Orgullo ajeno, el Nieto Nº 86
Hace poco más de un año nos maravillábamos por la recuperación del Nieto Nº 82. La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo no descansó y hoy anuncia, con la sonrisa que no puede ocultar, la recuperación del Nieto número ochenta y seis.
En un año más de trabajo incansable estas Abuelas, que dedicaron sus vidas a recuperar la identidad de los niños nacidos en cautiverio o secuestrados durante la dictadura militar, recuperaron y reunieron con sus familias biológicas a cuatro Nietos, ya hombres y mujeres. El último de ellos es Pablo Casariego Tato, hijo de Norma Tato y Jorge Casariego, secuestrados en abril de 1977 por fuerzas militares.
Gracias a los datos aportados por testigos se pudo establecer que Pablo nació en condiciones infrahumanas en el Pabellón 1 de Campo de Mayo y fue secuestrado por el médico del Ejército Norberto Atilio Bianco quien en 1984, denunciado por ese secuestro, huyó con su mujer y cómplice a Paraguay.
La lucha de Abuelas por la extradición y reconocimiento legal de su Nieto acaba de concluir con el incuestionable análisis de ADN que devuelve a Pablo su historia, su identidad, su pertenencia.
Como dijimos en febrero de 2006, podemos no coincidir con algunas opiniones y posiciones políticas de Abuelas o de su presidenta, pero no podemos dejar de subrayar la dignidad de esas mujeres que no pierden de vista su objetivo y no renuncian a su lucha, aún bajo amenaza y riesgo de sus propias vidas, aún con todas las trabas que ponen a su camino.
Un objetivo que es de cada una de esas abuelas porque se trata de su sangre, de los hijos e hijas de sus hijos e hijas, pero un objetivo que es de toda una sociedad porque se trata de Abuelas y de Nietos poniendo un poco de justicia entre tanta injusticia, haciendo día a día la Historia aún cuando muchos pretenden poner a esa Historia su punto final y archivar sus actas, en el estado en que se encuentren, en los estantes de la Memoria.
Las Abuelas conocen la labor que aún tienen por delante y saben que justicia, memoria, verdad y dignidad significan que hasta el último de los Nietos recupere su identidad arrebatada. Ochenta y seis significa un hito más en el camino pero no es ni será el número definitivo. Y así como tantas veces dijimos sentir vergüenza ajena, hoy no podemos sentir menos que orgullo ajeno ante ese nuevo rayo de sol que desafía a la tormenta.
En un año más de trabajo incansable estas Abuelas, que dedicaron sus vidas a recuperar la identidad de los niños nacidos en cautiverio o secuestrados durante la dictadura militar, recuperaron y reunieron con sus familias biológicas a cuatro Nietos, ya hombres y mujeres. El último de ellos es Pablo Casariego Tato, hijo de Norma Tato y Jorge Casariego, secuestrados en abril de 1977 por fuerzas militares.
Gracias a los datos aportados por testigos se pudo establecer que Pablo nació en condiciones infrahumanas en el Pabellón 1 de Campo de Mayo y fue secuestrado por el médico del Ejército Norberto Atilio Bianco quien en 1984, denunciado por ese secuestro, huyó con su mujer y cómplice a Paraguay.
La lucha de Abuelas por la extradición y reconocimiento legal de su Nieto acaba de concluir con el incuestionable análisis de ADN que devuelve a Pablo su historia, su identidad, su pertenencia.
Como dijimos en febrero de 2006, podemos no coincidir con algunas opiniones y posiciones políticas de Abuelas o de su presidenta, pero no podemos dejar de subrayar la dignidad de esas mujeres que no pierden de vista su objetivo y no renuncian a su lucha, aún bajo amenaza y riesgo de sus propias vidas, aún con todas las trabas que ponen a su camino.
Un objetivo que es de cada una de esas abuelas porque se trata de su sangre, de los hijos e hijas de sus hijos e hijas, pero un objetivo que es de toda una sociedad porque se trata de Abuelas y de Nietos poniendo un poco de justicia entre tanta injusticia, haciendo día a día la Historia aún cuando muchos pretenden poner a esa Historia su punto final y archivar sus actas, en el estado en que se encuentren, en los estantes de la Memoria.
Las Abuelas conocen la labor que aún tienen por delante y saben que justicia, memoria, verdad y dignidad significan que hasta el último de los Nietos recupere su identidad arrebatada. Ochenta y seis significa un hito más en el camino pero no es ni será el número definitivo. Y así como tantas veces dijimos sentir vergüenza ajena, hoy no podemos sentir menos que orgullo ajeno ante ese nuevo rayo de sol que desafía a la tormenta.
5 comentarios:
A nadie le importa, es como que fuera un cuento, que lindo, encontraron otro, pero no tiene nada que ver con la vida. El otro día una mujer de 40 y pico, que la vivió, me decía que las abuelas ya tendrían que parar, que los nietos ya son grandes, tienen familias y que enterarse ahora que sus viejos fueron torturadores o cómplices les destruye la vida. A algunos puede ser, pero es mejor saber la verdad y las abuelas tienen derecho. Todos deberiamos buscarlos, no les pasó solamente a ellos, nos pasó a todos, hasta los que no habiamos nacido, porque si le pasó a mi vieja me pasa a mí, y si hoy tenemos este país es porque estuvieron los milicos y si votamos por los que los dejan libres somos lo mismo, asi que no va hacerse los boludos.
Esclarecer la verdad es doloroso e imprescindible, y hacer una patria más justa y más soberana sería el mejor homenaje a los que lucharon por ella. Claro que habría que ponerse de acuerdo en qué significa eso para la mayoría.Las madres y las abuelas,"las locas" como les llamaban los autores y los cómplices del genocidio, fueron en la dictadura, y aún son, el testimonio vivo de esos ideales truncados. El camino es largo, pero se andará. Un saludo.
Realmente se siente un orgullo ajeno, creo que sus hijos estén donde estén se deben sentir muy orgullosos de esas madres luchando por sus hijos y nietos. Qué ejemplo debería seguir la justicia, de perseverancia y acción, y juzgar y castigar a todos los responsables.
Saludosss!!
El argumento que escuchó a.s. de boca de esa señora lo oí de gente de las más diversas edades: ¿Por qué contarle la verdad a quien parece feliz sin saberla?... Deplorable y preocupante. Saludos.
A.S.: Justamente, "un cuento [que] no tiene nada que ver con la vida" es más o menos la definición de lo que se produce y enseña como Historia y nunca es tan importante el tiempo transcurrido como su clausura institucional. Como dicen algunos: "ya lo escribimos en los Libros, bajamos los Retratos y fundamos un Museo, ¿qué más podríamos hacer?".
Sobre la decisión personal de cada (hoy) adulto, hay quienes repudian a sus apropiadores, quienes prefieren no saber y quienes tienen relaciones con ambas familias, la adoptiva (sus padres de toda una vida) y la de sangre. Cada cuál tiene derecho a hacer con su vida lo que quiera o pueda pero, como "nos pasó a todos" es un problema de todos. Nadie (va para la mujer de 40 y pico) tiene derecho de hacer callar a quienes hace décadas que, además de su pleno derecho a encontrar a sus nietos, "hablan por todos" y muestran día a día que esto trata de la Vida y aún no de la Historia. Un beso.
Emilio: Madres y Abuelas no sólo son "el testimonio vivo de esos ideales truncados" sino, ante todo, del intento de cierre de lo que no puede cerrar sin verdad y justicia, aunque dolorosas, imprescindibles. Saludos.
Maun: Como decíamos en la entrada, ejemplo de lucha por sus hijos y nietos pero sobre todo de "perseverancia y acción" en una cuestión que compromete a toda una sociedad. Y sí, claro que la Justicia debería... Un beso.
1+: Deplorable y preocupante, sí. Tus comentarios suelen expandir los temas hacia lugares impensados. "¿Por qué contarle la verdad a quien parece feliz sin saberla?" lleva a preguntarse por el funcionamiento de casi todo lo social, político y cultural y a la vez es una de las razones básicas de que amenace lluvia. Por ejemplo, si no se hubiera "contado la verdad" a tanta gente que parecía feliz de servir a déspotas ungidos por su dios, hoy estaríamos pagando diezmo y rindiendo tributo a Luis XXV o XXX. Por suerte no es así (eh..., no, no se llama así). Un abrazo.
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