miércoles, agosto 02, 2006

Causas y azares

Cerca de Bucarest un joven ateo comunista observaba a su mujer, una hermosa judía rumana, y a sus hijos. Era la década del 20 y poco después el Partido Comunista sería declarado ilegal, pero él aún no lo sabía, sólo intentaba sobrevivir a la salvaje represión contra las agitaciones campesinas de las que participaba. Decidió entonces cruzar el Atlántico hacia ese extraño país del cual le habían hablado cuyo nombre le sonaba un tanto divertido: Argentina.
En la Orense gallega un joven anarquista y su mujer, gitana y cristiana hasta las lágrimas, discutían acaloradamente el destino de sus dos hijas adolescentes. Ante un futuro incierto y una pobreza cada día más asfixiante su mujer no tuvo más argumentos, tuvieron la lucidez de vislumbrar lo que luego sucedería. Sus hijas se embarcarían hacia el país en el que años antes se habían establecido sus tíos.
Las dos hermanas, de 14 y 15 años, se despidieron sin suponer que jamás volverían a ver a sus padres, viviéndolo como una aventura. Su madre las encomendó a Dios, su padre a sus propias vidas, aferrándose a la idea de que en Argentina, la hija pródiga de España, tendrían un futuro digno. Las adolescentes también desconocían que en ese mismo barco en el cual la tercera clase se apiñaba disputándole lugar a las ratas viajaba un joven pontevedriano que cumpliría 20 años en medio del Atlántico, quien decidió por sí mismo ver de qué se trataba eso de la vida argentina.
Rumana, la hija menor de ateo y judía, decidió irse a vivir sola a los 15 años y convertirse al catolicismo, el cual jamás profesó. Con una vida demasiado liberal para las normas morales de la época conoció a un criollo, descendiente de alguno que tuvo que ver con la fundación de Santiago del Estero y a los pocos meses se casaron. Él se ganaba la vida trabajando en el ferrocarril, ella como maestra. Su único hijo siguió el camino materno, convirtiéndose en uno de los pocos maestros varones de esa época.
La gallega menor, con un carácter digno de su padre y un misticismo materno que mezclaba cruces con lecturas de manos, se encontró por casualidad con aquel joven con el que compartió el viaje sin saberlo. Se casaron en cuanto ella hubo cumplido los 16. Él era empleado en el Jockey Club, en el cual veía reunirse cada día a los ciudadanos VIP. Su hija mayor se recibió de maestra a los 17 años.
Cada mañana tomaban el mismo tren, ella, con sus 17 años, para dar clase en una pequeña escuela en una villa empantanada a 30 km de su casa, él, que prefería viajar sin guardapolvo para evitar miradas extrañadas, para dar las suyas en una del centro de una ciudad a 45 km. Cada mañana se miraban en silencio.
Quizás por haber reunido el valor o porque la proximidad al fin de año lectivo lo hizo comprender que las únicas opciones eran quebrar el silencio o perderse mutuamente, un día él le dijo "hola". Un año después se casaron y tuvieron 3 hijos, dos varones y una niña. Sobrevivieron a la filiación al Partido Socialista de él, a la tendencia radical de ella, al ateísmo acérrimo de él, al catolicismo por tradición de ella, a gobiernos peronistas y dictaduras.
Su hija, ya mujer, observa a su hijo de 12 años mirando por televisión la noche libanesa luego del brutal ataque israelí, en silencio. Él sabe que no es un juego de video, que allí están asesinando y no comprende por qué. Ella lo mira recordando su "sangre", sangre de rumanos, gitanos, criollos, gallegos, comunistas, judíos, ateos, anarquistas, católicos, sangre que pudo tener algo de negra, musulmana o aymara, qué importa, sangre impura, sangre que le permite ser libre, decidir quién ser, no ver la pureza de nadie, sólo quién es, no ver razas ni religiones, sólo individuos y políticas.
Agradeciendo su impureza contuvo la angustia y la impotencia y se sentó frente a su PC para escribir un post antes de la lluvia.

7 comentarios:

Anónimo

Pues termino de llorar con el final de "Vientos de agua" y vuelvo a lagrimear con tu "Causas y azares". Quería probar a escribir un poco, luego de casi un mes de mucho trabajo y poca imaginería, pero aquí estoy, de nuevo tragando saliva. A veces bloguear es ser lector, callarse y acumular emociones, vibrar con las historias de otros. Me felicito por haberlos conocido. Tu relato acarició hasta los huesos de mi pasado. Cada día más bello, más sencillo y auténtico este blog. Escribiré otro día. Hoy puedo dormir tranquilo. Los colegas, los compañeros siguen cuidando el fuego.

Cinzcéu

Yo, en cambio, sólo tengo sangre leonesa, gallega, vasca y francesa.Aunque lo leonés deriva de lusitano y (dice mi padre) judío o (digo yo) árabe o gitano. "Imagine there's no countries..." cantaba un anglosajón junto a su esposa japonesa.
Hermoso, oportuno y sabio post, Grismar (y de paso, saludos al regresado Mono que ha de ser congocalabrés).

Vitore

Precioso post grismar; bien emocionante. Si nos parásemos a pensar que las ramas primeras..., más bien que el tronco primero del árbol genealógico humano es el mismo prehomínido o mono sapiens, no nos creeríamos tan diferentes todos de todos.
Enhorabuena otra vez por esta bella entrada. Chau.

Marcos Bauzá

Este post me conmovió profundamente Grismar. Es imposible no verse reflejado en las historias de esas personas, tal vez porque al fin y al cabo todos somos un poco parecidos y un poco distintos.

Grismar

Querido Mono: siempre una alegría leerlo, aquí o allá. Es verdad que a veces bloguear es ser lector y callarse, pero a veces el silencio no es la intención y no nos queda otra: otra vez no puedo dejar comentarios en tu blog. Me encantó tu poema, aunque se corta y la página se convierte en algo blanco sobre el cual no puedo decir nada. Pero te lo gritaré desde mi terraza.
Cinzcéu: ud. siempre me desconcierta ¿cómo sangre leonesa? ¿no era geminiano?
Maun: es una pregunta que asusta, cómo se irá modificando nuestra descendencia. Ojalá se modifique lo suficiente como para parar la lluvia.
Vítore: andá a explicarle a un KKK o a un neonazi que desciende de un africano...
Marcos: sí, todos somos un poco parecidos y un poco distintos. Lástima que siempre vemos la diferencia como algo a modificar, no a aceptar.
Besos a todos.

Anónimo

un abrazo, Grismar...
preciosos post...
y es que el futuro será rizomatico o no será...

Inconclusa

hace poco alguien me decía que había reinvindicado mis orígenes, y yo le contestaba que sólo había reflexionado sobre ellos, había pensado esa explosiva mixture que los que cruzaron el atlántico no se imaginaron... se me puso la piel de gallina, también por la impotencia, porque el dolor no puede ser reinvindicado por el origen, el dolor es dolor al igual que la injusticia

saludos