domingo, enero 29, 2006

Cartas sin marcar

Hace unos días mi hijo me preguntó si conocía a Ana Frank. Respondí que leí su Diario, y continuó: "¿pero era una chica de verdad?". Le conté entonces la historia del Diario de Ana Frank, cómo (supuestamente) fue escrito y publicado, y el destino final de Ana. "Todo mal" dijo. Supuse que se refería a la muerte de Ana, pero agregó: "ella lo escribió para ella, no para que hicieran un libro y lo vendieran".
Dejando de lado las discusiones respecto a la autenticidad del Diario y al estilo que admite inferir que no hubo intención de privacidad, el comentario me dejó pensando.
Hace años, leyendo con enorme placer las Cartas que Antonin Artaud le escribió a Génica Athanasiou, tuve un instante "todo mal", sentí que no debía yo estar leyéndolas. Ni yo, ni nadie más que Génica. Algo similar me pasó con las cartas que Vincent Van Gogh le escribió a su hermano Theo.
Sin entrar en epistolología ni el menor análisis discursivo del género epistolar, la ética de la publicación de cartas privadas no me resulta clara.
Creo que no hay demasiadas controversias cuando se trata de juzgar la publicación de la carta personal de alguien que aún vive, incluso existe legislación que la protege, aunque tampoco se tiene demasiado reparo cuando esa publicación expone vidas privadas de famosos y políticos o alguna forma de ilícito. Eso sería objeto de estudio del antropocholulismo y del Derecho. En lo que no parece haber desacuerdo es en que nadie aceptaría tranquilamente ver publicada una carta propia dirigida en forma privada a alguien sin su consentimiento.
Quienes apuntan a la defensa ética de esta publicación argumentan que la intención del autor se hace ambigua cuando la carta quiebra los rasgos preestablecidos del lenguaje epistolar, y se convierte en "intención literaria". Y esta supuesta ambigüedad (ambigüedad sólo reconocida por quien lee) es el aval para hacer público lo privado. Con este criterio cualquiera que escriba una carta con cuidado de la estética estaría demostrando "intención literaria". No tengo ni idea de en qué se basarían para determinar la intención de un autor, a menos que éste la hubiera explicitado, y de hecho, si le mando una carta a mi hermano explicito que es una carta a mi hermano.
La temática de la carta tampoco dice nada en ese sentido, yo puedo escribirle una carta a mi amante referida al triunfo de Hamas, y eso no demuestra intencionalidad más allá de ser una carta a mi amante.
El autor también me confunde. Esas cartas (o diarios en algún caso) han sido compilados, editados, según el criterio de quien las edita, no el del autor. Se quitan partes que se consideran intrascendentes para el lector universal, se agregan datos, se corrigen, se hacen innumerables acotaciones para explicarle al lector qué es o a qué se refiere el autor (mucho más cuando el caracter interpersonal de la carta por lo general la hace estar plagada de sobreentendidos). ¿Quién es el autor entonces? He leído en más de un texto que me "explicaban" que tal o cual se refería a tal cosa, y más de una vez esa explicación me resultó absurda, como cuando afirman que un pájaro que vuela hacia la derecha está deprimido, o que los antiguos australopitecus se sentían solitarios y por eso migraban.
No logro ver el punto de comparación válido entre el violar un texto explícitamente privado, un objeto único de tránsito indiscutible, con una supuesta intención literaria. Se hace derivar la ética de un análisis discursivo de un texto que, encima, supone intenciones, y en ese punto me parece que ya hay un problema.
Obviamente si se respetasen las cartas privadas de todos mucho se complicaría, los biógrafos se las verían en serios problemas si no pudiesen recurrir a ellas, y la revista Caras también.
Por las dudas, respetando las mil lecturas del "todo mal", en mis cartas privadas también digo que está por llover.

9 comentarios:

Anónimo

Y no solo le publicaron el diario con el final escrito por otro, sino que por un módico precio, podés visitar la casa donde estuvo escondida. Algunos no solo violaron la privacidad, sino que violaron a la historia, contando sus versiones apócrifas en libros que con tanto cuidado forrabamos con papel araña...(lo del papel ese seria para hacernos caer en la red??).

Rafa Franco

Y... que se le va'cer. Algunos nacieron fascinantes como Artaud, enigmaticos como Van Gogh o tuvieron historias inspiradoras como la pobre Ana Frank, y eso los hizo famosos. Y la fama tiene precio.
No se vendieron bien estas indiscreciones? Podemos decir que no han enriquecido el mundo? Se puede evitar que el mundo admire y quiera saber mas?
Lo unico que pido yo es que, si me toca a mi, estar vivo para poder objetar que se ventilen mis trapos al sol... o no.

1+

Desviándome del tema del post (la correspondencia personal) me parece que tampoco es del todo correcta la publicación de obras que, en vida, el autor no consideró publicables: el poema que escribió a los 15 años un tipo que decidió dedicarse a la literatura a los 40 y que la nieta encontró en el cuaderno de recetas de su abuela.
Perdón por la deriva, Grismar, pero tengo más vela que timón.

Cinzcéu

Lo de la "intención literaria" realmente no se sostiene. Algún día habría que hacer una semiótica de las intenciones: de las intenciones de cierta dudosa semiótica.
1+: peor fue lo de Kafka al que no sólo le publicaron sus cartas a Milena sino que su único testamento fue confiar a un amigo la destrucción de toda su obra inédita.

Grismar

Claris: no sólo el final es un agregado, casi todo el Diario es una versión corregida y aumentada. Tengo una duda, la plata de la entrada a la casa-refugio de la familia Frank ¿para quién es? ¿quién la cobra?.
Peregrino: Es verdad, no se puede evitar que el mundo admire y quiera saber más, como no se pueden evitar tantas cosas, pero al menos podemos cuestionarnos su ética.
1+: derivá tranquilo. El caso que mencionás es peor, en él no sólo no hay intención de publicar sino que hay intención de no publicar. Mejor es tener ataques revisionistas cada tanto y al menos poder elegir qué refritar.
Cinzcéu: obviamente no se sostiene, sin embargo lo sostienen algunos que dicen que saben.
Besos.

Vitore

Esto de las cartas me recuerda un chiste un poco tonto que ante las bíblicas cartas -tan espesas- de; pongamos...: San Pablo a los Corintios, decía: "¿Le llegarían a contestar alguna vez los Corintios a San Pablo?".

A mi me parece inmoral que se publique algo tan personal -o tan bobo- como puede ser una carta, tenga o no intención literaria.

Un beso.

Anónimo

Con el correo electrónico se les va a hacer un poco más difícil vender la privacidad ajena. A menos que revuelvan en la papelera de Yahoo, entre ceros y unos.

Grismar

Vitore: ayer me decían que el deseo de saber de la mayoría no puede verse limitado porque alguien no quiera mostrar su obra. No pude evitar hacer un paralelismo con algunos discursos de Bush.
Mono: no creas, para eso se inventaron los hackers.
Besos.

elescaramujo

qué justo,venía pensando en algo parecido. Estuve en una libería recién y me entretuve hojeando un libro que es la antología de Susana Thenon. Al final del libro aparecen algunas cartas enviadas a otras escritoras donde -para mí-lo que menos se habla es de literatura; puro chisme del ambiente de las letras argentino. Me pareció desagradable, será que me niego a ver a la poeta como una señora gorda que chismosea ? No me parece que ese tipo de cartas deba ser publicado, no aporta nada a la obra. En cuanto a lo de Anna Frank, el tema es más difícil. Son los llamados libros-testimonio. A veces la historia no impacta si no está escrita en primera persona. Me parece que ahí radica su interés. Muchos creen en el holocausto porque hubo una niña que atestiguó con su diario. El tema para mí es delicado,porque tengo parientes muertos en esos campos pero de ellos no tengo nada material. La historia es sólo lo tangible? En fin...interesante debate. Saludos.