martes, marzo 14, 2006

¿Malas palabras y buenas ediciones?

Soy de una época en que existían las malas palabras y la señal más evidente era su censura. Las malas palabras estaban en la calle, en los bares, en las canchas, en la incultura o picardía del malhablado. Se filtraban con un guiño cómplice en los recreos escolares pero jamás ingresaban al sacro imperio del aula. Todos teníamos un padre, un tío, un vecino que puteaba pero era el exabrupto personal de un hombre adulto y no una parte del léxico socialmente aceptado.
Eran tiempos un poco psicóticos, al menos en mi psicótica escuela donde alguna maestra trasnochada pedía que entre alumnos no nos tratáramos de "vos" sino de "tú" y era en un colegio de un suburbio bonaerense, no madrileño ni mexicano. Eran tiempos en que el dictador Juan Carlos Onganía obligaba a modificar históricas letras de tango para diluir cierto lunfardo en el deber ser del idioma oficial. Se trataba de respetar los rigores de los manuales de lengua pero, sobre todo, las boludeces del anacrónico libro de lectura y del retrógrado melindre social.
Pero había otro espacio en el cual las malas palabras estaban excluidas y, si alguna de ellas irrumpía lo hacía con el estruendo y la desmesura de un volcán: los medios de comunicación. De ahí que todavía se recuerde una hoy anodina declaración del futbolista Orestes Corbatta de hace medio siglo: "Nos cagaron a patadas". Eran tiempos en que las transmisiones de fútbol por TV cerraban sus micrófonos cuando las hinchadas comentaban los supuestos pecados de la madre del árbitro y la prensa gráfica, cuando la puteada resultaba insoslayable, reemplazaba letras por series de puntos.
Los tiempos han cambiado y las otrora malas palabras se han instalado de pleno derecho en nuevos terrenos. Hoy, si la hinchada putea, el micrófono no se cierra sino que se potencia el volumen de salida y ya hace muchos años que el actual gobernador bonaerense nos explicó por TV que, para permanecer en un cargo político, hay que hacerse el boludo.
Incluso cierta prensa gráfica como el diario deportivo Olé resigna la reticencia de los puntos suspensivos y titula "A Gallardo lo putean y le hizo un bien a River".
Pero, atención: en las pantallas, una cosa es lo que se dice y otra la que se escribe. Es decir que, como se sabe, la psicosis no tiene cura.
Un noticiero de TV en el cual un tipo víctima de alguna injusticia o simplemente exaltado grita: "Que se vayan a la reputa que los parió". Como en el fragor de la cobertura la toma de sonido no es buena, el videograph reproduce al pie de la pantalla: "Que se vayan a la rep... que los parió".
En un film de ficción, un joven residente del Bronx increpa a otro: "¡Fuck you, fucking mother fucker!" (léase ritmado por cada "fuck" cual marcación de batería). El subtitulado reproduce: "Fastídiate, maldito bastardo". Se ha destruido toda musicalidad pero, además, ¿qué mierda significa eso?
Se ha dicho que la escritura es inscripción, aquello que pervive en una materialidad, y acaso esto funcione como restricción social en términos de aquello de "te lo digo pero no lo pongo por escrito". Ahora bien, en un programa de TV, en un film subtitulado, ¿qué diferencia de inscripción o de perdurabilidad habría entre la palabra hablada y la escrita?, ¿qué extraña moral habilitaría la puteada verbal siempre y cuando no pase a su versión gráfica?
Quien consume un discurso audiovisual de estas características mixtas -digamos rápida y parcialmente: imagen, palabra hablada, palabra escrita- reconoce la multiplicidad de lenguajes allí inscriptos y quien lo graba para consumir más tarde o para compartir o para recordar, graba la misma combinación múltiple de lenguajes.
Supongo que en este absurdo fenómeno opera el peso histórico y deformado de la cultura escritural, gráfica, ilustrada: una suerte de fetichismo de la letra escrita. Es decir, una persistente y degenerada distinción entre lo alto -letrado- y lo bajo -iletrado, ¿habría que decir fonemado?- que aún atraviesa nuestra cultura y que de modo paradójico, parece abandonar antes la prensa gráfica -e incluso, mucho antes, la literatura- que la producción audiovisual.
Yo, por prevención, voy a interrumpir mi discurso acá, porque he escrito algunas malas palabras, porque al fin de cuentas esto se lee en pantallas y porque en la TV acaban de escribir que se viene una lluvia de la p... que lo parió.

21 comentarios:

Anónimo

En lo que respecta a los subtitulados, esa suerte de restricción social es una falta de respeto. Más allá de suavizar los términos, restando expresividad a lo que se pretende manifestar, no es extraño que lo escrito resuma -terriblemente- el verdadero contenido de la frase, sino lo poda o tergirversa.

Lo que es a mí, la lluvia me cae para el c...!

Pardal (Emílio)

Es curioso que hablés del par coceptual letrado-iletrado de esa manera. Afirmás que lo escrito prevalece sobre lo hablado en nuestra cultura y yo no puedo evitar que se me venga a la cabeza Derrida. Porque él pensaba justamente lo opuesto. Desde siempre, y más desde Saussure, lo importante, decía Derrida, es lo oral; lo escrito tiene un estatus subalterno, dependiente del lenguaje hablado. El, a contracorriente, se propone rescatar el verdadero valor de la escritura, su escondida dimensión dominante en relación a la palabra dicha, a los mensajes articulados con el aparato fonador. La inmediatez y la diferencia/diferimiento de un jugoso insulto o blasfemia daría juego para un ensayo que nunca nadie me pagaría por escribir ¡Me cago en los patucos del niño J......s!

Gaby

...y al que no le gusten las malas palabras, que lea el último libro del maestro Fontanarrosa, quien además de crear un buen debate entre quisquillosos "en defensa de la lengua española" , comienza su obra diciendo: "Puto...es el que lee esto".
Lo dijo el Negro, no yo y yo... le saco el sombrero!!!!!

Anónimo

Hang: Es una falta de respeto que resume, resta, suaviza y a veces tergiversa de un modo atroz, incluso cuando no hay malas palabras en juego; es un muy interesante tema lateral al de la puteada.
Emilio: Derrida está en aquello de escritura e inscripción, no lo cité pues lo toco de oído. Es cierto el rol central de la oralidad que tiene 100 mil años más que la escritura y es fundante del sujeto humano (histórico) y de cada sujeto (particular); por otro lado, los últimos siglos difundieron la idea de que la escritura es más culta y sublime que la palabra oral: el saber estaría en los libros (y ese Sócrates que se la pasaba hablando debía ser un charlatán de café). No es que prevalezca en la vida social sino que se encumbra su valor, de ahí que me resulte paradójico que la "bajísima" puteada pase antes a las "altas" literatura y prensa gráfica que subtitulados y videographs en los "bajos" medios audiovisuales. Pero, en fin, habrá que escribir el ensayo por más que no nos paguen...
Gaby: "Puto el que lee" me parece una maravilla de broma, quizás por lo muy tonta. Chiste impensable fuera del diferimiento de la escritura (además, en lugares tan "bajos" como un baño público), porque decirle "Puto el que escucha" a un tipo cualquiera no tiene gracia... y es peligroso.

Anónimo

"Si estás escuchando esto es que tienes serias tendencias homosexuales. O al menos un grado de hipersensibilidad que va a terminar por volverte puto." -sería una interesante leyenda para ser utilizada como disparador de sesudas disquisiciones semiológicas entre filósofos de baño público. El tema da para mucho. Alguna vez leí unas declaraciones de Cortazar que opinaba que ciertas "malas" palabras no había manera de colocarlas dentro de un texto artístico sin que lo "ensuciaran". Tal vez se refería a que nos hemos acostumbrado a las traducciones españolas y ya nos parece más estético leer una buena polla que digerir una pequeña pija, que suena más chocante. Pero si ciertas palabras suenan y ciertos textos nos resuenan interiormente, la frase inicial bien podría escucharse o, quizás, yo ya me volví puto.

Cinzcéu

Mono: Ud. no se volvió puto (creo), está chapa nomás. Un abrazo y otro al Tucán.

Pardal (Emílio)

No sé si Inodoro Pereyra aprobaría este blog.

Grismar

Lo "culto" de la palabra escrita supongo que es un resabio de su condición social histórica, durante la mayor parte de la historia (que no por casualidad se sitúa a partir de la escritura) la lectoescritura estuvo limitada a unos pocos que adquirían status social sólo por el hecho de tener acceso a ella. Aún hoy el analfabetismo (el acceso a la palabra escrita) es el índice básico del "saber". Respecto a las traducciones siempre pensé que tenía que ver la responsabilidad de cada uno, si putean en una película es responsabilidad de quienes la produjeron, la reproducción de esta puteada en el subtitulado ya es responsabilidad de quienes la traducen (una boludez, ya sé).
Un ejemplo de lo que decía Hang Tucker son casi todas las series de Fox, al subtitularlas no sólo cambian diálogos completos sino que deciden qué es aquello que deben traducir para poder entender la trama, y el resto lo dejan, así te encontrás con dos tipos que se hablan por 15' y sólo traducen "yo no fui".
Personalmente me gustaban más los ¡*&%h&h$!! que los pedazo de p.... de m....
Lo parió, el tema sí que da para mucho.

Grismar

Antes que alguien me retruque con razón, corrijo (amplío): el acceso de la lectoescritura daba status social a unos pocos y a su vez sólo aquellos de cierto status social podían acceder a ella.

Pardal (Emílio)

A propósito del subtitulado que mencionaba Hang les diré que en España estamos exentos de esas distorsiones porque acá se dobla todo desde siempre. Claro que en la época del caudillo la censura intervenía en los doblajes. Así en una película, por estos pagos titulada Mogambo, los que en la versión original eran amantes adúlteros, en el diálogo corregido terminaban siendo hermanos, lo cual era muy morboso, por el lenguaje corporal tan incestuoso que resultaba del celo de los censores.

Grismar

Perdón, pero ¿en España se dobla todo? ¿te referís a sólo películas en TV o también cine? Terrible, odio los doblajes. Igual pasa lo que dice Cinzcéu: ves que los labios dicen un claro "fuck you" y se escucha "vete al demonio".

Cobre

Si q tiene razón Emilio, aquí se dobla todo, series, películas, documentales... Para ver una película en versión original te las ves y te las deseas.
Creo q es pq hasta hace muy poco no se ha considerado realmente importante el dominio de un segundo y tercer idioma, al contrario q en muchos países de europa. Siempre a la cola!

Los años de dictadura ns retrasaron culturalmente y creo q todavía nos estamos recuperando, siendo muy optimistas…

Anónimo

Como la mayoría de mis referentes locales -supongo-, soy nacido y criado en una época de "decoroso pudor y recato”, caballeritos prolijos y señoritas de finos guantes blancos, en la cual hasta decir estúpido no era bien visto. Y por supuesto, tuve la fortuna de acceder a una educación que, hoy, podría ser envidiable. Son muchos, ahora, que ni siquiera saben qué es eso, lamentablemente y por desgracia de las futuras generaciones.

Sin embargo, siempre consideré que las expresiones idiomáticas son patrimonio íntimo de la cultura local, autóctona. En muchas ocasiones, subtitulados aparte, los insultos no tienen traducción, no la resisten!... Y con respecto a ellos, la idiosincracia porteña no sería tal sin todo ese bagaje de palabras sueltas a las que fuimos dando forma a través de los tiempos. No es lo mismo decir "caray" que lanzar un "qué hijo de puta!". No me imagino, tampoco, en un embotellamiento de tránsito expresando "Oh, my…" que atropellando hasta el hartazgo con todo el rosario de "puta madres" y "andá a la c... e' tu p... madre!" No es saludable no decir lo que uno siente. Y lo que uno siente, así como el rapero cuando suelta el "fuck you, maaannn!" debe ser expresado como viene, y no como "se debe". O acaso, a veces, no es como que no nos alcanzan todas las puteadas conocidas para manifestar la bronca, la impotencia?...

En mi opinión, expresarse con insultos o palabras soeces -aplicados allí donde sea necesario demostrar lo que se quiere- es tan saludable como la cultura misma. Si no fuera censurado, el insulto se emplearía menos, tal vez -paradójicamente- hasta bien aplicado. Tergiversar, trocar, podar estas expresiones va más allá de la censura y abunda en la ignorancia. Lo que no concibo es la manipulación pueril, baladí y anodina del insulto, algo a lo que nos tienen acostumbrados en la TV local, una suerte de desenfreno de lo grosero por lo procaz en sí mismo.

Agradeciendo el espacio, me retiro con las disculpas del caso, obviamente.

Cinzcéu

Grismar: La hipótesis de la distinta responsabilidad en la producción es plausible (pero, claro, sería una boludez...)
Emilio: Excelente ejemplo, el de Mogambo, de lo imbécil que puede llegar a ser un censor; moraleja: antes que ser adúltero, mejor seducí a tu hermana.
Cobre: No sé cuánto tendrá que ver el 2do o 3er idioma, yo rechazo el doblaje porque quiero escuchar al 1er actor que trabajó un año su personaje y no a uno de 4ta que recita textos frente al micrófono.
Hang: El insulto (en rigor, todo el lenguaje verbal) es intraducible. Una opción es virar un "fuck you" poco agresivo, entre amigos, a un porteño "andá a cagar" y un "fucking" en función adjetiva a un "puto" (fucking rain= puta lluvia). Pero hay un problema económico: se subtitula para todo el mundo de habla hispana y no para la aldea de uno.
Hace un tiempo leía el blog de un traductor español donde criticaba términos usuales en doblajes desde el inglés americano: a mí la mayoría me sonaba perfecto pero a él no. Cuestiones locales...

Cinzcéu

Y me comento a mí mismo respecto del último párrafo: ¿realmente sería soportable que un joven rapero del Bronx dijera "no digás boludeces, pedazo de forro"? Hum...

Anónimo

Tal como están las cosas, allá en el Bronx, seguramente diría: "Don't say chingadas, pinche guay!"

Vitore

Yo si que llego tarde. Estaba viendo un capítulo de Fraggle Rock en el que Convincing John (El Convincente John) era presentado así por su coro "Listen to Convincing John and all your troubles will be gone gone gone" que aquí doblaron: "Es el Convincente John y tiene algo para ti ti ti". Fatal. Una de las mayores atrocidades dobladas fue una película que se llamaba: "Paint Your Wagon" y que aquí titularon: "La Leyenda De La Ciudad Sin Nombre". Lo doblamos todo. Qué mal.

Abrazos.

Anónimo

"...No es lo mismo decir que una persona es zonza, que decir que es un pelotudo..." (Fontanarrosa)...y no se puede discutir el alivio y el sentimiento de "que bien que me siento" despues de alguna puteada.

Cinzcéu

Hang: ¡Pinche comentario poca madre, güey! (translation: what a good comment, man!).
Maun: Yo digo y escribo malas palabras y respeto a quien no las usa, excepto cuando es un traductor que dice "fastídiate" (y ya sé que el día que me diga "ignorante" me estará dirigiendo su peor insulto).
Vitore: Yo hubiera traducido "es Juancito el Convencín, tiene algo para ti y para Tintín". Fatal...
Asz (una suerte de síntesis alfabética): No sé si me siento bien después de una puteada pero a veces es el único modo de decir. Saludos.

Peste

Perdon, y que me dicen de lo que les pasa a las puteadas en los cyberprostibulos que usan filtros hispanoavivados? Que hacemos los que escribimos? Intentamos llegar a toda audiencia haciendonos los b*ludos --ganandonos alguna carcajada del que lo malinterprete como pudor--, o corresponde ser fieles a la justa grafia de las palabras, y apresurar el momento en que las victimas manden al c*rajo a sus cyberni#eras?

Nerea

Y algo que es importante no olvidar es que las malas palabras sirven para enfatizar emociones o tendencias.
La censura no sería tan problemática si se consideraran las malas palabras como otra forma genuina de comunicar. Así, sólo tendríamos que evitar abusar de ellas, para que no se volverían la norma, para que siguieran siendo "malas palabras" y conservaran así su magia.