Retiro y otras estaciones terminales
Calderón no ha sido titular en el último semestre, en parte porque el cuerpo técnico ha consolidado en su puesto al atolondrado Juan Manuel Salgueiro (*); en parte porque arrastra una molestia en su rodilla que le ha impedido, a veces, siquiera ir al banco de suplentes. No obstante, unas finales intercontinentales se asumen una instancia en la que todo futbolista querría participar, aún entreteniendo el fútbol los últimos diez minutos, aún sentado al otro lado de la raya de cal, aún como parte de la delegación y de las prácticas. Se asumen, sí, pero respecto de todo futbolista y no de quien ya se siente ex.
Los deportistas profesionales tienen un oficio raro. A diferencia de la inmensa mayoría, se inician muy niños y se retiran muy jóvenes: "Too old to rock'n'roll but too young to die", como supo sentenciar Jethro Tull. Además, hipotecan buena parte de su vida mediante dedicación full time a un objetivo unilateral que consiste en estar en el mejor nivel competitivo para poder derrotar al adversario. Cuando un futbolista en actividad ha vivido casi cuatro décadas, suele haberle dedicado alrededor de tres al entrenamiento físico, la dieta alimentaria, la restricción horaria, los chequeos médicos, el trabajo sobre la carga, recarga y tonicidad muscular y cien cosas más que el periodismo deportivo se encarga de explicitar pero en este momento no recuerdo.
El retiro del fútbol profesional -que suele referirse en los términos metafóricos de colgar los botines, aplicables a cualquier abandono voluntario de una actividad- es un motivo de larga data que se articula, de modo más o menos libre, con muchísimos otros. Porque modos de retiro, hay al menos decenas.
Ayer escuchaba por la radio a un rara avis en este asunto del retiro del fútbol. Gustavo Lombardi tiene 34 años, fue campeón mundial juvenil con la selección argentina (Qatar 1995) y multicampeón local e internacional con River Plate, jugó en dos clubes españoles y en uno inglés y a sus 27 años decidió que ya había sido suficiente para él. En referencia a la decisión de Calderón -y si no entendí mal- Lombardi infiere que ya habría hecho su duelo: en lugar de comenzar a elaborarlo tras la toma de decisión, la decisión corona un proceso que habría madurado hasta el punto de lo inevitable. Y si mi lectura es correcta, estoy de acuerdo con él.
Se trataría de la inversa de un motivo temático caro a la cinematografía: el policía a punto de retirarse que no es capaz de cancelar el compromiso y la pasión que aún lo ligan al oficio y rigen su vida. Recuerdo ahora Falling Down (Un día de furia, dirigida por Joel Schumacher) y The Pledge (El juramento, La promesa o Código de honor, obra maestra de Sean Penn) pero hay varias más. El tipo, concretamente, no concibe el retiro, no admite la situación, no puede retirarse y, por lo tanto, se hace cargo del nuevo caso y desafío.
Imagino que la lucha de Calderón ha sido otra, contraria. Estimo que ya se sentía un poco al margen hace un año, cuando anunció su retiro para junio, y que cedió a los argumentos de Juan Sebastián Verón y otros sin convencimiento cabal. Infiero que la semana pasada ha sufrido un fenómeno de iluminación, quizás una suerte de extrañamiento, esa sensación de estar fuera de toda caja. Tal vez durante una práctica -idéntica a las que protagonizó por décadas pero esta vez distinta- haya paseado la mirada a su alrededor y haya visto que todo seguía igual con la excepción de quien miraba. Como alguna vez ha señalado Alejandro Dolina respecto de una mítica reunión de ex compañeros de secundaria: el único que no estaba allí era él mismo.
Quizás esta semana Calderón haya sufrido ese pantallazo fugaz pero certero, casi fuera de todo tiempo, en el cual uno se pregunta qué carajo hace allí y se responde, fácil y rápido, desde la mayor obviedad: sobrar.
A otros les pasa, no respecto del fútbol, sino de la propia vida y las consecuencias son muy dolorosas y siempre irreversibles. Pero la decisión profesional de Calderón parece ser del orden del duelo largamente madurado, el extrañamiento respecto de eso que fue, la inconveniencia del sujeto de seguir sujeto a algo que, al fin, se terminó, como supo popularizar Vox Dei hace 40 años, cuando un pequeño José Luis comenzaba a latir en el vientre de su mamá.
Cuando el sentimiento de certeza es firme y claro, un Mundial de Clubes -o cualquier otra instancia institucional- deja de significar lo que supo significar y pasa a ser un evento al que uno sólo podría concurrir como un auténtico colado. Calderón se ha ganado extensamente su derecho a participar pero optó por la renuncia porque se considera afuera: se siente y evalúa un ex futbolista.
Lástima, porque yo soñaba una definición del Mundial de Clubes con gol suyo contra el Barça en el minuto ochenta y pico de la final. Y esa sí, su estación terminal, gloriosa, histórica, merecida. Pero Calderón decidió otra cosa: que su vida no es sólo fútbol ni espectáculo y que sus espacios y tiempos los maneja él, como quiere o como puede.
Tal vez su decisión de retiro sólo lo guarezca -y no me refiero, por supuesto, a resultado deportivo- de una fuerte lluvia que, él sospeche, le podría llegar a caer.
(*) En la foto: Salguerio (7), de frente, viene; Calderón (9), de espaldas, se va. C'est la vie.
10 comentarios:
Mi abuelo suele decir, justamente: "Si hay algo que aprendí en la vida es saber cuándo uno está de más en algún lugar". Calculo que no será original en su reflexión, pero es interesante cuando lo dice.
(La otra es la de mi vieja, que cuando era chico me decía: "Aparte de ser bueno, hay que parecerlo". Notable enseñanza de vida.)
Muy buen post. Yo también voy a extrañar a Caldera. Abrazo.
Difícil hablar del retiro de Caldera para alguien que no tiene reparos en reconocerse fanática pincha, pero acuerdo en que ya se sentía un poco al margen y que su retiro anunciado, aquel inmediatamente posterior a la Libertadores, era el que quería, pero se dejó tentar por el Mundial. No sé si tuvo un pantallazo fugaz, más bien creo que los tiempos lo obligaron a tomar una decisión definitiva, ya no se sentía parte, no se sentía capaz, pero estaba ocupando un lugar, lugar que dejó libre muy poco antes de que Sabella debiese enviar la lista definitiva para Abu Dhabi.
Este final anunciado es triste porque todos esperábamos ese 300, anunciado antes de tiempo, contra el Barsa, pero dudo que sea un final, más bien un cambio de roles, él maneja sus tiempos y espacios, pero cuando se es parte, se es parte, desde algún lugar.
Un beso.
Muy bueno el artículo, creo que refleja las reflexiones que se pudieron leer sobre el tema por estos días: primero la sorpresa por la determinación, pero luego el entendimiento de la decisión, y la amarga sensación que nos deja porque "faltaba tan poco para"... Curioso quizás sea que, en este mundo multimediático,(hasta donde he leído) el protagonista no se ha expresado públicamente sobre el tema (quizás sí lo hizo y dada la poca bolilla que le doy a buena parte del mundo futbolístico me lo haya perdido); no es raro de él, porque justamente no tenía un "perfil alto" pero sí dada la notoriedad de la noticia y su actor princinpal, y las repercusiones que tuvo.
Una decisión corajuda sin dudas, y que no es para cualquiera en esta sociedad tan egoísta en la que vivimos.
Saludos.
Fede: Lo de tu abuelo puede no ser demasiado original pero es muy sabio su aprendizaje. Yo aún no sé si lo aprendí o si a veces no me doy cuenta de que sobro aquí o allí. (Tu vieja, en cambio, parecía incurrir en algo que sobra: ¿por qué "aparte de ser bueno" si con parecerlo bastaría?).
Abrazo.
Grismar: Sólo una fanática pincha puede escribir "Abu Dhabi" como la cosa más natural, jajaja. Es posible que los tiempos lo hayan obligado y que sus 39 años, su rodilla y su poco rodaje en el último torneo hayan inclinado la balanza en función de lo mejor para el equipo. Pero, como coincidimos, ya no se sentía parte de los que entran a la cancha. Es un final y, quizás, un comienzo desde otro lugar.
Un beso.
SirThomas: Tampoco he sabido que el protagonista haya mediatizado su decisión, seguramente porque su perfil es bajo, su ambiente no es mediático y su determinación es semiprivada. Una decisión corajuda, justamente porque parece correrse de los flashes fáciles y priorizar otras cosas. Coincido: no es para cualquiera o, mejor dicho, para esos cualquiera que hoy día alumbra tanto spot.
Saludos.
Cinzcéu: disculpe que me meta al blog de prepo. Por el fútbol no siento más que una alegría extraña, una alegría que podría llegar a ser algún día.
En realidad, vengo a ver porqué también ud. seguía a Gabriel Báñez. Yo sigo entrando al blog de Corte y confección, como si fuera a buscar un post nuevo y entonces me acuerdo... es algo extraño, todavía no me cierra su ida. Como si se hubiera puesto de acuerdo la mitad del planeta en hacerme creer algo que no es cierto. Un teatro, algo así de macabro y de choto.
Disculpe...puede borrar esto cuando quiera, era no más eso.
Un abrazo
Elena.
Elena: ¿De prepo? Me parece que se mete al blog de pleno derecho y con todo respeto. No sé si acá podrá ver por qué seguía el sitio de Gabriel, puede que sí, puede que no, puede que uno mismo no lo sepa con total claridad y sólo se abandone a la seducción de la escritura: esos recortes torcidos, puntadas fallidas, huellas inscriptas en la tela (en el género) que, a veces, son todo lo que queda.
Para mí el fútbol es, ha sido y será una muy abarcativa y siempre productiva metáfora. De la alegría, sí, pero de otras quinientas cosas que hacen a la sujeción del sujeto humano. Si se fija bien, verá que el artículo habla poco de fútbol y, en cambio, dedica una frase (y por qué no el título) a ese retiro irreversible o estación terminal que sorprende, no cierra, extraña, es definitivo y etc.
De paso, usted misma vincula el mundo del fútbol y el retiro de Gabriel con un mismo concepto: el de extrañamiento. Y sí, es inherente a la condición humana ser extraños, extrañar, extrañarse; hemos de ser seres muy extraños, sin duda.
Gracias por su visita y comentario que, por supuesto, nunca hubiera querido ni decidido borrar.
Otro abrazo.
En medio de los efluvios etílicos que conllevan estas fiestas me pongo -por una vez- en consonancia con el resto del planeta en cuanto a saludos, deseos, y todo eso... así que: un augurio de profundos y abundantes posteos en el 2010 a este blog y a sus hacedores!
Miguel:
Se agradecen tus saludos y deseos y desde aquí se te augura el doble de lo que vos nos augurás. Ya se verá cuán profunda y abundante pueda ser la producción pero, en cualquier caso, mis mejores deseos para el 2010.
Y que no nos llueva o nos llueva poco (en este instante, llueve sobre Buenos Aires y esto no es metáfora... o también).
Quizás para dejar en evidencia que todo lo que acá se dice es mera opinión, inferencia débil o llana mentira, ahora dicen que José Luis Calderón firmó con Argentinos Juniors por seis meses y que, por lo tanto, no se retiró. Tomá.
Más te vale, Calderita, que juegues seguido y metas goles (y vos, Bichi/ Bichito, también hacete cargo, ¿no?). No quisiera que entres tres veces en los últimos cinco minutos al único efecto de llovernos esta reflexiva y también emotiva entrada.
Porque, personalmente, no me gustan (y siempre lamento) los retiros en tiempos y espacios equivocados.
Casi un año después, doy un cierre a mi reflexión. José Luis Calderón me cagó el artículo en buena ley y a puro fútbol. En Argentinos fue titular (jugó en 18 de 19 partidos), metió 3 goles y tuvo intervenciones decisivas en la conquista de un campeonato que el club no alcanzaba desde hacía 25 años. Después se dió el lujo de fichar para Cambaceres (su club de origen) y jugar un único partido en el cual metió su último gol.
Felicitaciones para este veterano que en su juventud juzgué medio burro y al cabo de su carrera me convenció de todo lo contrario.
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