La noche de los lápices
El 16 de septiembre de 1976 las Madres aún no se conocían, cada una vivía su infierno a solas, recorriendo desesperada aquellos lugares en los cuales pudiesen darle información del paradero de sus hijos secuestrados por fuerzas militares, paramilitares o policiales. Aquellos lugares en los que se conocerían y unirían. Hijos y Abuelas eran aún para esas Madres una idea inconcebible.
En las calles nadie hablaba de las 3 D: democracia, dictadura, desaparecidos.
El reclamo por el boleto secundario había sido un excelente elemento de unión de los estudiantes, una pequeña lucha enmarcada en otra mucho mayor.
La ciudad de La Plata, ciudad universitaria, ciudad de estudiantes, era un objetivo militar, “nido de terroristas y zurditos” diría alguna vez el torturador y asesino Miguel Etchecolatz antes de pronunciarse víctima y preso político.
En las primeras cinco horas de ese 16 de septiembre de hace treinta años grupos militares secuestraron a seis estudiantes de diferentes escuelas secundarias platenses. Los testimonios de las torturas a las que fueron sometidos ocupan muchas páginas del documento "Nunca más" y la memoria de miles.
Aunque no fueron ellos los únicos desaparecidos en La Plata ni en Argentina ni fue sólo uno el sobreviviente de aquella Noche de los lápices ideada por el genocida Ramón Camps, se convirtieron en el símbolo de la peor barbarie.
Pero no eran símbolos. Eran seis jóvenes estudiantes con sueños, proyectos y el mismo dolor, temor, deseos y derecho a la vida que vos y yo. Seis jóvenes que lucharon por un mundo sin lluvia.





En las calles nadie hablaba de las 3 D: democracia, dictadura, desaparecidos.
El reclamo por el boleto secundario había sido un excelente elemento de unión de los estudiantes, una pequeña lucha enmarcada en otra mucho mayor.
La ciudad de La Plata, ciudad universitaria, ciudad de estudiantes, era un objetivo militar, “nido de terroristas y zurditos” diría alguna vez el torturador y asesino Miguel Etchecolatz antes de pronunciarse víctima y preso político.
En las primeras cinco horas de ese 16 de septiembre de hace treinta años grupos militares secuestraron a seis estudiantes de diferentes escuelas secundarias platenses. Los testimonios de las torturas a las que fueron sometidos ocupan muchas páginas del documento "Nunca más" y la memoria de miles.
Aunque no fueron ellos los únicos desaparecidos en La Plata ni en Argentina ni fue sólo uno el sobreviviente de aquella Noche de los lápices ideada por el genocida Ramón Camps, se convirtieron en el símbolo de la peor barbarie.
Pero no eran símbolos. Eran seis jóvenes estudiantes con sueños, proyectos y el mismo dolor, temor, deseos y derecho a la vida que vos y yo. Seis jóvenes que lucharon por un mundo sin lluvia.





