Protelevisivo
El PRO ya tiene candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la figura de su propietario -por ahora del partido, aún no de la ciudad- Mauricio Macri. El anuncio del pasado lunes 26 tuvo una cobertura de prensa exagerada para algo tan poco relevante como novedoso. Macri, uno de los hombres más ricos del país, eligió Villa Lugano, uno de los barrios más pobres de la ciudad. Mejor dicho, eligió el lugar más pobre del barrio más pobre para lanzar su campaña.
El término pro significa una cantidad de cosas, alrededor de una docena según el DRAE. Provecho, ventaja, en favor de y sólo como prefijo admite al menos cinco significados: en lugar de (pronombre), delante de (proscenio), impulso (propulsión), publicación (proclama) e impedimento (prohibido) o exclusión (proscripto).
Vaya uno a saber qué sentidos atribuir a este PRO cuyo líder y dueño cultiva el arte de hablar mucho para decir nada. Advierte que su campaña electoral tendrá mucha pro- puesta y nada de agravio porque lo que haría falta es honestidad e inteligencia para solucionar los gravísimos problemas de la ciudad: tránsito, ambiente, inseguridad, residuos y otra serie de ítems que nunca se aclara cómo resolver pero están al último grito de la moda y, como son los únicos por los que indagan los sondeos, siempre aparecen al tope en materia de preocupación urbana. Pero yo no quería hablar de esto.
El prefijo pro también ha ido a parar, de pleno derecho, delante del adjetivo fílmico. El término profílmico se debería a Étienne Souriau que hace medio siglo lo usó para referir a todo lo que se pone delante de una cámara de cine en pro (perdón...) del rodaje, ese arsenal de artificios previos al encendido del aparato y ajenos a posteriores operaciones de edición y montaje. Decorados, mobiliarios, objetos diversos y, entre ellos, actores convenientemente entrenados, arropados, maquillados e iluminados para jugar unos roles ficcionales o no. Puesta en escena o bien pro- puesta toda vez que está puesta delante.
Si convenimos que, al menos en este nivel, hay más semejanzas que diferencias entre cine y televisión, podemos hablar de un análogo espacio protelevisivo y de sus diversas modalidades. Una de ellas, bastante primitiva, es la que amontona tres o cuatro objetos y nos pide que no entremos en detalle. En ciertas telenovelas, una camilla, una lámina del cuerpo humano y un tipo de guardapolvo con un estetoscopio al cuello resulta suficiente para situar la escena en un hospital; un pizarrón, un planisferio, un escritorio y otra tipa de guadapolvo blanco dice todo lo que precisamos acerca de una escuela.
Claro que nadie pretende que esos sean hospitales o escuelas "reales" y, excepto algún desequilibrado, nadie concurre a pedir turno en clínicas de teleteatro ni inscribe a sus hijos en colegios de cartón pintado.
Hay unas plataformas de madera barata y pésima hechura que se usan para sustentar cargas pesadas y tienen la altura necesaria para poder ser alzadas por las horquillas metálicas de ciertos elevadores. Como son descartables, una vez transportada la mercadería quedan tiradas aquí y allá y alguna gente sin recursos las levanta, supongo que para reutilizar las tablas o prenderles fuego.
Macri apareció, el lunes en televisión y el martes en primera plana de diarios, parado arriba de una ridícula tribuna armada con cuatro de esos bastidores de desecho.
La composición del plano era completamente inusual para exhibir a un candidato político en un acto de campaña. Lo mostraba de cuerpo entero, micrófono en mano, delante de un terraplén atestado de bolsas de basura. Junto a él, parada sobre la misma tarima, incómoda y exótica, una nena que vestía una humilde musculosa blanca con la leyenda "I ♥ AR". A veces, mientras hablaba, Macri apoyaba su mano siniestra -me refiero a la izquierda- sobre el hombro de la nena.
Curiosamente, el ángulo de toma era único y no había referencia a contracampo, ni visual ni auditiva porque no había aplausos, rumores ni puteadas que pudieran indicar que allí había alguien más que unos cuantos técnicos y, probablemente, los padres de la menor ya que la niña lanzaba algunas miradas cómplices hacia el costado. Después sí sonaron un par de voces desde el fuera de campo visual, unos supuestos periodistas que a juzgar por el talante de sus preguntas habían de ser menos cronistas de prensa que jefes de campaña. Y nada más.
Un relevamiento fotográfico -por ejemplo, de una toma lateral de Fabián Marelli para La Nación- permite comprobar que había más gente, disciplinada y silenciosa tras un cordón custodiado por Polícía Federal, pero se trata de una imagen para amantes del backstage y curiosos del entretelón.
Otra foto de Marelli en La Nación se parece mucho más al plano en la pantalla televisiva aunque mi preferida es la composición de Página/12, con sus personajes mirando en direcciones opuestas.
Un candidato millonario en un barrio miserable, delante de un basural, sobre unas tablas viejas, junto a una niña pobre que ama la Argentina y comunica su amor patriótico mediante un pronombre en inglés, una suerte de emoticón y una extensión de dominio web. Una construcción protelevisiva demasiado semejante a la de aquellas figuraciones del hospital en el que nadie cura ni pretende curar, de la escuela en la que nadie educa ni pretende educar.
Se sabe de un fenómeno social que no por viejo y conocido me deja de asombrar: mucha gente insulta y agrede por la calle a los desafortunados profesionales de la actuación que, en una novela exitosa, les toca jugar el papel de villano. Dicen que esta curiosa psicosis ya afectaba al público teatral del siglo XIX y de vez en cuando algún espectador saltaba al ruedo para enfrentar, cuchillo en mano, a la cobarde partida policial que venía a despenar a Juan Moreira.
Quién sabe ésta sea una época en que la ciudadanía se atienda con médicos de tragedia, estudie con maestras de comedia y vote a unos payasos subidos a un decorado televisivo -como me recordó oportunamente Grismar- digno de las mejores parodias de Benny Hill.
Y quién sabe haya unos cuantos que -como afirman unos sabios y anónimos graffitis- nos mean encima y dicen que llueve.
El término pro significa una cantidad de cosas, alrededor de una docena según el DRAE. Provecho, ventaja, en favor de y sólo como prefijo admite al menos cinco significados: en lugar de (pronombre), delante de (proscenio), impulso (propulsión), publicación (proclama) e impedimento (prohibido) o exclusión (proscripto).
Vaya uno a saber qué sentidos atribuir a este PRO cuyo líder y dueño cultiva el arte de hablar mucho para decir nada. Advierte que su campaña electoral tendrá mucha pro- puesta y nada de agravio porque lo que haría falta es honestidad e inteligencia para solucionar los gravísimos problemas de la ciudad: tránsito, ambiente, inseguridad, residuos y otra serie de ítems que nunca se aclara cómo resolver pero están al último grito de la moda y, como son los únicos por los que indagan los sondeos, siempre aparecen al tope en materia de preocupación urbana. Pero yo no quería hablar de esto.
El prefijo pro también ha ido a parar, de pleno derecho, delante del adjetivo fílmico. El término profílmico se debería a Étienne Souriau que hace medio siglo lo usó para referir a todo lo que se pone delante de una cámara de cine en pro (perdón...) del rodaje, ese arsenal de artificios previos al encendido del aparato y ajenos a posteriores operaciones de edición y montaje. Decorados, mobiliarios, objetos diversos y, entre ellos, actores convenientemente entrenados, arropados, maquillados e iluminados para jugar unos roles ficcionales o no. Puesta en escena o bien pro- puesta toda vez que está puesta delante.
Si convenimos que, al menos en este nivel, hay más semejanzas que diferencias entre cine y televisión, podemos hablar de un análogo espacio protelevisivo y de sus diversas modalidades. Una de ellas, bastante primitiva, es la que amontona tres o cuatro objetos y nos pide que no entremos en detalle. En ciertas telenovelas, una camilla, una lámina del cuerpo humano y un tipo de guardapolvo con un estetoscopio al cuello resulta suficiente para situar la escena en un hospital; un pizarrón, un planisferio, un escritorio y otra tipa de guadapolvo blanco dice todo lo que precisamos acerca de una escuela.
Claro que nadie pretende que esos sean hospitales o escuelas "reales" y, excepto algún desequilibrado, nadie concurre a pedir turno en clínicas de teleteatro ni inscribe a sus hijos en colegios de cartón pintado.
Hay unas plataformas de madera barata y pésima hechura que se usan para sustentar cargas pesadas y tienen la altura necesaria para poder ser alzadas por las horquillas metálicas de ciertos elevadores. Como son descartables, una vez transportada la mercadería quedan tiradas aquí y allá y alguna gente sin recursos las levanta, supongo que para reutilizar las tablas o prenderles fuego.
Macri apareció, el lunes en televisión y el martes en primera plana de diarios, parado arriba de una ridícula tribuna armada con cuatro de esos bastidores de desecho.
La composición del plano era completamente inusual para exhibir a un candidato político en un acto de campaña. Lo mostraba de cuerpo entero, micrófono en mano, delante de un terraplén atestado de bolsas de basura. Junto a él, parada sobre la misma tarima, incómoda y exótica, una nena que vestía una humilde musculosa blanca con la leyenda "I ♥ AR". A veces, mientras hablaba, Macri apoyaba su mano siniestra -me refiero a la izquierda- sobre el hombro de la nena.
Curiosamente, el ángulo de toma era único y no había referencia a contracampo, ni visual ni auditiva porque no había aplausos, rumores ni puteadas que pudieran indicar que allí había alguien más que unos cuantos técnicos y, probablemente, los padres de la menor ya que la niña lanzaba algunas miradas cómplices hacia el costado. Después sí sonaron un par de voces desde el fuera de campo visual, unos supuestos periodistas que a juzgar por el talante de sus preguntas habían de ser menos cronistas de prensa que jefes de campaña. Y nada más.
Un relevamiento fotográfico -por ejemplo, de una toma lateral de Fabián Marelli para La Nación- permite comprobar que había más gente, disciplinada y silenciosa tras un cordón custodiado por Polícía Federal, pero se trata de una imagen para amantes del backstage y curiosos del entretelón.
Otra foto de Marelli en La Nación se parece mucho más al plano en la pantalla televisiva aunque mi preferida es la composición de Página/12, con sus personajes mirando en direcciones opuestas.
Un candidato millonario en un barrio miserable, delante de un basural, sobre unas tablas viejas, junto a una niña pobre que ama la Argentina y comunica su amor patriótico mediante un pronombre en inglés, una suerte de emoticón y una extensión de dominio web. Una construcción protelevisiva demasiado semejante a la de aquellas figuraciones del hospital en el que nadie cura ni pretende curar, de la escuela en la que nadie educa ni pretende educar.
Se sabe de un fenómeno social que no por viejo y conocido me deja de asombrar: mucha gente insulta y agrede por la calle a los desafortunados profesionales de la actuación que, en una novela exitosa, les toca jugar el papel de villano. Dicen que esta curiosa psicosis ya afectaba al público teatral del siglo XIX y de vez en cuando algún espectador saltaba al ruedo para enfrentar, cuchillo en mano, a la cobarde partida policial que venía a despenar a Juan Moreira.
Quién sabe ésta sea una época en que la ciudadanía se atienda con médicos de tragedia, estudie con maestras de comedia y vote a unos payasos subidos a un decorado televisivo -como me recordó oportunamente Grismar- digno de las mejores parodias de Benny Hill.
Y quién sabe haya unos cuantos que -como afirman unos sabios y anónimos graffitis- nos mean encima y dicen que llueve.
7 comentarios:
PROfundo análisis de una peligrosa payasada. Las posteriores y patéticas justificaciones de Macri incluyeron una frase antológica: "Todo el mundo (sic) piensa mal en vez de pensar bien", si yo juzgara así no entendería el sentido de postularme en una elección pública... o sí... no sé... vení, Milena, necesito tu afecto porque nadie me entiende. Un abrazo.
Después de hacer el comentario tuve una iluminación: Si las campañas electorales tienden cada vez menos a lo racional y cada vez más a lo emocional, tal vez podríamos meter a todos los candidatos a convivir en una casa con cámaras y micrófonos y elegirlos mediante mensajes de texto (con lo que de paso pagaríamos los costos de producción). Perdón por el delirio. Otro abrazo.
Yo no entendí aún el sentido de todo ese circo, lo que me pareció como primera impresión fué como si sintiera que el mensaje es: "miren donde estoy parado y así terminaremos todos si me votan.".
Con respecto a esas "plataformas de madera barata" te cuento que aquí existen exactamente las mismas y por mi actividad laboral tengo siempre algunas, con la diferencia que aquí vienen contadas y cobradas en las facturas y solo devuelven el dinero si las devolves en perfecto estado, y valen entre 15 y 20 euros cada una...lo que me hace pensar que Macri entonces quiso decir: "yo me subo a una pequeña fortuna mientras que ustedes terminarán como se ve a mi alrededor."
Saludosss!!
La PROligidad de la gente es notable, todos correctamente ubicados y vestidos, incluyendo los únicos adolescentes, a los lados de la montaña de basura, bien vestidos de "villa". Y el policía es una maravilla, mirando al horizonte, vigilante, listo para servir. Hay que admitir que se esmeraron, ni siquiera choripan y circo, con circo sólo alcanza. Con un poco de suerte consiguen que Macri no hable y ganan.
Un beso.
P.D.: me encantó la idea de 1+, podrían hacer un Gran Candidato.
1+: Tiene razón Macri, yo también pienso mal... por eso ni me postulo ni voto postulados. Lo del reality electoral ya se hizo (El candidato de la gente, c. 2002) y fracasó. Quizás se prefieran estilos más primitivos de farsa. Un abrazo.
Maun: ¡¿Entre 15 y 20 euros?! Se me acaba de ocurrir un negocio pero no lo comento para que no me roben la idea de exportar madera y clavos. No sé cuál es el mensaje pero a mi me suena a: "yo me subo y Uds. se bajan, ¡giles!". Saludos.
Grismar: Macri cuando calla está como ausente, parece un inexpresivo galán de telenovela. Y si pierde será gracias a que Estudiantes le ganó la final a Boca. La semiosis y la política son más complejas que lo que uno, a veces, intuye. Un beso.
No sé, Cinzcéu, si hubiese ganado Ríver Macri perdía seguro, pero fue Estudiantes de La Plata, un equipito provinciano(que encima les dio a Palermo), en ciertas mentes es coherente con parte del discurso promacriano, "los más beneficiados tenemos que aprender a hacer un esfuerzo, sacrificarnos si es necesario, en pro de los más débiles". Un beso.
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