domingo, enero 29, 2006

Cartas sin marcar

Hace unos días mi hijo me preguntó si conocía a Ana Frank. Respondí que leí su Diario, y continuó: "¿pero era una chica de verdad?". Le conté entonces la historia del Diario de Ana Frank, cómo (supuestamente) fue escrito y publicado, y el destino final de Ana. "Todo mal" dijo. Supuse que se refería a la muerte de Ana, pero agregó: "ella lo escribió para ella, no para que hicieran un libro y lo vendieran".
Dejando de lado las discusiones respecto a la autenticidad del Diario y al estilo que admite inferir que no hubo intención de privacidad, el comentario me dejó pensando.
Hace años, leyendo con enorme placer las Cartas que Antonin Artaud le escribió a Génica Athanasiou, tuve un instante "todo mal", sentí que no debía yo estar leyéndolas. Ni yo, ni nadie más que Génica. Algo similar me pasó con las cartas que Vincent Van Gogh le escribió a su hermano Theo.
Sin entrar en epistolología ni el menor análisis discursivo del género epistolar, la ética de la publicación de cartas privadas no me resulta clara.
Creo que no hay demasiadas controversias cuando se trata de juzgar la publicación de la carta personal de alguien que aún vive, incluso existe legislación que la protege, aunque tampoco se tiene demasiado reparo cuando esa publicación expone vidas privadas de famosos y políticos o alguna forma de ilícito. Eso sería objeto de estudio del antropocholulismo y del Derecho. En lo que no parece haber desacuerdo es en que nadie aceptaría tranquilamente ver publicada una carta propia dirigida en forma privada a alguien sin su consentimiento.
Quienes apuntan a la defensa ética de esta publicación argumentan que la intención del autor se hace ambigua cuando la carta quiebra los rasgos preestablecidos del lenguaje epistolar, y se convierte en "intención literaria". Y esta supuesta ambigüedad (ambigüedad sólo reconocida por quien lee) es el aval para hacer público lo privado. Con este criterio cualquiera que escriba una carta con cuidado de la estética estaría demostrando "intención literaria". No tengo ni idea de en qué se basarían para determinar la intención de un autor, a menos que éste la hubiera explicitado, y de hecho, si le mando una carta a mi hermano explicito que es una carta a mi hermano.
La temática de la carta tampoco dice nada en ese sentido, yo puedo escribirle una carta a mi amante referida al triunfo de Hamas, y eso no demuestra intencionalidad más allá de ser una carta a mi amante.
El autor también me confunde. Esas cartas (o diarios en algún caso) han sido compilados, editados, según el criterio de quien las edita, no el del autor. Se quitan partes que se consideran intrascendentes para el lector universal, se agregan datos, se corrigen, se hacen innumerables acotaciones para explicarle al lector qué es o a qué se refiere el autor (mucho más cuando el caracter interpersonal de la carta por lo general la hace estar plagada de sobreentendidos). ¿Quién es el autor entonces? He leído en más de un texto que me "explicaban" que tal o cual se refería a tal cosa, y más de una vez esa explicación me resultó absurda, como cuando afirman que un pájaro que vuela hacia la derecha está deprimido, o que los antiguos australopitecus se sentían solitarios y por eso migraban.
No logro ver el punto de comparación válido entre el violar un texto explícitamente privado, un objeto único de tránsito indiscutible, con una supuesta intención literaria. Se hace derivar la ética de un análisis discursivo de un texto que, encima, supone intenciones, y en ese punto me parece que ya hay un problema.
Obviamente si se respetasen las cartas privadas de todos mucho se complicaría, los biógrafos se las verían en serios problemas si no pudiesen recurrir a ellas, y la revista Caras también.
Por las dudas, respetando las mil lecturas del "todo mal", en mis cartas privadas también digo que está por llover.

jueves, enero 26, 2006

Los pueblos (origin)arios

Desde hace semanas escucho hasta el hartazgo que Evo Morales es el primer presidente indígena de Latinoamérica. Uno ve fotografías de, por ejemplo, los actuales mandatarios Alejandro Toledo y Hugo Chávez y al menos duda de esa contundente afirmación; luego se informa un poco más acerca de sus biografías y concluye que aquella era una lisa patraña. Quienes defienden la tesis del primer presidente de los pueblos originarios (esta terminología es nueva pero ya parece instalada) retrucan que, a diferencia de los anteriores, Morales es aymara puro. Ah.
Parece que en referencia a ciertas etnias -es verdad, expoliadas y asesinadas por cinco siglos- la pureza racial puede publicitarse con orgullo mientras que respecto de otras la mención deviene escándalo mundial. ¿Qué diría la prensa internacional contemporánea de un presidenciable del cual se repitiera con admiración que es germano puro? ¿Y qué la opinión pública políticamente correcta de un primer ministro alemán que el día antes de su jura institucional fuera investido como máxima autoridad de los pueblos (origin)arios? Y ejemplifico con germanos porque en Occidente la pureza racial aria ha quedado instalada como símbolo ominoso de los horrores del nazismo pero se puede jugar cualquier otra variante.
Dudo mucho que exista algo así como la pureza étnica pero en todo caso sería producto de un árbol genealógico particular que no debería significar privilegios ni estigmas respecto de un fulano con abuelos zulúes, catalanes, maoríes y coreanos.
Cansado de los latiguillos de este nuevo racismo -"exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros" según el DRAE- en los medios masivos, pretendo despejarme navegando algunos blogs sólo para encontrar un poco más de lo mismo. Entonces abro mi casilla de correo laboral en la cual, no sé por qué, recibo periódicamente un boletín informativo de la UNESCO y me anoticio de que en Bolivia "el Gobierno se ha comprometido fortalecer la formación profesional de los jóvenes de todos los pueblos originarios; aymara, quechua, guaraní, ayoreo, tupiguaraní y otros, por ello compromete a las universidades privadas otorgar becas a los jóvenes indígenas", beneficio al cual pueden aspirar presentando carta aval de las autoridades de una comunidad originaria (UNESCO IESALC, Boletín Digital N° 112). Refiere a la gestión anterior a la de Morales quien asumió hace escasos días.
A continuación leo, allí mismo, que el Dr. José Jorge de Carvalho ha descubierto y publicado que "menos de 1% de professores negros atua nas universidades públicas brasileiras. [...] Ele aborda o sistema de cotas, a composição étnica e racial e descreve o grau de exclusão, a ponto de o sistema se ver obrigado a propor mecanismos de reserva de vagas". Parece que tengo mucha mala suerte o bien el tema se ha puesto de moda.
Becas para jóvenes indígenas, vacantes reservadas a negros, solicitudes de excepción basadas en el origen étnico de los beneficiarios, es decir, racismo. Un racismo invertido respecto del que, probablemente, margine hoy a aymaras de la educación boliviana y a negros de la docencia brasileña, pero racismo al fin.
En lugar de velar por aquellas banderas de libertad, igualdad y fraternidad, bastardeadas durante siglos pero vigentes en su trascendencia programática, resulta que lo cool y lo fashion es la política de la distinción étnica, las reservas indígenas y los talleres protegidos. En lugar de establecer criterios de eficiencia académica, defenderlos para todos por igual y sancionar el mínimo acto de exclusión racial, resulta que se subraya el origen étnico en el reparto demagógico de oportunidades.
Si los indios merecen becas por ser indios y los negros cargos docentes por ser negros, supongo que habrá que determinar con precisión científica la raza de cada cual y tomar prolija nota en los registros públicos como hace, por ejemplo, el Estado yanqui con sus asiamericanos, afroamericanos, hispanos, latinos, caucásicos y demás arbitrarias etiquetas raciales de las cuales los WASP (White Anglo-Saxon Protestant) han hecho y hacen uso y abuso.
Y cuando todos quedemos empaquetados según raza, sexo (perdón, ahora se dice género), creencias religiosas y hábitos personales tendremos la mierda al cuello. Que nadie diga, entonces, que no estaba enterado de que iba a llover.

lunes, enero 23, 2006

Buscando un símbolo de paz

En las pequeñas noticias suele esconderse la esencia del accionar fascistoide.
El Departamento de Justicia de EEUU le exigió a la empresa Microsoft y a los buscadores Yahoo, America On Line (AOL) y Google que entreguen bases de datos de las búsquedas y accesos a sitios web de pornografía.
¿La excusa? Los niños. "Para reivindicar la ley de protección a los niños que comenzó en 1998 con el proyecto Child Online Protection Act" dicen desde la Justicia.
Microsoft, Yahoo y AOL entregaron silenciosamente todo lo requerido, pero Google dijo no. Y la Administración Bush le "pidió" a un tribunal federal de la ciudad de San José, California, que exigiera la entrega de los datos.
Esos datos incluyen un millón de direcciones web (URLs) al azar y todas las registradas en un período de una semana que la justicia determinó.
El argumento del Departamento de Justicia es que esa información les daría una idea concreta de que tan a menudo se busca pornografía en la web y podrían implementar medidas de protección a los menores.
Ahora Google defiende en juicio el derecho a la privacidad de los usuarios que forma parte del contrato que establece en su política con todo aquel que haga uso del buscador. La Unión Americana para la Defensa de los Derechos Civiles (ACLU) le da una mano interponiendo una demanda a la Corte por abuso.
Hace un tiempito algo similar me había sorprendido, cuando me enteré de la creación de una brigada anti-obscenidad en el FBI (¿Quién parará la lluvia?).
Leo y una vez más trato de encontrar la lógica más allá del fascismo. Y me surgen preguntas. Si lo que la justicia estadounidense quiere saber es la frecuencia de búsqueda y acceso a esas páginas ¿para qué necesita las direcciones?. Si lo que quiere es proteger a los niños ¿cómo esas direcciones les informarían si quien accedió a la página es una dulce niña de 5 años o un adulto responsable y con derecho a ver toda la pornografía que desee? ¿qué dato de esa búsqueda daría la clave de que quien accedió a una página de pornografía es un pedófilo?.
Pero la petición de la Justicia no se limita a las URLs, también exigen millones de palabras claves. Llegado ese punto empiezo a preguntarme si yo soy muy estúpida o lo son ellos. Imagino que esas palabras claves de pornografía incluirán términos tan amenazadores para la infancia como "sexo", "condón", "forro", "orgasmo". Si deben entregar millones podrían recurrir directamente al diccionario. Me queda claro que cualquier depravado que haya buscado en Google "sexo oral" es parte del flagelo de la prostitución infantil. Y ni hablar de esos que se atreven a buscar "fellatio".
¿Qué seguirá? ¿por qué no exigen a los buscadores de programación de TV que entreguen las direcciones de aquellos que entraron a verlas?. Después de todo ahí está la programación de Venus, Play Boy y otros atentados a la moral. ¿Por qué no exigir a las casas de venta y alquiler de DVD y VHS los nombres de quienes buscaron películas triple X? En sus hogares puede haber niños, por lo tanto son una amenaza. Todos sabemos que ver una de esas películas nos convierte en compulsivos violadores de menores.
No pude evitar recordar una noche, hace algunas décadas, en una reunión familiar descubrí de repente que mi hermano, un año mayor que yo, y algunos amigos de la misma edad (tendríamos unos diez años) habían desaparecido. Los busqué y encontré encerrados en una habitación con un gran diccionario, riéndose. Después de algunos intentos de aceptación y bajo amenaza de informarle a nuestros padres que algo "raro" estaban haciendo me permitieron participar. Estaban cometiendo el pecado de buscar en ese diccionario términos como "coger", "vagina" y demás. Imagino que hoy recurrirían a Google. Y yo que no los denuncié ¿habré sido cómplice de la red de prostitución? La culpa me acompañará toda la vida.
No hay caso, no tengo la capacidad, no hay duda que hay que proteger a los chicos del abuso sexual, pero no logro encontrar la relación entre 20 mil entradas a www.somospornograficos.com y proteger a un niño. Debe ser por eso que siempre veo lluvia.

sábado, enero 21, 2006

Cinco extraños hábitos tuyos (I want to break free)

Acepto la invitación del Mono a este juego. Los participantes invitados (como yo) que tengan ganas deberán iniciar su artículo con el título "Cinco extraños hábitos tuyos" y describir en cinco puntos sus más raras costumbres. Deben también indicar claramente este reglamento. Al final, deberán escoger cinco nuevas personas a invitar y añadir el link de su blog dejando un comentario en ellos informándoles .
Si los míos son "hábitos extraños" o no, no lo sé, son hábitos, hábitos relacionados a lo "virtual", la extrañeza es tan relativa.
Invitar a otros cinco a participar es lo que me resultó más complicado. Prefiero simplemente decirle a cinco blogueros que si desean jugar, aquí están las reglas. Esos cinco son:
Lamento no poder invitar a otros, algunos por no ser blogger, pero para algo se inventaron los comentarios.
Dado que acostumbro titular cada post con el nombre o verso de alguna canción, y que no encontré ninguna llamada "Cinco extraños hábitos tuyos" (aunque podría existir) me permití agregarle mi firma.
Bueno, aquí van:
1) Cuando me rayo o tengo algún problema con alguien le escribo un mail (de varios kb). Luego lo mando a la papelera, y listo (por supuesto que siempre me digo que esa vez lo voy a mandar, y nunca me lo creo).
2) Pongo la pierna derecha (a veces ambas) sobre el escritorio de la PC, a la derecha del teclado y tecleo con el brazo izquierdo pasando por debajo de esa pierna (y esa misma pierna me impide ver la mitad del teclado, por lo tanto tipeo cualquier pavada).
3) Cuando estoy aburrida entro en algún chat, espero el inevitable "¿de dónde sos?", digo que de Chechenia o la Franja de Gaza y que aprendí español viendo telenovelas mexicanas. Luego viene el "¿cuántos años tenés?" y explico que mi religión me prohíbe decir la edad (cuando preguntan qué religión es ésa respondo que pertenezco al Templo de la Oposición a los Lugares Comunes). Los diálogos que surgen pueden llegar a ser muy interesantes (alguna vez alguien me preguntó a qué me dedicaba en Gaza, y le respondí que era piquetera, y dijo muy sorprendido "ahh ¿ahí también hay?").
4) Casi siempre que estoy en la PC me pongo los auriculares y escucho música, por lo tanto desaparezco del resto del mundo, hasta que recibo el mail de algún amigo que me avisa que me está llamando por teléfono y respondo antes el mail que el llamado.
5) Me adapté a los extraños hábitos afectivos de mi gata (que salta de repente sobre el teclado) y de mi perra (que siendo más pesada que yo sin previo aviso se para en dos patas en el brazo de la silla de la PC, haciéndola girar y a mí desparramarme por culpa del punto 2) poniendo un espejito sobre el monitor apuntando hacia atrás de la silla, abajo, al lugar desde el que acechan para saltar, de ese modo a veces (sólo a veces) las veo preparándose y les digo que no se atrevan bajo pena de lluvia.

miércoles, enero 18, 2006

Residencia en la tierra

Estamos acostumbrados a hablar de países como si fuesen cosas existentes. Que Francia no permitirá, que Siria ha declarado, que Brasil ésto y que Argelia lo otro. Para colmo los asientos en la Asamblea General de la ONU o las bolillas en el sorteo de un Mundial sugieren cierta equivalencia, cierta comparabilidad entre ellos. Así nos parece natural que Alemania juegue al fútbol contra San Marino o que Nauru y Tuvalú sean miembros de algo más que una sociedad de fomento interisleño.
Hace ya muchos años que John Lennon proponía "Imagine there's no countries, it isn't hard to do, nothing to kill or die for and no religion too" y La Polla Records afirmaba "Un país es un invento, un país es una estafa, un país es algo para lo que nadie me ha pedido mi opinión". Pues a decir verdad, a mí tampoco me han consultado.
Ahora bien, si los países son medios de organización política de la sociedad y la sociedad es el conjunto cooperativo de los seres humanos, habría que preguntarse dónde están esos seres humanos que ameritan tanto lenguaje acerca de países y naciones. Y si bien no es novedad, digámoslo: están casi todos en el sudeste asiático.
Claro que nosotros, occidentales y probablemente tan etnocentristas como cualquier oriental, en nuestra vida cotidiana no solemos ver mucho más allá de nuestras fronteras a veces nacionales y siempre culturales. Para muchos de este lado del planeta, el Asia es un continente exótico habitado por los turcos hasta algún punto incierto en el cual empiezan los chinos.
En estos días encontré unas tablas demográficas de la población mundial y debo reconocer que, junto con los mapas, los cuadros estadísticos son mi debilidad. Allí aprendí que en Europa hay unas islitas Jersey, Guernsey y Isle of Man con estatuto de algo así como Estados. Entre otras cosas la demografía permite responder preguntas tontas como, por ejemplo, ¿cuántos países albergan al menos al 1% de la humanidad? Uno por ciento no es tanto y, sin embargo, tres potencias europeas como el Reino Unido, Francia e Italia quedan a las puertas.
En Europa, sólo Rusia -de Moscú a Vladivostok que ya no es Europa pero, en fin, no tengo acceso al censo ruso por regiones- (2.3%) y Alemania (1.3%) alcanzan la marca, en ambos casos con proyección futura a la baja en valores absolutos y, con mayor razón, relativos. En América sólo Estados Unidos (4.6%), Brasil (2.9%) y México (1.7%); en África, Nigeria (2.1%), Egipto (1.2%) y Etiopía (1.1%) y en Asia Menor y Central, Turquía (1.1%) e Irán (1.1%). Pero desde allí hacia el Este hay unos cuantos países más que superan -varios con creces- el 1% cada uno: China (21.0%), India (16.6%), Indonesia (3.7%), Pakistán (2.4%), Bangladesh (2.2%), Japón (2.0%), Filipinas (1.3%), Vietnam (1.3%) y Tailandia (1.0%).
Todos los habitantes de América, desde Groenlandia hasta Tierra del Fuego, constituimos el 13,8% de la humanidad; todos los africanos desde el Mediterráneo hasta el Cabo de Buena Esperanza, el 13,5%; todos los europeos desde Islandia hasta Kamtchatka -ya dije que no desglosaré rusos-, el 11,6% y todos los residentes en Oceanía apenas el 0,5%.
El 60,7% restante de la especie vive en Asia, desigualmente distribuido, porque convengamos que no vive tanta gente en los desiertos de Medio Oriente ni en las estepas de Siberia: está casi toda amuchada en un vasto territorio que va de Pakistán a Japón y se extiende al sudeste hasta los confines de Indonesia. En esta región del planeta viven más de 3400 millones de personas, el 55% de la humanidad.


Si se quisiera señalar, a ojo de buen cubero, una suerte de centro geográfico del hábitat contemporáneo de la especie, no rondaría New York, París ni El Cairo sino los alrededores de Rangoon o Bangkok.
Tal vez se comprendan algunas de las razones de esa ficción de países de 10, 15 ó 20 mil habitantes que se sientan junto a la China o a la India a votar no sé qué cosa en un organismo de ficción: porque el día improbable en que decidan las grandes mayorías -y si decidieran con la misma artera necedad con que hoy deciden las minorías- podríamos terminar peregrinando a bañarnos en el Ganges o comiendo arroz blanco con dos palitos.
Si antes, claro, sobre ellos, sobre nosotros, sobre todos, no se largara a llover.

Los datos demográficos han sido elaborados con información de 2002 disponible en U.S. Census Bureau. El planisferio ha sido rediseñado a partir del disponible en Perry-Castañeda Library Map Collection, University of Texas Libraries, The University of Texas at Austin.

domingo, enero 15, 2006

Another brick in the wall

Tengo serios problemas para comprender a algunas personas, pero como por lo general no comprendo a la mayoría de la humanidad no me traumatizo, me quedo simplemente observando.
Sábado. 18:30 p.m. Barcito frente a la Facultad de Ingeniería. Le pido un café al mozo que se me acerca con gesto de iniciar una charla sobre la interminable lluvia y empiezo a buscar los cigarrillos en el bolso como quien busca la piedra filosofal. Se aleja resignado y aprovecho para dar un vistazo de reconocimiento. Dos chicas adolescentes por allá, riéndose varios minutos ante el comentario de cada una. Más acá una pareja, ella de unos 50 años y 5 de botox, él flaco, demacrado, silenciosos ambos. Frente a mí una chica joven con su hijo de unos 10 años. Tres mozos y una cajera gritándose cada tanto alguna complicidad de la cual sólo ellos podían reírse. Y yo.
Minutos después llega un hombre de no más de 35 años con un niño de unos 6 y se sientan en la mesa central. El mismo mozo de la charla trunca se les acerca. "¿Qué querés, Diego?" pregunta el padre. "Un tostado" responde el hijo. El padre mira al mozo, pide cuatro tostados, una cerveza, y es interrumpido por el hijo. "Papi ¿puedo tomar una Coca?". El Padre sufre una repentina transformación, se sienta erguido, parece de pronto ser más alto, y con voz lo suficientemente elevada como para ser escuchado hasta por el taxista que estaba estacionado en la puerta responde con tono de sermón de la montaña: "Mirá, hijo, yo prefiero que tomes un jugo, la Coca no te hace bien, pero te dije que podías elegir lo que quieras, así que si querés la Coca te la pido, aunque no es lo que a mí me gustaría que tomes". Al terminar no pudo evitar mirar a su alrededor para ver la opinión del público. Las adolescentes miraban con cara de qué lindo, la señora botox le obsequiaba una amplia sonrisa de publicidad de dentífrico, su acompañante sonreía una nada socializada, la joven madre aprobaba con la mirada y su hijo contenía el aliento expectante. Y yo.
Me parecía escuchar el sonido de bujía empastada del cerebro del pequeño, "Coca o Papá, Papá o Coca". That's the question. "Pero yo quiero Coca" se animó a decir en voz baja. Bien por él, pensé, tiene el resto de su vida para lidiar con la culpa. Pero Papá no podía permitir que su enseñanza no concluyera como lo tenía planeado, por lo tanto en un alarde de coherencia le responde firme: "Te dejé elegir, pero si no podés darte cuenta de lo que es mejor para vos, tengo que elegir yo". Se da vuelta y le pide al mozo (quien se mantenía quieto presenciando todo el acto como si estuviese en el Margarita Xirgu) un jugo de naranja. Esperé los aplausos, pero no llegaron, la gente se ubica.
Mientras desde el ventanal del bar observaba llover en la calle semidesierta de enero divagué imaginando a Diego tres décadas mayor.
"Claro que no me molesta que vayas al cine con tu amiga, querida, hacé lo que quieras, sabés que confío en vos". Su mujer responde con un beso mientras busca el teléfono para confirmar con su amiga la noche de cine. Cena normal, ambiente calmo, ella se prepara para salir. Pocos minutos antes de partir tiene un instante de indecisión y lo comenta con Diego. "No sé si ir a ver tal o cual película, no sé cuál será mejor". Y se queda esperando que Diego le dé su opinión respecto a ambas, pero él aprovecha para atacar sutilmente: "Ya que lo mencionás, no sabría decirte cuál es mejor, hace unos días me invitaron a mí a ver una pero dije que no, siempre vamos juntos, no se me ocurriría decirle a un amigo que voy con él y vos no". Ella seguramente contratacaría, y él cerraría la discusión con un "se te hace tarde". Y ella se iría al cine, o no. Coca o Papá. De una u otra forma ya tendrían la noche arruinada ambos.
Y probablemente un tiempo después Diego tome una Coca con algún amigo preguntándose cómo fue que si no había visto nubes de repente se largó a llover.

jueves, enero 12, 2006

Un manojo de palabras

El sábado pasado mi hijo sufrió una apendicitis repentina, y lo que sería un tranquilo fin de semana de vacaciones se convirtió de pronto en una angustiante espera en la puerta de un quirófano de la Clínica del Niño. Espera en la cual me debatía entre el no querer alejarme de esa puerta y la necesidad de fumar un cigarrillo, ya que para quienes nos cuidan no entra en la ecuación la salud mental de los que quedamos de este lado de esa puerta y no existe siquiera un pequeño rincón abierto, cerrado, sellado, al aire libre o con extractores de aire en el cual podamos fumar. Para hacerlo debía bajar tres pisos, hasta la calle. ¿Creerán que el momento en el cual tenemos a alguien amado en la sala de operaciones es el mejor para dejar de fumar o será pura perversión expresada en enormes carteles en todas las paredes que prohibían hacerlo produciendo más ansiedad?.
Cuando mi hijo salió del quirófano, cuando supe que todo estaba bien, comenzaron horas interminables, quebradas sólo por los minutos en los cuales despertaba o alguna enfermera venía a controlarlo.
Me distraje leyendo las paredes, cubiertas de graffitis escritos por quienes ocuparon esa habitación desde (según pude ver como fecha más antigua) diciembre de 2002.
Graffitis a lápiz, lapicera, crayón o raspado de la pintura de la pared. Casi todos ellos acompañados de dibujos, desde simples corazones y flores hasta elaborados antropomórficos con yesos o sueros, prolijamente fechados y con lugar de procedencia. Extrañamente ninguno de ellos escrito con "k" (no leí ningún "t kiero mucho", o similar).
Hice una clasificación global en tres categorías: padres, otros familiares y amigos, y pacientes.
Las dos primeras compartían un mismo sentido, le hablaban al paciente. La diferencia se expresaba en el tono y en que los padres referían una y otra vez al momento presente, en cambio familiares y amigos lo hacían al mañana. El tono de los padres denotaba cierta angustia, aún en los más optimistas (angustia que comprendía perfectamente, aún cuando ya sabía que mi hijo estaría bien). Los familiares y amigos apuntaban hacia un mañana en el cual la experiencia presente sería toda una aventura.
"Nicolás, te amamos y esperamos que te recuperes pronto - mamá y papá". "Cari, vas a ver que todo va a salir bien - mamá". "Aguante Seba - tus papis". "Fuerza, Guada, que después te vas a comer todos los helados que quieras - tu tía Amelia". "Nahuel, ¿te quebraste la pata para no jugar el domingo? - Mati y Ezequiel". Y así, varias decenas más.
Pero los que llamaron mi atención fueron los de los chicos, los pacientes, los que estaban ahí enfrentando el dolor, el temor, la experiencia, para muchos quizás inédita, de tener que soportar no sólo aquello que los llevó allí sino el accionar de una ciencia que no parece tener interés en dedicar parte de los millones destinados a investigaciones en producir tratamientos menos cruentos.
Los graffitis de los chicos eran variados, pero podrían repartirse entre aquellos que simplemente informaban por qué estaban allí, cómo se sentían o cómo esperaban sentirse, los poéticos, y los que se dirigían a aquellos que ocuparían esa cama cuando ellos la abandonaran. Estos últimos eran los que más me gustaban. Esperé que mi hijo estuviese despierto para ver qué opinaba de ellos y comprobé que, igual que a mí, esos eran los que más le atraían. Ni uno sólo incluía un pedido, una queja o un lamento.
"Acá estuvo Gonzalo operado de la garganta - Gonza". "A mí me trajeron porque me rompí el brazo pero mañana me voy - Ale". "Aunque te sientas triste porque estás internado tenés que pensar que cuando salgas vas a estar mejor que cuando llegaste - Ana". "Yo me operé el hígado y no me puedo ir mañana porque es domingo - Luli"
Y mis preferidos, los que me hicieron sonreír: "de acá salís cacareando ¿te gusta el pollo? - Mauricio" (luego lo comprendí: los tres días de internación en los cuales mi hijo pudo comer, le dieron pollo), "empezá a caminar rápido y te dejan ir antes - anónimo", "cuando te pinchen gritá así te pinchan enseguida - Lucas" , "la enfermera gorda se afana la gelatina - Matu" .
Antes de irnos mi hijo eligió un lugar vacío junto al timbre y escribió: "acá llegamos mi apéndice y yo y yo me voy pero él se queda. Y guarda con la gorda que se afana la gelatina en serio".
Cuando llegué a esa habitación y vi sus paredes escritas no tuve una buena impresión, pero pronto comprendí, me fui metiendo en ese pequeño mundo. No sé si las dejan así voluntariamente o por simple desidia, pero no importa, por lo que sea, lo agradecí.
Quizás parezca una tontería, pero esas paredes, cuando sentí la impotencia, cuando de nada servían las palabras de médicos o conocidos que decían que no debía preocuparme, me hicieron sentir menos sola, me ayudaron a saber que aunque llegué con relámpagos no necesariamente iba a llover.

miércoles, enero 11, 2006

El pollo, la gordura y la hinchazón

Mucho se ha dicho de los pollos contemporáneos respecto de sus antepasados. Yo, sin pretender discutir sobre genética, incluso dudo que se trate de la misma especie y no sólo porque no saben a pollo. Se dice que los auténticos descendientes de los gallos y gallinas de antaño son los llamados pollos de campo que cuestan mucho más caros pero casi se parecen a pollos.
Me costaría denominar como niños a unos humanoides hacinados en grandes jaulas, impedidos de caminar y de dormir, anabolizados cual patovicas y engordados con porquerías durante veinticuatro horas al día a fin de que alcanzaran, digamos, unos cuarenta blancuzcos kilos antes del año de edad. Semejarían más bien los personajes de un film que un día se rebelan y se comen al científico nazi que los cría. ¿Por qué seguiremos llamando pollos a unos zombies gallinoides de cine de terror?
Hoy no tenía ganas de cocinar pero recordé que había medio zombie en mi heladera y que si no lo comía terminaría por echarse a perder. Crudo, parecía un ejemplar grandecito. Primero le quité la piel y el exceso de grasa lo cual es quitar bastante porque esta especie es más grasosa que el chicharrón. Luego lo trocé en varias presas y las lavé bajo la canilla. Puse un poco de aceite en una cacerola, lo calenté y eché sobre él las presas con el fin de sellarlas. Al minuto ya se estaban hirviendo en un caldo espantoso.
Claro -me dije-, no las escurrí lo suficiente. Retiré las presas, lavé y sequé la cacerola y repetí de nuevo el proceso pero esta vez comencé por rehogar una cebolla y un tomate antes de devolver las presas a la olla. Agregué sal y especias, una zanahoria, una papa, un trozo de calabaza, dos zapallitos, un diente de ajo, un ají picante y un ramito de perejil. Estimé -error- que faltaba agua y agregué -error- medio vaso. Cada tanto supervisaba la cocción y observaba que el agua crecía como en época de deshielos pero ya era tarde y la cosa tendía a la sopa o a algo parecido.
Cuando todo estuvo cocido entendí de dónde salía tanta agua: del pollo o como se llame esa bestia exótica. Las presas se habían reducido tanto que la pata no parecía más carnosa que la de una paloma grande. Incluso tuve la impresión de que los huesos se habían acortado un poco. Recordé mi única experiencia con unas hamburguesas de marca desconocida que sobre la plancha caliente comenzaron a chisporrotear y a exudar gran cantidad de líquidos que estallaban y salpicaban medio metro a la redonda hasta quedar finalmente reducidas al tamaño de fichas de ruleta.
Me pregunto, ¿cómo logran que el pollo contenga tal cantidad de agua?, ¿los estarán produciendo sin orificios de salida?, ¿se tratará de un recurso para la prevención de la gripe aviar?, ¿será realmente una especie animal o los harán de soja transgénica? Y lo más importante: ¿podrán comerse?
No me extrañaría descubrir que los fabrican unos chinos a quienes les mantienen la luz encendida las veinticuatro horas del día para que crean que es horario de trabajo y sigan haciendo pollos hasta que se largue a llover.

jueves, enero 05, 2006

Close to the edge (Sharon sin Shalom)

Ariel Sharon se muere. Quizás ya murió, pero no es momento de dar la noticia, no hasta que pare el temblor y cada uno de los protagonistas del juego se ubique en su posición.
Poco me importa si está en coma o muerto. Parafraseando a Benedetti: un torturador no se redime con un infarto cerebral, pero algo es algo.
Con su muerte el asesino jefe de la nefasta Unidad 101, el que miró a un costado mientras bajo sus órdenes masacraban a miles de palestinos refugiados en Sabra y Shatila, el que movía los hilos de casi todo asesinato político desde el golpe de Estado del 53 del cual participó activamente, se convierte en una nueva puerta a la violencia.
Con su muerte deja servido el poder a su opositor, el ultraderechista Benjamín Netanyahu, quien quedó al mando del Likud cuando Sharon se abrió creando el Kadima, un partido que apenas se estaba organizando con el objetivo de desbancar a Netanyahu en las elecciones de marzo.
Netanyahu, apoyado paradójicamente por el Nobel de la Paz Shimon Peres, se alejó de Sharon cuando éste ordenó la devolución del territorio de Gaza a sus dueños. Su política es simple, dura, un Israel "fuerte" que domine toda la región desplazando a los palestinos "como sea".
No es casual que su poder actual sea el resultado del infarto de Sharon, ya en 1995 había logrado posicionarse gracias al asesinato de Yitzhak Rabin. Su poder está signado por la muerte, muertes VIP, de líderes opositores, y muertes anónimas, sólo enmarcadas en cifras.
Sharon se muere, o apenas sobrevive, ya lejos de todo lo que dejó con su paso. Su viceprimer ministro, Ehud Olmert, quien se presentaría en las cercanas elecciones por el Kadima, no tiene, sin el apoyo de su líder, el poder necesario para superar al Likud, esa alianza entre un Nobel de la Paz con apoyo internacional y un ultraderechista asesino.
Por detrás, con muy pocas posibilidades de quebrar la tormenta que acecha, se asoma el laborista Amir Peretz, quien desbancó a Peres.
Aún en su último gesto Sharon es fiel a su historia, y deja abierto un incierto camino de violencia que puede provocar un efecto dominó en todo Oriente, con la inevitable intromisión de un EEUU que no se sentía del todo a gusto últimamente con su antiguo aliado.
Quizás los israelíes estén hartos y en marzo no le den el poder que Netanyahu da por hecho, pero ya no creo en los Reyes Magos, sólo creo en esos truenos que amenazan con la cada vez más inminente lluvia.

lunes, enero 02, 2006

Assassination tango o asesinato al tango

Hace unos cuantos años, antes de comprar el departamento que habito, visité otro a cuadra y media de éste: un dos ambientes antiguo en un primer piso, justo por sobre el famosísimo, tanguerísimo y muy turístico Bar Sur. Pedían un precio excesivo y el agente inmobiliario me decía: "Es que en este lugar, es único". "Claro, -le respondía- no hay inmueble que en su lugar no sea único". "No, no, no, -me insistía- éste es un departamento para Robert Duvall". Como yo nunca he sido Robert Duvall, decidí mudarme a este otro reducto con indicios del siglo XIX, lagartijas por doquier y humedades varias que, en definitiva y pese a las reformas, resultaba más barato y menos ruidoso. Porque ante la perspectiva de que el tango for export sonara bajo mis patas a un volumen indiscreto, toqué timbre a un potencial vecino: "A veces, -me dijo- incluso tiembla el piso pero te acostumbrás". Muchas gracias.
Si a uno le dicen Robert Duvall y le agregan Francis Ford Coppola piensa en el relegado Tom Hagen, hijo adoptivo y consigliere de Vito Corleone en El Padrino o en el psicótico Coronel Kilgore, exaltado y wagneriano genocida en Apocalypse now. Esos dos datos acreditan como pocos en la historia del cine. Anoche Cinecanal exhibió Assassination tango, protagonizada, dirigida, escrita y producida por Duvall con producción ejecutiva de Coppola. El título en español es Crimen a ritmo de tango. Yo hubiera titulado Asesinato al tango, Tango y asesinato o Tango asesinado. Nada es literal, ya se sabe. Hay que decirlo: Duvall logra inscribirse en lo peor del cine argentino pero lo logra -doble mérito- desde una ajenísima mirada yanqui. El film resulta un engendro del tipo "cómo miro desde New York la mirada de los que miran desde Buenos Aires como si miraran desde New York". Por si no se entendió, la película es un espanto.
La escritura de Duvall, resulta relativa. Duvall no podría poner en boca de unos supuestos laburantes porteños la frase "¡Pamela, qué pan dulce!" ante un culo femenino con más volumen que atractivo. Aquello de "pinta tu aldea y serás universal" cobra todo su sentido: ¿por qué pintar lo que no se conoce cuando, sin duda, se conoce mucho de la propia aldea?
El argumento, si es que lo hubo, quedó olvidado durante el rodaje y la edición. A ver si logro sintetizar lo poco que se entiende: hay una suerte de venganza por parte de familiares de desaparecidos y/o militantes políticos y/o agentes de inteligencia -no queda claro- que deriva en la contratación de un asesino yanqui -John= Duvall- para matar a un general retirado. El tipo lo asesina a sangre fría pero no respeta tiempos ni modos indicados y regresa a su hogar donde lo espera una hijastra de 10 años con la cual tiene una relación algo perversa. ¿Y?
En el medio, lo esperable. La apología del tango como cosa primitiva, exótica y pasional, con injustificada metáfora visual y verbal de una pantera negra. Fragmentos casi documentales donde una anciana explica que el tango es vida, amor y odio y que antes las mujeres se agarraban de los pelos por sus hombres. La ridiculez de que uno de los operadores influyentes de la política nacional atienda en un despacho miserable detrás del gimnasio boxístico de Huracán. Las postales demasiado previsibles: el amanecer sobre el viejo Puente Avellaneda y sobre la 9 de Julio y el Obelisco, el canillita, el afilador, la estatua viviente, el vendedor de plumeros (?). Las supersticiones tales como tocarse un huevo o una teta para conjurar malas ondas.
Confieso que no es fácil para un porteño admitir que Rubén Blades sea del barrio y que resulta difícil creerse un rol seriamente interpretado por el actor que hacía de vapuleado Superman y periodista de CNN en Cha-cha-cha. A eso agreguemos una extraña mixtura del español y el inglés que nunca se sabe bien a qué responde. Y largas secuencias de tango danzante de salón y unos nombres -ay- inverosímiles para mujeres porteñas de 20 a 30 años: Manuela, Pirucha...
En definitiva, un mito fílmico sin argumento ni poética que viene a suturar el sueño de Duvall por un mundo que no conoce pero admira en su supuesta pasionalidad. El tipo se dio el gusto de bailar tango en Buenos Aires con su esposa argentina y con todos los gastos pagos. Y nada más.
Por mi parte, veré si un día no me mudo al departamento que le estaba reservado a él pero eso será cuando llueva.