tocar el botoncito (sic) lo cual los haría, creo yo, más bien telekinéticos. Y hablando de kinesis, algunos son hiperkinéticos: es que al índigo casi cualquier bondi lo deja bien.
Algunos índigo ven duendes, ven hadas y ven gente muerta, por ejemplo un abuelo fallecido hace tiempo que los ayuda en su tarea cotidiana. De hecho yo he conocido a un niño, supongo que índigo, que veía a Bruce Willis muerto, cosa curiosa si la hay porque Willis aún vive.
En tren de listar patologías, disfunciones y/o simples atributos que observan o no, el índigo puede exhibir déficit de atención, potencial creativo y cualquier otra cosa. Quiere todo el amor para sí mismo, su ideal sería el ser hijo único de madre sola y debe ser tratado energéticamente.
A ver: no "enérgicamente", porque ya veo que más de un no-índigo comprenderá que hay que amenazarlos con romperles la crisma si no terminan los deberes; no, señores, "energéticamente" que no sé qué es pero no es eso.
Todo esto con los conductores repreguntando circunspectos como si estuvieran ante el propio Sigmund Freud dictando su primera conferencia sobre psicoanálisis. La escena mágica se fractura por un instante cuando Mazzuca interrumpe a Marín para pasar un aviso de una crema Sinamida que no viene para nada al caso. No hay vuelta que darle: este Mazzuca no es en absoluto índigo.
Por último, bien tratado (y para eso habrá que pagar honorarios a Marín que desde que no trabaja vive de esto) el índigo evoluciona hacia el amor, hacia niño y/o adulto cristal. Entiendo que hacia el amor que reclama en exclusivo para sí o quizás no, quizás el ser cristal comparte el amor con los duendes y las hadas, qué sé yo.
Terminó el programa y cambié de canal, ya mucho más tranquilo porque ahora sé que, cual chapulines colorados (al fin de cuentas son sólo matices de color), los índigo podrán salvarnos cuando se largue a llover.
Algún desinformado podrá creer que un niño índigo sufre de cianosis pero, claro, de la ignorancia nadie está a salvo, por lo que pasaré a explicar todo lo que hoy aprendí acerca de qué cosa es eso.
En primer lugar, la propia Marín ha sido una niña índigo (¿índigo o índiga?, ¿cómo se dirá?) y el modo en que lo supo resulta revelador: empezó a trabajar en diversas empresas (es decir que ya era mayorcita) y se dio cuenta que no lo hacía bien, no se integraba al trabajo, es decir, era una pésima laburante y entonces supo que era una índigo. Ahora pienso que todos conocemos cientos de índigo e, ignorantes e insensibles, los denominamos vagos o inútiles. Cuando Marín supo que era índigo tomó la decisión de dejar de trabajar: todo índigo tiene una misión de vida que, por supuesto, no es el laburo.
¿Qué es un niño índigo? Es parte de una nueva generación de paz, amor y espiritualidad, es un ser iluminado que rompe los sistemas (sic) y en el que prima la energía del corazón. Para confirmarlo, claro, hay que fotografiar su aura pero Marín los identifica porque, a veces, hablan como adultos. Imagino que serán esos niños que dicen "por favor, ¿me das más puré?" en lugar de "aggñññhhhh, ¡nene quere papa!".
El niño índigo se aburre y se rebela, por ejemplo, no quiere aprender de memoria dónde nace y desemboca el río Paraná. Marín señala que es preferible subirlo a un barquito (sic) e irle mostrando lo que hay en ambas orillas. No se comprende bien si es o no una metáfora, al punto que la Varano le señala con una respetuosa media sonrisa que no siempre resulta posible organizar tamaña travesía fluvial.
Algunos niños índigo son sanadores, pero ojo, algunos. Algunos son índigo telepáticos que pueden prender y apagar la luz sin tocar el botoncito (sic) lo cual los haría, creo yo, más bien telekinéticos. Y hablando de kinesis, algunos son hiperkinéticos: es que al índigo casi cualquier bondi lo deja bien.
Algunos índigo ven duendes, ven hadas y ven gente muerta, por ejemplo un abuelo fallecido hace tiempo que los ayuda en su tarea cotidiana. De hecho yo he conocido a un niño, supongo que índigo, que veía a Bruce Willis muerto, cosa curiosa si la hay porque Willis aún vive.
En tren de listar patologías, disfunciones y/o simples atributos que observan o no, el índigo puede exhibir déficit de atención, potencial creativo y cualquier otra cosa. Quiere todo el amor para sí mismo, su ideal sería el ser hijo único de madre sola y debe ser tratado energéticamente.
A ver: no "enérgicamente", porque ya veo que más de un no-índigo comprenderá que hay que amenazarlos con romperles la crisma si no terminan los deberes; no, señores, "energéticamente" que no sé qué es pero no es eso.
Todo esto con los conductores repreguntando circunspectos como si estuvieran ante el propio Sigmund Freud dictando su primera conferencia sobre psicoanálisis. La escena mágica se fractura por un instante cuando Mazzuca interrumpe a Marín para pasar un aviso de una crema Sinamida que no viene para nada al caso. No hay vuelta que darle: este Mazzuca no es en absoluto índigo.
Por último, bien tratado (y para eso habrá que pagar honorarios a Marín que desde que no trabaja vive de esto) el índigo evoluciona hacia el amor, hacia niño y/o adulto cristal. Entiendo que hacia el amor que reclama en exclusivo para sí o quizás no, quizás el ser cristal comparte el amor con los duendes y las hadas, qué sé yo.
Terminó el programa y cambié de canal, ya mucho más tranquilo porque ahora sé que, cual chapulines colorados (al fin de cuentas son sólo matices de color), los índigo podrán salvarnos cuando se largue a llover.