La Patagonia trágica, rebelde o kirchnerista
Es sábado a la madrugada y acabo de ver por Canal 7, la televisión pública según su indiscutible eslogan, el largometraje documental Querida Mara, cartas de un viaje por la Patagonia, emitido en el ciclo denominado Ficciones de lo real, nombre muy buen puesto, complejo, paradójico y reflexivo, hay que admitirlo. Agarré el film ya empezado pero igual puedo permitirme el comentario porque no soy un profesional de la crítica ni esto es una columna de espectáculos (aunque he leído y sufrido lo opuesto: un crítico profesional que llega tarde, lo confiesa y, no obstante, publica un juicio lapidario: en fin).
Querida Mara es obra del barilochense Carlos Echeverría -director y co-guionista entre otros rubros- y su fecha de producción resulta incierta. El film explicita un "octubre de 2008" lo cual es bastante precisión pero un medio chileno dice "2001, aunque el programa aparece como 2007" y la mayor base de datos mundial del discurso audiovisual en su entrada al director afirma 2009. No importa: ha de ser uno de esos laburos artesanales que insumen una trabajosa década y se van mostrando de a poco, cuando se va pudiendo.
Querida Mara tematiza las condiciones de vida y trabajo del obrero rural contemporáneo. La realización hace centro en un tal José Luis, proletario correntino de Curuzú Cuatiá, trabajador golondrina que migra miles de kilómetros para prestar servicio en el sur de este vasto, desértico y recontra puto país. José Luis es un muy buen y versátil obrero que, con igual eficiencia, esquila ovejas en la Patagonia o levanta paredes en Buenos Aires. Nunca puede levantar cabeza, visto la magnitud de la plusvalía que le extraen (esto lo digo yo, pero es obvio). En Curuzú Cuatiá no hace nada excepto hijos y relaciones amorosas, afectivas, familiares, amistosas, paternales, con su señora, su familia y sus vecinos, todos compañeros de clase: no hace nada excepto su vida.
Y hablando de clase, la película es buena no sólo porque está bastante bien hecha sino porque, en definitiva, resulta clasista en su desarrollo y cierre narrativos. José Luis sabe que es proletario y que eso lo distancia y diferencia de su contratista: cuando la convocatoria para una próxima esquila suena incierta -se comprueba promesa falsa- argumenta ante su mujer que el patrón defiende sus intereses: implícitamente, no los de José Luis y su prole, claro. Luego va a rezarle al Gauchito Gil en lugar de refundar la Internacional: y está bien porque es un film documental y no una instrucción bolchevique.
Digresiones o no tanto. El film me recordó dos experiencias de vida, muy distintas pero ambas patagónicas. La primera me rememoró una aproximación esencialmente romántica en su inocencia originaria pero frustradora de ilusiones y generadora de comprensiones hace allá tres décadas. Por entonces, me fui hasta General Roca -véase el nombrecito del pueblo- a fin de "trabajar" en la cosecha de la manzana. Las comillas significan la distancia entre fantasía y realidad, ni más ni menos. En General Roca pasé todo un día con dos peones muy parecidos al José Luis de Querida Mara que me enseñaron, con su mera práctica y su mejor disposición, un par de cosas: que yo no era para nada igual que ellos pero que me parecía más a ellos que a su patrón, el cual se parecía bastante al mío. Diferencias de grado que no son menores: salario sin vales, jornada laboral, cobertura médica, agua caliente, luz eléctrica, calefacción, una cama digna. Todas estas ignominias que sufría el peón rural en plena dictadura de los 70 (yo lo ví, che, no jodan) las sigue sufriendo el peón rural del siglo XXI según registra y dice Echeverría.
La segunda digresión es más digresiva. Hace unos 15 años ví en un bar universitario, centroestudiantil, un film acerca del único desaparecido en la ciudad de Bariloche: Juan: como si nada hubiera sucedido datada en 1987. Quise verla porque refería al único período de mi vida vivido en Bariloche (nunca más) en función de mi pertenencia a las Fuerzas Armadas (nunca más) debido a esa cosa degenerada que se llamaba servicio militar o colimba: período durante el cual uno perdía todos sus derechos y quedaba sometido al capricho de un bruto fascista, en general, enfermo mental. El documental me gustó por más que me decepcionara (pura demanda privada, obvio) en mostrar poco y nada a los hijos de mil puta que supe conocer en carne propia. ¿Por qué esta digresión? Porque Juan: como si nada hubiera sucedido es un buen laburo de hace dos décadas del mismísimo Echeverría: un tipo, parece, persistente y coherente respecto de un enfoque y una ética político- artística a lo largo de veinte años; y de una obsesión documentalista- regional. Es decir, un fenómeno medio raro visto el resto de lo que hay.
Buena parte de Querida Mara transcurre en el interior de la provincia de Santa Cruz, en estancias superexplotadoras de mano de obra durante la esquila, bajo condiciones laborales que no se subrayan con afán panfletario sino que se dejan leer a través de las imágenes documentadas y los dichos de patrones contratistas y peones estacionales. En ocasión de una visita a Puerto San Julián, aislada e indigna visita de los obreros a cierta lejana urbanidad, se hace explícita la referencia a la masacre perpetrada por el yrigoyenista (al menos en su fidelidad a su comandante político) Coronel Héctor Varela contra peones que se levantaron ante condiciones de trabajo iguales a las que hoy, otros peones, sufren en la misma región, bajo los mismos o análogos patrones.
En la televisión pública que ha puesto en el aire valorables envíos de muy diversa índole (y no es ironía), Querida Mara es un punto a favor de la difusión de ciertos trabajos que difícilmente pudieran llegar a un público masivo vía la televisión privatizada y regida por la pauta del rating.
Ahora bien, Canal 7 y Ficciones de lo real cierran sin hacerse algunas preguntas necesarias que me gustaría dejar aquí: ¿Quién gobernó Santa Cruz durante la última década del siglo pasado y parte de éste y, en apariencia (según muestra el documental), no cambió nada en las relaciones de superexplotación entre estancieros y peones rurales respecto de las últimas nueve décadas? ¿Y quién gobernó (a un mismo tiempo: personalmente la Nación y Santa Cruz a través de personeros) durante los últimos seis años sin que, en apariencia, haya habido algún cambio al respecto? ¿Puede un gobierno progresista y popular durante casi dos décadas de gestión refrendada cada vez por el voto masivo no imponer un digno estatuto del peón rural para la provincia e, incluso, no velar por el respeto de la ley nacional de contrato de trabajo? (un día hablaré del creciente trabajo en negro en la Administración Pública Nacional pero hoy priorizo al recontra jodido peón rural reducido a su pobre subsistencia).
En la televisión pública se acaba de decir lo que muchos ya sabíamos: sí, puede, y también puede versear con una incontrastable redistribución del ingreso y tantas otras mentiras. Entretanto, el peón golondrina migra para ser explotado hoy en la esquila y mañana en la construcción; es puro cuerpo laburante sin más derecho que el de, bajo el paraguas que le mienten, votar y esperar la inminente lluvia.
Querida Mara es obra del barilochense Carlos Echeverría -director y co-guionista entre otros rubros- y su fecha de producción resulta incierta. El film explicita un "octubre de 2008" lo cual es bastante precisión pero un medio chileno dice "2001, aunque el programa aparece como 2007" y la mayor base de datos mundial del discurso audiovisual en su entrada al director afirma 2009. No importa: ha de ser uno de esos laburos artesanales que insumen una trabajosa década y se van mostrando de a poco, cuando se va pudiendo.
Querida Mara tematiza las condiciones de vida y trabajo del obrero rural contemporáneo. La realización hace centro en un tal José Luis, proletario correntino de Curuzú Cuatiá, trabajador golondrina que migra miles de kilómetros para prestar servicio en el sur de este vasto, desértico y recontra puto país. José Luis es un muy buen y versátil obrero que, con igual eficiencia, esquila ovejas en la Patagonia o levanta paredes en Buenos Aires. Nunca puede levantar cabeza, visto la magnitud de la plusvalía que le extraen (esto lo digo yo, pero es obvio). En Curuzú Cuatiá no hace nada excepto hijos y relaciones amorosas, afectivas, familiares, amistosas, paternales, con su señora, su familia y sus vecinos, todos compañeros de clase: no hace nada excepto su vida.
Y hablando de clase, la película es buena no sólo porque está bastante bien hecha sino porque, en definitiva, resulta clasista en su desarrollo y cierre narrativos. José Luis sabe que es proletario y que eso lo distancia y diferencia de su contratista: cuando la convocatoria para una próxima esquila suena incierta -se comprueba promesa falsa- argumenta ante su mujer que el patrón defiende sus intereses: implícitamente, no los de José Luis y su prole, claro. Luego va a rezarle al Gauchito Gil en lugar de refundar la Internacional: y está bien porque es un film documental y no una instrucción bolchevique.
Digresiones o no tanto. El film me recordó dos experiencias de vida, muy distintas pero ambas patagónicas. La primera me rememoró una aproximación esencialmente romántica en su inocencia originaria pero frustradora de ilusiones y generadora de comprensiones hace allá tres décadas. Por entonces, me fui hasta General Roca -véase el nombrecito del pueblo- a fin de "trabajar" en la cosecha de la manzana. Las comillas significan la distancia entre fantasía y realidad, ni más ni menos. En General Roca pasé todo un día con dos peones muy parecidos al José Luis de Querida Mara que me enseñaron, con su mera práctica y su mejor disposición, un par de cosas: que yo no era para nada igual que ellos pero que me parecía más a ellos que a su patrón, el cual se parecía bastante al mío. Diferencias de grado que no son menores: salario sin vales, jornada laboral, cobertura médica, agua caliente, luz eléctrica, calefacción, una cama digna. Todas estas ignominias que sufría el peón rural en plena dictadura de los 70 (yo lo ví, che, no jodan) las sigue sufriendo el peón rural del siglo XXI según registra y dice Echeverría.
La segunda digresión es más digresiva. Hace unos 15 años ví en un bar universitario, centroestudiantil, un film acerca del único desaparecido en la ciudad de Bariloche: Juan: como si nada hubiera sucedido datada en 1987. Quise verla porque refería al único período de mi vida vivido en Bariloche (nunca más) en función de mi pertenencia a las Fuerzas Armadas (nunca más) debido a esa cosa degenerada que se llamaba servicio militar o colimba: período durante el cual uno perdía todos sus derechos y quedaba sometido al capricho de un bruto fascista, en general, enfermo mental. El documental me gustó por más que me decepcionara (pura demanda privada, obvio) en mostrar poco y nada a los hijos de mil puta que supe conocer en carne propia. ¿Por qué esta digresión? Porque Juan: como si nada hubiera sucedido es un buen laburo de hace dos décadas del mismísimo Echeverría: un tipo, parece, persistente y coherente respecto de un enfoque y una ética político- artística a lo largo de veinte años; y de una obsesión documentalista- regional. Es decir, un fenómeno medio raro visto el resto de lo que hay.
Buena parte de Querida Mara transcurre en el interior de la provincia de Santa Cruz, en estancias superexplotadoras de mano de obra durante la esquila, bajo condiciones laborales que no se subrayan con afán panfletario sino que se dejan leer a través de las imágenes documentadas y los dichos de patrones contratistas y peones estacionales. En ocasión de una visita a Puerto San Julián, aislada e indigna visita de los obreros a cierta lejana urbanidad, se hace explícita la referencia a la masacre perpetrada por el yrigoyenista (al menos en su fidelidad a su comandante político) Coronel Héctor Varela contra peones que se levantaron ante condiciones de trabajo iguales a las que hoy, otros peones, sufren en la misma región, bajo los mismos o análogos patrones.
En la televisión pública que ha puesto en el aire valorables envíos de muy diversa índole (y no es ironía), Querida Mara es un punto a favor de la difusión de ciertos trabajos que difícilmente pudieran llegar a un público masivo vía la televisión privatizada y regida por la pauta del rating.
Ahora bien, Canal 7 y Ficciones de lo real cierran sin hacerse algunas preguntas necesarias que me gustaría dejar aquí: ¿Quién gobernó Santa Cruz durante la última década del siglo pasado y parte de éste y, en apariencia (según muestra el documental), no cambió nada en las relaciones de superexplotación entre estancieros y peones rurales respecto de las últimas nueve décadas? ¿Y quién gobernó (a un mismo tiempo: personalmente la Nación y Santa Cruz a través de personeros) durante los últimos seis años sin que, en apariencia, haya habido algún cambio al respecto? ¿Puede un gobierno progresista y popular durante casi dos décadas de gestión refrendada cada vez por el voto masivo no imponer un digno estatuto del peón rural para la provincia e, incluso, no velar por el respeto de la ley nacional de contrato de trabajo? (un día hablaré del creciente trabajo en negro en la Administración Pública Nacional pero hoy priorizo al recontra jodido peón rural reducido a su pobre subsistencia).
En la televisión pública se acaba de decir lo que muchos ya sabíamos: sí, puede, y también puede versear con una incontrastable redistribución del ingreso y tantas otras mentiras. Entretanto, el peón golondrina migra para ser explotado hoy en la esquila y mañana en la construcción; es puro cuerpo laburante sin más derecho que el de, bajo el paraguas que le mienten, votar y esperar la inminente lluvia.
13 comentarios:
La televisión pública es de lo mejorcito que hay, la verdad. Le falta un poco de difusión y gancho quizás, así que muchas veces no me entero de las cosas interesantes que dan, pero me ha salvado algunas noches de embole en la costa atlántica.
Un placer leerte, Cinzcéu, como suele ser. Podría comentar algo más pero me está viniendo un dolor de cabeza atroz. Debe ser la lluvia.
Vine hasta acá porque nos hemos "encontrado" algunas veces en la casa virtual de Gabriel...
No sé. Es mucha la pena. Amanezco huérfana.
Perdón...
Dolor de cabeza atroz, mucha pena, amanecer huérfano... ¡pero yo no quería eso, por favor, discúlpenme!
Nacho: No creo que la TV pública sea de lo mejor (a mí 678 me parece tan bueno o tan malo como RSM), sí que pone algunas de las mejores cosas exhibibles. El tema es muy complejo y me parece que gestión pública o privada, por ahora, no alcanza a resolverlo. Gracias por tu acertado leer, como suele ser.
Julieta: En la casa de Gabriel muchos nos hemos encontrado (y el tipo... nunca un mate, sólo agradecimientos, cortes y puntadas; ¿será por lo virtual?). Pedís "perdón..." ¿por qué?, ¿por la pena y la orfandad? Bueno, siempre son parte de todo esto que se hace escrito.
Gracias por tu leer y comentar.
Perdón por mi ignorancia, dicen que dijo alguna vez un escritor. Acabo de comprender el comentario de Julieta y me avergüenza mi desconocimiento del caso, aunque quizás, mi ignorante respuesta podría haber sido suscripta por Gabriel, Gabriel Báñez, cuyo blog figura a la derecha bajo su justo nombre de "Corte y confección".
Perdón, Julieta, por desayunarme tan tarde. No tengo muchas más palabras, sólo sentimientos confusos, dolores y enigmas intraducibles del tipo "¡¿Pero por qué carajo?!" que, se sabe, no tienen respuesta coherente alguna.
La puta madre que lo parió: de verdad que no somos nada pese a que somos; y que somos nuestra escritura, también.
Quizás te dedique una entrada, Gabriel, quizás no, pero valga este comentario lateral, ajeno, fallido (esto último te hubiera gustado) y los pocos cruces textuales que tejimos, aquí o allá. Hasta siempre, maestro.
Y perdón, Julieta, por responderte sin saber: es lo que solemos hacer, hibiera dicho, tal vez, Gabriel.
Todo esto en crudo y perplejo, claro.
muy buen documental. mi hermano vivio esa situacion, viajó con algunos de los peones q se ven. ÉL viajó no por necesidad sino queria tener una experincia y ver como se sufria el trabajo como esquilador. La verdad q cuando vi el documental fue tal como me lo habia contado mi hermano, tuve una gran emocion y pena por los trabajadores q lo hacen por una gran necesida y porq este pais no dan posibilidades d una vida mejor.
Será que algun día alguien se ocupará de que haya mejoras con este trabajo? yo creo q alguien como trabajador rural merece las mejores condiciones d vida para este sacrificado trabajo. Porfavor q haigan leyes y amparo para este trabajo!
laura videla de SANTA ROSA LA PAMPA
Laura: Tiendo a ser hipercrítico -máxime del usualmente malo cine argentino- pero coincido en que éste es un buen documental. Respecto de quién se ocuparía de estos peones desamparados, tienen una federación sindical (UATRE) cuyo líder es el compañero Gerónimo Venegas, miembro de las históricas 62 y activo militante de Unión-Pro, De Narváez y demás explotadores que ensayan tácticas payasadas televisivas. Hoy opuestos a los Kirchner, ayer aliados, mañana quién sabe: lo único constante es la pésima condición laboral y salarial del peón rural durante el último siglo.
Pareciera que de los trabajadores deberán ocuparse los trabajadores mismos, o bien nadie.
Saludos y gracias por su lectura, testimonio y comentario.
(qué bueno que Laura comentó en el medio porque me sentiría aún más incómodo de lo que estoy escribiendo en este hilo de comentarios si no)
Nunca vi 678, aunque sé de qué la va. No lo decía por ese programa sino por otros. El 7 tiene el 100% de los programas que me dan ganas de prender la televisión y sintonizarla en un canal de aire (Visión 7 internacional, el de Capusotto, algunas películas que dan a la noche, y ahora también 31 minutos). Cada vez que paso por los otros 4 canales abiertos siento casi sin excepción vergüenza ajena.
De acuerdo en que el caracter estatal o "público" de un canal no es de por sí solución al tema televisión, simplemente constato que en el canal que es público he encontrado lo mejorcito de entre la oferta televisiva abierta en los últimos tiempos. No tiene por qué ser así siempre, ni siquiera. Pero quizás, al menos en determinados contextos, ese modo de propiedad/administración algunas puertas abre (¿mientras cierra otras?).
Saludos.
Nacho: Comparto tu incertidumbre respecto de lo "estatal o público" (cambié de lugar las comillas en homenaje a la honesta prédica docente de la Graziano que teorizó, imaginó y fracasó en la "articulación" de intereses). Este modo de administración/ gestión algunas puertas abre y muchas otras cierra, por supuesto. Y anotá porque no voy a repetirlo: el Canal 7 kirchnerista es de mejor calidad que el menemista, sin dudas. El resto..., y bué.
La única solución al "tema televisión" (y servicios de comunicación audiovisual en general) es la derrota final del rating, la competencia comercial y el capitalismo. No está a la vuelta de la esquina, claro, está un poquitito más lejos. Bastante más lejos.
Otra opción es tomar la televisión contemporánea como fenómeno emergente de una sociedad, ésta, y preguntarse por qué y por qué no.
Saludos.
"Crudo y perplejo"
Gracias por compartir sentimientos. Gracias por su comentario en mi blog.
Lo supe siempre. Desde siempre. Tenía 15 años y mi libro de cabecera era "El oficio de vivir" de Cesare Pavese.
Siempre supe que puede llegar el instante en el cual las palabras ya no nos resacatan.
Creo que la proximidad, lo cotidiano y el afecto me empujaron a la confusión.
Cuando las palabras ya no rescatan... se dice "hasta la vista" de ese modo.
Un abrazo.
Eh, todo es show antikirchnerista acá, loco!!! Cuando volvemos a los análisis inteligentes???
...Aunque en realidad vine a retribuírte la salutación por el día, dejáme que te rete un poco yo también.
Abrazo
Julieta: No tiene por qué agradecerme: yo le agradezco haber traído acá tal noticia. Las palabras nunca rescatan del todo y, a veces, en algún momento, se impone lo impronunciable real. Y le agradezco su entrada al respecto en la cual no leo más confusión que la propia de lo humano. La suya ha sido una muy digna manera de decir "hasta la vista" y de aportar a una memoria que siempre nos llora. Un abrazo.
Miguel: ¿Volver a los análisis inteligentes? ¿Estás seguro de que no te estás confundiendo de sitio?
Si querés retame, ok, pero yo nunca te he retado (¡ya estamos grandes para eso!) sino opinado. Y como sos un tipo inteligente y reflexivo, hacés caso a (triples) opiniones más o menos fundadas.
Retribuyo tu saludo retribuido y te mando otro abrazo.
A todos: Esta humilde entrada, por razones muy variadas, ameritó una gran diversidad temática de sus comentarios: está muy bien pero no recuerdo caso semejante en este sitio. Y repito que está muy bien: sólo que -en algunos casos- parece primar el indispensable contacto por sobre los temas originalmente planteados y/o convocados. Me quedo pensando, siempre. Saludos.
Sin educacion, no va ningun lado Jose Luis.
Por lo tanto no se puede pretender que lea si a gatas sabe escribir
Asi nunca va llegar la formar la internacional socialista
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