Cartas sin marcar
Dejando de lado las discusiones respecto a la autenticidad del Diario y al estilo que admite inferir que no hubo intención de privacidad, el comentario me dejó pensando.
Hace años, leyendo con enorme placer las Cartas que Antonin Artaud le escribió a Génica Athanasiou, tuve un instante "todo mal", sentí que no debía yo estar leyéndolas. Ni yo, ni nadie más que Génica. Algo similar me pasó con las cartas que Vincent Van Gogh le escribió a su hermano Theo.
Creo que no hay demasiadas controversias cuando se trata de juzgar la publicación de la carta personal de alguien que aún vive, incluso existe legislación que la protege, aunque tampoco se tiene demasiado reparo cuando esa publicación expone vidas privadas de famosos y políticos o alguna forma de ilícito. Eso sería objeto de estudio del antropocholulismo y del Derecho. En lo que no parece haber desacuerdo es en que nadie aceptaría tranquilamente ver publicada una carta propia dirigida en forma privada a alguien sin su consentimiento.
Quienes apuntan a la defensa ética de esta publicación argumentan que la intención del autor se hace ambigua cuando la carta quiebra los rasgos preestablecidos del lenguaje epistolar, y se convierte en "intención literaria". Y esta supuesta ambigüedad (ambigüedad sólo reconocida por quien lee) es el aval para hacer público lo privado. Con este criterio cualquiera que escriba una carta con cuidado de la estética estaría demostrando "intención literaria". No tengo ni idea de en qué se basarían para determinar la intención de un autor, a menos que éste la hubiera explicitado, y de hecho, si le mando una carta a mi hermano explicito que es una carta a mi hermano.
La temática de la carta tampoco dice nada en ese sentido, yo puedo escribirle una carta a mi amante referida al triunfo de Hamas, y eso no demuestra intencionalidad más allá de ser una carta a mi amante.
El autor también me confunde. Esas cartas (o diarios en algún caso) han sido compilados, editados, según el criterio de quien las edita, no el del autor. Se quitan partes que se consideran intrascendentes para el lector universal, se agregan datos, se corrigen, se hacen innumerables acotaciones para explicarle al lector qué es o a qué se refiere el autor (mucho más cuando el caracter interpersonal de la carta por lo general la hace estar plagada de sobreentendidos). ¿Quién es el autor entonces? He leído en más de un texto que me "explicaban" que tal o cual se refería a tal cosa, y más de una vez esa explicación me resultó absurda, como cuando afirman que un pájaro que vuela hacia la derecha está deprimido, o que los antiguos australopitecus se sentían solitarios y por eso migraban.
No logro ver el punto de comparación válido entre el violar un texto explícitamente privado, un objeto único de tránsito indiscutible, con una supuesta intención literaria. Se hace derivar la ética de un análisis discursivo de un texto que, encima, supone intenciones, y en ese punto me parece que ya hay un problema.
Obviamente si se respetasen las cartas privadas de todos mucho se complicaría, los biógrafos se las verían en serios problemas si no pudiesen recurrir a ellas, y la revista Caras también.
Por las dudas, respetando las mil lecturas del "todo mal", en mis cartas privadas también digo que está por llover.