Crazy (get back)
Meses atrás Crazy, mi canina compañera, ignorando todas las reglas del racismo perruno, se unió a su amigo, Patricio. La naturaleza tiene sus propias leyes, y, tiempo después, el veterinario me explicaba que "a veces pasa".
"A veces pasa" no era exactamente la razón científica del no que yo esperaba, pero entendí que era la más honesta. Simplemente no sabía, "a veces pasa", y uno se queda con la esperanza frustrada.
La primera semana de noviembre Crazy entró en un nuevo período de celo. Rápidamente los dueños de ovejeros alemanes vinieron a ofrecerme el "servicio" de sus machos. Creo que no existe un término más desagradable pero significativo. Como cada vez respondí "es decisión de ella".
Llegó entonces Graciela, una vecina lejana en todo sentido, con Rocky, un hermoso animal signado por su nombre.
En cuanto lo vió Crazy se escondió detrás mío, con un pequeño gruñido, mientras él se distraía unos minutos siguiendo el felino rastro de Janis, quien lo observaba desde la terraza más ofendida que asustada.
En cuanto lo vió Crazy se escondió detrás mío, con un pequeño gruñido, mientras él se distraía unos minutos siguiendo el felino rastro de Janis, quien lo observaba desde la terraza más ofendida que asustada.
Aprovechando el instante de distracción Crazy escapó hacia la calle, hacia la esquina, a la casa de Patricio, quien salió a tiempo para mostrar su dentadura a Rocky, que había corrido detrás de ella. Sorprendido, se detuvo, meditó la situación e intentó un avance por retaguardia, cruzando la calle, pero Patricio tenía cubiertos todos los frentes mientras Crazy, detrás de él, acompañaba con todo su cuerpo erizado, gruñendo. Escuché el grito un tanto histérico con el que Graciela intentó evitar una pelea y desperté de la fascinación que me había producido la escena para pedirles a ambos, Crazy y Patricio, que se calmaran.
Quizás por verse en desventaja, quizás por comprender que estaba de más, Rocky marcó orgullosamente territorio en la vereda de enfrente y se alejó.
"No debe estar todavía en buen momento" me dijo Graciela. "Sí, está, pero no quiere otro perro" respondí decidiendo no permitir que nadie más viniese con un macho a provocarle un momento tan desagradable. "Es raro que rechace a un perro joven de su misma raza" continuó, sin resignarse.
Lo que menos le preocupaba a Crazy era la juventud y raza, eso es cosa de humanos. Ella eligió a su amigo, y él a ella. Dicen que no existe algo así como amistad entre animales, no lo sé. Sé que entre ambos, hace años, hay confianza, cariño, complicidad, entendimiento. No sé cómo lo llamarán.
"A veces pasa" significa que a veces no pasa.
El 6 de enero el calor era un poco más benigno que en días anteriores, y aproveché para hacer un lugar para que Crazy tuviera un parto tranquilo, conciente de la proximidad de ese momento. Desde chiquita se acostumbró a dormir debajo de mi cama, es su lugar, su seguridad, pero no el mejor para parir. Eran las once de la noche cuando la escuché gemir. Intentó quedarse en el lugar que le había preparado, pero su instinto fue mayor y corrió a la protección, debajo de mi cama. Allí estaba cuando la bolsa se rompió, indicando el principio del parto, creando un pequeño lago.
Salió asustada, mirándome cuando le dije en un tono más sobresaltado del que debería "uy, ya empezó". Nerviosa empezó a correr de un lado a otro de la casa, mientras yo intentaba tranquilizarla. Empujó la puerta de una habitación semivacía en el fondo, que nunca usamos más que como depósito, y se acostó allí.
Salió asustada, mirándome cuando le dije en un tono más sobresaltado del que debería "uy, ya empezó". Nerviosa empezó a correr de un lado a otro de la casa, mientras yo intentaba tranquilizarla. Empujó la puerta de una habitación semivacía en el fondo, que nunca usamos más que como depósito, y se acostó allí.
Luego comprendí, el pacto entre ambas cuando acordamos que durmiese bajo mi cama era que jamás ensuciaría, pacto que ella respeta religiosamente. Acababa de dejar un lago, sabía que estaba mal, que eso no debía pasar, pero no pudo evitarlo. ¿Cómo explicarle que estaba bien?.
Llegué junto a ella cuando acababa de nacer su primer hijo. Lo limpiaba y me miraba con angustia. Me acerqué y descubrí que no respiraba, lo tomé, intenté que reaccionase, pero fue inútil. Comprendió que yo no estaba enojada y se tranquilizó, increíblemente en uno de los momentos más trascendentes de su vida se preocupaba por mí. Me sentí estúpidamente angustiada, por ella, por su hijo, por mí.
Entonces nació el segundo. Mientras mordisqueba su cordón el recién nacido se movía inquieto, como intentando comprender qué era lo que estaba pasando. Aproveché para sacar de allí al pequeño que no había logrado sobrevivir.
Entonces nació el segundo. Mientras mordisqueba su cordón el recién nacido se movía inquieto, como intentando comprender qué era lo que estaba pasando. Aproveché para sacar de allí al pequeño que no había logrado sobrevivir.
A lo largo de las cinco horas siguientes nacieron siete cachorros, hermosos, vitales, frágiles.
No era la primera vez que veía el nacimiento de cachorritos, pero cada vez me maravillé del mismo modo. Hay tanta sabiduría que nos supera. Entre uno y otro la naturaleza da el tiempo necesario para limpiar, acomodar y tranquilizar al recién nacido, como si la madre pudiese controlar cada nacimiento. Ellas, las irracionales, parecen tener más poder que las hembras humanas sobre la vida.
Crazy me miraba, agotada pero feliz, mientras yo tomaba a cada uno y le daba la bienvenida, agradeciendo la confianza con la que me permitía alzar a sus hijos, una confianza que debe superar todo su instinto.
Hoy tienen 25 días, los mismos que Crazy tenía cuando la conocí. Los veo tan unidos a su mamá, entre ellos, necesitándose tanto aún, que más me indigna pensar en la poca conciencia de quien vendió a Crazy. Los vamos conociendo, y nombrando, aunque sabemos que no se quedará con nosotros más de uno y aunque la idea de alejarnos de ellos nos resulta extraña, en sólo 25 días se apropiaron de nuestras vidas.
Osa Mayor, siempre investigando debajo de los muebles, Osa Menor practicando todos los tonos de ladrido, Buda siempre durmiendo y protestando cuando la despiertan, Lua con su media luna enmarcando el cuello, inquieta, y reflexiva, Dorada y su manía de trepar a todo, Tuca, tal igual a su mamá, siempre detrás de ella, y Moro, bonachón, tranquilo, con algo de Collie y lobo estepario, como su papá. Todos tan humaneros, tan distintos y tan parecidos, aprendiendo cada día a ser perros, alucinando con todo, cariñosos y traviesos, regalándonos cada minuto una sonrisa nueva.
Siempre es una maravilla la vida que se enfrenta a la tormenta.
Hoy tienen 25 días, los mismos que Crazy tenía cuando la conocí. Los veo tan unidos a su mamá, entre ellos, necesitándose tanto aún, que más me indigna pensar en la poca conciencia de quien vendió a Crazy. Los vamos conociendo, y nombrando, aunque sabemos que no se quedará con nosotros más de uno y aunque la idea de alejarnos de ellos nos resulta extraña, en sólo 25 días se apropiaron de nuestras vidas.
Osa Mayor, siempre investigando debajo de los muebles, Osa Menor practicando todos los tonos de ladrido, Buda siempre durmiendo y protestando cuando la despiertan, Lua con su media luna enmarcando el cuello, inquieta, y reflexiva, Dorada y su manía de trepar a todo, Tuca, tal igual a su mamá, siempre detrás de ella, y Moro, bonachón, tranquilo, con algo de Collie y lobo estepario, como su papá. Todos tan humaneros, tan distintos y tan parecidos, aprendiendo cada día a ser perros, alucinando con todo, cariñosos y traviesos, regalándonos cada minuto una sonrisa nueva.
Siempre es una maravilla la vida que se enfrenta a la tormenta.
6 comentarios:
Muy emotivo el relato y preciosos los cachorros. Sé lo del instinto, los genes y demás pero no deja de maravillarme cómo los animales saben sin haber aprendido. Crazy nunca había visto un parto ni hablado con nadie sobre el tema ni tomado un curso ni leído "Ser madre hoy", sin embargo sabe qué hacer. Nosotros no sabemos y a los 25 días no somos capaces de andar ni trepar sino apenas de cagarnos encima.
Mi solidaridad con Moro que, sepa o no cómo, se cría en la comunidad femenina de una madre (y eso ya es mucho), seis hermanas, una gata y una humana. Espero que Patricio le compre una pelota y lo lleve a jugar al fóbal. Un beso.
Que en los humanos la amistad esté llena de reveses, no significa que los animales no puedan cruzar tan tranquilamente esa línea que separa a los hermanos de los simples conocidos. Precisamente, hace un momento platicaba con una amiga muy querida de la responsabilidad que implica acompañarte de un animalito en tu vida. Mucha gente piensa que arrimándoles un poco de de comida, con eso basta. Pero no: al igual que con los seres humanos, no se trata sólo de vivir sino de vivir bien. Y yo le decía a mi amiga que la responsabilidad con los animales va acompañada siempre de una retribución no pedida que ellos te ofrecen generosamente: simplemente eso, atestiguar el nacimiento de nuevos seres. Me sucedió con mi gata, con la que vivimos más de diez años: al momento de parir, estaba muy confusa y corrió instintivamente a guarecerse bajo la cama, clamando por ayuda de una tarea completamente nueva y que sólo podía completar con ayuda del instinto. Me tocó recibir al primer felino y es una de las sensaciones más hermosas del mundo. Genial el post... Un abrazo
La vida nueva siempre es maravillosa y estos cachorritos no son la excepción, lástima que a través de la foto no pueda tocarlos.
¿Quiénes dicen que entre los animales no existe la amistad, los mismos que te ofrecen el servicio de un perro "de su propiedad"?
Me conmovio tu historia, sobre todo por que en mi familia últimamente los cachorros sobran, empezamos con dos y se han ido multiplicando, ya nacieron 4 camadas y en casa de mi madre no han podido desaserse de todos cuando nacen, siempre se quedan con uno, pero ese que se queda se encarga de multiplicarse con los que ya estaban y lo último y mas extraño fue la cruza de una pastor aleman de 10 años de edad con un jack rusell terrier , de los cuales ya hay varios mas.
Lo interesante de esta proliferación de canes en casa de mi madre, es en todo loque nos mueven a pensar, esto del instinto en los animales mas que irracionalidad como lo pretende ubicar el ser humano, es mas el seguir con fidelidad tu propia naturaleza, para lo que fuiste creado. El ser humano desgraciadamente no hace esto, insiste en ir en contra de su naturaleza y ha llamado instinto a lo que no lleva ni una gota de razón. Cuando nuestras mascotas nos han demostrado ser 100% razonables siguiendo fielmente su propia naturaleza dándole así sentido a su existencia.
Un beso y felicidades por tan hermosas palabras.
http://mbgenvozalta.blogspot.com
http://rboexpediente.blogspot.com
Cuánto podemos aprender los humanos de los animales...!! y pensar que hay tantos que intentan "humanizarlos" .
Hermosa la foto de familia perruna!! Saludosss!!
Cinzcéu: los humanos supimos qué hacer por varios milenios, después nos civilizamos.
Moro te agradece, pero aquí hay alguien que cuando te leyó dijo "epa", no sé si porque te olvidaste de él o porque tomó conciencia de su realidad. Un beso.
Mario: la responsabilidad es enorme, nos bancan el malhumor, el cansancio, hasta el olvido, y siguen confiando y estando.
1+: es una pena que a través de una foto no puedas tocarlos, ni escucharlos, ni verlos actuar (sobre todo ahora que entraron en la etapa en la que pueden ser considerados armas de destrucción masiva) pero ya inventarán un soft que lo permita (sino, cuando andes por la ciudad de los tilos avisame y te los presento).
Mariluz: viendo lo que los humanos le hacemos a nuestro hábitat autoproclamarnos razonables es una paradoja. Perdimos lo más razonable del ser animal por querer ser racionales. Gracias por tu visita, iré a leerte.
Maun: intentan humanizarlos mal, si ellos ya se humanizan muchísimo solos para poder convivir con nosotros. Cuánto podríamos aprender incluso de nosotros mismos si recordásemos que también somos animales.
(Disgresión: detesto ver animales "vestidos").
Besos a todos.
Comentar lo acá dicho