domingo, mayo 31, 2009

¿Campañas o proyectos?: el regreso

Escenas de la entrega anterior:
En la agenda que el kirchnerismo fija de la noche a la mañana, acaba de aparecer la falsa propuesta de debatir un Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Se sabe que tal operación oportunista se enmarca en la disputa que el gobierno mantendría con los grandes medios y con el Grupo Clarín en particular; se sabe que a este último le ha condonado deudas y aprobado nuevas fusiones monopólicas; se sabe que le ha extendido por decreto y por muchos años las licencias públicas que usufructúa; y se sabe que mañana, tras espurios acuerdos, todo podría pasar al olvido.

El artículo 1 del proyecto, "Alcance", afirma que "El objeto de la presente ley es la regulación de los servicios de comunicación audiovisual" y el artículo 2, "Carácter y alcances de la definición" -la cual no ha tenido lugar en el anterior- sostiene que "La actividad realizada por los servicios de comunicación audiovisual se considera una actividad de interés público". Bien dicho y -valga la redundancia- ya dicho en el artículo 4 de la vigente ley 22.285. No obstante, sigo ignorando el alcance de la definición de tales "servicios", que jamás se hace. El artículo 4, que se llama "Definiciones", promete resolver todas mis dudas:
"A los efectos de la presente ley se considera: Comunicación Audiovisual: la actividad cultural cuya responsabilidad editorial corresponde a un prestador de un servicio de comunicación audiovisual, o productor de señales o contenidos cuya finalidad es proporcionar programas o contenidos con el objeto de informar, entretener o educar al público en general a través de redes de comunicación electrónicas. Comprende la radiodifusión televisiva, hacia receptores fijos, hacia receptores móviles, como así también servicios de radiodifusión sonora, independientemente del soporte utilizado, o por servicio satelital; con o sin suscripción en cualquiera de los casos".
Si hubiera un modo de redactar una definición de varias líneas para definir poco y nada, sería éste. Falacias lógicas, oscuridades y tautologías me dejan en ascuas respecto de, por ejemplo, si debería solicitar una licencia para poder seguir publicando en este espacio. Que la comunicación audiovisual comprenda la televisiva no dice nada respecto de qué otras pueda comprender, si es que comprende algunas otras. Que la comunicación audiovisual comprenda la radiofónica es al menos curioso pues yo hace décadas que escucho radio y nunca identifiqué su componente visual.
Algo más: si el objetivo no fuese informar, entretener o educar sino, digamos, adoctrinar, persuadir, seducir, engañar, desmoralizar o cualesquiera otros tan frecuentes en la comunicación social, ¿quedarían tales actores sociales por fuera de la definición? Sigo leyendo, sólo para corroborar que la cosa empeora:
"Radiodifusión: la forma de radiocomunicación destinada a la transmisión de señales para ser recibidas por el público en general, o determinable. Estas transmisiones pueden incluir programas sonoros, de televisión y/u otros géneros de emisión, y su recepción podrá ser efectuada por aparatos fijos o móviles".
No comprendí casi nada. ¿El público en general o determinable en qué grado?, ¿incluye al receptor determinado de un llamado telefónico?. ¿Acaso los programas sonoros no incluyen a toda la televisión? -al respecto importa citar la curiosísima especificidad de la radiodifusión televisiva que comprendería "señales audiovisuales con o sin sonido" (sic). ¿Y los aparatos de recepción no son todos móviles? -yo a veces llevo la radio al baño y el televisor al dormitorio. ¿Pero qué significa radiocomunicación?
"Radiocomunicación: toda telecomunicación transmitida por ondas radioeléctricas".
Muy bien. Aunque me cuesta mucho articular con lo anterior porque la definición de comunicación audiovisual hablaba de "redes de comunicación electrónicas" las cuales exceden el uso del espectro radioeléctrico e incluirían, por ejemplo, la conexión a internet por hilo de cobre o fibra óptica, mediante las cuales hace años se emite programación radiofónica y televisiva, entre una cantidad creciente de muchas otras cositas sonoras o audiovisuales. Además, si la radiocomunicación se define por su transmisión mediante ondas radioeléctricas y la radiodifusión es sólo una de sus formas, ¿debo interpretar que el proyecto legisla sobre el espectro radioeléctrico o que incluye redes electrónicas y/u otras? Pero entonces las cosas se complican:
"Radiodifusión por suscripción: toda forma de comunicación primordialmente unidireccional destinada a la transmisión de señales para ser recibidas por público determinable, mediante la utilización del espectro radioeléctrico o por vínculo físico, indistintamente, por emisoras o retransmisoras terrestres o satelitales".
Primordialmente no define nada y contribuye bastante a la confusión. Pero lo relevante es que aquí aparece un vínculo físico opuesto -como si el aire, o el éter como se decía antes, fuera menos físico que un cable- al espectro radioeléctrico que da por tierra con lo anterior: ahora dicen que hay una radiodifusión -recordemos: una forma de radiocomunicación; recordemos: mediante ondas radioeléctricas- que no utilizaría el espectro radioeléctrico.
Luego, ya no sabemos de qué cosa se habla y eso que recién estamos empezando con el artículo 4 de 148.
He seguido leyendo salteado en busca de los temas que son caballito de batalla de un supuesto progresismo: combate a la monopolización de licencias, gratuidad de la transmisión del fútbol, abolición de la publicidad abusiva, apertura amplia de la emisión. Como "Todas las voces, todas" que pregonara Armando Tejada Gómez hace cuatro décadas -también como "Un sólo mundo, voces múltiples" que, hace tres, Sean McBride suscribiera bajo el auspicio de la UNESCO-, resulta declaración general de intenciones que, a veces, alcanzaba el estatus de poesía popular.
Pero en el proyecto de ley nada es como se recita, livianamente, en sus defensas político -¿o poético?- generalistas. Todo parece indicar que el paquete de artículos se reduce a la punta de una lanza que, en medio de la batalla, nadie se detiene a leer qué marcas lleva inscriptas. Pero ¿cuál batalla?, ¿la de quién?, ¿contra quién?
Y ya creo oir: "Pero al final ¿estás contra el gobierno nacional y popular y con la dictadura de los monopolios?". Y ya respondo a lo que creo oir: estoy contra todas las opciones falaces que se presentan como opuestas y cerradas -por ejemplo y por supuesto, la del millonario ultraliberal Francisco de Narváez quien dice que el proyecto es el principio del fin de la libertad de expresión; pero también la del gobierno nacional sumido en desesperada campaña sucia- porque en definitiva no son más que los matices ilusorios de una única y fuerte lluvia que nos va a caer.

6 comentarios:

Cinzcéu

Esta parrafada me sobró. No supe cómo insertarla bien y me alargaba la entrada por lo cual la uso para ampliar mi propio artículo:
La cantinela progresista afirma que tras 25 años de régimen democrático no puede continuar una norma de la dictadura, la ley 22.285 (1980, Gral. Jorge R. Videla), por obsoleta y por ilegítima. Es discutible. Este país tuvo gobiernos de variada ilegitimidad durante unos 40 años de los últimos 80 y muchísima legislación vigente se sancionó durante esos períodos. ¿Habría que derogarla toda por esa única razón? Es más: ¿habría que derogar la vigente ley 1.420 de educación común promulgada hace 125 años (1884, Gral. Julio A. Roca) por un gobierno genocida, electo por una minoría ínfima en comicios fraudulentos?
De ningún modo defiendo la actual ley 22.285 sino que considero que lo obsoleto y lo ilegítimo son aspectos a analizar y precisar, no unos argumentos suficientes para votar a cuatro manos y a libro cerrado cualquier cosa que se proponga en su lugar. Y respecto de esta falacia, sólo dos cositas más: en el articulo 4 del proyecto, la definición de "Película nacional" remite sin más a los términos de la ley 17.741 (1968, Gral. Juan Carlos Onganía); en el 5 dice que "Para la interpretación de los vocablos y conceptos técnicos que no estén previstos en la presente, se tendrán en cuenta las definiciones contenidas" en la ley 19.798 (1972, Gral. Alejandro A. Lanusse), ambas vigentes, por supuesto.

Severian

Me identifico con lo que llamás la cantinela progresista, pero porque no creo que nadie esté hablando de votar a libro cerrado, sino de discutir la ley punto por punto. Quiero decir al menos yo entiendo que la discusión sobre una nueva ley de comunicaciones se supone abierta, para que de una puta vez haya un buen debate acerca del tema y se vote una ley democrática. Democrática no en el sentido superficial de no haber sido promulgada por la dictadura, sino en el de estar basada en algo más pluralista que los intereses de quienes tienen circunstancial acceso a los resortes del poder.

(un poco fuera de tema: tengo oido por ahí que el primer Congreso de la era post-proceso paso por una larga tarea de "refrendar" o algo así los decretos-ley de los militares, con el objeto de evitar que cualquier juicio se cayera bajo una demanda de inconstitucionalidad. No se si es correcto, pero suena bastante razonable ...se non è vero è ben trovato.)

Cinzcéu

Severian: Lo de la cantinela progresista tiene un claro sentido peyorativo. Es extraño que te identifiques con ella cuando abogás por discutir el proyecto y por un buen debate (en el seno del cual podremos acordar o disentir) porque me refiero exactamente a lo contrario: a la completa voluntad de no abrir ninguna discusión ni debate. Ayer, investigando un poco posiciones ni oficialista- kirchneristas ni opositora- ultraliberales, me encontré con una página de una tal Red Eco Alternativo que da cuenta del foro- acto realizado hace un mes en Sociales de la UBA y suministra varios enlaces a diversas críticas al proyecto. Entre otras cosas, dice: "La modalidad de los foros convocados desde el gobierno (más allá de que los encuentros configuran simplemente actos políticos) permite, en el mejor de los casos, exponer propuestas pero no abrir el debate". Eso mismo digo, y también que "todo podría pasar a un definitivo olvido", como señalé en la primera parte de este artículo- folletín. Quien quiera oir, que oiga esas otras campanas de sonoridad bastante atenuada, y no estoy elucubrando mano negra alguna sino reconociendo la marginalidad de toda tercera posición (con perdón del término).
Y hablando de un debate "punto por punto", valga este ejemplo de la estafa que media entre la letra del proyecto y su amañada divulgación: se habla de que el fútbol va ser gratis por la TV abierta pero el proyecto dice algo bastante más oscuro y muy mucho diferente. ¿Por qué hablo del fútbol cuando el tema excede en mucho el punto? Porque el gobierno lo hizo caballito de batalla en medio de su campaña electoral adelantada y engaña de un modo escandaloso al respecto. Es evidente que el ciudadano futbolero más o menos ajeno a la política y -muchísimo más- al análisis de proyectos de ley se quedará con los "apoyos" del Diego, Apo y Víctor Hugo que constituyen "apoyos" a cuestiones que la propuesta no menciona, no especifica o claramente elude.
Un poco por fuera del tema, no me consta lo de "refrendar" leyes de la dictadura por el parlamento del 84 pero me suena completamente creíble y molto ben trovato.
Gracias por la lectura.

Severian

Lo de la cantinela progresista tiene un claro sentido peyorativo. Es extraño que te identifiques con ella cuando abogás por discutir el proyecto y por un buen debate (en el seno del cual podremos acordar o disentir) porque me refiero exactamente a lo contrario: a la completa voluntad de no abrir ninguna discusión ni debate.

Pongamoslo asi: con lo que me identifico es con una discusion publica que lleve a una nueva ley de medios, no porque la anterior haya sido aprobada por la dictadura, sino porque objetivamente, si permite que existan empresas que se aduenhan de la opinion publica como hace Clarin, esa ley es una mierda. Y quise decir es que, entre la gente que comparte esa opinion, la mayoria de los comentarios que he leido paseando por blogs y paginas hueb, apuntan a discutir un proyecto de ley de medios aqui y ahora, no a levantar la mano como pavotes para aprobar este asi como esta.

Por lo menos para mi esta claro que para el gobierno esto no es mas que una pulseada mas con Clarin, y que podrian olvidarlo manhana si los novios arreglan nuevamente. Precisametne lo del aqui y ahora del parrafo anterior viene porque la discusion podria olvidarse tan rapidamente como aparecio. La existencia de un gobierno enfrentado a los grandes medios crea una oportunidad unica, un momento ideal para las terceras posiciones (a rio revuelto....).

Miguel Dao

Me parece lúcido lo de Severian, y a un nivel más amplio es la posición que adopto. En vez de denunciar el discurso del gobierno como mera retórica contingente, tomarlo como si fuera serio y obligar a que sea consecuente con él y lo profundice. Claro que el "obligar" suena un poco ilusorio desde los escasos medios con que uno cuenta para hacerse oír. Pero creo en que la práctica social cotidiana todavía puede tener alguna incidencia.

Cinzcéu

Severian: Eso ya está dicho. La 22.285 es una mierda, principalmente por las más de doscientas modificaciones que le ha hecho "la democracia", entre ellas el Decreto 527/05 del gobierno de Néstor Kirchner que le extendió por una década el usufructo de licencias al Grupo Clarín y a otros varios. El Proyecto no dice nada acerca de su derogación y así lo reclaman una decena de organizaciones que deliberan al respecto. Entonces, levantemos la mano: derogación ya del kirchnerista Decreto 527/05 -más liberal y derechista que la 22.285 de la dictadura- para poder avanzar seriamente respecto del tema.

Miguel: Lo de Severian y tu propia posición no van más allá de una honesta batalla reformista por cambiar el signo del discurso gubernamental: "obligar" al gobierno a que se haga cargo de su retórica y accione en consecuencia. Bien, pero no se conoce caso histórico en que tal estrategia haya rendido algún fruto. La práctica cotidiana puede corroer, apenas, un poquito, el poder, pero a condición de su completa independencia política. Si no, ahí tenés cientos de patéticos blogs que juegan el juego de la independencia, y aún de la autarquía, pero no son más que el eco programado de la voz política del Poder Ejecutivo y de las estrategias del PJ, Néstor y Cristina. Saludos.