martes, julio 18, 2006

No fumarás

En una suerte de inversión de la clásica fórmula del just in time, suelo llegar en momentos no propicios a lugares equivocados. Esta vez arribé a la ciudad de Rosario el 12 por la tarde y en la madrugada del 14 el diario La Capital titula: "Doscientos agentes harán cumplir la ordenanza antipucho". ¡Me cache en diez! Intento seguir leyendo bajo la media sombra que proyecta una triste bombita de 25 watts. La noticia es la central de la fecha y se despliega en la privilegiada página 3 bajo el título de "Unos 200 agentes saldrán a la caza de fumadores y sitios donde se fume". Agrega que regirá desde agosto.
La improbable ironía del uso de "a la caza" queda desmentida con la especificación de la amplitud del coto, el tipo de munición y los sabuesos autorizados. Se aplicarán "duras sanciones a quienes fumen o permitan fumar en espacios cerrados tanto públicos como privados". Más adelante la nota explicita que la norma prohibe fumar "en todos los espacios cerrados de establecimientos comerciales, industriales, de servicios o cualquier otro tipo de instituciones".
Visto que la familia, dicen, es la institución madre de toda sociedad que se precie, habrá que ver cuánto tarda un señor juez en interpretar que la norma incluye a los hogares particulares. Algún demócrata argüirá que los actos privados no están sujetos a derecho pero otros más demócratas responderán que la salud pública, la prevención y la seguridad son bienes superiores al puto derecho de encender un cigarrillo.
Tras 30 días de concientización, agentes de la Guardia Urbana Municipal (GUM, como los chicles) y de Inspección General tendrán carta libre para irrumpir en bares y restoranes a verificar que se cumpla con la ordenanza. "A los fumadores que violen la norma antitabaco se les pedirá el DNI para luego entregarles la multa 'en mano'. Después tendrán que comparecer ante el juez de faltas municipal y pagar el monto establecido". Además, los agentes de aplicación "deberán cerciorarse si en los bares y restaurantes hay ceniceros" ya que la legislación prescribe que "no podrán tener a la vista elementos que inciten, sugieran, colaboren o favorezcan el hábito de fumar (ceniceros, encendedores, etc.)". Por supuesto, hay disponible una línea telefónica 0-800 y -como en negros y lejanos años '30- se estimula la denuncia del vecino.
A los Inspectores Generales aún no he tenido el placer de cruzarlos pero la GUM consiste en unos jóvenes de ambos sexos vestidos con chaqueta y bombacha militar color caqui, borceguíes y una ladeada boina bordó. Semejan voluntarios del Ejército de Salvación arrasados por la moda del mercenario destinado a la frontera con el desierto. A esos payasos no les diría mi DNI; que se lo pidan a sus hermanas.
La ordenanza fue aprobada por unanimidad y debe su impulso al automentado socialista Omar Saab. Así Rosario se adelantó a la legislación provincial: la ley 12432 tiene media sanción del Senado y aún espera su tratamiento en la otra Cámara.
Ésta, la segunda ciudad argentina, tiene una larga fama progresista en materia política, social y cultural. No es raro, entonces, que haya pseudosocialistas -de esos que aún cargan con la responsabilidad de haber adherido entusiastas a la primera conflagración mundial- en cargos de gobierno. Lo extraño, en todo caso, es que la mayoría de los comerciantes se adelanten a su adelantada comuna y ya prohiban fumar en sus locales invocando una ley -algunos incluso ostentan en sus puertas de entrada unos simpáticos adhesivos que la refieren- aún no promulgada ni reglamentada.
Celeridad en la represión que es lo que muchos reclaman pero ¿acaso alguna norma impedía que en tal o cual bar su propietario prohibiera fumar? En Rosario abundan, más que en otras urbes, esos amables carteles por los cuales "la casa se reserva el derecho de admisión" que es la contracara de un no-cartel implícito: el cliente se reserva el derecho de no entrar. Ese más o menos libre contrato de partes suena más democrático que la normativa inminente.
Ahora mismo, en el famoso bar El Cairo, unas decenas de fumadores nos disputamos las mesas que aún permiten la tradicional ceremonia del tabaco que, por otra parte, lleva siglos asociada a lugares de encuentro, ingestas gastronómicas y/o relativo aislamiento social. Un cartelito pícaro no habilita explícitamente el sector pero juega con sus tamaños tipográficos: "FUMAR ES PERJUDICIAL PARA LA SALUD".
Un recuadro en la misma página 3 de La Capital da cuenta de otra reciente norma rosarina: se prohibe la fabricación, distribución y venta de juguetes bélicos. Más tarde, un funcionario explica para Canal 3 que se trata de aquéllos que simulan armas de fuego y también los que "tengan correspondencia con la violación de los derechos humanos". Debo interpretar, entonces, que la ley 12432 y su consiguiente -¿o antecedente?- ordenanza rosarina constituyen cabales juguetes bélicos.
Hay demasiada gente, como sostiene Joan Manuel Serrat, jugando con cosas que no tienen repuesto y ése sí que es un problema sanitario de primer orden que deberíamos resolver antes de que se largue a llover.

7 comentarios:

1+

Imagino la rápida instalación de "smoking bars", trastiendas clandestinas donde el excesivo precio de las bebidas incluya las coimas a la Guardia, un fondo de reserva para multas y un jugoso plus para el propietario por los riesgos afrontados

Anónimo

Desde hace tiempo tengo la sensación de que el Estado, a nivel global, tiende a reservarse atribuciones que, más allá de contribuir a la salud y al bienestar público, comienzan a invadir aspectos privados en desmedro de los derechos individuales.

Consiento en la mejor intención del legislador, pero para legitimar tales alcances el imperio de la ley debiera ser absoluto en todos los órdenes. Cónformese, Cinczéu, Ud. no podrá fumar en las calles de Rosario pero "tiene pleno derecho" a que le peguen un tiro a la vuelta de cualquier esquina.

Me daría fuego?...

Vitore

Yo no he sido nunca fumador. Aún así es verdad que me parece una caza de brujas contra los echadores de humo, como si el fumar fuese el mayor crimen contra la humanidad. ¿Que vendrá después?. ¿Prohibido hacer el amor con su mujer los martes mientras suene el celular a las 22:51?. Al final acabará lloviendo.

Cinzcéu

1+: El "smoking bar" no sería más que una variante del "smoking tax" mediante el cual vive como reyes una casta significativa de la burocracia normativa del hábito del vecino.
Hang: De eso se trata, in-justamente. El Estado vela por todos de un modo que recuerda cada día más a ese Padre investido por la Fe que hace 80 años instituía toda la Ley. Y sí, le doy fuego: sírvase.
Vitore: Sí, después vendrá eso y más. El té aniquila, no tome té; la risa es satánica, no se ría; o cualquier cosa. Y claro que acabará lloviendo: y si no preguntemos a esos niños en Beirut porqué se mueren.
Y disculpen si no estoy de humor, pero no son éstos mis mejores días.

Grismar

La consigna es clara, mientras a los que molestan los masacran a los demás nos dicen cómo debemos vivir. Hay algo positivo, en la "ayuda humanitaria" enviada al Líbano no se incluyen cigarrillos (tampoco algún freno a los asesinos). Somos derechos, humanos y libres de humo.

Anónimo

No, no... disculpen, pero nada de que se venga la lluvia. Buenos Aires no da para otra inundación.

Cinzcéu, gracias por el fuego. Recuerdo que la última vez que estuve en Rosario, en una sobremesa, le colmamos los ceniceros a un restaurante de un patio de comidas. Con esto de los estados "protectores" y la lluvia parece que ni siquiera en el patio de casa vamos a poder despuntar el vicio.

Cinzcéu

Grismar: Es cierto, los envíos al Líbano no incluyen cigarrillos. La paradoja es que no habría ley contra las bombas de fósforo...
Maun: Los bandos no pueden ser fumadores vs. no fumadores sino represores vs. no represores. A quienes les molestara podrían ir a bares libres de humo, pero se dice que la prohibición es para beneficio de quienes no pueden elegir: ¡los mozos! Curiosa tanta preocupación por la "salud laboral" de los gastronómicos mientras millones (ellos incluidos) trabajamos y vivimos en lugares de evidente insalubridad.
Hang: He leído por ahí sobre un londinense que fumaba dentro de su casa (y no es joda) denunciado por sus vecinos porque el humo salía pa'fuera y enfermaba al consorcio.