Cálculos históricos
En nuestros siglos XX y XXI la edad de cada cual puede medirse en términos de tecnologías, de número de tecnologías sucesivas que fuimos atravesando. Tal método hubiera resultado inútil a lo largo del milenario medioevo e incluso durante los siglos de la llamada modernidad. Dos grandes objetivos básicos se ha dado la educación pública del último siglo y medio en términos de programa formal: que los alumnos aprendan a leer y escribir y a sacar cuentas. Y hoy quiero hablar de sacar cuentas.
Cuando inicié mi escolaridad primaria ya sacaba cuentas muy básicas mentalmente. La escuela me obligó a registrar sobre papel lo que ya calculaba sin registro y, junto con ello, me brindó técnicas de cálculo que me permitieron sacar cuentas más complejas. Aprendí a dividir cifras como 175249 por 2243, a obtener un resto bajo el cual dibujar un firulete e incluso a ejecutar pruebas de confianza del resultado.
Poco después inicié mis estudios secundarios, curiosa denominación que bien podría leerse en relación a los estudios principales. En aquel ámbito secundario aprendí dos cosas respecto del cálculo aritmético: una técnica intelectual para redondear cálculos difíciles con un aceptable margen de practicidad y el uso de una herramienta llamada regla de cálculo que consistía en aproximar resultados en base a la relativa fiabilidad del ojo humano. Continúo utilizando eventualmente la primera pero hace décadas que la segunda es un mero instrumento de museo. Creo que pasó a retiro vitalicio un par de meses después de que me enseñaran su uso, porque ya despuntaba en el horizonte la entonces muy rara y muy cara calculadora electrónica.
Con una calculadora, pronto barata y masiva, uno pudo calcular cualquier raíz a nivel del millonésimo y, por lo tanto, a mis 12 ó 13 años, quedaban ridiculizados mis ingentes esfuerzos de un par de años atrás por calcular sobre papel una boludez tal como la raíz cúbica de 1000 y también la menos boluda de 7927. La calculadora resolvía todos los cálculos tediosos y sólo hacía falta saber cómo articularlos a fin de obtener resultados prácticos aplicados a un problema concreto. Pero yo sabía qué cosa calculaba la calculadora más rápido y exacto de lo que podía calcularlo yo.
Durante 1979 liquidé sueldos y jornales sobre unas largas y anchas planillas manuscritas y la calculadora fue mi auxiliar imprescindible, mi secretaria ejemplar. Hacia 1980 conocí a su rival definitiva, la computadora, que ya no se disciplinaba al criterio del operador sino que tenía sus propios criterios almacenados y sólo había que cargar los datos e iniciar su proceso. No había por entonces, al menos en mi nivel de empleado/ operador, espacio de interacción más allá de la tecla enter. Y sus secretos eran a tal nivel inexpugnables que cualquier otra tecla podía conducir a un desastre que alguna vez materialicé de puro curioso.
Poco después dejé de liquidar sueldos y jornales (me echaron por exceso de curiosidad) y pasé a trabajar en investigación por encuestas. Entre otras cosas coordinaba la sistematización y codificación de los datos que entonces debía ajustarse a las fatídicas doce posiciones por columna de la tarjeta perforada; durante muchos años, ya perimido tal sistema y por mera inercia intelectual, tendía a codificar entre 0 e Y (0= Ninguno; X= Otros; Y= NS/ NC). Parte de mi tarea era el clean-up, nombre gringo para la rectificación de los cien errores derivados de una imperfecta programación del proceso.
Pasó todavía una década antes de que me sentara frente a una computadora que yo pudiera operar con mediana inteligencia: los 80 aún fueron de los grandes emprendimientos comerciales o de las vanguardistas Commodore domiciliarias. Hacia 1990 trabajaba en el turno noche de un hospital público y tenía largas horas para encender y explorar (ambas cosas me estaban prohibidas) la única y reciente PC instalada en su Dirección de Estadística que, en rigor, aún no se usaba para nada útil. En los muchos ratos libres que me dejaba la confección de fichas manuscritas o la operación de una vieja Lexicon 80, investigaba esa rareza informática a partir del saber previo de un simio escolarizado.
Por fin en 1991 me compré una AT 286 y, en términos de cálculos, instalé una versión del Quattro Pro (Borland) for DOS que entonces descubrí como la última y definitiva maravilla. Diseñé y armé planillas de todo tipo y calculé hasta la máxima pavada imaginable. Era el juguete nuevo, escoba nueva barre bien, dicen. Y barre tan bien que la mayor parte de las humildes planillas que desde 2000 en adelante diseñé en versiones de Excel for Windows, se basan en aquellos arduos aprendizajes bajo un soft para DOS que ofrecía menos soluciones automáticas que los saberes previos que requería.
Me pregunto con qué calcularía Pitágoras hace milenios y con qué Galileo, Newton, Pascal, Gauss, Einstein, todos anteriores a las grandes facilidades actuales que de algún modo son hijas de sus grandes esfuerzos. Y me pregunto cuánto sirven estas facilidades a quienes no han recorrido cierto camino intelectual hacia la obtención de un resultado aritmético. Ninguno de aquéllos habría aceptado como verdad última esa respuesta tan común por parte de operadores contemporáneos: el sistema esto, el sistema lo otro, acá no me figura, etc. A veces creo que quien defiende que el sistema da saldo 0 ante un crédito de 200 y un débito de 150, no sólo cumple con su lugar de vocero necio y literalmente irresponsable sino que, además, no ha sido educado en términos de cálculo alguno sino en meras lecturas de resultados en pantalla. Apretar un botón para que dé un número no puede ser ninguna operación seria de conocimiento sobre nada. A veces temo que, fuera de los especialistas formados en el tema, sea la única a nivel masivo.
Ya se ha dicho: somos enanos sobre los hombros de gigantes. El problema es que no reconozcamos cuán enanos somos, qué recorrido histórico ha hecho gigantes de tipos de lo más enanos y dónde carajo estamos hoy parados y expuestos a la lluvia que caerá.
7 comentarios:
En un capítulo de los Simpsons, Homero engorda para trabajar desde su casa y maneja la seguridad de la planta nuclear con un pajarito mecánico que teclea enter. En Lost se debe ingresar, por intervalos, una serie numérica que permite salvar el mundo, pero no se sabe de qué, ni que acción obstativa opera el código. La mayoría de los que manejan una pc, la utilizan como máquina de escribir y para navegar en internet. Se sabe que las liquidaciones de la AFIP o las estadísticas del INDEC son mentirosas, pero por comprobación empírica.De adolescente me tenía que hacer 90 kms. para ver en la Cinemateca del San Martín "El Ciudadano", hoy es posible bajarla de intenet, pero nadie recuerda quién es Orson Welles. El recórd de bajadas lo debe tener "El hombre araña" o algo así. Cualquier duda es resuelta por la Wikipedia. La ciencia, el arte, el conocimiento no son preocupaciones contemporáneas. La curiosidad intelectual ha sido aplanada. La única sabiduría radica en el dedo que aprieta la tecla que le indicaron como correcta. En una de ésas, al revés de Lost, estamos contribuyendo a destruír el mundo.
Diálogo laboral:
-Mire (porque me tratan de usted), tengo que enviar sólo 2 páginas de este PDF de 40 hojas. ¿No me ayuda?
-El Acrobat tiene la opción Extraer páginas, ¿te acordás?
-Ahhh.. (con cara de no tener ganas de molestarse). La otra opción es pasárselas por fax...
-Entonces imprimíselas y mandáselas por fax (y dejame de joder).
-Ah, buenísimo! Gracias.
- .....
Nota: no es un caso aislado...
Moraleja: ¿Para qué pensar una solución, si se puede recurrir a otro para que nos haga las cosas?
Llámese Google, eMule, Rapidshare, etc.
Excelente post.
Una anécdota que quizás venga al caso (y si no, pido permiso para abusar de este espacio): Hace muy poco, el mes pasado, la empresa donde trabajo, a pesar de una evidente crisis de personal en mi sector por una extrañísima coincidencia de vacaciones, licencias varias, enfermedades y accidentes, nos obligó a tomar un curso de ¡8 hs.! para "aprender a usar" un nuevo software; yo intenté excusarme argumentando que era más útil poniendo al día todo el trabajo atrasado, pero mis excusas fueron rechazadas. Como yo ya sabía, el software es una tremenda pelotudez: arma gráficos y diversas presentaciones a partir de tablas preexistentes, o sea nada que uno no pueda hacer con Excel; la diferencia es que el operador no tiene que cargar fórmulas ni nada y la única herramienta con la que cuenta es un menú estandarizado. Al finalizar el curso, y luego de ser felicitado por haber entendido todo tan rápido y bien [¿?], atiné a indagar sobre algo que para mí era básico: "Todo muy lindo, pero... no nos dijeron con importar las tablas para poder hacer todo esto". La respuesta: "Ah, no, ustedes no están autorizados a hacer eso. Si alguno quiere una tabla tiene que pedirla y, si la empresa me autoriza, se las bajo yo" [¿¿??]. A ver si queda claro: los datos surgen de un programa al que sí todos tenemos acceso y desde el que sí podemos exportarlos a Excel y llegar, a través de nuestro conocimiento e ingenio, a un resultado similar... No sé, yo ya no entiendo dónde estamos ni mucho menos adónde vamos. Un abrazo.
Miguel: No conocía ese detalle en Lost, a ver si al final resulta ser una serie hiperrealista. No seas pesimista, por ahí los miles de Homeros que sólo apretan la tecla están salvando al mundo, aunque no se sepa bien de qué. Se dice que la curiosidad mata al gato y no es cosa de andar probando si, además, mata al humano.
Saludos.
Patricio: ¡Pero no le dijiste qué tecla tenía que apretar! Así es lógico que el tipo prefiera el obvio botón del fax. Entiendo que el A. Reader (el único que tengo) no tiene esa función pero, gracias a tu diálogo laboral, descubrí otra que permite copiar texto y pegarlo en Word u otro, cosa que me resulta muy útil. ¡Mirá vos!
Saludos.
1+: Tu anécdota parece calcada de mi laburo, con excepción del curso. Todos accedemos a un sistema (horrible) que alberga miles de datos pero carece de acceso a las bases: hay que pedirlas a terceros y confiar a ciegas en su calidad. Eso sí, si apretás un botón (son palabras del Director) salen estadísticas que nadie sabe cómo calcula ni para qué sirven.
Un abrazo.
Muy bueno el post.
Yo voy a lo básico ... creo que en primer año del secundario o los últimos grados de la primaria, no te dejaban utilizar la calculadora, sino que había que calcular todo "a mano" o "a cerebro" digamos. Cálculos que, desde luego, no eran tan complicados.
Pero luego, conforme fueron pasando los años de secundaria, ante la falta de práctica, y el acostumbramiento a la utilización de la calculadora, después me costaba hacer un cálculo básico, o tardaba el doble (eso más por la falta de práctica supongo).
Algo similar, pasa con la escritura, pero ahi voy a leer el otro post.
Saludos.
Cosas cosas cosas, y luego nos preguntan porque no usamos la imaginación.
Esperando no aburrirlos, y no abusar, les platicaré algunas experiencias.
Estudié la ostentosa y apantalladora carrera (al menos de nombre) de matemáticas aplicadas a computación, y lo que más me gustó era que la clase decía: axiomas, teorema, demostración; proposición, demostración; Ejercicio: Demuestre el siguiente teorema, o la siguiente igualdad; es decir, entender y demostrar las cosas usadas y por usar, y así desarrollar la capacidad de pensar, de razonar y de entender, en eso se iba la clase, no digo que fácil pero feliz (aunque a veces no tanto).
Total, un buen día llegaron mis amigos de ingeniería a pedirme que les ayudara con un exámen de estadística (para entregar) y digo, "va"; según ellos estaba difícil, según yo no lo estaba, así que quedó rápido (aún explicandoles) y les fue bien. Final feliz.
Pasó el tiempo, ahora estaba en mi primer empleo, como desarrolador de sistemas y me encomendaron la tarea de realizar un programa que detectara el rostro de una persona en una fotografía para realizar un recorte automático de la imagen, así que empecé a hacer lo que había aprendido; investigar y tratar de entender como funcionaban las cosas, desde como estaba formada una imagen en formato jpg, la representación de los colores en binario, étc., y al momento de presentarle mis avances a mi jefe (yo muy orgulloso de lo que había aprendido) me dice: "Deja eso, eso no me interesa, eso ya está hecho y hay gente que lo entendio y desarrolló.Sólo usa estas librerías y con ellas se debe poder hacer lo que necesitamos".
A lo que voy, es que normalmente en las propias universidades se da énfasis en la creatividad y el uso de las herramientas, pero se deja de fomentar el trabajo de investigación, nos enseñan en muchos casos a aprender y no a razonar. Eso si, egresamos profesionistas pero no con la capacidad necesaria para crear. Y después al llegar a una empresa nos dan otras herramientas con la consigna de usarlas y aplicarlas, no más, "... y así sumergidos en la 'apasionante' labor de usar una PC y teclear 'Enter' vamos colaborando con nuestro granote de arena para hacer de éste nuestro mundo un mundo mejor".
Y luego nos preguntan porque no usamos la imaginación.
Agustín: Su comentario no aburre ni abusa sino que aporta productivamente al tema. Aprender a pensar o saber repetir: supongo que de eso se trata toda estrategia educativa de cualquier nivel. Muchas gracias por la lectura y por el aporte.
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