martes, enero 23, 2007

Medios vivos

Yo a veces ceno tarde. El último jueves, ya viernes, puse Canal 13 para oir las noticias de En síntesis mientras me hacía un churrasco y una ensalada y cuando me senté a comer ya estaba en pantalla Vas a ganar. Era la 1:00 y me dispuse a disfrutar de mi cena y del envío.
El primer juego de la noche consiste en acertar "la suma total de los números representados" en una figura que, no sin torpeza, he tratado de reproducir. Es un cubo en perspectiva isométrica en cuyas caras visibles hay un 13 en números arábigos, un III en romanos y los seis puntos que, en los dados, representan al 6.
Recordé que hace unos meses en "Medios tontos" había comentado ese programa y sentenciado que era "un programa para infantes noctámbulos o adolescentes retrasados", no para mí, un vivo del año cero capaz de sumar mentalmente tres números y al mismo tiempo deglutir un bife y tomar apuntes. Para un vivo como yo, 6 más 3 más 13 es casi siempre 22.
Los tres conductores no paran de hablar, exhortan a llamar ya y repiten mil veces que "llamado que entra, llamado que sale al aire".
Llama Florencia, otra viva, que canta el 22. No, no es 22, qué pena. Vuelvo a mirar el dadito y hago la cuenta sobre papel: 22. Por las dudas, una conductora explica que hay un 13, un 6... y 3 palitos. Hago la cuenta en mi calculadora: 22. He de carecer de pensamiento lateral, en el mejor de los casos.
Llama Alejandra que, curiosamente, primero marca, después piensa y al fin arriesga otro 22. ¡No! Los conductores la retan y dicen que hay que anotar los números errados para no repetirlos. Llama Víctor pero se corta la comunicación. Llama Karina y se juega por el 26. ¡No!
A la 1:25 y con apenas cuatro comunicaciones, ¡cambia el desafío! Pero ¿no dirán cuánto sumaba la suma total? Pasan a verse otros dados cuyos números sumarían 19 pero ya no tengo ni remota idea.
No hay más llamados hasta la 1:42:
-¡Hola! ¿Cómo te llamás?
-Jesica.
-Jesica, ¿cuál es la suma total de los números representados?
(Silencio.)
-¿Jesica?
-No sé, estoy dormida.
-¿Cómo que estás dormida?, dale, rápido, ¡arriesgá un número!
(Silencio.)
Le cortan con premura. Yo me quedo un poco inquieto ante la idea de que Jesica llame en sueños a Vas a ganar. Sonámbulas eran las de antes que caminaban por las cornisas con los bracitos para adelante; ésta habría gastado 90 centavos más impuestos al sólo efecto de decir al aire que está dormida.
A la 1:53 llama Juan Cruz y se juega por un 25. ¡No! Una conductora llama a la reflexión, pide que se busque una lógica y comenta que en internet hay un foro que explica cuál es la onda. Empiezan con la cantinela de que se va a acabar el programa y quieren entregar ese dinero que aumenta a cada rato.
De pronto, ¡cambia el desafío! Ahora ya son dos los resultados que nunca sabremos y el nuevo juego consiste en descifrar "la palabra oculta" tras una serie de letras apenas desordenadas. Yo leo con claridad AEROSOL pero es posible que la respuesta correcta sea cualquier otra.
Ya levanté la mesa, lavé la vajilla y estoy abocado a la lectura del manual de una radio- reloj que acabo de comprar. Son las 2:20, nadie ha vuelto a llamar y de pronto, ¡cambia el desafío! y vuelve el dadito inicial que a los giles nos da 22.
Llama una chica cuyo nombre no entiendo y lanza su respuesta: 3. El 3 tiene cierta lógica porque es la suma de la cantidad de números representados y no de los valores representados por cada uno. Sin embargo... ¡No!
A las 2:26 entra otro llamado que se corta. La caradura de la conductora dice que "hoy muchos están saliendo al aire". A mí la cuenta me da ocho llamados en hora y media incluidos los dos interruptos y el de la sonámbula. No parecen muchos para un programa sólo basado en las supuestas comunicaciones entrantes.
No obstante, en esta hora tardía, la cosa se mueve. A las 2.27 llama Alan y dice que 16. ¡No! A las 2:29, Sabrina repite el 22. ¡No! Una conductora pregunta "¿qué pasa con el 22?, ¿será que a simple vista parece 22?". La verdad que sí, parece bastante 22.
A las 2:31 llama Juan Cruz:
-¿Juan Cruz? ¿Vos no llamaste hace un rato?
-No, el que llamó es otro que ya se fue a dormir.
-¡¿?! ¿Y se hizo pasar por vos?
-Eh...
-Bueno, decime, ¿cuál es la suma de los números representados?
-16.
-¡No!
No se entiende el juego, nadie caza un fúlbo y ya me siento parte de la troupe de idiotas que estamos perdiendo un montón de plata de puros tontos que somos.
La conductora juega su última carta y nos provee de una ayuda enorme: el resultado es 30, 40 ó 50. Ahora hay una chance de tres de ganar un pozo que ya está en los mil pesos. Pero justo ahora que el gol está servido, la pelota huérfana picando en el área, por largos minutos no llama nadie.
A las 2:40 ya leí el manual de la radio, probé todas sus funciones, la instalé junto a mi cama, descolgué y guardé una ropa y lo único que me falta es saber cuánto suma la maldita suma pero... ¡cambia el desafío! y regresa la palabra oculta que en mi necedad supongo es AEROSOL.
Los conductores se desesperan porque ya termina el programa y nadie ha ganado un peso excepto el Grupo Clarín, Canal 13, Prima SA, Ubbi y Movifun. Esto último no lo dicen ellos sino que lo infiero yo, aunque está visto que no es mi mejor día para inferir nada.
A las 2:54 llama Blanca y dice que la palabra es AEROSOL. ¡Sí, es AEROSOL! Qué bien, Blanca se ganó una luca justo cuando yo empezaba a considerar que todo esto fuese una mera patraña.
Y los conductores celebran a los gritos y se despiden hasta mañana y finaliza ahí el envío y termina la programación y en el televisor sólo se ve y se oye una monótona e incesante lluvia.

sábado, enero 20, 2007

Nunca más, aquí y allá

Hrant Dink era periodista armenio-turco, editor del semanario Agos. Había cometido el pecado de denunciar como genocidio la masacre que sufriera el pueblo armenio por orden del gobierno otomano en la entonces Constantinopla. Fue asesinado ayer frente a las puertas de su periódico en Estambul.
Su nombre es casi desconocido en estos lares, y, extrañamente, si hoy, a más de 24 hs de su asesinato, se busca su nombre en el omnipresente Google la mención de su muerte y las reacciones de los pueblos turco y armenio casi no existen. Hay que recorrer primero varias páginas que refieren a su juicio por parte del gobierno turco.
La masacre armenia de 1915, y subsiguientes, está documentada incluso por el mismo gobierno turco que niega que haya sido algo más que bajas producidas en un enfrentamiento bélico en la 1ra Guerra. Las violaciones a mujeres armenias y asesinato de sus hijos, llevados a cabo por las fuerzas militares turcas y, paradójicamente, por kurdos, están documentados, reconocidos, pero no admitidos como genocidio, ni siquiera como violación a los Derechos Humanos.
El 1 de junio de 2005 entró en vigencia en Turquía el art. 301 del Código Penal. En él se establece como delito el "agravio a la identidad nacional turca, a la República o a la Gran Asamblea Nacional de Turquía". En su inciso 4 aclara que "la expresión de pensamientos cuyo fin sea la crítica no constituirá delito". Esto último suena a aquello de "sin obligación de compra" que ponen las empresas que organizan concursos o te venden una remera con el logo del producto si mandás 12 tapitas y 120$.
Es un tanto complicado determinar el límite entre agravio y crítica, ni siquiera puede establecerse entre dos personas ya que en esa determinación interviene la intencionalidad sólo conocida por quien emite el juicio y el reconocimiento que el otro le dé. Mucho menos cuando el encargado de decidir si se trató de uno u otra es el mismo que impuso la prohibición de "agraviar".
Hrant Dink hizo su descargo en el juicio explicando reiteradas veces que nunca quiso agraviar al pueblo turco, ni a su actual gobierno, sino establecer un hecho: la masacre cometida contra un pueblo con el objetivo de eliminarlo del planeta es genocidio. Años después el propio Hitler daría la orden para el sí aceptado genocidio judío argumentando que "nadie se acuerda de los armenios".
El art. 301 dispone que cualquiera que critique al gobierno, presente o pasado, comete un delito. Establece que nadie puede cuestionar la responsabilidad de nadie bajo pena de ser culpado de culpar (obviamente desviando la mirada de aquello que se cuestiona). Parece simple gobernar así, me recuerda alguno de los comunicados de la dictadura que supimos conseguir.
Mucho más complicado es determinar qué sería un agravio a la "identidad nacional turca". ¿Comer en McDonalds lo sería? ¿Profesar una religión diferente? ¿Cuál sería la identidad nacional de un país más allá de una cultura que suele ir modificándose a lo largo del tiempo?
El mismo artículo impulsó el juicio a varios periodistas, escritores y líderes políticos. Orhan Pamuk, el premio Nobel de Literatura, encara uno, por el delito de haber denunciado en una entrevista las masacres a kurdos y armenios.
Cuando casualmente en EEUU el Congreso estudia su posición ante el genocidio armenio, y la UE tiene "el caso Turquía" en la mesa, cuatro balas silencian a uno de los periodistas más dignos y valientes del suelo turco.
Turcos, armenios y kurdos salieron ayer a las calles a repudiar y a exigir una respuesta desde el Estado. Complicado será para el Poder Judicial llevar a juicio a todos.
Salvando la distancia, aquí, hace algún tiempo, todos dijeron "no se olviden de Cabezas", y tembló la estructura de un gobierno. Allá, en ese extraño mundo llamado Turquía, ayer gritaban "todos somos Hrant". Y la estructura del gobierno turco tiembla, arrastrando con ella a la UE, y con la UE a todos.
Quizás con su muerte logre lo que quiso, que el genocidio de su pueblo sea reconocido, pero no deja de ser terrible que sea la muerte lo que moviliza a miles que no salieron a ninguna calle a reclamar por su juicio, su libertad y sus derechos, que siempre debamos esperar que empiece a llover.

martes, enero 16, 2007

Autoestigma

Tener alumnos adolescentes con los cuales se genera, por diferentes razones, una relación personal, extraescolar, trae algunos problemas. El peor de todos, para mí, es la fiesta de 15.
Sin entrar en análisis ni opiniones respecto de la inevitable Fiesta, el hecho es que algunas alumnas un día cumplen 15 años, lo cual me parece maravilloso, además de lógico, y me invitan, lo cual me parece terrible, además de incómodo.
Siempre encuentro alguna excelente excusa para ese día, justo ese fin de semana debía viajar a Cuba para entrevistar a Fidel, o me desperté con 43º de fiebre y no pude despegarme de la cama. Cosas que suelen pasarle a algunas personas en ciertas circunstancias.
No es que no quiera a mis alumnas, ni que no me gusten las fiestas, sólo que para mí una fiesta de más de cuatro personas es una temporada en el infierno.
Sofía tuvo algunos problemas personales a los 14 años, siendo mi alumna, y, por alguna razón, confió y se apoyó en mí. Pasamos larguísimas tardes hablando, compartiendo el mate (no los cigarrillos), en mi casa o alguna plaza. Logró superarlos por mérito propio, pero le dio a esa mínima contención de mi parte más trascendencia de la que tuvo en realidad.
Tenía 14 años, detalle que no había tenido en cuenta. Cumpliría 15.
"Tenés que venir" me dijo dándome la tarjeta de invitación a su Fiesta. "Tenés que venir" me dijo la madre, "no podés fallarle". "Tenés que venir" me dijo el padre, "para Sofi es importante, te debe mucho". "Tenés que venir" me dijo el hermano de 18, "no seas forra".
Tenía que ir, no parecían existir muchas alternativas. No me "debía" nada, y mucho menos tenía que "pagarme" con una invitación a una Fiesta con 100 personas. Pero entendí.
Comprendí también aquella frase que había sido un misterio para mí desde siempre: no tengo qué ponerme. Ir de jean y zapatillas no parecía muy adecuado. Por suerte existen las cuñadas.
La mujer de mi hermano me produjo. Respiré profundamente y me miré en un espejo. Me quedé tranquila, detrás de todo eso estaba yo, aún me reconocía. Guardé en un cajón fobias varias y me fui.
Cien personas en un lugar, por más habilitado para cien personas que esté, es una agobiante sensación. Cuando dos tercios son adolescentes, más.
Después de los inevitables saludos y frases de cortesía busqué un rincón desde el cual pudiese observar sin ser protagonista.
Yo soy de Attaque, es un sentimiento, no puedo parar, comenzó a atronar por los parlantes, y a continuación una seguidilla de temas. Me relajé, Attaque 77 me gusta mucho, podía simplemente escuchar.
Inevitablemente, Attaque y adolescentes significa pogo.
"Tenés cara de salida de emergencia" escuché de repente, y me di vuelta, encontrándome con una barba que contenía un hombre de más o menos mi edad. "Sólo soy quien la busca" respondí. Media hora después nos convencíamos de que habíamos analizado toda la situación, el mundo y algunos paralelos.
El pogo, como una masa uniforme, se acercaba peligrosamente, lo suficiente como para escuchar a quienes estaban en sus orillas.
"Con tantos lujos que tienes nada te puede afectar" cantaba Ciro. Un par de chicas a las que no conocía saltaban y cantaban a los gritos muy cerca de mi refugio.
El movimiento de una de ellas atrajo mi atención. "Guardá el cel, boluda, que hay un par de villas" (léase: guardá el celular, boluda, que hay un par de personas de clase social baja, por lo tanto ladrones en potencia) le dijo una a la otra, que llevaba su celular colgando de una pulsera. Mi expresión debió ser demasiado clara, ya que mi desconocido pero perceptivo acompañante dijo: "tranquila, son nenas". "Son nenas" me dije, "pero en pocos años votan".
Me callé y seguí escuchando, había comenzado Setentistas , uno de mis temas preferidos.
"Ehh, ne qué, riquezas o no...los actores acechan" gritó la del celular tapando la voz de Ciro. Fue demasiado, me acerqué y tratando de que me escuchen les dije "en Neuquén resiste Zanón...los bastones acechan". Me miraron sin entender de qué hablaba. La de la advertencia entendió y respondió: "ya sabemos pero queremos cantarla así". Me superaron.
Mi circunstancial acompañante encontró muy divertida la situación (yo no). "En la esquina hay un bar, sin pogo" me dijo.
Agradecí la alternativa, saludé con la mano a Sofía, sin darle tiempo a acercarse para preguntarme por qué me iba, y salí.
Era una hermosa noche, aunque algunos relámpagos iluminaran el horizonte.

martes, enero 09, 2007

Monos, arañas, gérmenes

Esta semana y tras muchos años volví a ver Twelve monkeys (Doce monos, 1995), ese inquietante film dirigido por Terry Gilliam, escrito por David y Janet Peoples e inspirado en la fotonovela audiovisual -no obra fílmica sino photo-roman según asume en sus propios títulos- La Jetée (El espigón, 1962) dirigida por Chris Marker y escrita por Adrian Miles.
Como la volví a disfrutar hice lo que tantas veces: al día siguiente la ví de nuevo mientras la grababa. Y ahora que la tengo grabada sólo volveré a verla cuando la repongan por TV y no volveré a tocar ese VHS que acumulará polvo y humedad y es posible que se eche a perder.
Tiene razón James Cole (Bruce Willis) cuando confiesa a Kathryn Railly (Madeleine Stowe) su sorpresa por las memorias y lecturas diversas a lo largo de un eje temporal irreversible. Que en la historia se revierte al precio de alienar a su protagonista y un poco a su espectador. No a la manera pícara de Memento que fragmenta y subvierte el tiempo del discurso narrativo sino más cercana a la de Terminator que instala la imposibilidad paradójica de la historia narrada.
Según el respetado libro original y mi traducción aproximativa, dice:

"COLE: La he visto pero no recuerdo esta parte. Es extraño, es como si nos hubiera ocurrido a nosotros, como el pasado. La película nunca cambia, no puede cambiar, pero cada vez que la ves parece ser diferente porque vos sos diferente, ves cosas diferentes."

Como Cole, yo había visto Twelve monkeys pero no recordaba esta parte: el breve monólogo de Jeffrey Goines (Brad Pitt) en el psiquátrico acerca de la construcción social de la locura, la cultura y la realidad. Sugerentemente, mientras Jeffrey se explaya, Cole se halla abocado a la captura de una araña que finalmente, por carecer de un envase para guardarla, se traga.

"JEFFREY: ¿Sabés qué es 'loco'? 'Loco' es el 'gobierno de la mayoría'. Tomá los gérmenes, por ejemplo.
"COLE: ¡¿Los gérmenes?!
"JEFFREY: En el siglo XVIII no existía tal cosa. Nadie había imaginado nunca una cosa así, en todo caso ninguna persona sana. Entonces viene este médico… Semmelweiss, creo. Intenta convencer a la gente, sobre todo a otros médicos, de que hay estas 'cosas malas' chiquititas invisibles llamadas gérmenes que se meten en tu cuerpo y te… ¡enferman! Trataba de conseguir que los médicos se lavaran las manos. ¿Qué es este tipo?, ¿loco? Cositas chiquititas invisibles que ¿cómo las llamás?... ¡'gérmenes'!
"¡Corto al siglo XX! De hecho a la semana pasada, justo antes de que fuera arrastrado a este agujero del infierno. Pedí una hamburguesa en este local de comidas rápidas. El mozo la dejó caer al piso, la levantó, la limpió un poco y me la alcanzó… como si estuviera todo bien.
"'¿Y qué hay con los gérmenes?', le dije. Me dijo: 'No creo en los gérmenes. ¡Los gérmenes son sólo un invento que tramaron para poder venderte jabón y desinfectantes!'. Ahora bien, está loco, ¿correcto? ¡Eh!, vos creés en los gérmenes, ¿no?
"COLE: Yo no estoy loco.
"JEFFREY: Claro que no, nunca pensé que lo estuvieras. Querés escapar, ¿correcto? Eso es muy sano."

Iba a extenderme sobre unos tópicos anexos y unos términos actuales que designan cosas más chiquititas, más invisibles y más arbitrarias que los propios gérmenes pero mejor que quede para una próxima entrega. Ahora voy a comerme una hamburguesa o mejor una araña baja en calorías.
Porque yo no estoy loco.
Sé muy bien que ahora se sabe lo que nunca antes se supo, sé que hay que prevenirse de unos pocos peligros sensatos y sé que alimentarse mal es mucho peor que quedarse a la intemperie cuando se largue la lluvia.

martes, enero 02, 2007

Esos locos bajitos

Mientras intentaba leer algo de lo ocurrido en el mundo en las últimas horas mi hijo se acercó y se sentó en el suelo, frente a mí, con cara de feriado de 44º. Reconozco ese gesto y esperé la pregunta, cualquier pregunta que ayudara a hablar de algo.
"¿Viste que Kirchner habló por la tele antes de que la cana libere al tipo éste que estaba secuestrado?" preguntó, con el mismo tono que hubiese preguntado si me enteré que el vecino se compró un ventilador.
"Escuché, sí, Gerez, y no lo liberó la cana, lo soltaron los mismos que se lo llevaron" respondí con un poco más de interés en el hecho. "¿Por qué?" continuó.
Desistí de mi lectura comprendiendo que no sería tan simple. "¿Por qué qué?" repregunté "¿por qué habló Kirchner o por qué lo soltaron?". Lógicamente respondió "las dos cosas". "Habló porque estamos en año de elecciones y la cosa ya estaba fea por López, y lo soltaron, andá a saber, dicen que porque Kirchner habló" dije, preguntándome hasta dónde podía hacer un análisis político ante un chico de 12 años aburrido y muerto de calor. Pero su lógica me respondió "¿Y por qué no habló cuando secuestraron a López? ¿o ya sabía que a Gerez lo iban a soltar pero a López no?".
Antes de darme tiempo a esbozar una respuesta continuó "¿no dijo que lo secuestraron los mismos de la dictadura, los que hicieron desaparecer tanta gente cuando vos eras chica?". "Sí" respondí, "los mismos, u otros iguales". Con un tono que más que preguntar afirmaba dijo, casi con bronca, "¿Y qué son, tarados, los tipos? ¿por qué lo iban a soltar enseguida y hacer que Kirchner quede joya? para eso no se lo llevaban".
¿Para eso no se lo llevaban?.
Era una buena pregunta, la misma que me había hecho a mí misma desde que Gerez fue milagrosamente liberado, a pocos minutos del discurso político en cadena nacional. Tan justo todo, tan conveniente, tan lleno de agujeros. Pero Dionisos me libre de tales sospechas.
Como si hubiese llegado al punto de no intentar comprender continuó "por lo menos lo soltaron, pobre tipo, debe haberse acordado de López y pensado que lo iban a matar". "No se sabe si López está muerto" me apresuré a aclarar. "Si se los llevaron los mismos y a éste lo soltaron hubieran soltado también al otro, o está muerto o no son los mismos" respondió con tono de "no seas tonta". Pensó un segundo y agregó "o en una de esas pensaron que si lo soltaban al toque todos iban a desconfiar de Kirchner, pero les salió mal".
Aplicar la psicología inversa en política es un riesgo demasiado grande, sobre todo cuando el antecedente del primer secuestrado ya había indicado que era el mejor camino para debilitar al gobierno.
Se levantó y, acercándose a la ventana continuó, hablando casi consigo mismo, "están todos locos, la cana te afana, te secuestran y te sueltan para hacerte creer cualquier cosa, ahorcan a un tipo porque mató a miles y al otro que hace lo mismo lo votan".
Antes de irse miró hacia afuera y con aire resignado concluyó "ojalá llueva".