viernes, febrero 09, 2007

Tiempo de lectura

Desde hace varios años, una tal Campaña Nacional de Promoción de la Lectura auspiciada por el Ministerio de Educación se viene metamorfoseando de un modo un poco oportunista y bastante epiléptico. Por ejemplo, hace un tiempo y bajo el lema "Leer también es una pasión", regalaba libritos en estadios de fútbol a exaltados hinchas que, mayormente, viven leyendo la prensa en busca de noticias deportivas. Ahora hay unos pocos vagones de subte atestados de banners. Yo caí por azar en uno de la vieja Línea A. Los afiches son feos pero esta no es una nota de crítica estética. En ellos, una serie de famosos fomenta la lectura en los siguientes términos:

-Alejandro Lerner: "tomense un ratito para leer en familia... ¡hace muy bien!"
-Magdalena Aicega: "...leer en familia puede convertirse en un momento inolvidable..."
-Julio Bocca: "los papás tienen que ayudar a los hijos a elegir sus libros libremente..."
-Jorge Guinzburg: "leer no es como volar... pero es lo que más se parece."
-Soledad Pastorutti: "leer para mover el mundo. Hacete el tiempo para tu hijo, leele un libro..."
-Julián Weich: "¿Cómo te sentís cuando lees un libro, mejor o peor? Dale, leé y después me contás."
-Dady Brieva: "...de chico leía poco, sin embargo pude inculcarle a mis hijos el amor por la lectura."
-Magdalena Ruiz Guiñazú: "Un país que no lee, es un país que se margina. No privemos a nuestros hijos de la felicidad de leer."
-Nik: "Aprendí a hacer volar mi imaginación a través de la lectura..."

El remate de la campaña consiste en unos breves fragmentos de ignotos cuentos infantiles que se interrumpen con: "¿Querés saber cómo termina? Seguí leyendo en casa con tus hijos...".
La selección de notables que baja línea lectora -un compositor romántico, una jugadora de hockey, un bailarín de ballet, un dibujante humorístico, unos periodistas- conductores- productores de TV, etc.- puede haber resultado de una onerosa encuesta social o del brainstorming de cuatro genios pero en definitiva parece decir que no hace falta ser poeta, novelista ni intelectual para comprender y difundir el valor de cierto tipo de lectura.
Cada frase da para un comentario mordaz. Por ejemplo, la verdad ímplicita atribuída a Brieva: para alcanzar el éxito profesional y social no tiene mucha relevancia haber leído durante la infancia. O la paradoja puesta en boca de Bocca que maliciosamente me figuro como un "nene, elegí libremente Platero y yo o ya vas a ver cuando venga tu padre". Pero no quiero extenderme en este análisis sino en otro.

1- El afiche no tiene quien le escriba. En primer lugar las frases -que parecen consistir, curiosamente, en versiones gráficas de expresiones orales- están mal escritas. Entre otros detalles, hay un uso abusivo y falto de criterio de los puntos suspensivos, las mayúsculas iniciales aparecen al azar, los signos de interrogación están mal utilizados y las reglas de acentuación oscilan sin ton ni son entre el castellano oficial y sus usos rioplatenses.
2- Alpargatas sí, lectura… un ratito. La campañita habla, entre otras cosas, la separación radical entre lectura y vida cotidiana. Para leer hay que tomarse "un ratito" que puede devenir "un momento inolvidable", por lo tanto "hacete el tiempo". Leer es como ir los domingos a misa de nueve o cortarse el pelo algún sábado del mes o visitar una vez al año a unos tíos pesados; un ritual que viene a interrumpir -y para eso están- el diario vivir.
3- ¡A ver si la cortan con los libros!. La lectura resulta inseparable de la literatura y ésta del soporte y formato del libro. No habría lectura de diarios, revistas, folletos, historietas, avisos publicitarios, pantallas informáticas. Como dice el refrán, más vale un Coelho en libro que cien Borges posteando. Yo aprendí a leer y a gustar de leer con los packaging -por entonces los llamábamos envases- que había sobre la mesa pero, claro, ni me "hacía el tiempo", ni eran libros ni soy ejemplo de nada.
4- Leer es un placer genial, sensual. Dos veces la gastada metáfora del vuelo -y faltó la del viaje- en tan breve secuencia parece demasiado. El libro sería como una dosis terapéutica de LSD; ya dice Lerner que leer "¡hace muy bien!" y Weich sugiere que "te sentís mejor". Todas las imágenes visuales serían una mezcla de heroína y paco que destruye el cerebelo y atrofia el sistema neuronal. Si sumamos el "amor por la lectura" y "la felicidad de leer" tenemos cartón lleno en materia de lugares comunes.
5- Papá, leeme otra vez ese cuento… Pero la perla es el concepto (tan bonito) de "leer en familia". ¿Y eso qué será?. A mí me convoca esa escena mítica de núcleos primarios reunidos alrededor del hogar encendido leyendo a viva voz pasajes de la Biblia. No sé si no ví algo así en La familia Ingalls y antes en Selecciones del Reader's Digest pero la imagen continúa poblando folletos de sectas más o menos evangélicas.
El cierre institucional dice "leyendo en casa con tus hijos" sin especificar roles de lectura de cada cual. ¿Será juntarse en el comedor a leer, cual en biblioteca pública, cada uno lo que quiera?. Pero Pastorutti precisa "leele [a tu hijo] un libro". Entonces es así: el padre o la madre se hace de un ratito, agarra un libro cualquiera y le lee un cuento a su hijo. Está bien, pero eso promovería la lectura en voz alta de los padres y la escucha silenciosa de los hijos. En términos de promoción de la lectura en los padres, es inútil. Casi nadie lee ni precisa leer en voz alta, lo cual además implica una serie de técnicas vocales ajenas a lo que se entiende socialmente por proceso intelectual de lectura: modulación, entonación, inflexión, cadencia y volumen. E inútil para los hijos, beneficiarios de la campaña, excepto si se concibiera que la lectura consiste en incorporar "contenidos" y "mensajes" por cualquier canal sensorial, por ejemplo, el auditivo.

La promoción de la lectura en voz alta por parte de unos que leen para la escucha de otros que no leen es, por lo menos, anacrónica. La escuela pública del siglo XIX ya tenía el objetivo más demócratico de que todos aprendieran a leer para sí. Con errores, horrores y falsas promesas de orden y progreso el Estado se asignó unas tareas básicas que, funcionales al plan burgués, también proveían a la clase obrera analfabeta -la cosa nunca es simple ni lineal- las armas necesarias de la lectoescritura.
Yo no sé cómo se diseña en pleno siglo XXI una Campaña Nacional de Promoción de la Lectura. Tampoco creo que haga falta una cosa con ese nombre. Más allá de qué hagan o no los padres -muchas veces iletrados porque la Ley no implica garantía ni igualdad de oportunidad- la escuela pública, laica, obligatoria y gratuita debería ocupar un rol central en tal fomento de la lectura e incorporarla como una necesidad cotidiana, no como el dudoso placer de tener cualquier libro entre manos de seis a seis y media de la tarde.
De lo contrario condena al hijo del iletrado al semianalfabetismo, excepto si, pese al Estado, el pibe logra abrirse camino de un modo análogo al que muchos tuvieron la inquietud, la decisión, la lucidez y la chance de hacerlo en los lejanos siglos que la Historia llama oscurantistas.
Siglos en que -dicen- llovía mucho pero no sé si tanto como lloverá.

7 comentarios:

Anónimo

En otros tiempos la lectura, o mejor dicho los libros, se prohibía, ahora el analfabetismo nos toca en algún grado a muchos,considerando la explosión informática y el plurilingüismo, pero es imposible andar por la calle sin leer claro, slogans, propagandas y demás porquerías: libros de autoayuda, y best sellers como el código Da Vinci que en algún momento una de cada tres personas lo iba leyendo en el subte.
Cuestión de no pensar...
saludo, kattya

1+

1- Elemental, mi querido Cinzcéu: No importa que los afiches estén mal escritos porque están dirigidos a los que no (los) leen.
2- Imagino una campaña para fomentar la lectura sin interrumpir la vida cotidiana: "¿Tenés que ir al baño? ¡Llevate el diario!"
3- Supongo que no la cortan con los libros porque Industria Editorial, como su prima Industria Discográfica, lucha empecinada contra los otros soportes. Que la gente lea revistas viejas no es negocio.
4- Los lugares comunes son típicos de quien no predica con el ejemplo. No creo haberles dicho nunca a mis hijos "leer es divertido" pero recuerdo el interés que mostraban cuando, después de estar abstraído descifrando unos signos, estallaba en carcajadas.
5- mentarios. Un abrazo.

Grismar

Aquí no hay subtes (La Plata es maciza) así que no leemos.
El post da para muchas lecturas, pero apunto a una sola: pretender que un chico quiera leer porque le leen es absurdo.
La lectura escolarizada (que es la que enseña la técnica, por lo tanto la relación básica con el acto de leer) es una obligación que poco o nada tiene que ver con la "vida" (como todo en la escuela) y mucho menos con lo agradable. Los textos escolares sólo nos hacen desear ser analfabetos. El "leer" en familia acotado a un momento específico sólo aumenta esa sensación de desfasaje con el día a día. Si me siento a leerle a mi hijo pero jamás me ve no darle bolilla porque estoy leyendo (para mí) jamás pensará que en eso de leer debe haber algo interesante.
Aparte ¿cómo se llega de leerle "Caperucita Roja" a un país que se margina? (encima es roja). ¿Si le leo "El Capital" a un chico me dirán que estoy inculcándole hábitos lectores? (ya sé, estaría loca, pero es un detalle al margen)
Y más aparte, le respondería a Julián Weich que una vez leí Bucay y me sentí peor, mucho peor.
Un beso.

Pardal (Emílio)

Los niños, como las crías de nuestros primos, los primates superiores, aprenden por imitación. Se enseña mejor dando ejemplo que aleccionando. Aunque a mí, mi hija siempre me quita el libro de la mano. En su opinión, la lectura puede ocasionarme dolor de cabeza. Según ella, es mejor jugar a las casitas.

Anónimo

Anónima Kattya: La extensión de la informática no hace analfabetos; impone seguir alfabetizando igual que hace 100 o 200 años. Sobre las "porquerías" que se leen en la calle, yo leí peores (y aprendí menos) dentro de un aula... Saludos.
1+: No tengo nada que agregar a tus agudos comentarios, excepto que la campaña para llevar el diario al baño podría afectar los intereses de Industria del Papel Higiénico. Un abrazo.
Grismar: Tampoco puedo agregar más. La cuestión del ejemplo, el hábito y la imitación también la apuntan 1+ y Emilio, así que habrá que escribir otra entrada al respecto. Un beso.
Emilio: Lo dicho. Tiene razón tu hija, la lectura puede traer dolores de cabeza, pero ella ya sabe que existe algo al menos tan interesante como jugar a las casitas. Saludos.

Maun

Y como si esa forma de "promocionar la lectura" fuera poco, la primera entrada de la palabra "leer" según el diccionario de la lengua española dice:
(Del lat. legĕre).
1. tr. Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados.
Y si, no deja de ser un inmenso placer pasar la vista y entender los caracteres!!
Leer en familia? jajajaja....
Saludosss!!

Anónimo

Maun: A veces son curiosas las definiciones del diccionario. Me refiero a esa aparente distinción entre "escrito o impreso". Y los ciegos, que "pasan el tacto", ¿no leen? Pero, sí, es un placer comprender la significación de esos caracteres, aún si se tratase de una etiqueta de Milka Leger (del latín legĕre...). No tanta risa, hacete un ratito para "leer en familia" y ¡saludos!