miércoles, marzo 28, 2007

Salando las heridas

Hace unos días un tal Ciro Múseres, que lleva el “artista” pegado como una extensión de su nombre, lanzó una propuesta, el proyecto "Desaparecidos en la Red", de NN-Red. Consiste en que los usuarios de MSN "adoptemos" (usurpemos) la identidad de un desaparecido durante la última dictadura argentina, su nombre, su imagen, y chateemos como si fuésemos él.
En principio, que se llame "NN" es aberrante. Los desaparecidos no son NN, nunca lo fueron. Enmarcarlos en el anonimato fue el proyecto de la dictadura, análogo a aquello que decía Jorge Rafael Videla, "los desaparecidos no tienen entidad, no existen". Poco me importa si mañana alguien trata de explicarme que con NN se refiere a... lo que sea, el sentido del NN es claro.
La intención expresada es, aparentemente, "buena", no olvidarlos, mantener activa su existencia, pero no parece que tomar una identidad que no nos corresponde sea un buen camino. De hecho eso es lo que hicieron los genocidas con los hijos de los secuestrados, usurparon sus identidades. Obviamente no comparo el apropiarse de la identidad y la vida de alguien con el usarla unos días en un sistema de mensajería, pero se trata del mismo principio, más allá de intenciones.
Tampoco parece muy “bueno” que su creador e impulsor parezca estar mucho más interesado en linkear a quienes lo mencionan, con un lenguaje políticamente correcto, plagado de frases hechas, que apela a adolescentes “comprometidos”, oportunistas, y kirchneristas que aplauden cuando se quita el retrato de un asesino intentando convencernos de que un par de simbolismos valen lo mismo que un genocida preso.
Entré a ver y leer más sobre el tema, y encontré que los ejemplos, supuestamente tomados de este mismo proyecto llevado a cabo en 2006, ofenden la memoria de aquellos que se supone pretenden honrar.
Una de las ventanas de MSN que ofrece como ejemplo muestra la foto y nombre de César Lugones, secuestrado de su hogar el 14 de mayo de 1976, junto a su esposa María Marta Vásquez, por miembros de la Armada Argentina, "diciendo":
obtén tu propio espacio en MSN Space..., en la página principal, aquella desde la que se lanza la propuesta. Siento vergüenza ajena y un absurdo deseo de pedirle perdón a César Lugones, y su familia, por usar su rostro y su nombre para esa publicidad.
En otra de las ventanas se reproduce un
diálogo entre quien tomó la identidad de Dora María Luján Acosta, secuestrada el 1 de marzo de 1977 y quien lo hizo de Marcelino Álvarez, desaparecido desde el 4 de noviembre de 1976. En ese diálogo "Dora" le pregunta a "Marcelino", "¿en serio te pasó eso?", y él responde un efusivo "siiii". El secuestro y desaparición de Marcelino Álvarez se convierte en algo que le pasó, como llevarse por delante una puerta. Y, para completarla, "Dora" responde "no sé" cuando le preguntan si era docente "en cap". No parece necesario aclarar que Dora sabría perfectamente dónde era maestra aunque esa ventana es mostrada como ejemplo de cuánto se "interiorizaron e investigaron" quienes tomaron la identidad de un desaparecido, como Múseres explica en sus loas al proyecto 2006 del cuál sólo él puede dar cuenta.
La identidad de algún desaparecido puede asumirse desde el link "tomar identidad". No puedo evitar sentir frío al pensar en cualquiera cliqueando allí para "ser" uno de ellos por un rato.
Desde del 24 de marzo, cuando se cumplieron 31 años del comienzo formal del genocidio, hasta el 31 del mismo mes, la identidad y la "vida" de esos treinta mil desaparecidos están nuevamente en manos de quien quiera apropiarse de ellas, se incita a apropiarse de ellas, ya sea con la intención de mantenerlas "vivas", de jugar un rato, de ofenderlas, de lo que quien las tome desée hacer con ellas.
¿Quién puede arrogarse el derecho de ser otro? Robar su identidad y hablar por él, por quien no conoce, por quien no es un nombre y una foto, sólo lo hace más lejano, más inhumano, lo opuesto a lo que se supone pretenden. Lo convierte en quien usurpe su identidad quiera que sea, no en quien es, ayuda a mitificar, no a darles vida. Y aquellos a los que le quitaron esa vida merecen que nadie olvide lo que les hicieron, que se exija que sus asesinos no estén libres, no que se chatée "con" ellos. No que se juegue a que están vivos.
No voy a entrar en detalles como que los sistemas de mensajería como el que propone Múseres, el MSN, son personales, por lo tanto "Dora" sabía perfectamente quien era "Marcelino" mientras chateaban jugando a ser ellos.
Este año redobla la apuesta y propone que se le envíen los archivos de las supuestas charlas "entre desaparecidos" para hacer un registro y publicarlo. No puedo evitar preguntarme por qué, si le interesa mostrar lo amplio de la adhesión a su propuesta, no habrá elegido cualquier sistema de acceso público, como grupos, foros, blogs o salas de chat.
Cuando entré a leer detenidamente la página NN-Red encontré el link de algunos organismos, como Desaparecidos.org, bajo la leyenda “¿Dónde conseguir una identidad? (Aquí algunos sitios que te pueden ayudar)”. Me indigné, no entendiendo cómo podían apoyar algo así, hasta que mi siempre oportuno cable a tierra, Cinzcéu, me dijo “shh, calma, leé con la cabeza, no con la bronca”, y me di cuenta que en esos links no hay una sola palabra al respecto, sino que allí están listados los desaparecidos. Pero el enunciado “me pueden ayudar” deja abierta esa lectura, la ayuda sugiere intencionalidad de parte de quien la brinda, por lo tanto parece que apoyasen.
No hay ninguna mención oficial de parte de estos organismos, hasta donde pude ver, excepto una respuesta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, explicando, sin hacer un juicio de valor directo, que ellas son "madres de todos los desaparecidos" y no pueden adoptar la "maternidad" de uno. Una respuesta coherente con su política y objetivos.
Según Múseres, en 2006, cuando se llevó a cabo este mismo proyecto pero aún no contaba con difusión mediática, la "experiencia" fue buena y la opinión de familiares y amigos de desaparecidos fue positiva, aunque en ningún lugar especifica quiénes ni cuántos son esos familiares. Todo, siempre, según Múseres.
La única valoración directa que tengo me la dio una alumna de 15 años que creció sabiendo que tres primos de su madre fueron secuestrados durante el Proceso: si alguien se hace pasar por un primo de mi vieja lo cago a palos.

La lucha por no permitir que los desaparecidos sean olvidados no puede bastardearse ni usarse para réditos políticos o personales. Memoria sin dignidad ni respeto no es la memoria que merecen.
Mostrar un hermoso arco iris no oculta que detrás de él sigue lloviendo.

miércoles, marzo 21, 2007

Amores perros

Hace unos días, estimulado por cierta relectura, recordé un viejo sueño. Sueño de soñar onírico, dormido, y no esas pamplinas del querer ser artista, poner un maxikiosco o jugar en la selección nacional.
En mi sueño hay un gato negro en una carbonería. Es grande, muy grande, más grande que cualquier gato, al punto de que ya no es un gato (esto va pasando a lo largo del tiempo atemporal del sueño), no puede ser un gato sino un mono, un orangután renegrido y triste que no deja de ser gato/ mono hasta que nuestras miradas se cruzan y entonces tengo la certeza de que es un humano, preso allí en ese cuerpo negrísimo, cambiante, incierto, indecidible.
Despierto ante tal atrocidad (es mi sentimiento al despertar) que quizás no sea mucho más que un soñado atisbo del indecible real. Psicoanalistas, abstenerse, porque voy a hablar (quizás, quizás no) de otras cosas.

Las terminales de ómnibus de las ciudades de provincia son sitios que, por razones diversas que aún no he analizado, suelen concentrar perros vagabundos altamente socializados. En esos lugares inverosímiles hay siempre el despreciable mendigo que se asume dueño y señor de los sanitarios, el psicótico insomne que habla solo y desvaría u ofrece un dudoso servicio y los perros. Con frecuencia, no menos de una docena de perros.
¿Los habrán abandonado allí mismo o cada uno habrá llegado hasta cada terminal como una suerte de Midnight cowboy canino? ¿Dónde, cuándo, cómo, quién y por qué (where, etc.)? ¿Serán en rigor perros o serán nomás como los gatos/ monos/ humanos de mi sueño en la carbonería?

Hay una perrita en la terminal de la ciudad de San Juan, Argentina, que no parece tener mucho más de seis u ocho meses. En sus ancestros parece haber algún ovejero alemán pero ella no alcanzará, literalmente, esa estatura. Forma banda (pero está sola) con unos machos jóvenes y tan tristes como ella: uno con genes de rastreador, bizco, blanco y esbelto; otro castaño y retacón con grandiosas orejas sucias y caídas; un tercero con antepasados terrier que no sabe ni contesta. Habitan allí como cada cual en su hábitat: con precaución.
Al rato un humano lleva hasta un rincón alejado restos de comida destinados a un petiso que pertenece a otro grupo o a ninguno. La breve banda alza las orejas, olfatea, se acerca con cautela, pero el pequeño manojo de músculos pone cara de malo y hace valer su condición de elegido corriendo a alguno con mucho aspaviento. Ladra, lo cual a nadie le importa demasiado.
La perrita está naciendo a ese mundo y aprendiendo a cada minuto. Ya sabe que puedo darle un bocado, que no la lastimo ni la expulso, que la toco con afecto pero también que me iré. Y basta que aparezca el supuesto encargado del bar para que huya. El tipo no es violento con los perros, sólo fascista (esto lo sé porque mantuve un forzoso diálogo que acá no viene al caso), y agita una escoba diciendo "¡uhhhh, fuera!" lo cual es suficiente para que todo perro se corra tres metros, no más. Yo no, aunque podría, porque gente como ésa suele agitarme las mismas escobas.

La perrita vive en un mundo donde la confianza es cosa rara, irrazonable, riesgosa, insegura, necesaria. Me mira con esos ojos castaños que dicen todo lo decible y, a veces creo, apenas un poco más. Dicen: "mirá vos la mierda que es esto pero acá estamos, tratando de sortearla, vos humano y yo perra, lo mismo da, mamíferos carentes [sí, así dice la perra] de casi todo, semejantes en la falta, iguales en la miseria, idénticos en la vida".
Y yo le digo un absurdo antropológico: "tenés razón".
Y después ella se aleja un par de metros y se enrolla sobre sí misma y apoya la cabeza sobre sus manos y se duerme y sueña con un gato que parece mono pero es humano y al fin de cuentas resulta ser un perro. Y se larga a llover.

jueves, marzo 15, 2007

El futuro ya llegó

Recorriendo algunos blogs me topé varias veces con una ventanita con fotos o imágenes y nicks de quienes supuse serían lectores de dicho blog, y el logo de MyBlogLog. Como poseo una impecable ignorancia (ciber)social me fui a ver de qué se trata.
Inevitablemente caí en las "redes sociales", mencionadas por algunos como el futuro de la web. El futuro de algo suele ser un presente proyectado por experiencia pasada, así que me fui a ver de qué estaban hablando.
Según
Wikipedia "en 2002 comienzan a aparecer sitios web promocionando las redes de círculos de amigos en línea". Me trajo algunos recuerdos de mi época chatera, cuando las salas de chat comenzaron a convertirse en "círculos de amigos" y adquirió sentido aquello de que "pertenecer tiene sus privilegios". Entrar a una sala de chat a la cual no "pertenecías" significaba ser un paria, y, al mismo tiempo, "pertenecer" implicaba que los temas de charla pasaran por cuestiones cotidianas, cuasidomésticas, con los mismos conflictos, amores, desamores, traiciones, alianzas y demás joyas de la familiaridad.
Obviamente formar parte de una lista de correo, sala de chat, comunidad o cualquier forma de comunicación privada es un derecho inalienable, el problema surge cuando lo privado se enuncia como público.

El sistema de MyBlogLog, y, según me enteré, de otros tantos similares que hay por ahí, permite (más bien se basa en ello) que los usuarios que se registren en esta "red social" puedan ser rastreados en todas y cada una de sus incursiones por la web, y, siendo "el futuro", me sorprendió que tuviese más adeptos que detractores, que a tan pocos les preocupase ese seguimiento, esa violación constante a la privacidad, esa suerte de Big Brother consentido y festejado. Algunos explican que podemos usar tácticas subversivas, como eliminar cache y cookies, para navegar con otro nombre sin ser detectados. Pero, como siempre, soy una exagerada, no es más que un círculo (circuito) de amigos.
Aunque, sinceramente, mucho no entendí. Fuera de la web sólo atándome podrían ponerme un chip que permitiera que todos, sean amigos o no, pudieran rastrear cada uno de mis movimientos y saber dónde estuve. No porque sea secreto sino porque es mi vida, si quiero contarle a alguien, es mi decisión. De hecho imagino que si, fuera de la web, alguien propusiera algo semejante, habría millones de voces que se alterarían contra semejante violación de sus derechos. Pero en la web, que tanto intenta reproducir los mismos hábitos de vida social extraweb, parece normal y hasta bueno. Evidentemente hay mucho que no comprendo (y no es ironía).

La mayor parte de los artículos a los que me remitía la búsqueda de MyBlogLog en Google se referían a su venta a Yahoo. Que las empresas tentaculares de la web compren a las más chicas es normal, no habría razón para que el sistema tuviera alguna diferencia entre el mundo "real" y el "virtual", pero, rastreando esta adquisición de Yahoo, encontré otro dato interesante y, aparentemente, sin relación con lo que me llevó a buscar.
El 8 de marzo YahooGroups decidió eliminar uno de sus grupos sin explicaciones ni previo aviso, simplemente un "delete".
Este grupo, que yo no conocía, se llama Cyberateos, y, según ellos mismos, y otros, informan, los miles de artículos publicados y alojados en Yahoo desde 1999 desaparecieron en un click, del mismo modo que su comunidad (espero que tuvieran un buen backup).
Las comunidades y blogs incitan a la denuncia por parte de los usuarios de cualquier sitio que consideren "peligroso" u "ofensivo", así que imagino que muchos creyentes habrán considerado que ser ateo confeso y activo era un ofensivo peligro a su religiosidad confesa y activa. No conozco bien, aún, la comunidad de cyberateos, ni sus objetivos, sólo leí superficialmente, pero no tiene ninguna relevancia ya que no me interesa hacer un juicio de valor sobre ellos, sino del accionar de Yahoo. No sé por qué sospecho que si denuncio a cualquiera de los que me ofrecen la salvación eterna a cambio de la sumisión de por vida, no me tendrían muy en cuenta, después de todo nadie puede presentar pruebas de incumplimiento de contrato.

En sólo un rato de vueltas por la web encontré un "futuro" organizado en focos liderados por grupos que, en un apenas disimulado alarde paternalista, manejan los medios de comunicación en los cuales centralizan su poder, disolviendo al individuo en comunidades controlables, reprimiendo violentamente a cualquier "enemigo del bien común", apelando a la denuncia y la vigilancia (la concreta "desaparición" de la comunidad Cyberateos es una cruel metáfora por estos lares).
Paternalismo autoritario, represor, propagandista y vigilante, suena a algo que conozco ¿qué era? Veré si me acuerdo mientras mi monitor me cuenta cuándo empezará a llover.

domingo, marzo 11, 2007

Cualquier historia

Hace unos días un alumno contó que había ido a la Ciudad de Buenos Aires a conocer a su recién nacido sobrino. "Quedaba por Roca, o Rosas, no me acuerdo el nombre, era uno de Historia" explicó cuando le preguntaron dónde vivía. "Claro, gil", acotó un compañero, "en Buenos Aires son todos de Historia, está lleno de próceres". "No, nene, también hay lugares", concluyó Virginia, a la cual miraron mal porque acababa de llegar de otra escuela y aún no se había ganado el derecho de retrucarles.
Me quedé esperando que alguno ampliase el universo de nombres de calles porteñas hasta la Geografía, pero decidieron que el tema estaba concluído.
Uno de Historia es un prócer, parecían acordar todos. Para ir conociéndolos pregunté qué es un prócer. "Uno que hizo cosas para la historia" respondió Matías, dejándome claro lo que pensaba de la Historia. "Que peleó en batallas y cosas así" aclaró. Virginia no iba a perder la oportunidad de seguir ganándose un lugar y explicó "son los que lucharon por el país, para que sea libre".
Aparentemente los próceres nacionales comenzaron con Pedro de Mendoza y la primera fundación de Buenos Aires, y terminaron en la presidencia de Sarmiento, pero fueron una especie de plaga desde 1806, gracias a las invasiones inglesas, hasta 1853, cuando se calmaron por culpa de la Constitución.
Pregunté entonces cómo creían que era un prócer, y, excepto por algunos detalles como que no supieran volar, describieron un típico superhéroe de historieta.
Tenían algunos problemas de comprensión, un prócer es Lavalle, pero también Dorrego, ¿qué se hace cuando se sabe que un prócer hizo fusilar a otro? ¿buscar un taxi?.
Y ni hablar de la Madre Patria a la que amamos y respetamos pero a los malditos realistas había que matarlos.
Pregunté entonces quienes serían próceres de los siglos XX y XXI, y se quedaron en silencio, como intentando articular la idea de prócer con la vida.
“Qué sé yo, no hay ninguno ... Menem, o Kirchner, algún presidente” arriesgó Lautaro (¿por qué no, si lo es Sarmiento?). “Bin Laden” gritó desde el fondo David, aflojando a los demás, quienes empezaron a proponer héroes de la categoría del Cholo Simeone.
Los responsables, por supuesto, no son los chicos, ellos sólo repiten lo que aprendieron, lo que por años les enseñaron. San Martín cruzando la Cordillera de los Andes en un caballo blanco es un prócer. San Martín siendo llevado, gran parte del trayecto, en camilla arrastrada por mulas, es una ofensa a la proceridad inmaculada.
Los próceres no eran humanos, por lo tanto la Historia es pura ficción.
Se pretende que esos mismos chicos que deben aprender Historia como quien memoriza la guía telefónica, y ven sus vidas rodeadas de héroes en calles, plazas, estatuas y escuelas, reconozcan que hay diferencia entre el sargento Cabral y Robin. Aunque, claro, no hay estatua ecuestre de Robin.
Y, encima, se pretende que les interese, sin comprender de qué se trata, una mera sucesión de conflictos, batallas y acuerdos que deben memorizar, en los cuales aparecen como salvadores los nombres de algunas calles, quienes, además, surgen de la nada cuando alguien grita "y ahora ¿quién podrá defendernos?" y desaparecen del mismo modo para dejarle espacio al siguiente prócer.
En cuanto llegan a la secundaria se les exige que sepan pensar, que lean la causalidad en la Historia, que entiendan los aspectos políticos, básicos para cualquier comprensión histórica, aunque hasta ese momento se les hubiese enseñado como una antología de cuentos fantásticos. Más o menos como el niño al que se le enseña a decir “ba-bau”, “pi-pi” o “chu-chu” en burdísimas onomatopeyas que debe reconocer como nombres, pero en cuanto señala un perro y dice “ba-bau”, feliz de haber logrado articular y reconocer, le responden “no, nene, se dice perro”.
Se producen próceres heroicos del mismo modo que a Maradona, dan el marco de grandeza necesaria, aunque la única consecuencia es el quiebre entre esos protagonistas de un proceso y el mundo real. Y al quitarles humanidad también se les quita cualquier grandeza verdadera.
Olvidan lo que decía el maravilloso Felipe, amigo de Mafalda, ante la estatua del luchador incansable: así cualquiera, lo que vale es cansarse y seguir luchando.
Pura ficción de telenovela, el amor a la Patria, los malos muy malos y poderosos y los buenos absolutos que al final ganan. Y, como en la TV, el que hizo de malo en una, era el bueno en otra, excepto los próceres VIP, que siempre actúan de buenos. No puedo evitar preguntarme cómo es que, si siempre ganaron los buenos, llegamos hasta donde estamos.
Los resultados están a la vista, un criterio casi unánime en todos los chicos de que la Historia es densa y aburrida, un absoluto desconocimiento de causalidad y realidad, y un reconocimiento basado en nombres de calles, plazas y escuelas de algunos cuasisupermanes rechazados por densos y aburridos.
Sin duda el único prócer que cumpla con todas las características que se le dan a los que reconocemos como tales será el que pueda parar la lluvia.

lunes, marzo 05, 2007

Protelevisivo

El PRO ya tiene candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la figura de su propietario -por ahora del partido, aún no de la ciudad- Mauricio Macri. El anuncio del pasado lunes 26 tuvo una cobertura de prensa exagerada para algo tan poco relevante como novedoso. Macri, uno de los hombres más ricos del país, eligió Villa Lugano, uno de los barrios más pobres de la ciudad. Mejor dicho, eligió el lugar más pobre del barrio más pobre para lanzar su campaña.

El término pro significa una cantidad de cosas, alrededor de una docena según el DRAE. Provecho, ventaja, en favor de y sólo como prefijo admite al menos cinco significados: en lugar de (pronombre), delante de (proscenio), impulso (propulsión), publicación (proclama) e impedimento (prohibido) o exclusión (proscripto).
Vaya uno a saber qué sentidos atribuir a este PRO cuyo líder y dueño cultiva el arte de hablar mucho para decir nada. Advierte que su campaña electoral tendrá mucha pro- puesta y nada de agravio porque lo que haría falta es honestidad e inteligencia para solucionar los gravísimos problemas de la ciudad: tránsito, ambiente, inseguridad, residuos y otra serie de ítems que nunca se aclara cómo resolver pero están al último grito de la moda y, como son los únicos por los que indagan los sondeos, siempre aparecen al tope en materia de preocupación urbana. Pero yo no quería hablar de esto.

El prefijo pro también ha ido a parar, de pleno derecho, delante del adjetivo fílmico. El término profílmico se debería a Étienne Souriau que hace medio siglo lo usó para referir a todo lo que se pone delante de una cámara de cine en pro (perdón...) del rodaje, ese arsenal de artificios previos al encendido del aparato y ajenos a posteriores operaciones de edición y montaje. Decorados, mobiliarios, objetos diversos y, entre ellos, actores convenientemente entrenados, arropados, maquillados e iluminados para jugar unos roles ficcionales o no. Puesta en escena o bien pro- puesta toda vez que está puesta delante.

Si convenimos que, al menos en este nivel, hay más semejanzas que diferencias entre cine y televisión, podemos hablar de un análogo espacio protelevisivo y de sus diversas modalidades. Una de ellas, bastante primitiva, es la que amontona tres o cuatro objetos y nos pide que no entremos en detalle. En ciertas telenovelas, una camilla, una lámina del cuerpo humano y un tipo de guardapolvo con un estetoscopio al cuello resulta suficiente para situar la escena en un hospital; un pizarrón, un planisferio, un escritorio y otra tipa de guadapolvo blanco dice todo lo que precisamos acerca de una escuela.
Claro que nadie pretende que esos sean hospitales o escuelas "reales" y, excepto algún desequilibrado, nadie concurre a pedir turno en clínicas de teleteatro ni inscribe a sus hijos en colegios de cartón pintado.

Hay unas plataformas de madera barata y pésima hechura que se usan para sustentar cargas pesadas y tienen la altura necesaria para poder ser alzadas por las horquillas metálicas de ciertos elevadores. Como son descartables, una vez transportada la mercadería quedan tiradas aquí y allá y alguna gente sin recursos las levanta, supongo que para reutilizar las tablas o prenderles fuego.
Macri apareció, el lunes en televisión y el martes en primera plana de diarios, parado arriba de una ridícula tribuna armada con cuatro de esos bastidores de desecho.

La composición del plano era completamente inusual para exhibir a un candidato político en un acto de campaña. Lo mostraba de cuerpo entero, micrófono en mano, delante de un terraplén atestado de bolsas de basura. Junto a él, parada sobre la misma tarima, incómoda y exótica, una nena que vestía una humilde musculosa blanca con la leyenda "I AR". A veces, mientras hablaba, Macri apoyaba su mano siniestra -me refiero a la izquierda- sobre el hombro de la nena.
Curiosamente, el ángulo de toma era único y no había referencia a contracampo, ni visual ni auditiva porque no había aplausos, rumores ni puteadas que pudieran indicar que allí había alguien más que unos cuantos técnicos y, probablemente, los padres de la menor ya que la niña lanzaba algunas miradas cómplices hacia el costado. Después sí sonaron un par de voces desde el fuera de campo visual, unos supuestos periodistas que a juzgar por el talante de sus preguntas habían de ser menos cronistas de prensa que jefes de campaña. Y nada más.

Un relevamiento fotográfico -por ejemplo, de una toma lateral de Fabián Marelli para La Nación- permite comprobar que había más gente, disciplinada y silenciosa tras un cordón custodiado por Polícía Federal, pero se trata de una imagen para amantes del backstage y curiosos del entretelón.
Otra foto de Marelli en La Nación se parece mucho más al plano en la pantalla televisiva aunque mi preferida es la composición de Página/12, con sus personajes mirando en direcciones opuestas.

Un candidato millonario en un barrio miserable, delante de un basural, sobre unas tablas viejas, junto a una niña pobre que ama la Argentina y comunica su amor patriótico mediante un pronombre en inglés, una suerte de emoticón y una extensión de dominio web. Una construcción protelevisiva demasiado semejante a la de aquellas figuraciones del hospital en el que nadie cura ni pretende curar, de la escuela en la que nadie educa ni pretende educar.

Se sabe de un fenómeno social que no por viejo y conocido me deja de asombrar: mucha gente insulta y agrede por la calle a los desafortunados profesionales de la actuación que, en una novela exitosa, les toca jugar el papel de villano. Dicen que esta curiosa psicosis ya afectaba al público teatral del siglo XIX y de vez en cuando algún espectador saltaba al ruedo para enfrentar, cuchillo en mano, a la cobarde partida policial que venía a despenar a Juan Moreira.
Quién sabe ésta sea una época en que la ciudadanía se atienda con médicos de tragedia, estudie con maestras de comedia y vote a unos payasos subidos a un decorado televisivo -como me recordó oportunamente Grismar- digno de las mejores parodias de Benny Hill.
Y quién sabe haya unos cuantos que -como afirman unos sabios y anónimos graffitis- nos mean encima y dicen que llueve.