viernes, agosto 17, 2007

Cuando pase el temblor

Cuando escuché la noticia del terremoto que sacudió Perú el miércoles pasado, y especialmente la mención de la provincia de Cañete, lo primero que vino a mi mente es mi amigo Polo, arequipeño, y su mujer, Marisol, oriunda de San Vicente, capital de la provincia, donde vive casi toda su familia. Sólo después pensé en la magnitud del desastre más allá de lo personal.
Al comunicarme con ellos supe que los caminos oficiales para obtener información no les brindaron ninguna ayuda, y sólo a través de una red de conocidos (Internet mediante) pudieron saber que sus familiares estaban a salvo, si es que se puede hablar de estarlo en esas circunstancias.
Hablando con gente que me crucé en estos días comprobé que casi todos tienen algún amigo, o, al menos, conocido, peruano. Quizás por ser ésta una ciudad universitaria, y porque la comunidad peruana dentro de la UNLP es enorme.
Leyendo aquí y allá supe que hoy, viernes, dos días después del sismo, el gobierno argentino despachó un Hércules con ayuda para las víctimas, que llegó después de la enviada por España y Francia. Un avión de la FAB (Fuerza Aérea Boliviana) fue el primero en llegar, a pocas horas del desastre.
Bolivia, el país pobre de la pobre Sudamérica, contó en unas pocas horas con doce toneladas de medicamentos y alimentos para enviar, además de quince voluntarios de búsqueda y rescate. Estados Unidos, the biggest of the world, aún está pensando si mandar aspirinas o mejor un equipo antiterrorista, por las dudas.
Leyendo un poco más me topé con algunas noticias que no tuvieron gran trascendencia, lo cual, ante la magnitud de lo ocurrido en Perú, tiene sentido.
La primera se refería a un terremoto de 3,5 grados de magnitud Ritcher que ocurrió ayer, jueves, en California, donde una semana antes se había registrado otro de 4,5 grados. Ambos con epicentro en zonas deshabitadas, sin víctimas, por lo tanto, poco noticiables. Casualmente, también ayer, otro movimiento sísmico, esta vez de 4,7 grados Ritcher, se registró en el centro de Chile, con epicentro en Pichilemu, 210 kilómetros al sur de Santiago.
Para completar el panorama, hoy, cuando aún se sienten las réplicas en Perú, otro sismo, de 6,2 grados, con epicentro 300 kilómetros mar adentro, sacudió la costa de Indonesia.
Los que dicen que saben de estas cosas opinan que no hay relación entre los cinco movimientos sísmicos en un lapso de tres días. Creo recordar que son los mismos que cuando un tsunami mata a medio millón de personas, un huracán a cinco mil o un terremoto a cincuenta mil, dicen que es imposible predecir, que no hay forma, que hay demasiado en la lógica del planeta que nuestra lógica no comprende. Pero ellos, que no pueden predecir, predicen que no pasará nada, que es pura casualidad.
Que el planeta se sacude a diario, que cada minuto en algún lugar del mundo saltan los sismógrafos, ya se sabe, pero cuando cuatro de ellos superan los 4 grados de magnitud Ritcher quizás habría que pensar un poco antes de soltar un alfiano "no hay problema". No se trata de alarmismo, ni de que estemos al umbral del famoso "Big" del cual tanto se habla en la costa oeste de EE.UU., sino de tener al menos un poco de coherencia, si no puedo predecir el sí, tampoco el no.
Mucho se habló de la paradoja de la destrucción de Pisco el día que se conmemora la muerte de José de San Martín, poco se dijo de la nada paradójica muerte de cientos por lo precario de sus viviendas.
Mucho se dijo de los aviones que desde ayer llegan a Lima con ayuda para las víctimas, poco se dice de los miles que tratan de sobrevivir sin agua, sin techo, sobre un suelo que aún tiembla, donde no llega aquello que se supone que esos aviones transportan.
"Un terremoto de la misma magnitud en una ciudad como Tokyo o Los Ángeles, con edificación antisísmica, hubiera causado muchas menos pérdidas", dijo un ignoto académico por CNN. No sé si hablaba de pérdidas de vidas, bienes, o de ambos, pero creo que Darwin se refería a otra cosa con lo de "selección natural", a menos que ya entonces predijera la cercana tormenta.

6 comentarios:

Cinzcéu

Un detalle lateral sobre lo que es o no noticia. Muy poco después del sismo, oí en Canal 9 la comunicación entre la pánfila de Nancy Pazos en Bs.As. y un cronista peruano desde Lima. Lo central: cuántos muertos; el tipo responde que, al momento, 17. Lo último que oí hablaba de unos 550. ¿Qué relevancia tiene el famoso "al momento" cuando es claro que no significa nada? No digo que se alarme al cuete inventando cifras pero, ¿para qué el absurdo conteo inicial como si se tratara de un marcador deportivo?. Bueno, eso, lo demás está dicho en la entrada. Un beso.

Vitore

Lo terrible es que encima a la gente le parezca normal que un terremoto en un lugar cuyas viviendas son precarias cause tantas victimas. Dicen: "¿Cómo no va a haber muertos con esas casas tan cochambrosas?". Y luego está lo que apunta cinzcéu; lo del número de víctimas; ¿qué más dará si son 500 0 504?. O es que ¿son menos 500 muertos en China que en un pueblo con 550 habitantes?... Besos.

1+

Voy a derivar a partir de una frase de tu último párrafo: "No sé si hablaba de pérdidas de vidas, bienes, o de ambos"; en la sociedad capitalista no sé si existe esa discriminación. Siempre me pregunté cómo, en un sistema que todo lo mide en términos económicos, se puede valuar (y por ende valorar) la vida humana. Hace poco asistí a un seminario sobre seguros de responsabilidad civil y escuché atónito cómo sin ningún tipo de ambigüedad decían "Hoy en día el valor de mercado de una vida es de equis dólares"... Más allá de que suene atroz, ¿qué significa? Que ese es el valor que está manejando la Justicia para establecer indemnizaciones por muerte, y por lo tanto resuelve el problema de mensurar la vida humana en términos económicos; ya es algo perfectamente adaptado e incorporado al sistema. Siguiendo ese criterio, las vidas de los pasajeros de un avión de lujo sin duda son "más valiosas" (por más caras) que la de los campesinos a los cuales ese avión les cae encima del poblado destruyéndolo, ya que éstos difícilmente presenten una demanda de cierta envergadura. Es duro... ¿no?
Bueno, Grismar, perdón por derivar tan lejos de tu artículo y con una reflexión que da más para un post que para un comentario. Un beso.

Grismar

Cinzcéu: "al momento" de hablar de 17 ya había más de 500. El enviado especial del Grupo Clarín, ante la misma pregunta, respondió: al momento son 87 las víctimas fatales, aunque sabemos que bajo los escombros de la iglesia colapsada en Pisco hay al menos 50 muertos. Supongo que no entran en la categoría de víctimas fatales hasta no figurar en el recuento oficial. Recuentos que terminan en las víctimas durante el terremoto, tsunami o lo que fuere, pero no contabiliza miles posteriores, ya sea por efectos directos o indirectos. No sé para qué el conteo inicial cuando es claro que no significa nada. Un beso.
Vitore: derivando desde el "parece normal", siempre me sorprendió esa especie de acostumbramiento a la muerte que tienen millones, los que la enfrentan a diario. He escuchado a quienes dicen que perdieron a hermanos, padres, hijos, con una "normalidad" increíble. Los muertos son "más" o "menos" según dónde y quienes. Besos.
1+: no deriva tan lejos. Uno de los parámetros medidos en la última inundación en Inglaterra era a cuánto ascenderían los gastos por seguros, dato impensable e inexistente en otros lugares, en los cuales cada vida no está valuada en dólares, excepto como efecto global de incidencia en la economía. Todo forma parte de lo mismo. Un beso.

Maun

Ando lerda comentando...
Escucho que la Unión Europea ha donado la irrisoria suma de 2 millones de euros para Perú. Dividiendo ese importe entre los 25 paises miembros y luego dividiéndolo nuevamente por los 84 millones de hab. que tiene este pais, resulta que por cada hab, se ha donado 0,99995 cent, de euro...ya no resulta irrisorio, sino penoso y avergonzante.
Muy buen post!!, saludosss!

Grismar

Maun: no es poco, con eso se podrían haber comprado tres misiles, pero lo destinaron a ayudar, eso demuestra que el mundo se está sensibilizando. Besos.