Apremios ilegales
Hace unos días, haciendo zapping, me topé con uno de esos semidocumentales sobre terrorismo que florecieron en masa a partir del 11-S. El canal era Infinito, el canal "esotérico", donde podemos ver desde el horóscopo hasta cómo cazar fantasmas.
Dentro de los métodos adoptados por diferentes países "víctimas" del terrorismo, o sea, EE.UU., Inglaterra e Israel, me llamó la atención un innovador sistema para evitar atentados a los medios de transporte público israelíes.
Se aplica, por el momento, a los colectivos (invento argentino, según la Bersuit). Consiste en una doble entrada, el estribo para ascenso de pasajeros puede quedar cerrado entre dos puertas, creando una cabina hermética blindada, de forma tal que incluso si el terrorista de turno se inmolara, haciéndose explotar dentro de ella, los daños al resto del vehículo serían menores.
Por supuesto que al verlo en acción lo primero que me pregunté es cómo se activa, ya que no me resultó lógico que quienes porten una bomba tengan un boleto especial (que obviamente sería sólo de ida).
La televisión suele aclararnos las dudas de inmediato, el chofer del colectivo tiene al alcance de su mano el botón que pone en funcionamiento las puertas que aislan al terrorista, dejándolo aprisionado en un cubículo de no más de un metro cuadrado. Blindaje transparente, claro, para poder ver la cara del atrapado sin salida.
Como soy un poco ingenua seguí preguntándome qué es lo que pondría en acción este sistema, más allá del dato técnico del botón. La respuesta era obvia: la cara del pasajero según el criterio del chofer.
Me acordé de inmediato de la mala facha de 1+, imaginándolo allí encerrado tratando de explicar que él es argentino.
En ese mismo programa se ponía énfasis en la casi imposibilidad de reconocer a un terrorista suicida, ya que puede tratarse de un anciano o un niño, hombre o mujer, de cualquier edad y clase social.
Volví a preguntarme qué es lo que, más allá de tener cara de palestino, podría originar que el chofer encierre a algún pasajero. Si no caemos en tonterías como que "la mirada los delata" y demás absurdos, dejar en manos de un chofer de colectivo el poder de policía parece un tanto extremo, por no decir fascista.
Traté de ponerme en el lugar de ese chofer, en la responsabilidad que representa para él no sólo controlar su vehículo, el tránsito, el pasaje, los horarios, sino también detectar al que lleva la bomba. Sin duda debe ser un poco estresante, lo suficiente como para que cualquiera se la pase encerrando pasajeros.
Pensé también en ese pasajero eventual que de repente se encuentra con alguien a pocos metros de él, con la consigna "aquí hay una bomba". Por mucha confianza que tenga en sus sistemas de seguridad no me suena que se quede tranquilamente sentado viendo si explota o no.
Por supuesto que no aclararon el proceso por el cual debe pasar luego aquel a quien un chofer vio como terrorista, ni si entregarán constancias para las llegadas tarde a sus trabajos o casas de estudio, algo así como "certificamos que Fulano llega tarde por haber sido detenido por portación de apariencia".
En libre asociación recordé otro documental que vi hace unos meses, sobre "armas no letales para disolver disturbios".
Dentro de los métodos adoptados por diferentes países "víctimas" del terrorismo, o sea, EE.UU., Inglaterra e Israel, me llamó la atención un innovador sistema para evitar atentados a los medios de transporte público israelíes.
Se aplica, por el momento, a los colectivos (invento argentino, según la Bersuit). Consiste en una doble entrada, el estribo para ascenso de pasajeros puede quedar cerrado entre dos puertas, creando una cabina hermética blindada, de forma tal que incluso si el terrorista de turno se inmolara, haciéndose explotar dentro de ella, los daños al resto del vehículo serían menores.
Por supuesto que al verlo en acción lo primero que me pregunté es cómo se activa, ya que no me resultó lógico que quienes porten una bomba tengan un boleto especial (que obviamente sería sólo de ida).
La televisión suele aclararnos las dudas de inmediato, el chofer del colectivo tiene al alcance de su mano el botón que pone en funcionamiento las puertas que aislan al terrorista, dejándolo aprisionado en un cubículo de no más de un metro cuadrado. Blindaje transparente, claro, para poder ver la cara del atrapado sin salida.
Como soy un poco ingenua seguí preguntándome qué es lo que pondría en acción este sistema, más allá del dato técnico del botón. La respuesta era obvia: la cara del pasajero según el criterio del chofer.
Me acordé de inmediato de la mala facha de 1+, imaginándolo allí encerrado tratando de explicar que él es argentino.
En ese mismo programa se ponía énfasis en la casi imposibilidad de reconocer a un terrorista suicida, ya que puede tratarse de un anciano o un niño, hombre o mujer, de cualquier edad y clase social.
Volví a preguntarme qué es lo que, más allá de tener cara de palestino, podría originar que el chofer encierre a algún pasajero. Si no caemos en tonterías como que "la mirada los delata" y demás absurdos, dejar en manos de un chofer de colectivo el poder de policía parece un tanto extremo, por no decir fascista.
Traté de ponerme en el lugar de ese chofer, en la responsabilidad que representa para él no sólo controlar su vehículo, el tránsito, el pasaje, los horarios, sino también detectar al que lleva la bomba. Sin duda debe ser un poco estresante, lo suficiente como para que cualquiera se la pase encerrando pasajeros.
Pensé también en ese pasajero eventual que de repente se encuentra con alguien a pocos metros de él, con la consigna "aquí hay una bomba". Por mucha confianza que tenga en sus sistemas de seguridad no me suena que se quede tranquilamente sentado viendo si explota o no.
Por supuesto que no aclararon el proceso por el cual debe pasar luego aquel a quien un chofer vio como terrorista, ni si entregarán constancias para las llegadas tarde a sus trabajos o casas de estudio, algo así como "certificamos que Fulano llega tarde por haber sido detenido por portación de apariencia".
En libre asociación recordé otro documental que vi hace unos meses, sobre "armas no letales para disolver disturbios".
Se trata de un arma que emite rayos (no sé de qué tipo) que producen en aquellos que los reciben la sensación de estar siendo quemados. Pero, claro, sólo la sensación, no quema realmente, sólo produce dolor.
Unos cuantos valientes miembros de la milicia estadounidense sirvieron de conejillos de Indias: intentaron resistir el efecto el mayor tiempo posible, pero en pocos segundos se desbandaron. La huída fue acompañada de loas a la efectividad y promisorio futuro del arma.
Unos cuantos valientes miembros de la milicia estadounidense sirvieron de conejillos de Indias: intentaron resistir el efecto el mayor tiempo posible, pero en pocos segundos se desbandaron. La huída fue acompañada de loas a la efectividad y promisorio futuro del arma.
Motines, manifestaciones, piquetes, todo disuelto sin dejar rastro. Y por qué quedarse sólo allí, por qué no irradiar un par de kilómetros a la redonda de la Casa Blanca, o hacer hablar a aquel que quedó aprisionado en el colectivo. El alcance es inimaginable.
Recuerdo una de las premisas fundamentales de los apremios ilegales: no dejar rastro. Policía y demás fuerzas de seguridad saben cómo causar dolor sin dejar marca, para evitar posibles represalias.
Pero soy muy mal pensada, ninguna relación existe entre lograr que grupos de personas tengan que huir por sentir que se queman a la picana con cadena o el golpe a toalla mojada.
Recuerdo una de las premisas fundamentales de los apremios ilegales: no dejar rastro. Policía y demás fuerzas de seguridad saben cómo causar dolor sin dejar marca, para evitar posibles represalias.
Pero soy muy mal pensada, ninguna relación existe entre lograr que grupos de personas tengan que huir por sentir que se queman a la picana con cadena o el golpe a toalla mojada.
"Sin hacer daño" es la premisa, aunque no puedo evitar preguntarme el alcance que le dan al "daño".
Lo que me quedó claro es que se preocupan por nosotros, nada de subir a un colectivo con temor a explotar, nada de recibir una bala en una manifestación. Todo limpio, sano, tan claro como una lluvia de verano.
Lo que me quedó claro es que se preocupan por nosotros, nada de subir a un colectivo con temor a explotar, nada de recibir una bala en una manifestación. Todo limpio, sano, tan claro como una lluvia de verano.
7 comentarios:
Interesantes temas que dan para escribir en extenso (no en este comment, claro). Me pregunto cuánto puede tardar el "terrorista suicida" en adecuar sus técnicas y, por ejemplo, tirarse bajo el chasis donde no hay blindaje. El genial invento parece más bien destinado a conmover a la opinión pública y comprometer a cada israelí (por si hiciera falta) en la sospecha, la persecución, la arbitrariedad, la denuncia y la acción policial lo cual no es más que el rasgo más claramente determinante del fascismo. En cuanto a los soldados yanquis que se someten heroicamente a la tortura son los mismos imbéciles que después se quejan de que en Irak la cosa no es como se la contaron (¿los yanquis no ven su propio cine?, ¿o allá sólo repiten Combate?). No digo más. Un beso.
Yo lo que me pregunto es cómo se hace para "encerrar" al terrorista que lleva la bomba si el colectivo va lleno. ¿Tiene el conductor una especie de joystick para "atinar" exactamente en el cuerpo del suicida?. Espero que pongan ese documental por estos lares a ver si me saca de duda la cosa.
Un beso.
No tengo intenciones de visitar Israel...
Esos choferes deben recibir un curso intensivo de SPOT (Screening Passengers by Observation Technique), un invento israelí para la seguridad en los aeropuertos. Consiste en un programa de capacitación a los guardias en "psicología y desarrollo del comportamiento humano" aunque por lo que leí no tiene demasiada relación con esa materia: En un artículo dice que son sospechosos los que revolean mucho los ojos o se humedecen muy seguido los labios, pero en otro habla de las sospechas que suscitan los ojos irritados o los labios apretados; el personaje que imagino entre esos dos extremos es alguien con mansa mirada bovina y mandíbula inferior colgante... el ciudadano perfecto. Un beso.
¿"Mansa mirada bovina y mandíbula inferior colgante"? ¡Ése es un atroz terrorista entrenado para simular! ¡Chofer, aprete el botón!
Cinzcéu: abajo, arriba, misilazo, puerta trasera, ventanilla, todo indica que es una estupidez excepto por lo que decís, fascismo puro. Los soldados yanquis sólo tienen permitido ver Día de la independencia, Avión presidencial y Hombres de negro. Un beso.
Vitore: es una buena pregunta, y no hay nada que indique que podría, sobre todo si viajan "a lo argentino", 20 colgando del estribo. En la dramatización no había más que un par de pasajeros, la terrorista, una casi adolescente, estaba sola, subía lentamente, el chofer la miraba (plano a ojos revoleados), apretaba el botón y bingo, atrapada. No sé cómo se llama el documental porque ya había empezado cuando llegué, pero la tv por cable suele repetir hasta el infinito, así que si vuelvo a verlo te cuento.
1+: no importa si no vas a Israel, tené fe en la globalización. Sinceramente, si sé que me están observando para dejarme encerrada revolearía los ojos (dejándolos irritados) y apretaría los labios para no putear (y se resecarían, así que tendría que humedecerlos). O sea, soy terrorista y no me había dado cuenta.
Cinzcéu (again): yo creo que es el chofer.
Besos.
A ver cuando se inventa el detector de "pseusos liberadores en nombre de la democracia", aunque seguramente una vez detectados se dedicarán a conducir colectivos.
Saludosss!!
Maun: creo que pronto llegará al mercado el Detector Personal de Terroristas, práctico, pequeño y en variados colores. Garantizado, si en una semana no detectó al primer terrorista te devuelven la plata.
Besos.
(Si llamás en los siguientes 3' viene de regalo un práctico Detector de Violadores en Potencia)
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