Nunca más, aquí y allá
Hrant Dink era periodista armenio-turco, editor del semanario Agos. Había cometido el pecado de denunciar como genocidio la masacre que sufriera el pueblo armenio por orden del gobierno otomano en la entonces Constantinopla. Fue asesinado ayer frente a las puertas de su periódico en Estambul.
Su nombre es casi desconocido en estos lares, y, extrañamente, si hoy, a más de 24 hs de su asesinato, se busca su nombre en el omnipresente Google la mención de su muerte y las reacciones de los pueblos turco y armenio casi no existen. Hay que recorrer primero varias páginas que refieren a su juicio por parte del gobierno turco.
La masacre armenia de 1915, y subsiguientes, está documentada incluso por el mismo gobierno turco que niega que haya sido algo más que bajas producidas en un enfrentamiento bélico en la 1ra Guerra. Las violaciones a mujeres armenias y asesinato de sus hijos, llevados a cabo por las fuerzas militares turcas y, paradójicamente, por kurdos, están documentados, reconocidos, pero no admitidos como genocidio, ni siquiera como violación a los Derechos Humanos.
El 1 de junio de 2005 entró en vigencia en Turquía el art. 301 del Código Penal. En él se establece como delito el "agravio a la identidad nacional turca, a la República o a la Gran Asamblea Nacional de Turquía". En su inciso 4 aclara que "la expresión de pensamientos cuyo fin sea la crítica no constituirá delito". Esto último suena a aquello de "sin obligación de compra" que ponen las empresas que organizan concursos o te venden una remera con el logo del producto si mandás 12 tapitas y 120$.
Es un tanto complicado determinar el límite entre agravio y crítica, ni siquiera puede establecerse entre dos personas ya que en esa determinación interviene la intencionalidad sólo conocida por quien emite el juicio y el reconocimiento que el otro le dé. Mucho menos cuando el encargado de decidir si se trató de uno u otra es el mismo que impuso la prohibición de "agraviar".
Hrant Dink hizo su descargo en el juicio explicando reiteradas veces que nunca quiso agraviar al pueblo turco, ni a su actual gobierno, sino establecer un hecho: la masacre cometida contra un pueblo con el objetivo de eliminarlo del planeta es genocidio. Años después el propio Hitler daría la orden para el sí aceptado genocidio judío argumentando que "nadie se acuerda de los armenios".
El art. 301 dispone que cualquiera que critique al gobierno, presente o pasado, comete un delito. Establece que nadie puede cuestionar la responsabilidad de nadie bajo pena de ser culpado de culpar (obviamente desviando la mirada de aquello que se cuestiona). Parece simple gobernar así, me recuerda alguno de los comunicados de la dictadura que supimos conseguir.
Su nombre es casi desconocido en estos lares, y, extrañamente, si hoy, a más de 24 hs de su asesinato, se busca su nombre en el omnipresente Google la mención de su muerte y las reacciones de los pueblos turco y armenio casi no existen. Hay que recorrer primero varias páginas que refieren a su juicio por parte del gobierno turco.
La masacre armenia de 1915, y subsiguientes, está documentada incluso por el mismo gobierno turco que niega que haya sido algo más que bajas producidas en un enfrentamiento bélico en la 1ra Guerra. Las violaciones a mujeres armenias y asesinato de sus hijos, llevados a cabo por las fuerzas militares turcas y, paradójicamente, por kurdos, están documentados, reconocidos, pero no admitidos como genocidio, ni siquiera como violación a los Derechos Humanos.
El 1 de junio de 2005 entró en vigencia en Turquía el art. 301 del Código Penal. En él se establece como delito el "agravio a la identidad nacional turca, a la República o a la Gran Asamblea Nacional de Turquía". En su inciso 4 aclara que "la expresión de pensamientos cuyo fin sea la crítica no constituirá delito". Esto último suena a aquello de "sin obligación de compra" que ponen las empresas que organizan concursos o te venden una remera con el logo del producto si mandás 12 tapitas y 120$.
Es un tanto complicado determinar el límite entre agravio y crítica, ni siquiera puede establecerse entre dos personas ya que en esa determinación interviene la intencionalidad sólo conocida por quien emite el juicio y el reconocimiento que el otro le dé. Mucho menos cuando el encargado de decidir si se trató de uno u otra es el mismo que impuso la prohibición de "agraviar".
Hrant Dink hizo su descargo en el juicio explicando reiteradas veces que nunca quiso agraviar al pueblo turco, ni a su actual gobierno, sino establecer un hecho: la masacre cometida contra un pueblo con el objetivo de eliminarlo del planeta es genocidio. Años después el propio Hitler daría la orden para el sí aceptado genocidio judío argumentando que "nadie se acuerda de los armenios".
El art. 301 dispone que cualquiera que critique al gobierno, presente o pasado, comete un delito. Establece que nadie puede cuestionar la responsabilidad de nadie bajo pena de ser culpado de culpar (obviamente desviando la mirada de aquello que se cuestiona). Parece simple gobernar así, me recuerda alguno de los comunicados de la dictadura que supimos conseguir.
Mucho más complicado es determinar qué sería un agravio a la "identidad nacional turca". ¿Comer en McDonalds lo sería? ¿Profesar una religión diferente? ¿Cuál sería la identidad nacional de un país más allá de una cultura que suele ir modificándose a lo largo del tiempo?
El mismo artículo impulsó el juicio a varios periodistas, escritores y líderes políticos. Orhan Pamuk, el premio Nobel de Literatura, encara uno, por el delito de haber denunciado en una entrevista las masacres a kurdos y armenios.
Cuando casualmente en EEUU el Congreso estudia su posición ante el genocidio armenio, y la UE tiene "el caso Turquía" en la mesa, cuatro balas silencian a uno de los periodistas más dignos y valientes del suelo turco.
Turcos, armenios y kurdos salieron ayer a las calles a repudiar y a exigir una respuesta desde el Estado. Complicado será para el Poder Judicial llevar a juicio a todos.
Salvando la distancia, aquí, hace algún tiempo, todos dijeron "no se olviden de Cabezas", y tembló la estructura de un gobierno. Allá, en ese extraño mundo llamado Turquía, ayer gritaban "todos somos Hrant". Y la estructura del gobierno turco tiembla, arrastrando con ella a la UE, y con la UE a todos.
Quizás con su muerte logre lo que quiso, que el genocidio de su pueblo sea reconocido, pero no deja de ser terrible que sea la muerte lo que moviliza a miles que no salieron a ninguna calle a reclamar por su juicio, su libertad y sus derechos, que siempre debamos esperar que empiece a llover.
El mismo artículo impulsó el juicio a varios periodistas, escritores y líderes políticos. Orhan Pamuk, el premio Nobel de Literatura, encara uno, por el delito de haber denunciado en una entrevista las masacres a kurdos y armenios.
Cuando casualmente en EEUU el Congreso estudia su posición ante el genocidio armenio, y la UE tiene "el caso Turquía" en la mesa, cuatro balas silencian a uno de los periodistas más dignos y valientes del suelo turco.
Turcos, armenios y kurdos salieron ayer a las calles a repudiar y a exigir una respuesta desde el Estado. Complicado será para el Poder Judicial llevar a juicio a todos.
Salvando la distancia, aquí, hace algún tiempo, todos dijeron "no se olviden de Cabezas", y tembló la estructura de un gobierno. Allá, en ese extraño mundo llamado Turquía, ayer gritaban "todos somos Hrant". Y la estructura del gobierno turco tiembla, arrastrando con ella a la UE, y con la UE a todos.
Quizás con su muerte logre lo que quiso, que el genocidio de su pueblo sea reconocido, pero no deja de ser terrible que sea la muerte lo que moviliza a miles que no salieron a ninguna calle a reclamar por su juicio, su libertad y sus derechos, que siempre debamos esperar que empiece a llover.
2 comentarios:
Sobre el art. 301: Más allá de que sea imposible discriminar a un agravio entre las críticas recuerdo una cita, creo que atribuida al emperador (y legislador) Marco Aurelio, que distinguía al daño y al agravio de este modo: Si vos me pegás una piña la responsabilidad de la agresión es totalmente tuya porque yo actúo un papel pasivo, pero si vos me insultás y yo me ofendo paso a compartir la responsabilidad porque elijo ofenderme en lugar de ignorarte. Siendo así, cualquier legislación que trate sobre agravios sería improcedente.
Claro que estoy hablando de filosofía y no de esta realidad en que los "ofendidos" al poder tienen impunidad para asesinar expeditivamente... así que perdón por la digresión. Un beso.
La "identidad nacional" siempre me pareció un oxímoron de cuño fascistoide pero cuando se incluye en un Código Penal, mi parecer se hace certeza. No conozco una sola "nación" que tenga algo así como una "identidad nacional" y será porque es un invento de hace un par de siglos para hacer del mundo algo parecido al tablero del TEG, según el cual Kamtchatka es una nación tan real como Turquía, España o Argentina, es decir, bastante ficticia. Como asimismo la Justicia... Un beso.
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