Aguante la amistad
El último post de Patricio Bazán, "Friends will be Friends", y sus comentarios, me incitaron a escribir uno. En principio era sólo un comment en su blog, pero comprendí que sería un abuso por su extensión. Podría haber apelado al poder de síntesis, pero cuando se tienen ganas de escribir, se escribe.
Un par de veces viví experiencias similares a la que relata en un comentario, reencuentros con ex amigos, compañeros o algo en los cuales el nombre y recuerdo de alguien no corresponde con quien tenemos adelante (tampoco nosotros somos quien ellos recordaban), especialmente con quienes no veíamos desde la adolescencia y más que reencuentros parecen remakes, quedando la sensación de que muchos de ellos pretenden ser aún aquel adolescente gritón, hormonal y adrenalítico, aunque con unas décadas de más resulte un tanto patético.
En su comentario Patricio se refiere a los "amigos" virtuales y recuerdo haber tenido la misma sensación en reencuentros con gente con la que me comunicaba por mail o chat, especialmente salas de chat en las cuales alguna vez me sentí cómoda y parte, y al regresar después de un tiempo me pregunté cómo podían seguir con las mismas charlas, las mismas jodas, los mismos jajaja que me hacían dudar de que alguien realmente se estuviese riendo.
Supongo que en esas reuniones juega mucho el querer volver a ser quien y quienes ya no se es, pero lo que en realidad me quedó picando del post de Patricio (y cada vez que lo escucho/leo) es el término "amigo".
Reconozco que mi relación con la amistad ha sido varias veces del tipo "síganme, no los voy a defraudar" por lo que me cuesta bastante confiar en su existencia y, por lo mismo, es una relación que valoro y respeto mucho y me molesta ver cómo se la bastardea. No Patricio, por supuesto, ni casi todo aquel que habla de ella (con excepciones, claro), más bien se trata de un bastardeo de origen.
La culpa es de la lengua. Según la Real Academia, amistad es "afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato". Según yo, además de que jamás es "desinteresado" (otro término bastardeado) ya que siempre implica un interés, y de que se aplica a otras relaciones (de pareja, por ejemplo), no es lo que nos une con tantos a los que alguna vez llamamos "amigo". De hecho yo tengo un afecto personal, puro y desinteresado que nació y se fortaleció con el trato con muchos a quienes jamás llamaría amigos, hasta con el kiosquero (no es peyorativo, es un gran tipo). También con algunos blogger que leo y valoro, de un modo distinto al que se puede valorar un buen libro porque se da aquello de "compartido...se fortalece con el trato", y aunque en ambos casos, libros y blogs, "son lo que escriben y uno los elige así" (Patricio dixit) nadie llamaría amigo a Cortázar, porque no suele respondernos.
El problema es que no se inventó la palabra adecuada, aunque todos sabemos que cuando requerimos un amigo lo buscamos en un ámbito personal, íntimo y privado.
Término bastardeado que usamos como explicación para poner la relación en un nivel más bajo que otras, diciendo que alguien, por ejemplo, es "sólo" un amigo, por aquello de dejar la sexualidad de lado (aunque no conozco relación de pareja que sobreviva mucho sin amistad). Por alguna razón nadie se ofende si le dicen que es ex-pareja, cuando eso es lo que es, pero llamar "ex-amigo" a alguien aunque no lo veamos hace treinta años suena ofensivo, en todo caso es un viejo amigo al que no vimos en mucho tiempo, pero ¿no era que se fortalecía con el trato? ¿no es que las re-uniones suelen mostrar que ya no somos los que éramos? Para pasar a la categoría de ex-amigo debe mediar una discusión, no hay separaciones amistosas (paradójicamente).
Apelamos a un arsenal de epítetos, descripciones o aclaraciones del tipo "es un amigo de verdad" (¿los otros serán de mentira?), o caemos en un agujero negro para definir a quienes son algo más que conocidos, pero sin llegar a ser amigos. Sino, simplemente, llamamos a todos del mismo modo, tanto al que no vemos hace años (ni tenemos interés en hacerlo) pero cuando nos encontramos está todo bien como al compañero de trabajo con quien también compartimos un café aunque jamás llamaríamos cuando estamos bajoneados, al que estuvo al lado para sostenernos cuando nos caíamos y al que se acordó de llamarnos en un cumpleaños, aquel con quien contamos para llorar de risa o de angustia y aquel con quien podemos llorar de risa. Pero no es culpa nuestra, no hay palabras que ubiquen un espacio vital para cada uno.
Por principio desconfío de cualquiera mayor de 25 años que dice tener decenas de amigos, no desconfío de él, sino que sospecho que hablamos en distinto idioma.
Por principio también me siento incómoda cuando alguien se refiere a mí como "mi amiga" cuando yo no siento serlo, pero como de hecho soy mi única incondicional amiga no dudo en decirme que tales extremos son sólo productos de mi historia y no leyes universales.
Quizás todos aquellos a los que se llama amigos, con quienes compartimos buenos momentos, complicidades, afecto y respeto son en realidad amigos, y lo que no existe es un término para esa otra relación única y profunda de confianza, apertura, vulnerabilidad, empatía, simbiosis, entrega, que con mucha suerte alguna vez en la vida logramos.
Entre el millón de amigos que quería Roberto Carlos y el amigo que no está del Tema de Pototo hay varios abismos. Según los abismos de cada uno lo que ve es simple garúa o definitivo diluvio.
Un par de veces viví experiencias similares a la que relata en un comentario, reencuentros con ex amigos, compañeros o algo en los cuales el nombre y recuerdo de alguien no corresponde con quien tenemos adelante (tampoco nosotros somos quien ellos recordaban), especialmente con quienes no veíamos desde la adolescencia y más que reencuentros parecen remakes, quedando la sensación de que muchos de ellos pretenden ser aún aquel adolescente gritón, hormonal y adrenalítico, aunque con unas décadas de más resulte un tanto patético.
En su comentario Patricio se refiere a los "amigos" virtuales y recuerdo haber tenido la misma sensación en reencuentros con gente con la que me comunicaba por mail o chat, especialmente salas de chat en las cuales alguna vez me sentí cómoda y parte, y al regresar después de un tiempo me pregunté cómo podían seguir con las mismas charlas, las mismas jodas, los mismos jajaja que me hacían dudar de que alguien realmente se estuviese riendo.
Supongo que en esas reuniones juega mucho el querer volver a ser quien y quienes ya no se es, pero lo que en realidad me quedó picando del post de Patricio (y cada vez que lo escucho/leo) es el término "amigo".
Reconozco que mi relación con la amistad ha sido varias veces del tipo "síganme, no los voy a defraudar" por lo que me cuesta bastante confiar en su existencia y, por lo mismo, es una relación que valoro y respeto mucho y me molesta ver cómo se la bastardea. No Patricio, por supuesto, ni casi todo aquel que habla de ella (con excepciones, claro), más bien se trata de un bastardeo de origen.
La culpa es de la lengua. Según la Real Academia, amistad es "afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato". Según yo, además de que jamás es "desinteresado" (otro término bastardeado) ya que siempre implica un interés, y de que se aplica a otras relaciones (de pareja, por ejemplo), no es lo que nos une con tantos a los que alguna vez llamamos "amigo". De hecho yo tengo un afecto personal, puro y desinteresado que nació y se fortaleció con el trato con muchos a quienes jamás llamaría amigos, hasta con el kiosquero (no es peyorativo, es un gran tipo). También con algunos blogger que leo y valoro, de un modo distinto al que se puede valorar un buen libro porque se da aquello de "compartido...se fortalece con el trato", y aunque en ambos casos, libros y blogs, "son lo que escriben y uno los elige así" (Patricio dixit) nadie llamaría amigo a Cortázar, porque no suele respondernos.
El problema es que no se inventó la palabra adecuada, aunque todos sabemos que cuando requerimos un amigo lo buscamos en un ámbito personal, íntimo y privado.
Término bastardeado que usamos como explicación para poner la relación en un nivel más bajo que otras, diciendo que alguien, por ejemplo, es "sólo" un amigo, por aquello de dejar la sexualidad de lado (aunque no conozco relación de pareja que sobreviva mucho sin amistad). Por alguna razón nadie se ofende si le dicen que es ex-pareja, cuando eso es lo que es, pero llamar "ex-amigo" a alguien aunque no lo veamos hace treinta años suena ofensivo, en todo caso es un viejo amigo al que no vimos en mucho tiempo, pero ¿no era que se fortalecía con el trato? ¿no es que las re-uniones suelen mostrar que ya no somos los que éramos? Para pasar a la categoría de ex-amigo debe mediar una discusión, no hay separaciones amistosas (paradójicamente).
Apelamos a un arsenal de epítetos, descripciones o aclaraciones del tipo "es un amigo de verdad" (¿los otros serán de mentira?), o caemos en un agujero negro para definir a quienes son algo más que conocidos, pero sin llegar a ser amigos. Sino, simplemente, llamamos a todos del mismo modo, tanto al que no vemos hace años (ni tenemos interés en hacerlo) pero cuando nos encontramos está todo bien como al compañero de trabajo con quien también compartimos un café aunque jamás llamaríamos cuando estamos bajoneados, al que estuvo al lado para sostenernos cuando nos caíamos y al que se acordó de llamarnos en un cumpleaños, aquel con quien contamos para llorar de risa o de angustia y aquel con quien podemos llorar de risa. Pero no es culpa nuestra, no hay palabras que ubiquen un espacio vital para cada uno.
Por principio desconfío de cualquiera mayor de 25 años que dice tener decenas de amigos, no desconfío de él, sino que sospecho que hablamos en distinto idioma.
Por principio también me siento incómoda cuando alguien se refiere a mí como "mi amiga" cuando yo no siento serlo, pero como de hecho soy mi única incondicional amiga no dudo en decirme que tales extremos son sólo productos de mi historia y no leyes universales.
Quizás todos aquellos a los que se llama amigos, con quienes compartimos buenos momentos, complicidades, afecto y respeto son en realidad amigos, y lo que no existe es un término para esa otra relación única y profunda de confianza, apertura, vulnerabilidad, empatía, simbiosis, entrega, que con mucha suerte alguna vez en la vida logramos.
Entre el millón de amigos que quería Roberto Carlos y el amigo que no está del Tema de Pototo hay varios abismos. Según los abismos de cada uno lo que ve es simple garúa o definitivo diluvio.
6 comentarios:
Es cierto! Hay demasiadas acepciones de "amigo"... En la calle: "Le cuido el auto, amigo?". Confesión íntima: "El amigo no me respondió". En la literatura: "El amigo americano". En la tele: "Amigos son los amigos"... Uno tendría que optar por resignarse a la vaguedad del término, o defender a ultranza la restricción de su uso. Yo nunca termino de decidirme por lo último, que sería lo que corresponde. Porque, por ejemplo, si no los pienso a vos a Cinzcéu como amigos, no se me ocurre como carajo pensarlos...
Cuando a pesar del tiempo, la distancia...la vida misma que nos separa o nos aleja, seguimos sintiendo esa ´"relación profunda de confianza, apertura, vulnerabilidad, empatía, simbiosis, entrega.." entonces ahí reconozco a un amigo o mejor dicho: siento la amistad (o como quieran llamarlo). Ojalá Grismar sienta lo mismo que yo siento, sería un orgullo para mi. Saludosss!!!
La "amistad" es un término políticamente correcto que expropia el nombre del tipo de relación que valorás como auténtica y profunda. Hay variedad de aplicaciones: el millón de amigos que desea Roberto Carlos, el epíteto usado por el lumpen cuida- autos, el de quien invita a toda su libreta de mail a sumarse a Hi5 ("Your Friends. Your World") y así. Un fenómeno particular es el que se da en ese mundo extraño que es la TV y, dentro suyo, el de los políticos profesionales. Toda esa gente tiene una cantidad ilimitada de amigos que, normalmente, suele cagarse entre sí de un modo rotundo aunque jamás definitivo. Y quedan otros usos francamente retorcidos: una nación que nos compra grano o nos vende gasoil es un país "amigo", en una acepción que prescinde por completo del carácter desinteresado y me constituiría en "amigo" del fulano que me paga por un laburo o me cobra por un churrasco.
Hace un par de meses me dejaron sendos mensajes unos amigos (?) de mi tardía adolescencia/ primera juventud en plan de una re-unión. Salvaje como soy, no les respondí. Acerca de las re-uniones, tan caras a la afectividad social, siempre recuerdo un comentario de Alejandro Dolina respecto de una supuesta re-unión de viejos camaradas juveniles: estaban todos tal cual los recordaba, el único que no estaba era yo.
Muy buen artículo con mejor final. Un beso.
Muy piola el artículo.
Coincido con la postura general del post y con casi todo su contenido je. Muy bueno, la verdad.
Saludos.
Excelente entrada, para variar... Algún día encontraremos un equivalente al concepto de "amigo", sin tener que aclarar si es "íntimo" o de esos que se cuentan con los dedos de una mano.
Agradezco la mención; casi me muero del susto al ver mi nombre!
Mi idea inicial fue la de generar algún tipo de inquietud en la gente lúcida o, más bien, de servir de disparador para alguna reflexión de mayor porte. Creo haber logrado ese objetivo.
Un abrazo.
PD: ¿cómo quedó esa muñeca? Espero que bien.
Me he sentido especialmente identificado con tu frase: "Por principio desconfío de cualquiera mayor de 25 años que dice tener decenas de amigos,..."
Cuando yo digo, sin vergüenza y con orgullo, que tengo pocos amigos, es porque tengo pocos amigos. ¿Me hace eso más pobre de espíritu? ¿Doy mas penita por tener tan pocos? Ni lo sé, ni me importa. Los amigos lo son, no se tienen como se tiene un jarrón. Excelente post como siempre. Para reflexionar. Besos.
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