viernes, junio 16, 2006

El mismo cuento, la misma lluvia

Según documentos apócrifos de hace alrededor de tres mil años, una parte significativa de la humanidad de aquellos días se habría dedicado al seguimiento espectacular de un curioso juego de pelota. La información proviene de unos enormes hard disks de varios centímetros de diámetro desenterrados por un equipo multidisciplinario de arqueólogos y cartoneros en las afueras de lo que fuera la ciudad de Buenos Aires antes de La Lluvia.
Los investigadores que han difundido el hallazgo no pueden establecer con certeza el nombre que nuestros ancestros daban a aquel divertimento: fútbol, football, futbol, futebol, fóbal, fúrgol e incluso soccer y calcio parecen ser algunos de los motes con que se lo solía denominar. "Hay que recordar que hasta comienzos del milenio 32 que coincide más o menos con lo que los históricos llamaban siglo XXII a XXIII de su ex 'era cristiana', la humanidad hablaba muchas lenguas. Por lo tanto es lógico que el juego tuviera distintos nombres", explica Brian Muhammad Chang López, uno de los pesquisas.
Pero lo más interesante del descubrimiento es la velocísima transformación que habría sufrido aquel show game: "En menos de cien años -afirma Chang López- los cambios fueron radicales, en especial en lo que respecta a la figura del gran jugador o crack".
En una primera etapa, el player o "futbolista" era un sujeto con relativas dotes atléticas y creativas que corría durante hora y media junto a diez compañeros y once adversarios dentro de un field rectangular. Como es de esperar, se golpeaba, se cansaba y a la larga envejecía y se estropeaba.
En un segundo momento, el juego se habría transformado en una de las grandes "industrias" de su época y cada player en una marca comercial. El cambio dio lugar al futbolista star o model que jugaba menos y corría menos para estar fresco a la hora de las conferencias de prensa, las entrevistas "televisivas" -un antiguo medio audiovisual que se recibía por antena o cable- y los flashes fotográficos.
La tercera época sobrevino cuando el star player fue sustituído por un body double o extra. Se seleccionaba entonces a uno o más sujetos de cierto parecido fisonómico al titular de la marca y se lo exhibía dentro del terreno de juego mientras el auténtico futbolista descansaba y se reponía del agotador trajín del business man.
Por último, el marketing futbolístico habría incorporado técnicas de producción audiovisual que le permitieron prescindir incluso de los extras. Por entonces el fútbol ya habría estado tan altamente mediatizado que los juegos "televisados" -Chang López afirma que los torneos mundiales eran seguidos por miles de millones a través de rústicas pantallas- eran postproducidos en laboratorios donde se reponían las imágenes móviles de los players que jamás habían estado dentro del field.
"Los registros que hallamos son primitivos -dice-, de producción muy burda. Algunas imágenes de grandes estrellas de la época están pegadas de un modo tan rudimentario que resulta difícil concebir que los espectadores no detectaran el fraude. Tal vez el juego fuera mucho más complejo y los seguidores también formaran parte de él, de un modo que aún no somos capaces de comprender".
"De todos modos -concluye Chang López- no deja de ser paradójico: se ven figuritas grotescas dentro del campo de juego que resulta evidente no están participando en absoluto de la partida. Y en general se trata de los players más cotizados según afirman otros archivos de la época".
La humanidad siempre ha vivido en los mundos que ha podido y querido creer. Hoy mismo, a las puertas del milenio 35, está en tela de juicio la existencia de un jefe de estado que hace trescientos años gana todas las elecciones con el apoyo pasional y entusiasta de una amplísima mayoría electoral.
Como ya sentenciara la filosofía antigua, el ser humano es el único animal que tropieza dos, tres y más veces con la misma lluvia.

Inspirado en el cuento de Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges "Esse est percipi" en Crónicas de Bustos Domecq, Buenos Aires, Emecé Editores, 1963 y en el cuento del tío "Andriy Shevchenko" en España 4- Ucrania 0, Leipzig, FIFA World Cup, 2006.

8 comentarios:

Anónimo

Leyendo este post tuve un flash. Recordé un monólogo de Tato Bores que ahcía de presentación de su programa. Excelente

Anónimo

Estimado, es un placer leer esta excelente y premonitoria crónica. Muy adecuada a los eventos que vivimos, en todo sentido.

Pardal (Emílio)

Imaginense que lo descubren a Maradona criogenizado y les enseña como era el futbol de verdad en las épocas primitvas. Sería como si pudieramos clonar a Benhur y a Messala, y pudieramos ver una carreraq de cuadrigas.

Vitore

Y ¿con qué se entretendrán los humanos en el milenio 35? ¿El Jefe de Estado ese que gana y gana sin parar es Menem?... Misterios sin resolver...

Anónimo

A mi me gusta ver los partidos del Mundial. Con el Tucán nos tiramos en la cama, con una bolsita de trigo inflado cada uno, y gritamos y puteamos y alentamos. Siempre nos ha encantado el circo, sobre todo si en la mesa hay pan.
Que en las mesas no haya panes es cuestión de un sistema económico y político que lo tiñe y pudre todo, incluso al fútbol. Ya se sabe... Pero lo que más nos preocupa es enterarnos que en las puertas del milenio 35 sigan existiendo Jefes de Estado. El Poder es un deporte que no celebramos.

Cinzcéu

Filomena: Ahora que lo dice, creo que también está inspirado en aquel especial con Tato-arqueólogo reseñando desde el futuro.
Hang: No sólo adecuada a los eventos que vivimos... ¡sino a los que viviremos! Jajaja.
Emilio: ¡Ben Hur y Messala! Le cuento un secreto: Ben Hur ya no corría y ponían en su lugar a un tal Charlton Heston.
Vitore: ¿Menem? No, es un tal Super George W. 86 conocido como El Generalísimo (porque en general se lo vota).
Mono: El Poder es un deporte tonto en el se sabe quién va a ganar. No sólo habrá Jefes de Estado sino Inspectores de Hogar, así que dígale al Tucán que baje las patas de la mesa y no haga migas en el piso.

Grismar

Para mí lo más significativo es el progreso de los cartoneros.
Creo que hay una interpretación errónea del motivo por el cual se reemplazaba a las grandes estrellas del balonpié, en realidad de los reemplazaba porque llegaban exhaustos de hacer tantos avisos publicitarios (cuenta la leyenda que uno de ellos se convirtió en un charco de sudor y lágrimas cuando logró al fin alcanzar el desodorante)

Marcos Bauzá

Una muestra demasiado surrealista, tanto como el despliegue futbolístico del siglo XXI donde todo es negocio.

Excelente cuento!