Cualquier historia
Hace unos días un alumno contó que había ido a la Ciudad de Buenos Aires a conocer a su recién nacido sobrino. "Quedaba por Roca, o Rosas, no me acuerdo el nombre, era uno de Historia" explicó cuando le preguntaron dónde vivía. "Claro, gil", acotó un compañero, "en Buenos Aires son todos de Historia, está lleno de próceres". "No, nene, también hay lugares", concluyó Virginia, a la cual miraron mal porque acababa de llegar de otra escuela y aún no se había ganado el derecho de retrucarles.
Me quedé esperando que alguno ampliase el universo de nombres de calles porteñas hasta la Geografía, pero decidieron que el tema estaba concluído.
Uno de Historia es un prócer, parecían acordar todos. Para ir conociéndolos pregunté qué es un prócer. "Uno que hizo cosas para la historia" respondió Matías, dejándome claro lo que pensaba de la Historia. "Que peleó en batallas y cosas así" aclaró. Virginia no iba a perder la oportunidad de seguir ganándose un lugar y explicó "son los que lucharon por el país, para que sea libre".
Aparentemente los próceres nacionales comenzaron con Pedro de Mendoza y la primera fundación de Buenos Aires, y terminaron en la presidencia de Sarmiento, pero fueron una especie de plaga desde 1806, gracias a las invasiones inglesas, hasta 1853, cuando se calmaron por culpa de la Constitución.
Pregunté entonces cómo creían que era un prócer, y, excepto por algunos detalles como que no supieran volar, describieron un típico superhéroe de historieta.
Me quedé esperando que alguno ampliase el universo de nombres de calles porteñas hasta la Geografía, pero decidieron que el tema estaba concluído.
Uno de Historia es un prócer, parecían acordar todos. Para ir conociéndolos pregunté qué es un prócer. "Uno que hizo cosas para la historia" respondió Matías, dejándome claro lo que pensaba de la Historia. "Que peleó en batallas y cosas así" aclaró. Virginia no iba a perder la oportunidad de seguir ganándose un lugar y explicó "son los que lucharon por el país, para que sea libre".
Aparentemente los próceres nacionales comenzaron con Pedro de Mendoza y la primera fundación de Buenos Aires, y terminaron en la presidencia de Sarmiento, pero fueron una especie de plaga desde 1806, gracias a las invasiones inglesas, hasta 1853, cuando se calmaron por culpa de la Constitución.
Pregunté entonces cómo creían que era un prócer, y, excepto por algunos detalles como que no supieran volar, describieron un típico superhéroe de historieta.
Tenían algunos problemas de comprensión, un prócer es Lavalle, pero también Dorrego, ¿qué se hace cuando se sabe que un prócer hizo fusilar a otro? ¿buscar un taxi?.
Y ni hablar de la Madre Patria a la que amamos y respetamos pero a los malditos realistas había que matarlos.
Pregunté entonces quienes serían próceres de los siglos XX y XXI, y se quedaron en silencio, como intentando articular la idea de prócer con la vida.
“Qué sé yo, no hay ninguno ... Menem, o Kirchner, algún presidente” arriesgó Lautaro (¿por qué no, si lo es Sarmiento?). “Bin Laden” gritó desde el fondo David, aflojando a los demás, quienes empezaron a proponer héroes de la categoría del Cholo Simeone.
Los responsables, por supuesto, no son los chicos, ellos sólo repiten lo que aprendieron, lo que por años les enseñaron. San Martín cruzando la Cordillera de los Andes en un caballo blanco es un prócer. San Martín siendo llevado, gran parte del trayecto, en camilla arrastrada por mulas, es una ofensa a la proceridad inmaculada.
Los próceres no eran humanos, por lo tanto la Historia es pura ficción.
Se pretende que esos mismos chicos que deben aprender Historia como quien memoriza la guía telefónica, y ven sus vidas rodeadas de héroes en calles, plazas, estatuas y escuelas, reconozcan que hay diferencia entre el sargento Cabral y Robin. Aunque, claro, no hay estatua ecuestre de Robin.
Y ni hablar de la Madre Patria a la que amamos y respetamos pero a los malditos realistas había que matarlos.
Pregunté entonces quienes serían próceres de los siglos XX y XXI, y se quedaron en silencio, como intentando articular la idea de prócer con la vida.
“Qué sé yo, no hay ninguno ... Menem, o Kirchner, algún presidente” arriesgó Lautaro (¿por qué no, si lo es Sarmiento?). “Bin Laden” gritó desde el fondo David, aflojando a los demás, quienes empezaron a proponer héroes de la categoría del Cholo Simeone.
Los responsables, por supuesto, no son los chicos, ellos sólo repiten lo que aprendieron, lo que por años les enseñaron. San Martín cruzando la Cordillera de los Andes en un caballo blanco es un prócer. San Martín siendo llevado, gran parte del trayecto, en camilla arrastrada por mulas, es una ofensa a la proceridad inmaculada.
Los próceres no eran humanos, por lo tanto la Historia es pura ficción.
Se pretende que esos mismos chicos que deben aprender Historia como quien memoriza la guía telefónica, y ven sus vidas rodeadas de héroes en calles, plazas, estatuas y escuelas, reconozcan que hay diferencia entre el sargento Cabral y Robin. Aunque, claro, no hay estatua ecuestre de Robin.
Y, encima, se pretende que les interese, sin comprender de qué se trata, una mera sucesión de conflictos, batallas y acuerdos que deben memorizar, en los cuales aparecen como salvadores los nombres de algunas calles, quienes, además, surgen de la nada cuando alguien grita "y ahora ¿quién podrá defendernos?" y desaparecen del mismo modo para dejarle espacio al siguiente prócer.
En cuanto llegan a la secundaria se les exige que sepan pensar, que lean la causalidad en la Historia, que entiendan los aspectos políticos, básicos para cualquier comprensión histórica, aunque hasta ese momento se les hubiese enseñado como una antología de cuentos fantásticos. Más o menos como el niño al que se le enseña a decir “ba-bau”, “pi-pi” o “chu-chu” en burdísimas onomatopeyas que debe reconocer como nombres, pero en cuanto señala un perro y dice “ba-bau”, feliz de haber logrado articular y reconocer, le responden “no, nene, se dice perro”.
Se producen próceres heroicos del mismo modo que a Maradona, dan el marco de grandeza necesaria, aunque la única consecuencia es el quiebre entre esos protagonistas de un proceso y el mundo real. Y al quitarles humanidad también se les quita cualquier grandeza verdadera.
En cuanto llegan a la secundaria se les exige que sepan pensar, que lean la causalidad en la Historia, que entiendan los aspectos políticos, básicos para cualquier comprensión histórica, aunque hasta ese momento se les hubiese enseñado como una antología de cuentos fantásticos. Más o menos como el niño al que se le enseña a decir “ba-bau”, “pi-pi” o “chu-chu” en burdísimas onomatopeyas que debe reconocer como nombres, pero en cuanto señala un perro y dice “ba-bau”, feliz de haber logrado articular y reconocer, le responden “no, nene, se dice perro”.
Se producen próceres heroicos del mismo modo que a Maradona, dan el marco de grandeza necesaria, aunque la única consecuencia es el quiebre entre esos protagonistas de un proceso y el mundo real. Y al quitarles humanidad también se les quita cualquier grandeza verdadera.
Olvidan lo que decía el maravilloso Felipe, amigo de Mafalda, ante la estatua del luchador incansable: así cualquiera, lo que vale es cansarse y seguir luchando.
Pura ficción de telenovela, el amor a la Patria, los malos muy malos y poderosos y los buenos absolutos que al final ganan. Y, como en la TV, el que hizo de malo en una, era el bueno en otra, excepto los próceres VIP, que siempre actúan de buenos. No puedo evitar preguntarme cómo es que, si siempre ganaron los buenos, llegamos hasta donde estamos.
Los resultados están a la vista, un criterio casi unánime en todos los chicos de que la Historia es densa y aburrida, un absoluto desconocimiento de causalidad y realidad, y un reconocimiento basado en nombres de calles, plazas y escuelas de algunos cuasisupermanes rechazados por densos y aburridos.
Sin duda el único prócer que cumpla con todas las características que se le dan a los que reconocemos como tales será el que pueda parar la lluvia.
Pura ficción de telenovela, el amor a la Patria, los malos muy malos y poderosos y los buenos absolutos que al final ganan. Y, como en la TV, el que hizo de malo en una, era el bueno en otra, excepto los próceres VIP, que siempre actúan de buenos. No puedo evitar preguntarme cómo es que, si siempre ganaron los buenos, llegamos hasta donde estamos.
Los resultados están a la vista, un criterio casi unánime en todos los chicos de que la Historia es densa y aburrida, un absoluto desconocimiento de causalidad y realidad, y un reconocimiento basado en nombres de calles, plazas y escuelas de algunos cuasisupermanes rechazados por densos y aburridos.
Sin duda el único prócer que cumpla con todas las características que se le dan a los que reconocemos como tales será el que pueda parar la lluvia.
9 comentarios:
Los próceres siempre nos fueron presentados como superhéroes, pero ahora al menos se permite dudar de su infalibilidad. Recuerdo que yo tuve graves problemas (incluso el director del colegio amenazó a mis viejos, durante el Proceso, con enviar mis trabajos prácticos al Ministerio como muestra de propaganda subversiva) por tratar de encarar la materia desde un punto de vista alternativo al oficial.
En cuanto a la pregunta que te planteás al final, te aviso que es una constante en la Historia universal: no es que siempre ganaron los buenos, es que los que ganaron siempre fueron los buenos... sutil pero muy distinto. Un beso.
PD: en la primaria nuestro prócer favorito era Suvín (con valor Suvín culos rompió)
1+: a nivel primario, hasta donde mi experiencia me enseña, no se permite dudar de nada, de hecho no sabrían de qué dudar ya que la idea no es que entiendan algo. Veo que eras otro kamikaze (o ingenuo, como yo) que creyó que durante el Proceso se podía encarar algo desde un punto de vista alternativo al oficial. Respecto a mi pregunta, fue más ironía que interrogante, esa sutil diferencia que marcás nos trajo hasta aquí. Un beso.
P.D.: Suvín, un emblema de nuestra historia, aún se respeta su nombre.
A mi me pusieron 5 amonestaciones por decir que San Martín había traicionado a su madre patria, porque se había preparado allá para volver y pelear contra ella, pero mi papá que fué el mentor de la idea, las firmó agregando que él pensaba lo mismo que yo.(creo que lo mismo les pasaría a alunmos estadounidenses si hablaran de Bin Laden, y conocieran la verdadera historia).
Ahh...Suvín...hasta el día de hoy los políticos siguen su ejemplo y le siguen rompiendo el culo a la gente,
Es cierto que Robin aún no tiene estatua pero sí Caperucita Roja y también Mostaza Merlo... así que el Cholito Simeone bien puede ser prócer.
Respecto de los alumnos que cuando "llegan a la secundaria se les exige que sepan pensar", me parece que no demasiado porque muchos egresan de allí (¡y entran a la universidad!) en estado de virginidad analítica y reflexiva, puros e inocentes como próceres de libro escolar.
Un beso.
Maun: merecías 25 amonestaciones ¿qué es eso de cuestionar a los próceres? La traición es un punto de vista nomás. Besos.
Cinzcéu: se les exige, cómo es el proceso entre esa exigencia y que lleguen a la universidad en ese estado de virginidad es uno de los misterios del sistema educativo. Un beso
prócer.
(Del lat. procer, -ĕris).
1. adj. Eminente, elevado, alto.
2. m. Persona de la primera distinción o constituida en alta dignidad.
3. m. Cada uno de los individuos que, por derecho propio o nombramiento del rey, formaban, bajo el régimen del Estatuto Real, el estamento a que daban nombre.
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No sé si estoy espeso, si soy de primaria, si soy virgen o si soy universitario, pero es que no entiendo bien qué es un prócer.
Besos
Vitore: ups ¿entonces el Everest es un prócer?
Un beso.
Visto la oportuna cita de Vitore y considerando que me voy de tema (¿o no?) me pregunto cómo carajos la RAE se reserva todos los derechos acerca de definiciones que confiesa extraer del decir popular, mediático para más datos.
Prócer ha de ser el que se reserva todos los derechos de lo que otros han hecho. No el Everest que es alto y nada más.
Saludos a la bandera.
¿No era el que se reserva todos los derechos de lo que los demás deben hacer? El Everest no será prócer pero el Aconcagua sí, con bandera y todo. Un beso.
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